Capítulo 5 Cinco

Capítulo 5

No puedo describir lo que está pasando. Tantas cosas, tantas sensaciones, tantas emociones. Es tan difícil de digerir tales acontecimientos.

Llegué a creer en ese momento que en verdad estaba teniendo una pesadilla pero mi consiente no lo sabía ¿Cómo es eso posible? Bueno, la persona que no había visto hace casi como tres años estaba a unos cuantos centímetros de mí; segundo, un día cualquiera cambian mi vida, pero al caer la noche me secuestran; tercero, despierto en un lugar que no reconozco con un sujeto que al parecer me conoce, me llama Primera como si fuera ganadora de carrera, y que además, me lastima de la peor manera sin algún remordimiento en sus acciones; cuarto y último, encerrada sin saber por qué con mi hermano.

Cuando desperté creí que seguía en el sueño, de verdad que no soporte verlo a él en este lugar y mucho menos, de esta forma.

Su aspecto era diferente a lo que ya casi no recordaba: El pelo rubio y lacio que lo distinguía era ahora solo una cabellera larga que le caía casi en los hombros, el desorden y la opacidad sustituyeron el brillo de sus cabellos, dando la impresión de que no se lo arregla ya hace tiempo. Sus ojos azules llenos de alegría infantil eran ahora unos pozos oscuros de agua cristalina sin fin, el tiempo se llevó su chispa, lo podía notar en su cara.

Físicamente, lucía saludable. Tal vez el tiempo le arrebató su esencia enérgica en él, pero su aspecto ya no era de un niño, cada rasgo de infante desapareció y en su lugar los adjetivos de alguien apuesto estaban plasmados delante de mí. No recuerdo la última vez que le dije que se veía tan bien sin arreglarse...

Por favor, Danae, no es el momento.

Volví de inmediato al presente, bajando la vista de su cara para mirar a otro lugar, lo cual me dirigió a mi piel dañada.

Esa sensación de perturbación virulenta que sentía mientras aquel sujeto presionaba la metálica cruz flamante sobre mi cuerpo, similar a aquella historia en donde las almas de los pecadores eran recibidos de manera torturante en el erebo de Satanás; volvía y volvía al momento exacto en que sucedió, cegada en aquel recuerdo vibrante donde fue imposible verle la cara de satisfacción a mi verdugo. Sé muy bien que le era complaciente verme sufrir de esa forma, creyendo que me hacía un bien al hacerlo.

-Después de esto te sentirás mejor, todo estará más claro para ti, muy pronto vas a ver como yo.

Miserable.

No logré descifrar cuando dijo que vería como él, pero solo sé que fue una sandez de su parte tratarme con tanta delicadeza pese a sus perversas intenciones casi homicidas. Versar como viejos amigos en reunión de reencuentro cuando es un loco que habla en argumentos sin especificar sobre destinos dentro de la humanidad. Tranquilizarme con formas "pacíficas" para hacerme entender. Bueno, gracias a sus demencias, aquel encuentro nada cercano resultó el peor, y pensar que aún es el principio.

No pude evitar apretar mi mandíbula tratando de contener el impulso de gritar y patalear en respuesta a mis emociones negativas. La rabia, el enojo y la ira estaban en el punto de colisión más grande que he tenido, estaba tan amenazante por la ansiedad del encierro, y combinado con la erosión tórrida de mí vientre, lo volvía a un más insoportable.

- ¿Te encuentras bien? -Rodrigo posó su mano en mi espalda. Me enderecé a su contacto con cierto quejido.

-Nada de esto está bien.

El no dijo nada.

-Para nada está bien. Tú, aquí... Después de estos años para que nos encontráramos así en un lugar como este. No puedo decir que es un sueño hecho realidad porque literal es una pesadilla el cual estoy esperando que me despierten. En serio necesito despertar. -Un pensamiento familiar vagó por mi mente tratándome de convencerme.

