*Samuel*
Salgo de casa de Gaby y me subo a mi coche. No sé por qué hice eso... ¿por qué la besé?, no podía haber dejado la tentación de sus labios, sus dulces y suaves labios. Es que su actitud me ha estado confundiendo. Hoy cuando ella estaba hablando con Lana, sobre algo -que aún no sé que es- me estaban mirando cada un tiempo determinado.
Sé que ella es mi mejor amiga, cómo mi hermana pequeña... o bueno, lo era hasta que mi corazón decidió encapricharse con ella. Fue algo que no pude evitar que sucediera, pero no lo expreso. No sé si ella también siente lo mismo... y creo que no siente nada por mí.
Yo no quería que esto pasara, no quería enamorarme... y menos de mi mejor amiga.
Además, esta tarde cuando tenía su teléfono y vi los mensajes con ese chico. No sé que pensar. De seguro solo se equivocó de número como me dijo y no es que le guste.
Joder. No podía haber querido estar con alguien más. No sé, no me podría haber enamorado de Lana. Ella es linda y amable, pero no es Gabrielle.
Nadie es igual a ella.
Ella es única.
Conozco sus demonios y ella los míos, y aún así hemos seguido juntos. Pero no de la manera que yo quisiera. La quiero para mí, quiero ser quien la ayude siempre, su apoyo físico y emocional.
Quiero ser su todo, sin que se vuelva dependiente de mí.
Ella ya es mi todo.
Golpeo el volante con los puños con rabia.
Ahora con ese beso todo va a cambiar, nada va a volver a ser igual, aunque ella haya dicho que no va a decir nada. Nos vamos a sentir incómodos uno con el otro.
Joder, Samuel, no piensas. No piensas.
Enciendo el coche y me dispongo a irme a mi casa, ya veré qué hago para mantener todo igual.
Al final me desvío a casa de Lana, necesito desahogarme con alguien y no puedo hablar con Gabrielle.
Ella siempre a estado para mí, Lana siempre a sido una buena amiga.
Toco el timbre de su casa y espero unos segundos a que abran las puertas.
-Hola, Sam. Pasa -Lana se aparta de la puerta y deja que entre.
-Mhm, Lana, ¿puedo desahogarme contigo, por favor? -pido y ella asiente.
-Vamos a mi habitación.
La sigo y aún me pregunto porqué no me fijé en ella y no en mi mejor amiga.
-Ven, siéntate aquí -me señala un sofá morado que tiene en una esquina y yo me siento, frotándome las piernas.
No sé cómo empezar.
-Dime, debe ser importante para que estés así.
-Eh, si. Es... -respiro hondo- que quería preguntarte si querías salir conmigo -trato de sonar seguro.
-Este... Si te soy sincera, no sé que responderte. ¿Te puedo dar la respuesta mañana? -frunce levemente el ceño.
-Si, claro.
-Ok.
Me levanto del sofá y me dirijo a la puerta de su habitación.
-Entonces me dices mañana. Nos vemos, Lana.
Luego de despedirme me voy casi corriendo de su casa. Al final no dije lo que en realidad quería decir.
Soy un cobarde
Creo que acabo de cometer una locura, pero es necesario. Ella me atrae y con Gabrielle dudo que yo le guste, siempre la he llamado hermana menor y ella no da indicios de que yo le atraiga como algo más que amigos.
Está vez si me voy a mi casa y no puedo evitar mirar todas las fotos que tengo con, como yo la llamo, moi petite.
Ella y yo tenemos ese gusto por Francia. Nos encanta hablar francés, aunque lo hacemos muy poco.
Tengo que tratar de sacarla de mi corazón, sye que no va a ser fácil. Pero igual lo voy a lograr, así tenga que estar con otras chicas para lograrlo.
Ella no siente nada por mí.
-Sam, ayer no comiste. Te quedaste dormido. ¿Te pasa algo, hijo? -niego ante las interrogantes de mi madre.
