Sus pensamientos en estos días eran un caos, recordaba cosas que nunca había vivido, y sentía mucho dolor en las noches, ella estaba pálida y débil, no comprendía que le sucedía pero no tenía forma de que alguien la ayudará.
Se avecinaba una gran tormenta, Luna ya estaba descansando en su cabaña aunque era vieja la acogía del frío y el calor era su refugio y su única pertenecía en el mundo.
Luna estaba soñando con un hermoso lobo ojos negros, era bello y le transmitía paz, ella lo amaba en su sueño y suspiraba con cada rose del lobo, él era poderoso, pero un fuerte relámpago la despertó de su ensviendo una gran luz atravesar sus ventanas por un momento vio cómo si en el infierno se encontrara y en segundos volviera a su realidad, y un fuerte ruido hizo que su piel se erizara, ella sudaba tenía mucha calentura y el dolor en el cuerpo era insoportable.
Le dolía todo el cuerpo, sus huesos crujían, su piel ardía, su corazón latía hasta salirse de su pecho era demasiado dolor para ella esa noche y el cansancio se apoderaban de ella cuando estaba apunto de desmayarse pudo ver su reflejo en la ventana nuevamente vio la forma que tanto odiaba, ella con cabello blanco, era hermosa pero el dolor por mantener su anterior apariencia era indescriptibles, su pobre Ópalo estaba tan cansada que no se preocupaba por ayudar a calmar a Luna tenía muchos días sin escucharla, si seguían así podría pasar algo mucho peor y el lazo entre ambas se perdería, ya Ópalo le había recalcado que debían cuidar de su lazo ya que existía una historia que si de su lado se descuidaban jamás volverían a conectarse en esta vida ni en la otra y ambas morirían.
Luna lloraba bajo la gran tormenta el dolor estaba consumiendo cada parte de su ser, ella no sabía cómo calmarse no sabía que hacer, aunque ópalo siempre le dijo que nunca debía contarle a nadie de este hecho ella esta vez no soportaba el dolor de la transformación.
Luna rezó pidiendo clemencia, recordó las palabras que siempre le recitaba Ópalo para tranquilizarla.
-La niña de pelo blanco canta bajo la Luna, la luna acaricia su carita dejando un rastro de misericordia en ella, ahí sana su corazón y alcanza su alma, dejando que su vida siga hasta el final de sus tiempos, ella nunca volvería a estar sola por qué al final de los tiempos logro encontrar a su corazón.-
Cuantas veces su Opalo le recito esto, mas sin embargo ahora ella no tenía a nadie que calentara su corazón, sus huesos seguían doliendo y la lluvia seguía con fuerza, parecía que el cielo gozaba de su sufrimiento.
Que le he hecho a la vida para merecer este dolor, jamás lastime a nadie y estoy aquí vacía y solitaria.
Entrando la madrugada la lluvia cesó despejando el cielo y asomando una que otra estrella brillante, cuando Luna pudo ver un poco del firmamento su transformación ya no se veía afectada y gradualmente ella se fue quedando dormida.
En medio de la noche Ares se despertó, sintiendo dolor en su corazón, por alguna razón el tenía un mal presentimiento, pensada en la Loba albina, y deseaba que donde fuera que estuviera se encontrara bien.
Ares
-Opet, porque estoy tan intranquilo.
Opet guardó un largo silencio analizando y estrujando su corazón, él quería darle un respuesta pero el aire le faltaba y su corazón dolía, una tormenta, estaba en su mejor apogeo, parecía que en vez de agua eran fuertes dagas las que se incrustaban en su piel perfecta.
Ares no se había dado cuenta que salió de la comodidad de su hogar, estaba empapado en la lluvia nunca en su vida esto le afectó pero por primera vez en su vida la lluvia le dolía el corazón le lloraba, no comprendía cómo sus sentidos se habían afectado de esta manera.
El corazón le dolía y su mente divagaba, Ares entró en un transe profundo, corrió en dirección a una luz blanca, ahí vio a una mujer blanca como al nieve llamándolo y pidiéndole ayuda.
En su deliro recordó una vieja leyenda.
-La loba blanca siempre huye de la lluvia, los Dioses la castigaron por ser tan hermosa, asesinando a su lobo su único amor, y despojando su lobo interior, le negaron reencarnar, y por sus resentimientos se quedó a vivir en soledad, se vendió como artefacto para las brujas, y se volvió un encanto mágico, así acabó con su vida desapareciendo de la faz de la tierra ni su alma, ni sus cenizas se encontraban en este mundo ya, quedando destruida y vacía, sin alma jamás pudo volver a nacer, quedando como un recipiente vacío, jamás pudo encontrarse con su Mate, solo quedó un cascarón sin recuerdos ni dolor, la loba blanca por su rencor jamás volvió.-
Era un cuento que le contaba su hermosa madre, claro que jamás existió, pero ahora al recordarlo por alguna razón le duele el corazón.
Ares en su transe seguía bajo la lluvia, hasta que su hermano lo encontró lo llevó adentro de la casa, y ahí mismo lo calentó, parecía que el gran rey se encontraba delirando de amor y dolor.