»Bien. Sí. Eso es, entonces solo debo esperar a que amanezca en mi realidad. Tú no eres él en verdad, solo eres una imagen mayor inventada de él, porque yo sé que nunca lucirías, digo, él jamás luciría así. Cuando se fue yo supe que estaría bien, porque se fue con una familia que sería capaz de cuidarlo, amarlo y hacer que saliera adelante. Yo lo vi irse, alejarse... -las lágrimas se asomaban, pero las detuve- Tú no eres real, tú no estás aquí. Porque nada es verdadero.

-Danae -habló serio.

«Hazme caso, escúchame, niña. Está pasando de nuevo, 'ella' está aburrida y quiere jugar...»

-No. Eres producto de ella, si fueras real sabrías a lo que me refiero. Cada vez que tengo este tipo de pesadillas es porque la negatividad quiere reflejarse así conmigo, para culparme y juzgarme de nuevo. ¡Nada de esto es real, por amor a mis padres! No van a aturdirme de nuevo como en las noches anteriores, porque esta vez ella se sobrepasó al ponerme la imagen de la persona que más quiero en una situación de esta magnitud.

-Danae... -quiso suavizarse para calmarme.

-Cállate. No sirve de nada que sigas hablándome, después de todo despertaré y nada habrá cambiado. Los Peskov, Daiana, el inglés maniaco que parece sacado de un libro, incluso tú; solo quiero saber que nada de esto es real, porque es demasiado lo que sucede. Ya han tomado demasiado de mi ¿sabes? No puedo seguir cargando más...

»Y está sucediendo de nuevo... -estaba derrotada. Soy tan complicada, me hago la fuerte y cuando menos me doy cuenta estoy destrozada sin entender por qué, cada sentimiento se siente tan profundo cuando en verdad es una miseria, siento que exagero pero en serio no sé qué me pasa. Dónde queda mi fortaleza. Cuándo me vuelvo más vulnerable. Mi consiente habla y me aconseja. -He caído de la peor manera, y siempre es así. Estoy atrapada entre la realidad y mi imaginación.

Dije demasiado. Demasiado como para ser muy estúpida y pretender que estaba soñando.

-Es verdad -dijo el chico a mi lado, me miraba con un poco de extrañeza- estas atrapada, literalmente. No tienes que torturarte de nuevo por semejante fantasía, por supuesto que esto no es un sueño. Esto es real.

Tragué saliva ante sus palabras.

-Claro que te entiendo, pero ella no está aquí. Yo sé que no te atormenta desde hace mucho tiempo... -dudó por un segundo al mirarme un poco nerviosa- creo, pero quiero que te enfoques pequeña, porque aunque tú y yo seamos reales en este momento, eso no significa que sea una maravilla -con sus manos, sostuvo mi rostro fuertemente, haciendo un contacto visual muy especial.

»Créeme cuando te digo que no digo mentiras. Me alegra que estés aquí y a la vez maldigo el lugar y momento de esta coincidencia -inclinó un poco mi cabeza para darme un suave beso en la frente-, y no te angusties con más cuestiones o quieras buscar respuestas a través de mí... Porque yo tampoco sé lo que sucede realmente.

«El miente, niña, no le creas»

Él sabía cómo persuadir y calmarme con su trato cuando sucedía esto, aun así no podía descartar los criterios de mis dudas. No quiero fiarme y estar equivocada de nuevo.

Ella sabe jugar muy bien conmigo.

Soy su títere cuando me descuido.

-No sé quiénes son todos ellos, incluso para que nos tienen aquí. Nos mantienen en un cierto cautiverio y nos cuidan -su voz volvió a ponerse rígida-, ni idea para qué. Al principio pensé que nos usarían como objetos o nos ofrecerían al mejor postor como ciertos tipos de esclavos. Pero...

- ¿Nos? -tuve curiosidad en sus palabras.

-No somos los únicos, Danae. Hay otros dos chicos que llegaron conmigo, sus nombres son Annabelle y Michael, vinimos juntos desde un principio y de vez en cuando los veo cuando esos hombres me sacan, al parecer ellos no la pasan muy bien.

-Ahora que lo dices... Hay alguien más.

Daiana.

- ¿Alguien más, quién es? -me miró con sorpresa.