Ya es de mañana y como mi mamá dice, ayer no comí.
Está mañana tomé una ducha, con todas las ganas del mundo -nótese el sarcasmo- y luego me vestí.
Me siento en una de las banquetas del desayunador y mamá me sirve el desayuno, dejándome un beso en la frente.
-Tu padre dice que puede que va a abrir una empresa en París. Está muy emocionado por eso -dice mamá con entusiasmo y no puedo evitar contagiarme de él.
-Me alegro por eso, mamá -Tomo un sorbo de mi sumo de naranja-. De seguro nos vamos a tener que mudar, ¿verdad?
-Bueno, eso sería dentro de cinco años, cuando termines la universidad. Pero si tú quieres te quedas aquí -se encoge de hombros con una sonrisa en los labios.
-Mamá cómo crees que voy a dejar ir la oportunidad de vivir en París, es mi sueño desde pequeño -aseguro y ella asiente.
-Si y puedes llevar a Gaby, a ella también le encanta París.
Disimulo mi cara tomando otro sorbo del sumo.
-Si, de seguro.
Termino mi desayuno y me despido de mamá, dirigiéndome a mi coche.
Tengo que ir a recoger a Gabrielle, no se puede notar ningún cambio por mi parte.
Enciendo el coche y manejo una cuadra hasta llegar a casa de Gab. Toco la bocina dos veces y ella sale ya lista. Frunzo el ceño, porque ella nunca está lista cuando yo llego, casi siempre tengo que ir a despertarla.
-Hola, Sam -veo cómo sonríe, pero no le llega a los ojos.
-Hola, Gab. ¿Estás bien? -pregunto, comenzando a conducir el coche hacia la escuela.
-Mhm, nada. Es que ayer estaba leyendo un libro muy triste y creo que voy a necesitar terapia porque me ha tocado en la fibra sensible -bromea y sonríe un poco.
-Entonces me dices cuál es, lo leo y hacemos la chismición -hablo, mirando a los lados de la calle.
Le dedico una corta mirada y ella tiene la vista fija en la ventanilla, como si me estuviera evitando.
-¿Gab? -la llamo.
-¿Mhm? -toena la vista a mí y puedo notar una leve hinchazón en sus párpados.
¿Ha estado llorando tanto por un libro?
-¿Te pasa algo conmigo? -paro en un semáforo y dirijo toda mi atención a ella.
-Mhm, no. Es que solo veo muy injusto que la autora haya matado al personaje principal, aunque tiene más libros y se explica. Es que aún estoy incrédula de como escribió que un auto lo chocaba, aunque era para salvar a quien amaba -frunce el entrecejo y los ojos se le humedecen-. Joder, me pongo sensible con eso.
-¿Cómo se llama el libro?
-Boulevard.
-Si, he oído de él.
-Léetelo.
-Esta tarde lo compro.
-Ok.
Nos quedamos en silencio y no puedo evitar mirar de reojo a Gab.
Llegamos a la escuela y saludamos a Lana como de costumbre. Ella me mira y me hace una seña que me habla luego y se va con Gab.
Yo me dirijo a dónde están mis amigos, los saludo y nos ponemos a conversar hasta que toque el timbre del primer turno.
Último turno de clases y voy a donde siempre nos encontramos.
Solo veo a Lana y me dirijo a ella.
-¡Hey! -le llamo y torna la vista hacia mí.
-Hola -duda unos segundos-. A la pregunta de ayer, acepto.
-¿De veras? -pregunto, incrédulo.
-Si, pero no quiero que Gaby se entere.
-¿Por? -la atraigo hacia mí por la cintura y acerco mi rostro al suyo.
-Porque no quiero que piense que me voy a robar a su mejor amigo.
-Como digas, petite -digo ese apodo tan significativo y me arrepiento de haberlo hecho.
Lana va a decir algo y la beso. Acompasando su ritmo con el mío.
