Capítulo 5 Día en el lago.

*Gabrielle*

Como dijo André, media hora más tarde ya estaba frente a mi casa. Está vez no vino con la moto, sino con un Toyota Supra, que creí que se habían dejado de fabricar en el 2002.

Bajo hasta la sala con un bolso, no de tan grandes dimensiones, en el que llevo lo necesario.

Hace más o menos diez minutos había terminado de hablar con mamá, bueno, de suplicarle, para que me dejara ir a la playa. Al final, ella accedió pero con la condición de que en la noche André se quedará a cenar y así conocerlo. Lo que me sonó más a investigación policiaca para saber si André es una buena compañía. No la culpo, ella se preocupa por mí.

Cuando llego a la puerta de la sala y la abro, André está por tocar el timbre.

-Puntual -digo, haciendo una seña de ok.

-Siempre -mira el bolso que tengo en el hombro y frunce un poco el ceño-. Pensé que ibas a ser como mi hermana, que lleva casi todo su armario en un bolso.

Salgo de la casa y cierro la puerta con llave.

-Llevo solo lo necesario, dinero, el teléfono, unas toallas, crema solar y la ropa de cambiarme. ¿Que más puedo necesitar? -me encojo de hombros.

Comenzamos a caminar hacia el coche y el me abre la puerta de copiloto para que entre y le agradezco con un asentimiento de cabeza.

-¿Un perro? -habla, cuando se sube al coche y en eso escucho un ladrido a mis espaldas.

Me giro en el lugar y veo un gran Krom, o sea, un perro de origen alemán precioso con el pelaje blanco y carmelita.

-Que lindura -acerco mi mano para que la olfatée y luego puedo acariciarle la cabeza.

-¿Verdad que es una preciosura? Tiene un dos años, los cumplió hoy.

-Entonces tenemos que comprarle un regalo -le vuelvo a acariciar la cabeza y él se acerca más a mí-. ¿Que te parecen dulces? -hablo hacia el perro con voz de niña y el comienza a mover la cola-, dulces serán entonces.

-Le caes bien. Eres muy amigable -me da una mirada rápida mientras conduce y luego la devuelve a la carretera.

-Me lo han dicho bastante -nos quedamos callados y yo desde ayer estoy por preguntarle algo-. ¿Te puedo preguntar algo?, aparte de esta pregunta, por supuesto.

-Va.

-¿Dónde está tu novio? O ¿Quién te gusta? -fijo toda mi atención en él.

-Pues quién me gusta no se decide a estar conmigo.

-Es un idiota -hablo-. ¿Y sabe que quieres estar con él?

-Si y lo más bonito que que me cela. Aunque no se decide por darme una respuesta -su tono de voz decae un poco.

-Pues, entonces, hazle que sienta celos de los malos, de esos que te den el último empujón para decidirte a hacer las cosas. Dan resultado -asiento con la cabeza, cómo reafirmando lo que dije.

Veo como se forma una sonrisa en sus labios y niega lentamente, como si fuera algo divertido.

-¿De veras? -pregunta con incredulidad.

-Sip. Me funcionó con mi primer novio -me giro hacia el perro y le vuelvo a acariciar la cabeza.

-Vale. ¿Puedes ser tú la razón de sus futuros celos? -pregunta y yo hago una mueca de incredulidad.

Él me está ayudando, yo también lo quiero ayudar.

-¿Cuándo empezamos? -pregunto, frotándome las palmas de la mano.

-Ahora -deja la mano izquierda en el volante y con la otra busca algo en sus bolsillos. Me entrega su teléfono desbloqueado.

-¿Qué hago con tu teléfono?

-Pon un estado en Instagram con una foto o video nuestro, como si fuésemos a una cita. Que en realidad no es mentira, pero es una cita de amigos -sonrío con maldad y me dispongo a buscar la aplicación.

Abro la cámara y me acerco a André, depositándole un beso en la mejilla cuando voy a sacar la foto.

-Mira -acerco el teléfono a André y él sonríe.

-Me encanta. Después sacamos más fotos, para tenerlas de recuerdo y para darle celos a Jason -el nombre que dice me hace cortocircuito en la mente.

-Espera, espera. Estás hablando del mismo Jason, que conozco y se hace ver cómo el badboy más conocido en la escuela... -insinuo con incredulidad y él aprieta los labios.

-Si -susurra y yo abro los ojos desmesuradamente.