-Mi hermana adoptiva -fruncí el ceño.

Recordar que era mí supuesta familia por esas personas cobardes, regresaba aquel choque nocivo, pero me tranquilicé. Después de todo, ella es una víctima también.

-Su nombre es Daiana, ella desde un principio tuvo un mal presagio en esos intentos de "padres", y aunque al inicio le seguí por puro cuento resultó que tenía razón. Ay, Rodrigo, fue horrible cuando nos descubrieron... -arrastré las últimas palabras con dificultad.

Me estremecí con el escalofrío que recorría en un hilo mi espalda desnuda.

Una pequeña visión me mostró exactamente mi deficiente acción cuando estuvimos a punto de desmayarnos.

En suspensión de moverme, y con asfixia cada vez que quería reaccionar, me moría por dentro en una flama invisible; solo era la sensación, por qué sigo aquí, desgraciadamente.

Justo cuando iba a proseguir mis desafortunadas vivencias, otra visión llegó, captando la atención de mi mente: el diario del anónimo.

Sus escritos...

'Los sujetos están a casi una milla del abismo. Un abismo considerado la salvación del pecado. El rojo de mi fe es tan grande, como el sacrificio de éstos'

Retomando cada nota en cierto significado, traté de formular alguna idea coherente de todo.

'Entregar tu vida, por otras'

'El mayor precio que me puede ofrecer el, en sus sueños me propuso la salida de mis mayores dudas, pero ¿Se refirió a mi vida? ¡Ha! Por supuesto que no, el de sus ángeles'

'Él no me necesita como un seguidor. Él quiere que sea el líder'

'Seré tu mecías, tu salvador'

¿Los sujetos? ¿Ángeles? Nosotros.

¿El abismo? El lugar del encierro.

¿La salvación? Quizás, ¿Su propósito? ¿La salida del mal para el bien en su sentido? O ¿es la de él mismo?

¿La fe? La suya y la de sus seguidores, aunque no sé a qué exactamente, son tan grandes como para ser devota.

Me pidió no hacer más cuestiones, pero mi mente está impaciente por obtener respuestas.

«Niña, no dudes»

Hice caso, y procesé lo que pasó antes de la oscuridad y si bien no estoy mal, metí el viejo libro dentro de mi suéter, pero... Después de eso, y encontrarme con aquel hombre el diario ya no estaba, al igual que mi sudadera; ahora...

« ¡Qué demonios!» grité en mis pensamientos, recibiendo la inundación de vergüenza en todo mi cuerpo, pues ahora ni siquiera traía camiseta y mis jeans estaban debajo de mi cadera con la cremallera abajo, obviamente con una gran parte de mi ropa interior al descubierto.

Me di una doble cachetada en mi mente al ser tan descuidada, ya que presté más atención a las provocaciones de rabia justo en el momento que divisé la herida, a darle importancia mi estado de vestimenta.

Rápidamente me cubrí con la manta nerviosamente, por torpeza, rocé sin cuidado la herida haciéndome quejar al instante. Dios, sigue caliente.

-No te muevas más, Danae -dijo el rubio a mi reacción.

-Es que...

-Lo siento, pero era necesario que lo hiciera -me sonrió con cierta consolación.

Lo sé, el no haría algo así en plan de mañosidad.

«No lo sabes, pero usa tu máscara. Siempre ha funcionado ¿No es así, niña?»

-Bueno, no importa -suspiré-. Gracias. -Ahí fue que me despreocupé un poco de mi semidesnudez.

El asintió en silencio.

-Quien sea que sea el loco ese, debo admitir que se viste elegante -dije.

Trate de sonar casual como con alguna broma -mala idea para este momento- y en el instante que dije 'elegante' mi hermano se puso tenso, como si supiera de quién hablo.

- ¿De casualidad...? -pregunté sin terminar, quería que me entendiera sin tanta habla.

-Te pedí nada de preguntas.

-Entonces lo sabes.

-No sé de qué hablas -insistió en callarme-. Será mejor que duermas y descanses como debes.

