¡Déjame!
img img ¡Déjame! img Capítulo 3 A ti, amiga.
3
Capítulo 6 Una luz img
Capítulo 7 El trato img
Capítulo 8 El cumplimiento img
Capítulo 9 Lujos, dinero y poder. img
Capítulo 10 Mi castigo. img
Capítulo 11 Una estrategia desconocida. img
img
  /  1
img

Capítulo 3 A ti, amiga.

- ¿Qué está pasando? - Pregunté

- Es un negocio amor

- ¿Qué?...

Y no duró mucho cuando me tomaron, grité como pude, intente defenderme, soltarme, pero es que todos mis intentos fueron en vano, a Fabiola también la tenían, amarrada en el suelo, amordazada, jamás en mi vida había visto una escena tan horrible como la que viví esa noche.

Nos cargaron a ambas y nos metieron en un camión de carga, sin posibilidad de salir, gritar o correr, intentamos escaparnos como era de esperarse, Fabiola y yo como pudimos nos desatamos, manos y pies, pero no sé si eso fue mejor o peor; el camión se detuvo y abrieron sus compuertas, nos volvieron a tomar, pero esta vez nos drogaron, recuerdo que solo sentí el pinchazo de una aguja en mi brazo y al segundo, todo me daba vueltas, mi mundo comenzó a girar y nublarse, poco a poco fui perdiendo el conocimiento y cuando reaccioné, ya habían pasado cuatro horas.

Desperté en una habitación blanca, lo único que aún traía puesto conmigo, era mi ropa interior y un blusón, estaba descalza y despeinada, con mi maquillaje corrido por todas las lágrimas que me hicieron derramar, y un odio tan grande que no podía sacar dentro de mí.

Y entonces él entró:

- ¿Cómo te sientes? – Preguntó, con esa mirada de amor que me mantuvo engañada por años.

- ¿Qué es esto, que está pasando, y Fabiola?

- Ella está bien, no le harán nada, pero tú tienes que colaborarme en esto, somos un equipo.

- ¿Un equipo?

- Los compradores te pidieron a ti, a mi mujer, y yo tengo un contrato que simplemente debo cumplir.

- ¿De qué se trata?

- Una semana en una villa, con personas muy poderosas, te acostarás con todos ellos, cuando ellos quieran y ya, nos dejarán tranquilos.

¿Qué fácil no? Tan simple como convertirte en una prostituta por una semana y ya, regresas a tu casa con tu amado esposo como si nada hubiese pasado, y luego ¿Qué sigue?

Nunca me había sentido tan mal como en ese entonces, un juguete, una muñeca de trapo que no siente, la cual pueden jalar, tirar y romper las veces que quieran, y con solo coserla vuelve a ser como antes... Solo un juguete.

Ni siquiera tenía que pensar nada, como era posible que mi propio esposo me estuviera diciendo esas cosas, hace unas horas nos habíamos prometido amor eterno y cuidarnos y respetarnos hasta la muerte ante los ojos de Dios, y resuelta que ahora me está diciendo que si me acuesto con quien sabe cuántas personas, podemos irnos y ser felices como si nada hubiese pasado, es que de solo recordarlo puedo reír irónicamente.

- ¿Tú te estás escuchando? Simón yo no puedo creer de verdad lo que me estás diciendo y menos con esa calma, cuando ves que yo muero de miedo.

- Pero no sientas miedo, es algo sencillo, solo una semana, es como estar conmigo, pero serán otras personas, luego nos iremos lejos y esto acabará.

Una odisea total, y por tanto rencor y odio en el momento, cometí el peor error de mi vida.

Me enfrenté a él como creí que era correcto, le di una bofetada y le escupí la cara, y era de esperarse que reaccionara... Me tomó por el cuello y me pego contra la pared, él dijo – Compórtate por favor – y se fue de la habitación, me dejaron de nuevo encerrada por unos minutos y de pronto la puerta se abrió nuevamente, eran dos personas, una mujer de cabello largo negro, la reconocí al instante, aquella abogada que conocí en México y junto con ella estaba Fabiola, estaba completamente drogada, mi amiga, casi hermana, no tenía consciencia de nada, no sabía que decía ni que hacía ni mucho menos donde estaba; yo la sostuve en mis brazos y la abracé, me mantuve un buen rato con ella abrazada, cuidándola como lo habíamos hecho por tantos años, y al segundo llegaron dos hombres más que jamás había visto, uno de ellos era alto fornido y el otro más delgado, con la misma estatura, unos 1,81 tal vez, cabello castaño y ojos claros, ambos me quitaron a Fabiola de los brazos y me hicieron la pregunta que ya simón me había hecho:

- ¿Vas a cumplir el contrato?