-Hostia. No me lo creo -hablo con diversión, dejando caer la cabeza en el espaldar-. ¿Desde cuándo? -giro el rostro hacia él.

-No me lo vas a creer -hago una seña par que siga hablando y él se rasca la mandíbula-. Hace no más de un año.

-¿Y el muy idiota no ha hecho nada para que estén juntos?

-Bueno, hemos tenido nuestra intimidad y yo ya no soy virgen, ya sabes...

-Tengo unas ganas de ahorcarlo por no dar el paso -jago con mis manos como que aprieto algo y él suelta una risita.

-No lo dudo, Gaby.

Cuarenta minutos más tarde estamos en un estacionamiento cerca de un bosque, en el cual se encuentra un río procedente de la sierra.

Nos bajamos del coche y el saca a Cal, su perro, por la correa.

Agarro mi bolso y me lo cuelgo del hombro.

-Ya se está empezando a sentir el calor del verano -habla André, entregándome la correa que sujeta a Cal.

-Si -concuerdo con él-. ¿Vas a ir a la fiesta de fin de curso?

-Of course. Como crees que me voy a perder algo tan épico -habla como diva, mientras se dirige al maletero del coche.

-Bueno, entonces vas a ser mi acompañante -sentencio y el alza las cejas.

-¿Y si Jason me pide que vaya con él? -comienza a sacar una pequeña nevera, que no sé lo que contiene.

-Pues vais los dos como mis acompañantes. Aunque luego de que me tome una copa os podéis ir a la verga.

-Entendido. Pero de igual manera no te voy a dejar sola, eres mi amiga -saca una mochila y se la cuelga del hombro.

Sonrío ampliamente por lo que dijo. No creo que haya tenido muy buenos amigos en el pasado, aparte de Sam y las chicas, todos eran falsos e interesados.

André, aunque hayamos empezado nuestra amistad ayer, es de esa personas que transmiten confianza desde el primer momento y que te hacen sentir confortable a su lado.

-A partir de aquí hay que caminar unos cincuenta metros, para llegar a la maravilla de río que siempre he visitado.

-¿Te ayudo con la mochila? -le señalo y el niega.

-No te preocupes, tu lleva a Cal.

Él comienza a caminar delante de mí y yo le sigo por el camino de piedra.

Increíblemente es una maravilla como dijo André. El agua es cristalina y está rodeado de árboles verdes, que hacen que parezca un pintoresco cuadro pintado por Da Vinci.

-Es precioso.

-Si, lo sé. Lo descubrí una vez que estaba ebrio y conduciendo por esta carretera, la llanta se me pincho y deambulé por aquí, encontrándome con este lago.

André deja la pequeña nevera en el suelo y de la mochila saca una manta, para ponerla en el suelo.

-Ven, trae a Cal.

Camino hasta la manta y me siento sobre ella, Cal hace lo mismo y André le quita la correa y después le acaricia la cabeza.

-Ahora, otra fotito para poner celoso a Jason -hablo y él no niega, sentándose a mi lado.

-Yo me voy a recostar y tú apoya la cabeza en mi abdomen.

-Ok -hago lo que me dijo y llamo a Cal para que se acerque y salga en la foto.

Cinco fotos después, sacadas por André, solo se decido por subir una.

Tengo una duda, ¿las chicas no somos las que nos sacamos veinticuatro fotos, eliminamos diez, descartamos siete, preferimos tres y solo subimos una?

-Mira, ya tiene doscientas vistas y entre esos está Jason y... Samuel -me sorprendo por lo que dice y cuando me acomodo para verlo, porque no lo creo, mi teléfono suena.

Gateo hasta mi bolso y lo saco, la pantalla muestra la foto de Sam.

Descuelgo y saludo a Sam.

-¡Hey!

-¿Dónde estás? -reclama.

-Eh, tranqui. Estoy con André -aclaro y lo oigo respirar profundamente, como si se estuviera conteniendo.

-¿Por qué estás con él? -farfulla entre diente y no le hallo razón para su comportamiento tan irracional.

-Me invitó a salir y no le dije que no. Además tú de seguro tenía planes con Lana y no quería estar de sapa a vuestro lado -justifico mi salida, creo que estar enamorada de él hace que le dé explicaciones de más.

Respira profundamente y oigo como si se sentara en un sofá.

-Parecéis pareja en una foto de su estado. ¿Estáis teniendo una cita? -trata de que su tono de voz sea calmado, pero no le sale.