« ¡El miente! ¿Ves? Escúchame»

-Claro que sabes de que hablo, dímelo. Tengo que saber, no dormir. Al final moriremos de todos modos -dije a modo de frustración.

«Ja, ja, bien que sabes a lo que me refiero, niña, lo haces bien cuando te conviene»

-Dana...

-Solo el nombre, quiero saberlo -también insistí.

-Bien -resopló en rendición.

En otras circunstancias me pondría a celebrar por salirme con la mía. En vez de eso me mantuve atenta a escuchar.

-Yannick Sleigh Vinográdov es su nombre completo. Algunos lo conocen, como Sleigh, otros como el Doctor V. Y para más cercanos, el joven Yannick.

« ¿Joven? De eso no tiene nada, vaya doctorcito... »

Me quise reír, pero mejor me lo aguanté.

-Y cómo has escuchado en sus apellidos, es un ruso británico.

-Y pensar que Rusia y el Reino Unido siempre han vivido en tensión. Creí que sus ciudadanos le tomaban importancia -interrumpí.

-Al parecer, sus padres que eran en su tiempo embajadores de la ONU no les importó -bromeó.

-Que irónico.

-Peleaban políticamente de día, pero de noche «peleaban» a ciegas -rio a casi carcajada.

- ¡Shhhhh! -le recordé el volumen que teníamos que mantener.

-Cierto, cierto, lo siento -susurró tapándose la boca.

-No has ha cambiado en lo absoluto -enarqué una ceja-, sigues siendo el mismo cínico sin vergüenza que se ríe en medio de algo serio.

- ¡Por favor! Tú jamás has sido una Madeimoselle aburrida, siempre fuiste un desastre. Cierto -me miró divertido. A pesar de la nitidez de su imagen su brillo seguía intacto a lo contrario que pensaba-, ¿Recuerdas cómo te apodó el profesor Presley, en medio de la clase de francés?

-No, no lo recuerdo -fruncí los labios, mintiendo.

-Oh, sí que lo sabes. Tu jamás olvidas ningún detalle ¿Verdad, Dame Rébellion?

«Que le den, pero no compasión»

-Ya pues, prosigue -le pedí-. Espera, regresando antes de mis estupideces con francés... ¿Sus padres, fueron embajadores de la ONU?

-Sí. Sé que suena raro, pero es verdadero.

Quien diría que alguien tan pudiente desde la cuna terminó en el mundo de la trata de personas. Sí, no descarto aquella opción. Corrección. Ninguna opción retorcida y criminal, más bien.

-Como te decía, después de recibirse con honores en la universidad de Nottingham decidió aislarse a su natal Rusia durante mucho tiempo para estudiar y prepararse por sí solo en algo, algo muy grande por lo que escuché.

»Según, en un momento muy crítico de su vida él se perdió en el cruel ambiente de las drogas y el alcoholismo, ya te imaginarás que con un estatus social como el de él era muy predecible que sucediera -su tono al referirse a la alta clase social del hombre era muy fría, como si una pizca de odio se atravesara en sus palabras.

Dudé acerca de eso, pues no creo que su vida de lujo sea la misma culpable de sus miserias. El mismo sujeto tomó sus decisiones, el mismo se desgració. Creo que tener dinero o poder puede llevarte, a veces, a perder el buen camino. Eso no significa que siempre suceda.

«Prueba su honestidad, mi niña»

Se estaba poniendo interesante, así que me acomode mejor en la pequeña cama.

Agregando cuidado esta vez, me senté de frente a Rodrigo, cruzando mis piernas hacía un lado reposando mis manos a los costados de estas; mi espalda, que antes dolía por el cansancio, corregí su postura recargándola sobre la pared, debido a la falta de prendas el frío me invadió esa parte siendo una de las sensaciones más frescas y agradables que hasta ahora había sentido tan bien.

Relajé mi cuerpo, y Rodrigo siguió contándome:

-Él estudió, viajó, conoció y se llenó de recursos para llevar a cabo ese "algo" en mente. Al parecer, la situación que atravesó le dejo una marca significativa en su vida, por lo que, lo que sea que haga, tiene que algo que ver...