Varios segundos después me separó de ella por un ruido de unos papeles cayéndose al suelo, proveniente del pasillo.
Caminamos al pasillo y encontramos a Gab, recogiendo varios papeles, que parecen folletos para la fiesta de fin de curso.
-¿Gaby, que pasó? -pregunta Lana, ayudándola y yo no dudo en hacer lo mismo.
-Es que venía distraída pensando en el libro ese que te recomendé y un chico pasó corriendo y se me cayeron los papeles por despistada -se da un golpecito en la sien y se ríe levemente.
-Ah, si. Se llama Boulevard, ¿no? -Gab asiente y se levanta cuando tenemos todos los folletos en las manos.
Veo como una lágrima baja por su mejilla y la limpia rápidamente, sonriendo.
-Te ha pegado fuerte el libro -asegura Lana y yo estoy de acuerdo con ella.
-Más bien el chico de ojos azules -esnifa-... que es el protagonista -le miro con curiosidad por como hizo una pausa, más de la debida.
Niego y me concentro en observar a mi reciente novia.
-Ya vámonos, tengo que hacer tareas y estoy un poco atrasada -habla Gab y yo le miro raro.
-Tu nunca tienes tareas atrasadas...
-Claro que sí, no me acordaba del trabajo de historia que mandó el señor Fritzh -me interrumpe.
Recuerdo el trabajo que hay que entregar este viernes.
-Joder, es verdad. Es para este viernes.
-Mejor vamos a hacerlo, yo tampoco me acordaba -habla Lana y la miro.
Torno la vista a Gab y ella mira a otra parte.
Está rara.
Caminamos a mi coche y nos subimos.
Dejo a Lana en su casa y me dirijo a la mía.
Llegamos luego de unos veinte minutos y aparco el coche en nuestro estacionamiento.
Gab se baja del coche y yo hago lo mismo.
-Ahora voy a comprar el libro.
Ella sonríe.
-Nos vemos luego, Sam. Me dices si te hace falta ayuda con el trabajo -habla antes de girarse y camina hacia su casa.
Me le quedo mirando fijamente y sacudo la cabeza.
¿Que me está pasando?
Me voy a girar hacia el coche nuevamente, cuando un chico abraza a Gab por los hombros y ella se separa.
¿Quién es?
¿Por qué tiene tanta confianza con Gab?
Me les quedó mirando y ella se detiene frente a ese chico.
-¡Dejame en paz! -alza la voz y logro escucharla.
Ahora sí se activo mi alerta.
Corro hacia ellos y me yergo al lado de Gab, abrazándola por los hombros. La atraigo hacia mí.
El nos mira extrañados.
-¿Le conoces? -le pregunto a Gab y ella niega.
-No, este es el gilipollas que me estaba escribiendo ayer y bloqueé.
-¿Éste es tu novio? -inquiere el chico de cabello negro.
-Si, así que no molestes a mi novia o te las vas a ver conmigo -amenazo y él levanta las manos en rendición.
-Si así lo dices -torna la vista a Gab y ella se pega más a mí, puedo sentir su olor a lavanda y el calor que desprende su cuerpo-. Nos vemos.
El chico se va y veo como Gab suspira con cansancio.
Se separa se mí y yo siento la falta de su calor contra mi cuerpo.
-Gracias por eso, Sam -le resto importancia con un ademán.
-No te preocupes, Gab -le acaricio la cabeza-. ¿Quieres acompañarme a comprar el libro? -niega y no me da tiempo a replicar.
-No puedo, Sam. Llama a Lana, ella de seguro va a querer ir para compararlo para ella también.
-Esta bien. Nos vos, Gab -ella me sonríe y se va a su casa un poco más apresurada que antes.
La vigilo hasta que entra a su casa y cuando estoy seguro de que no le va a pasar nada, entro en el coche nuevamente.
Marco el número de Lana y al tercer timbre contesta.
-Hola, Sam.
