¡Déjame!
img img ¡Déjame! img Capítulo 4 La confrontación
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Capítulo 6 Una luz img
Capítulo 7 El trato img
Capítulo 8 El cumplimiento img
Capítulo 9 Lujos, dinero y poder. img
Capítulo 10 Mi castigo. img
Capítulo 11 Una estrategia desconocida. img
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Capítulo 4 La confrontación

Pasadas 4 Horas y 25 minutos exactos de viaje, llegamos a la costa, una villa tan grande que podía ser una isla entera, había muchos carros de últimos modelos, se ponían notas unas avionetas a lo lejos y mujeres casi desnudas caminando por todos los alrededores de la casa, y yo me preguntaba – ¿Qué sería de mí ahora? –

Bajamos del Barco, Simón, La abogada, dos personas más y yo, y en todo ese transcurso de camino hasta entrar a la villa, no mencioné ni una sola palabra, solo podía observar a mi alrededor y unía piezas de la cantidad de dinero que Simón tenía, y ahora entendía y comprendía por qué se le hacía tan fácil viajar a tantos países de en un año, pero al estar ciegamente enamorada de la persona equivocada, cada vez me hundí más en mi propia desgracia.

- ¿Es ella la mujer de las fotos? – Preguntó aquel hombre de aspecto siniestro.

- Sí señor, es ella. – Respondió la Abogada.

- Qué bien guardada te la tenías Simón, un monumento así se debe compartir.

- Es mi esposa Señor, ella no era parte de esto – Respondió Simón.

- No era, ya lo es.

Simón jamás levantó la mirada al hablarle a ese hombre, era intimidante tan solo con escucharlo, su aspecto daba miedo, inspiraba temor, ganas de llorar porque al ver sus ojos, veías reflejada tu muerte. Un hombre de unos 62 años tal vez, quizás un poco menos o un poco más, cabello castaño con canas, barba, ojos negros profundos, una dentadura amarilla y dañada, tal vez por la cantidad de cigarrillos que fumaba según lo que pude observar.

Subimos y entramos a una de las habitaciones, Simón cerró la puerta, me desató las manos y comenzó a llorar.

- ¿Por qué lloras? No me causa lástima verte así – Le dije.

- Aunque no me creas, de verdad me enamoré de ti, y esto no es fácil para ninguno de los dos.

- ¿Debo sentirme aliviada al saber que te duele venderme, a miles de hombres que me violaran las veces que les dé su gana?

- No es así, pero es que tú tampoco entiendes como es este mundo.

No entendía por qué mis lágrimas ya no salían, no sentía tristeza, ni sufrimiento, ni miedo, ni temor a morir incluso, es cierto que me sentía más sola que nunca en esos momentos – Y es que en realidad sí estaba sola – pero ya no me podía permitir llorar por algo que no tenía remedio, porque sentí que por mucho que quisiera hacer, no iba a lograr nada, y de momentos solo pensaba en que tal vez suicidarme era la mejor opción, y luego pensaba que podía escaparme o simplemente sobrevivir esa semana de infierno, pero la verdad es que ninguna opción era reconfortante, porque simplemente no tenía escapatoria.

Simón me ató las manos al costado de la cama, me dijo que él esa semana no se quedaría, no tenía permitido acercarse a mí, mientras estuviera en ese lugar, mencionó en regresar la semana siguiente por mí e irnos lejos a vivir juntos donde nadie nos pudiera molestar – ¿Qué bello no? – a veces las personas malas intentan aparentar que son buenas con acciones que son aún peor. Simón se fue por unos minutos de la habitación y yo intente desatarme, pero claro que fue imposible, y un segundo más tarde regresó a la habitación.

- Esta era mi habitación cuando todo inició, soporte tantas cosas horribles que viví por mis hermanos, por el bienestar de ellos, entiendo que no quieras ya ni verme, pero te puedo asegurar que esto es lo único que vivirás como una página negra de un libro y jamás volverán a molestarnos.