»Digo, puedes pensar en algo benéfico, como una fundación o movimientos contra el consumo de sustancias ilícitas y esas cosas de gobierno, pues teniendo unos padres que alguna vez en su vida sirvieron para el bienestar de todas la naciones, pase rápidamente por nuestras mentes que usará eso a su favor. Pero no, otro perro con ese hueso. -dijo con molestia.

»Está loco, ese hombre. Bastó unos cuantos segundos escucharlo para saber que él no es bueno después de lo sucedido... Recuerdo aún ese día, esa conversación que sería la última que escucharía:

»- ¡Hermano Sleigh! ¿Cómo has estado? -dijo Jacob acomodando su biblia contra su traje elegante.

»-Dios te bendiga a ti, a tu bella esposa Adela y al resto de tu familia. He estado muy bien, últimamente las cosas salen a mi favor -saludó el hombre con cortesía. Al verme, inmediatamente se giró a Jacob para agregar: -Él es tu nuevo y bello ángel ¿Cierto, Jay?

»-Oh, claro, hijo acércate -me ordenó, el cual hice caso -Él es Rodrigo, es muy joven aún y es saludable gracias a Dios, un chico afortunado ¿No crees?

»-De verdad que sí, hermano, el altísimo siempre es agraciado con sus hijos. Amén, por eso.

»-Amén -contestamos al unísono.

»-Y dime, jovencito -se dirigió a mí. Sus ojos negros enmarcaban una oscuridad profunda que me estremeció en cuanto hicimos contacto visual-, ¿Tú crees en la gracia divina? ¿Qué opinas del »pecado«? ¿Te consideras un pecador? Dime por qué lo consideras así, ¿O acaso, el pecado en verdad no existe? Dime, hijo, ¿Nosotros tenemos salvación, merecemos justicia?

»Quería correr en ese momento, Danae, ese hombre me asustó con sus palabras.

-Me imagino -contesté, recordando la voz del hombre con disgusto-. ¿Qué pasó después?

-Me mantuve en silencio, con un ligero miedo al aire:

»- ¿Qué pasa, hijo? Respóndeme, yo no juzgo tus creencias. El único que tiene derecho para juzgar es Dios, no lo olvides. -El hombre me dedicó una sonrisa inocente, sin embargo, la oscuridad seguía ahí.

»-Nuestro muchacho es tímido, Sleigh, me disculpo por eso -apareció Adelaide detrás de mí, apretando con fuerza mis hombros: - Y... ¿Cómo vas en «eso»? -preguntó con cierto punzante en la última palabra.

»-Mi querida Adela, todo lo planeado va al son de la misericordia y fe en Cristo Divino, es excelente. Es excitante que por fin todo sale como deduje desde un principio, y les agradezco que estuvieran ahí desde antes.

»-Me enorgullece demasiado, Sleigh, por lo que deberíamos-

»Sin embargo, señorita Adela -interrumpió el hombre-, me temo que para encontrar la paz en medio del desdichado apocalipsis necesitamos ser más cautelosos y adelantados si queremos eso.

»- ¿A qué te refieres, Sleigh? -interfirió Jacob. El hombre elegante me miró de reojo dudando de hablar o no, a lo que mejor contestó:

»-We cannot wait another day, my dear brothers, we must hasten everything. The angels are almost complete and the peaceful weapon only has a slight decline, but nothing that can be fixed -dijo el hombre con seguridad.

»Con lo que no contaba el estúpido, era que gracias a las lecciones extras que me hizo tomar la consejera del mal, el idioma lo entendía bien. Odio decir que estoy agradecida con ella -dijo con picardía.

»-Count on it, brother, we won't fail you -prometió Jacob poniendo su mano en el hombro del hombre.

Me reí demasiado cuando Rodrigo terminó de contarme, no fue lo que sucedió. Pero el idiota por fin agradeció saber algo en su vida, eso es algo milagroso por amor a Dios.

-No es gracioso, Danae, ese día fue el último que estuve con libertad. Luego dices que soy el cínico sin vergüenza que se ríe en medio de algo serio -dijo un tanto molesto.