-Una cita de amigos. Él... necesitaba mi ayuda a despejarse sobre el chico que le gusta -cambio los papeles y miro a André, quién tiene el ceño fruncido.

-Esta bien... Disculpa por mi forma de hablar, me siento raro. ¿A qué hora vienes? -ahora mismo sé que se está pasando las manos por el cabello.

-Por la noche. ¿Está todo bien con Lana? -frunzo el ceño levemente.

-Ella está bien... Tengo que hablar contigo. ¿Mañana puede ser?

-Si -digo y no tengo más de que hablar-. Nos vemos mañana.

-Nos vemos. Discúlpame por todo, moi petite -mi corazón se acelera con su apelativo cariñoso.

Cómo quisiera que mi débil corazón de pollo no sintiera nada por él.

Cuelgo la llamada y me dejó caer en la manta, mirando hacia el cielo que está más resplandeciente que nunca.

Suspiro pesadamente y cierro los ojos, dejándome llevar con el sonido del viento en la copa de los árboles.

-Si te doy mi opinión, te digo que Samuel siente algo por tí -habla André y suelto un una pequeña risa irónica.

-Si, amistad -llevo mi antebrazo izquierdo a mis ojos.

-No -siento como se acuesta a mi lado-. Por la forma en que he visto como se comporta contigo, por como habla de tí con sus amigos. Por todo lo que he visto... saco la conclusión de que es más que una amistad de mejores amigos o una relación de hermanos, teniendo en cuenta de que no es como la relación de hermanos del libro Prohibido.

-No lo creo, André. Él nunca ha hecho nada que me demuestre lo contrario a la relación que tenemos como amigos -oigo como André suelta un suspiro pesado, porque no le creo-. Bueno, hace unas semanas, horas antes de que comenzará su relación con Lana, me besó.

-Ves -me dice con obviedad-, sí que ha hecho algo que dice que le gustas.

-Ya. Luego del beso se disculpó por hacerlo, que estaba mal -bajo el tono de voz.

-¿Y tú le has dicho que quieres estar con el?

Quito el antebrazo de mis ojos y miro a André, quién esta apoyado en su codo y mirándome.

-No.

-Por eso dice que está mal, porque piensa que no te gusta -habla con obviedad y yo suspiro nuevamente.

-Hasta que no lo oiga de su boca, no lo voy a creer, André.

-Porfiada.

-Además, ahora él está con Lana. Ella es bonita y no dudo que la quiera a ella como su novia -él me mira mal-, no es que me esté subestimando y que siga que soy fea, pero ella tiene más experiencia... en todo. -Dejo las cosas en vilo, porque no me siento cómoda hablando de mi sexualidad.

-¿Eres vírgen?

-Si, como la Virgen María. Aún no la he dejado en paz y está cuidándola hasta que se la entregue a alguien -bromeo y él sonríe.

-Pues, creo que ese alguien lo encontraste, pero que aún no se han decidido porque son tontos -me da un golpecito con el dedo índice en la sien y yo entrecierro los ojos en su dirección-. Las cosas como son.

-Calladito, te ves más bonito.

-Pues te digo que me gusta verme feo.

-Puis ti digi qui mi guisti virmi fio -me burlo y el saca la lengua de forma infantil.

Se levanta y se saca los zapatos. Se quita la ropa y la deja sobre la manta.

-Si no fueras gay serías un buen candidato para ayudarme con la Vírgen María.

-Pues ahora... -se acuclillo y me toma en brazos como una princesa, me agarro a él por miedo a caerme- toca chapuzón.

-¡¿Que?!, no. Dejame quitarme la ropa primero.

-No.

Comienza a correr hacia el pequeño muelle, cuidando sus pasos para que no nos caigamos.

Llega al borde y salta conmigo en brazos.

Contento la respiración y nos hundimos en el lago. Cuando salgo a la superficie, como gato al que tiras al agua, lo veo sonriendo.

-Me las vas a pagar, André -exclamo, persiguiéndolo por las aguas del lago.

Una hora más tarde, estoy arrugada como una pasa de tanto estar en el agua, peleando con André por hundirme en el lago.

Nado hasta el muelle y André me ayuda a subir.

-Vamos a comer. Creo que los gruñidos de mi estómago pueden parecer sismos si no lo lleno -camino junto a André hasta la manta y agarro la ropa que traje en el bolso.

¿Ahora como me llevo yo la ropa mojada?

Camino hasta quedar detrás de unos árboles bastante espesos que no permiten que se vea nada. Me saco la ropa y me coloco la que traje.