- Jamás lo haré.

- ¿No te incomoda ver a tu amiga morir frente a ti?

Y mi mundo se paralizó.

Sé que en ese momento solo la vi a ella totalmente fuera de la realidad y la cara enfurecida de estos dos hombres que la sostenían, – Por favor no le hagan nada – fue lo único que pedí, fue lo único que dije, y lo único que suplique sin parar de llorar.

- Claro que lo harás, pero ya me lo habías negado y eso no me gustó.

Y la apuñaló, frente a mí, entre mis gritos suplicando que la dejara, tratando de soltarme de su compañero que me sostenía por la cintura, observé por segundos que fueron horas de tortura, como ese monstruo asesinó a mi mejor amiga frente a mis ojos; y luego se fueron y me dejaron con ella ya muerta.

No tengo padres, yo me crié sola toda mi vida, pase de casa hogar a casa hogar durante mi niñez y adolescencia, nunca tuve amigas en el colegio ni hermanos a quien cuidar o quienes me cuidaran, cuando ingresé a la universidad gracias a una beca de estudio, la conocí a ella, el primer día, las dos perdidas buscando el aula de clase, y desde ese día supe que ella sería esa hermana que nunca tuve, y juramos cuidarnos siempre, pero le fallé, yo misma la llevé a la muerte, y siempre me sentiré culpable de que ella en este momento no esté conmigo.

Todo fue tan rápido que ni note cuando Simón entró a la habitación:

- Te daré 5 minutos para que te despidas, ese cuerpo lo van a quemar.

No tuve palabras, ellos no me dieron opción de nada, y ya la única persona que me importaba no estaba con vida, ¿Qué más podía hacer? Ahora más que nunca los odiaba.

Fabiola tenía puesto un pantalón negro que habíamos comprado un día antes, mientras la sostenía me di cuenta de que tenía algo en el bolsillo derecho del pantalón y lo saque para ver de qué se trataba; era una carta.

"Felicidades, Señora de Ortiz, te acabas de casar y siento que ya no podré estar contigo tanto tiempo como antes, pero amo tu felicidad, y tu sonrisa cuando me hablas de Simón, tu vida es luz para mí, eres la hermana que siempre soñé tener y agradezco a la vida y a Dios por haberte puesto en mi camino, cuando me encontraba más perdida que nunca, tú llegaste y tomaste mi mano para caminar juntas, quería entregarte esta carta en la boda, pero siento que es mejor hacerlo están ya lejos, así la despedida duele menos.

Por cierto, Daniel y yo nos reconciliamos, y tengo que confesarte que es un hombre maravilloso y a veces siento que no me merece, pero la vida volvió a hacer su jugada y ahora serás tía, me enteré hace una semana no me culpes, aún no sé cómo reaccionar, tengo miedo, esperaré eternamente tu respuesta y palabras de aliento, te amo hermana."

Al leerla sentí que moría junto con ella, mi vida simplemente se esfumó y yo me paralice, no supe cómo reaccionar como actuar, solo sé que entraron unas personas y cuando intentaron tomar su cuerpo yo actué como una leona, me volví completamente loca, me cegué por el odio, el coraje, el rencor, y es así como tuvieron que drogarme nuevamente y dormirme, luego no la volví a ver jamás.

- ¡Despertaste! Ya es tarde, tenemos que irnos – Mencionó Simón mientras manejaba.

Estábamos en su camioneta, pero yo estaba atada de pies y manos, y apenas podía entender lo que me decía.

- Estaba embarazada.

- ¿Quién, de que hablas? - Preguntó

- Fabiola, estaba embarazada.

- No... no lo sabía, yo, si yo lo hubiese sabido – No hubieses hecho nada – Interrumpí.

- Tú mandaste a matarla sin compasión de ella, de mí. – Le respondí con odio

- No fui yo, fue una orden de arriba, yo solo soy un peón igual que tú.

Llegamos a un puerto, había un barco enorme, muy lujoso cargando unas cajas, Simón me bajó del carro, cargada y me dijo que no hiciera ningún tipo de movimiento y escándalo porque nos podían asesinar a los dos – Pero tal vez eso era lo que yo quería – así que me subieron como un rehén, y me encerraron en un camarote. Estuve por varios minutos buscando algo que me ayudara a salir a escapar, pero todo se veía imposible, y de pronto Simón entró y dijo – Ya es hora, partiremos – y fue entonces cuando el barco tomó rumbo a un lugar que aún para mí, era una pesadilla.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022