-Me da gracia que ese 'estúpido' como lo llamaste, nos tiene aquí en jaula. Y por si fuera poco, tus traducciones son de lo peor, peor que tú pronunciación. No entiendo cómo es que sabes lo que dices, chico de mente a corto plazo -volví a bromear.

-Para, por favor, al menos me entendiste.

Ladeé la cabeza como torpe y dije: -Entendí esto, chico bilingüe: "No podemos esperar un día más, mis queridos hermanos, debemos apresurar todo. Los ángeles están casi completos y el arma pacífica solo tiene un ligero declive, pero nada que se pueda arreglar" Estoy en lo correcto, supongo. -El asintió seguro-. Y este otro sujeto le contesto en promesa que no le iba fallar ¿No es así? -incliné con el mismo movimiento mi cabeza, pero hacía otro lado.

-Sí, exactamente eso fue lo que le dijo.

- ¿Y qué?

- ¿Y que, qué?

- ¿Y, que pasó después? -inquirí.

-Pues -suspiró-, todo se fue a la mierd-

- ¡Rodrigo! -exclamé, dándole una pequeña bofetada.

- ¡Auch! -Dijo apartando mi mano con dolor-. Ya no soy un niño, y tú no eres mi madre para que me corrijas o digas que hacer -dijo muy molesto, suponiendo por el golpe o porque mencionó a su querida progenitora que en paz descanse-. Digo lo que pasó y como en verdad es, y es una grandísima mi.er.da. ¿Oíste bien? Una mierda.

«Viste, niña, él ha cambiado. No es el mismo ¿Cierto?»

Puse los ojos con fastidio, siempre me molestaba su actitud. No dudaba que pensaba con malas palabras, pero eran eso, pensamientos, incluso yo me maldecía siempre por dentro. Además, siempre he visto mal a las personas diciendo cuál barbaridad que se les ocurría, por Jesús, la censura.

-Está bien, perdóname, no debí golpearte -sentí una culpa instantánea y el la percibió.

-Hey tranquila, no duele. Siempre has tenido manos de algodón, esto no es nada -sonrió.

Le devolví una sonrisa de boca cerrada.

-No todo fue así... Al principio -dijo triste-. Toda una bienvenida agradable y pintoresca, unos hermanos encantadores, Anna es tan bondadosa y amable mientras que Michael es audaz y genial; mi casa es... Su casa era tan grande, más grande que el orfanato, ¡Y tenía piscina! No mentiré que parecía pececito en el agua todos los días -rio para sí mismo viendo algún punto fijo del cuarto, perdido en sus recuerdos-. La escuela era lo mejor para mí, sé que me dirás: "Mentiroso, siempre fuiste un holgazán de lo peor" pero es verdad, incluso no es por presumir pero ya me había vuelto el alumno de excelencia -agregó con superioridad- Acababa de entrar aún equipo de natación, ya sabes, sí que soy un pececito muy rápido. Me acostumbré en poco tiempo a mi nueva vida. Era muy feliz... -su voz se apagó en la tristeza.

Extrañamente, una envidia me invadió al escuchar su corta y buena vida, mientras que yo ni siquiera recibí eso. Bueno, al menos me ofrecieron galletas deliciosas, con traición como ingrediente secreto.

Me adoptaron muchas veces, pero jamás estuve a la altura de sus expectativas que siempre terminaba de vuelta en aquel mundo gris que me comía el alma de vez en cuando. Fue ahí que aprendí a no ser yo misma e inventarme una nueva identidad que me viera "presentable" ante ellos, aun así fue poco suficiente y terminé fingiendo como de costumbre.

«Admítelo; sabemos perfectamente que te encanta ser otra persona»

- Sé cómo se siente. Eres amado, o eso parece, y luego te traicionan sin explicación.

-Si...Si ese maldito día que lo conocí... -agregó con amargura- yo hubiera sabido sus verdaderas intenciones hacía a ti, a Anna, a Mike, a esa chica que mencionaste, incluyéndome a mí, le hubiera dado una golpiza y no precisamente en la cara.