Hasta los zapatos están mojados, menos mal que traje unas sandalias.

Camino hasta donde está Cal acostado y la ropa mojada la exprimo y la dejo sobre el muelle. Espero que el sol y la temperatura ayuden a que, por lo menos, se sequen un poquito.

Me siento nuevamente en la manta y segundos después viene André con el cabello húmedo, sentándose a mi lado.

-Ya estamos cambiado, así que vamos a comer lo que preparó mi mamá -comienza a sacar tuppers con comida que se ve altamente apetecibles-. Ayer le hablé de tí y me dijo que te quiere conocer.

-Pues hoy cenas en mi casa. Mamá me dijo que te llevara, te aviso que va a ser más como un interrogatorio. -Cal se despierta y ve a André, moviendo la cola, aún acostado.

-Tambien hay para tí, Cal. Déjame sacar tu plato -habla con el perro y esa acción me parece tierna.

-¿Tu mamá es chef o qué? Todo esto tiene una pinta -André comienza a destaparlos y el olor llega a mi nariz, haciendo rugir mi estómago.

-Diste en el clavo -levanto las cejas expectante y el se levanta para acercar más la pequeña nevera-. Ella tiene una cadena de restaurantes por toda Granada. No sé si los conoces, A través del espejo, así les puso.

-¿Cómo el libro de la muchacha que tiene un espejo el cual le permite ir a otra dimensión y se enamora del chico? -André asiente-. Leí el libro. Cuando comencé a leerlo me dijeron que era una mala copia de A través del espejo de Lewis Carroll.

-Si, también la leí. Mamá me dijo que lo leyera para que la ayudara a decorar los restaurantes con esa ambientación -me entrega un tupper con la comida y un cubierto-. No te niego que al principio también lo pensaba, pero cuando ella comenzó a hablar con él y que empezaron a sentir cosas el uno por el otro, fue impresionante. Lo que no me gustó fue lo que él hizo.

-Si, ellos tenían la posibilidad de estar juntos. Pero no terminó como yo quería, lloré mucho el final.

Doy el primer bocado a la comida, que está deliciosa, y vuelvo a llevarme otra cucharada.

Está buenísima.

-¿Te digo un secreto?

-Mhm -mastico y trago la comida que contenía en el interior de mi boca.

El come de la suya y yo puedo asegurar de que André ama que su mamá sea chef.

-Estoy buscando el espejo para encontrarme con Keres, aún no lo supero.

-Cuando lo encuentres me avisas.

Seguimos comiendo y de vez en cuando le echamos más comida a Cal y más a nuestros platos.

Terminamos de comer y guardamos las cosas en un bolso que André trajo en la mochila.

-Ahora el postre -me mira-. ¿Estás llena?

-Te dijera que sí, pero tengo un agujero negro en el estómago -me encojo de hombros y el sonríe, sacando otros dos tuppers.

-¿Cómo te mantienes en forma? Si comes así -señala el bolso con los tappers sucios y yo tuerzo los labios.

-Una hora de ejercicio por día y a veces no meriendo. Eso es todo.

-Me sorprendes.

Sonreímos.

Saca dos cucharas limpias y me entrega una.

-Primero vamos a comer del pastel de chocolate. Luego vamos a probar algo que de seguro no has comido nunca -asiento y el quita la tapa al tupper que contiene el pastel de chocolate.

Antes de que pueda probarlo, me embarra la nariz con chocolate y me saca una foto.

-¡Oye! No es justo.

Me enseña la foto y tengo los labios abiertos y poseo una expresión de incredulidad, mirándome la nariz. De más está decir que tengo los ojos bizcos.

-Para el estado.

-Esa no -lloriqueo y el sonríe-, está fea.

-No está fea, solo que no está completamente bonita.

Abro la boca sin creerlo y con la cuchara llena de pastel, dudo si lanzárselo o comerlo.

Me lo llevo a los labios, mejor lo como, una delicia cómo está no se puede desperdiciar.

Siento el sonido de la cámara cuando sacas una foto, nuevamente, y entrecierro los ojos en su dirección.

-Ya no saques más fotos.

-Ok, ok. Solo déjame sacar una tuya y mía, que parezca que vamos a besarnos.

-Va.

Me acuesto en la manta y el se posa sobre mí, como si fuera a besarme. Pone el teléfono con la cámara hacia nosotros y se acerca lo bastante para que parezca que nos besamos.