No tenía palabras para él, tenía mucho rencor dentro de mí hacia su persona, pude haberle dicho mil cosas y desearle la muerte, pero no lo hice, no lo hice porque simplemente no pude; ¿Debilidad? No sé si fue eso, o fue simplemente el hecho de que ya dijera lo que dijera, la historia seguiría siendo la misma. Entonces él se levantó de la cama y me dio la espalda para salir de la habitación...

- ¿Por qué yo? Si esto es un negocio de blancas, pueden tener a quienes quieran – Pregunté

- Porque pidieron a mi hermana.

- ¿Y me negociaste?

- Era ella o tú, por eso no podía permitir que salieras embaraza, si ellos se enteraban buscarían a mi hermana y eso jamás me lo iba a perdonar.

- ¿Y ME NEGOCIASTE SIMÓN? - Grité

- Sí... yo les di esa opción, te vendí como la mejor dama de compañía en la cama.

- Como una prostituta, eso fui para ti.

Recuerdo cada palabra perfectamente porque es imposible olvidar algo parecido, sigo sintiendo miles de escalofríos seguidos y se me eriza la piel al recordar esa conversación; me pasaron muchas cosas en menos de una semana, me casé, me secuestraron, perdí a mejor amiga, la asesinaron frente a mis ojos, y resulta que el único culpable de todo esto, es nada más y nada menos que la persona que me juro amor eterno ante los ojos de Dios – ¡Qué ironía! –

- Esta noche podrás descansar tranquila, nadie te tocará, nos vemos en una semana.

Eso fue lo último que me dijo Simón ese día, salió de la habitación y fue en ese preciso instante cuando yo explote como una bomba a llorar, me sentía totalmente desconsolada, sentí que todo se me unió de nuevo en un profundo mar de tristezas que me estaba ahogando sin darme la oportunidad de nadar a la orilla.

Al paso de 2 horas ya me encontraba sin fuerzas, y fue cuando entró ella, la abogada – No eres perfecta, no entiendo que miró Simón en ti – me observó un par de minutos fijamente, me detallaba exactamente todo el cuerpo, camino alrededor de la cama varias veces mientras me veía y luego de esos minutos dijo – Dudo que dures más de tres días con vida –, si, esas fueron sus palabras ¿Quería causarme temor? No lo sé, pero lo que si causo en mí, fue una ira incontrolable, y en ese momento solo pensaba en matarla.

Luego de tantos intentos logré desatarme, y comencé a buscar en la habitación algún tipo de micrófono o cámara, pero no había nada, me asomé a la ventana y había dos hombres bajo ella, armados como era de esperarse, me acerqué a la puerta y se escuchaban pasos y risas y uno de esos pasos se acercaba a la habitación, así que corrí a la cama y como pude desesperadamente logre atarme de nuevo; era aquel hombre.

- Simón hizo una buena inversión con nosotros, a través de ti – Comentó.

- ¿Puede desatarme? Necesito usar el baño.

- Supongo que Simón te explico de que se trata todo, y por eso no has puesto resistencia, de igual manera si tratas de escapar morirás en el intento, así que te aconsejo que seas inteligente.

Así fue como conseguí que me desatara, fácilmente, pero todo tenía un costo.

- Dúchate, en el armario tienes ropa, Simón la compró a tu gusto, y no creo esperar hasta mañana, las reglas cambiaron, en una hora te quiero lista.

Una hora, solo tenía una hora para pensar que hacer, y la verdad es que no había muchas opciones.

Esa fue la hora más rápida de mi vida, busque salidas como pude, quise brincar por la ventana, ahórcame, o apuñalarme, pero no tuve el valor de suicidarme, tampoco quería morir asesinada, y la puerta de la habitación estaba con llave, comencé a entrar en pánico y no sabía qué hacer y de pronto esa puerta se abrió y era él, – Ya paso el tiempo –

            
            

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