Estaba muy, pero muy molesto. Era raro verlo así pese su imagen positiva, y justifique que él ha cambiado tal vez.

-Solo escucha -tomé su rostro y lo acerqué al mío: -Que te valga cien mil hectáreas esas molestas langostas, no dejes que vean tu debilidad a menos que sea necesario ¿Entendido?

-Digno consejo de tu parte.

-Consejo de sobrevivientes.

•••••

Había dormido todo el ¿Día...? ¿O, noche? Ni idea, solo dormí mucho tiempo al parecer. Y pude prolongar mi sueño si no hubiera sido por eso.

- ¿Qué quieres? -susurré.

Miré a ambos lados, los farfullos de esas voces venían de todas las direcciones en plena oscuridad.

-No quiero nada, tú sí.

-Ya ha pasado mucho tiempo... Dime porqué estás aquí -una ligera risita se escabulló en mi oído izquierdo-. Pude fingir ignorarte, pero escucho todo lo que dices y llegué a la conclusión de que nunca has sido útil.

- ¡¿Cómo dices?! Ingrata, sin mí no eres nada -el eco molesto sacudió mi mente.

-Deja de hacer eso -me quejé silenciosa. No quería despertar a mi hermano que estaba del otro lado de la habitación.

-Nadie más que tú puede oírme, es inevitable como hable.

-Por lo mismo. Debo lidiar contigo sin parecer una loca...

-Como siempre, tan divertida. No estás loca, ellos lo están.

-Qué más da lo que digas. Solo respóndeme esto: ¿Qué haces aquí, justo ahora en mi mente?

-Lo que siempre hago; la única razón para acompañarte. Protegerte.

-Solo me has agobiado y traído problemas, agradecí con mucha pasión el día que desapareciste -dije con odio.

-Nunca desaparecí, mi niña, solo «cerré el hocico» como me pediste aquella vez -volvió a reír-. Curioso, porque no tengo hocico.

-Deja ya tu sarcasmo barato -resoplé.

-No es barato cuando está dirigido a un tesoro.

-Agh, ojalá volvieras a callarte y no aparezcas.

-Callar es posible, desaparecer imposible.

-Por favor...

- ¿Si me escuchaste todo el tiempo? Porque parece que no lo has tomado en cuenta.

Era imposible maldecirlo como se debía en mis pensamientos, de todos modos lo sabría de inmediato.

-Te escuché, escuché cada maldita palabra de tu maldita e indescifrable voz, pero es tan molesto que preferí hacer caso omiso.

-Mira, niña, no estoy jugando.

-Yo tampoco estoy jugando.

- ¿Acaso buscas que ella te haga daño de nuevo? -dijo, lo escuché ahora al fondo del cuarto.

-No... No quiero -me rendí, recordando que siempre tenía la razón.

-Entonces ¿Qué piensas hacer? Porque siempre he estado dispuesto para ti, no lo dudes, niña.

'Siempre he estado dispuesto para ti, no lo dudes, niña'

-Largo -contesté en seco.

- ¿Qué? -no esperaba mi respuesta.

-Te he dicho que te largues de aquí -apunté mi cabeza con el dedo índice-. Y de dónde sea si es posible.

- ¿Cómo te atreves pequeña moco-

-¡La última vez dijiste eso! Y me volví el mounstro y el hazme reír de todos -como me cargaba de molestia desenterrar el pasado que menos contaría. El que estaba aquí presente, ahora.

-Eso no fue así -negó-. Pero aun así, y como desees, me iré... Aunque no para siempre.

Y con eso, los farfullos se detuvieron dejándome en la confusión de sus palabras.

«¿Porqué...? ¿Por qué tú también estás aquí?» pregunté a mi misma, volviendo a despertar las lágrimas.

«Estoy aquí, por ti» fue su última respuesta.

Lloré de nuevo entre maldiciones y culpa, todo de nuevo afectándome con ataques. Si el presente ya era crítico, porque no debía esperar que el pasado me abrumara de nuevo. Me arrastran y arrastran poco a poco. Destinada a ser culpable en el juicio corrupto de la realidad.

                         

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