Cuando toma la foto se aparta y yo me incorporo de nuevo, terminando de comer mi parte del pastel.

-Listo. Ahora a espe... -el sonido de su celular le interrumpe.

Prieta los labios y me muestra la pantalla, que tiene el nombre de Jason.

-Contéstale.

Él asiente y se levanta, caminando hasta alejarse un poco.

Abro la pequeña nevera y veo que hay bebidas variadas. Saco una Coca Cola y la abro, dándole el primer sorbo.

Miro en dirección a André, que tiene una sonrisa plasmada en los labios.

-No lo vas a creer...

-Venga, habla -se sienta a mi lado y saca una cerveza para él.

-Me dijo que mañana tenía que hablar conmigo y que no podía faltar.

-Creo que voy a empezar a shipearlos -el sonríe aún más y bebé de su cerveza-. Sería algo como Jandré o Anson -hablo con toda la felicidad que siento por André, porque por fin Jason va a dar el paso.

-Cualquiera de los dos. -vuelve a tomar de su cerveza y creo que puedo ver la emoción haciendo una esfera a su alrededor-. Quiero gritar como perra loca.

-Te acompaño en el sentimiento.

Tres cervezas más tarde por parte de André y dos cervezas por parte mía, seguimos hablando de nimiedades que tenemos en común. Por ejemplo, leer.

Él tiene una autora favorita, que también es una de mis favoritas, se llama Jodi Ellen Malpas.

Es buenísima.

-Y ahora dicen que va a sacar otro libro. Creo que se llama The Brit -me dice, terminándose la cerveza-. Lo que no he tenido tiempo de comprarlo.

-Lo voy a tener en cuenta -termino con mi cerveza y la echo en un bolso desechable, para luego botarlo cuando lleguemos a la ciudad.

-Es mejor que nos vallamos ahora, ya son las cinco de la tarde y me dijiste que tú mamá me invitó a cenar -se levanta y me tiende la mano para ayudarme a levantar.

-Si y no puedes faltar.

Recojo mi bolso del suelo, también agarro el de las latas de cerveza y el que tiene los tuppers.

-Yo llevo estos -levanto los bolsos para que los vea y asiente.

-Va. Déjame guardar la manta en la mochila.

Cal se levanta y sacude su pelaje. No sé cómo es en casa de André, pero hoy se la ha pasado durmiendo.

Cuando André guarda todo, comenzamos a caminar de vuelta hacia el coche.

Abre el maletero y yo meto las cosas que son de él. Mi bolso lo llevo conmigo hacia el asiento delantero.

Dejo que Cal suba primero y luego entro yo.

Cuando André está sentado en el asiento de conductor, me giro hacia él.

-Gracias por el día de hoy. La pasé excelente -él le resta importancia con un ademán.

-No te preocupes por eso. Que no se hace por los amigos.

Lo abrazo y él corresponde.

Nos separamos y el enciende el coche, fijando rumbo hacia mi casa.

Cuando llegamos a la parte del frente de mi casa, André apaga el coche y nos bajamos.

Saco las llaves de mi bolso y detrás de mí viene André con Cal de la correa.

Abro la puerta y dejo la puerta abierta para que André pase con Cal. Camino hasta la sala y veo a mamá hablando con Sam.

-Hola, amor -saluda mi mamá y yo le dedico una pequeña sonrisa.

Vuelvo a mirar a Sam, que no sé que hace aquí.

-Oh, tu debes ser André. Un gusto conocerte -mamá se dirige a André y le extiende la mano.

-Un gusto, señora -le responde André y yo no puedo despegar la vista de Sam.

¿Por qué a mí corazón cada día le parece más guapo?

Me limito a agitar la cabeza, sacando esos pensamientos.

-No, no. Dime Marta, que me digas señora me hace ver mayor de lo que soy -mamá le sonríe y André también lo hace.

-Está bien, así será.

Mamá torna la mirada entre Sam y yo.

-Sam, creo que ya conoces a André, ¿no? -pregunta y espera una respuesta por parte de alguno de nosotros tres.

-No, solo nos hemos visto alguna vez en la escuela. Pero nunca nos hemos hablado, no ha habido alguna razón para hacerlo -habla Sam, con la voz algo burlona.

La actitud que tiene Sam me hace dudar de lo que anteriormente pensé y ahora sí estoy considerando lo que me dijo André.

Solo espero que Sam no piense que tengo algo con André.

                         

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