-Hola, Lana. Quería preguntarte si quieres acompañarme a la librería y luego a tomar un helado, como una pareja -mi voz sale divertida con lo último.
-Claro. ¿Vienes a buscarme?
-Si. Dame veinte minutos.
-Ok, nos vemos.
Cuelga y yo suspiro.
No puedo creer lo que estoy a haciendo. Aunque es por mi bien, Gab no me corresponde.
Llegamos a la biblioteca y busco el libro llamado Boulevard.
Al parecer les encanta ese libro porque solo queda un ejemplar. Lo compro y se lo regalo a Lana.
-Gracias -habla y lo guarda en su mochila-. Primer día y ya tengo un regalo de mi novio.
-Digamos que siempre va a ser así -beso sus labios y no me saben igual que los de...
Joder, Samuel, cambia el casete.
Caminamos de la mano hasta una heladería que está cerca y nos sentamos para hacer nuestro pedido.
Tres horas después estoy frente a casa de Gab. Entro con mis llaves y encuentro a su mamá en la cocina, preparando la cena.
-Hola, Marta. ¿Cómo estás? -la saludo y ella se gira hacia mí con una sonrisa.
-Cansada de trabajar. ¿Puedes creer que entre ayer y hoy hubieron diez accidentes? -dice incrédula.
-Pss, no. La gente es muy irresponsable -miro hacia la sala y allí no está Gab-. ¿Gab está en su cuarto?
-Si. Dentro de unos minutos sievo la comida y os la llevo.
Asiento y me dirijo hacia la habitación de Gab.
No escucho ningún ruido en su habitación. Entro y ella está sentada en el suelo, con la espalda recostada en el borde de la cama y varios papeles en dos pilas en el suelo.
Tiene los ojos cerrados y la música a todo volumen, por lo que no se da cuenta que que estoy aquí.
Beso su frente y frunce el ceño. Abre los ojos y se acomoda, quitándose los cascos.
-¿Compraste el libro? -niego y me siento a su lado.
-No. Vengo a pedirte el tuyo -lo señalo encima de su mesa de estudio.
-Claro -se lavanta del suelo y lo agarra.
Se vuelve a sentar y me lo entrega.
Me gusta la portada. Aunque no sé como un libro puede hacer llorar a alguien de dieciocho años. Creo que no son tan inofensivos.
-¿Por qué tiene tantos señaladores? -pregunto con curiosidad, ojeando las páginas.
-Porque me gustan algunas frases. En especial una que dice Luke -supongo que sea el protagonista.
-Ok. Entonces cuando lo termine comentamos sobre el libro.
Ella va a hablar y mi teléfono suena con una notificación de un mensaje de Lana.
Lo abro:
Sam, creo que debo ser recíproca. Mañana te doy un regalo en la escuela por el comienzo de nuestra relación. Bss.
Lo dejo en leído y me concentró en mi mejor amiga.
-No sabía que estabas saliendo con Lana -mira mi teléfono dudosa y noto tristeza en su tono de voz.
-Se lo pedí ayer. Te lo iba a contar hoy -me paso las manos por el cabello y ella me mira dolida.
¿Le duele que no le haya dicho lo que iba a hacer? Por supuesto, es mi mejor amiga.
-Ok. Espero y les vaya bien. Les deseo lo mejor a mis amigos. -me abraza y yo le correspondo, aferrándome a su cintura.
Inspiro profundamente su olor a lavanda y dejo mi rostro reposar en la curva de su cuello.
-Oh, disculpen. No sabía que estaba interrumpiendo algo -habla la mamá de Gab, dispuesta a irse.
Nos separamos y Gab se acomoda la blusa que se le había subido un poco.
-Pero que dices, mamá.
Ella sonríe en disculpa y pone la bandeja con la comida en el suelo a nuestro lado.
-Creí que...
-Mamá, Sam y yo solo somos mejores amigos -explica Gab con una sonrisa.
Ya quisiera yo que fuéramos algo más.