Si hay algo que caracteriza a Lihuén es su capacidad de chillar las veinticuatro horas al día sin perder la voz. Incluso la he escuchado hacerlo dormida, muchas veces me he preguntado por qué razón la dejo respirar el mismo aire que yo tan de cerca pero luego recuerdo que es mi mejor amiga y las ganas de cometer un homicidio disminuyen. Ella es una de las pocas que son capaces de soportar mi mal genio por mas de media hora.
-Si- suspire pesadamente. El clima en agosto comenzaba a ser una molestia para la mayoría de nosotros y la mejor opción en ese instante era escapar a las lluvias repentinas y a los abrigos que muchas veces con la finalidad de resguardarnos contra el agua terminaban causando mucha mas calor que una tarde de verano.
Hacían unos minutos presenté mi examen final y dentro de unas dos semanas sabré si me gradúo y paso a ser una interna o no.
Finalmente después de casi siete años de dormir por lo mucho cuatro horas al día podría decirse que era libre. Solo una mentira era más grande y es que la primera vez que tienes sexo no puedes quedar embarazada.
Ya puestos, Lihuén estaba organizando dicha salida grupal junto a algunos otros compañeros. En total seriamos siete.
La idea no dejaba de ser menos encantadora por más que busque fallos, a decir verdad cada que pensaba en escaparme por unos días me convencía a mí misma de ir. Y ¿cómo decir que no? Después de todo, siempre he querido ir a acampar al Gran Cañón de Colorado. Incluso tenía pensado hacer un viaje una vez tuviera mis primeras vacaciones del trabajo, porque siendo recién graduada y todo tenía un puesto en el Hospital de Seattle como médico traumatólogo infantil. Gracias al trabajo duro pude terminar mi carrera, o eso quiero creer yo, y mi especialidad a mis 24 años en la Universidad de Seattle.
Luego de 20 minutos de cháchara inservible sobre las razones por las que debo ir, no sabiendo ella que había aceptado, la interrumpí.
-Razón número cuarenta y cinco...-
-Iré-
Durante un par de segundos lo único que se escucho fue el sonido de algunos casilleros siendo cerrados y el del repiqueteo frustrante de algunos zapatos de tacón antes de que pusieramos un pie fuera del refugio que representaba el edificio. Y como ocurría durante la última semana... La lluvia o daba tregua.
-¿Qué?- estaba segura de que le había tostado la mitad de las neuronas que le sobraban con mi respuesta.
Ni siquiera prestó atención del lugar hacia donde pisaba por lo que tuve que aferrarla del codo y guiarla hacia los estacionamientos.
-Creí que no te iba a convencer nunca y es cierto- pero es que no lo hizo, solo pensé en mi misma, porque si hay algo que a lo largo de esta vida he aprendido es que no debo tomar decisiones en base a lo que las otras personas digan al respecto.
-Iré pero con una condición-.
-Lo que tú quieras solo no nos canceles a última hora morenita-. Esa era otra mía, decir que si y luego, a última hora cancelar bajo la excusa de que estaba enferma o algo similar. Cosa que ocurrió en una sola ocasión.
-Aplaza el viaje. Quiero tomar al menos tres días para visitar a mi familia-.
Como sospeché, ni siquiera lo pensó dos veces cuando ya estaba asintiendo enérgicamente, por un momento llegué a creer que se rompería el cuello mientras lo hacía. Sencillamente ella era plena y estoy segurísima de que en estos momentos se encontraba sobre algodones y flores. Lo dicho. No la culpo. Estos últimos años no he tenido vida social y que hablar del sexo, no era virgen pero creo que allá abajo ya se ha pasado de polvoriento por falta de atenciones.
Tampoco tuve mucho tiempo para visitas, me refiero a la familia.
Mi familia.
Por mucho tiempo fui considerada la oveja negra. ¿La razón?
Nací en el seno de una familia militar. Mi padre, mi hermano y mi hermana, todos ellos son parte de una nueva generación de militares. Incluso mi madre lo fue.
Aun puedo recordar aquella mañana lluviosa en la que tocaron a nuestra puerta, y aunque no escuché nada de la conversación no era tonta. Sabía perfectamente el significado de aquello. Un soldado entregando una bandera pulcramente doblada a mi padre. Mi abuela me contó que había ocurrido lo mismo con mi abuelo un par de décadas antes de mi nacimiento. Desde entonces no supe nada más de mi madre.
Tenía ocho años cuando perdí lo más valioso que puede tener un niño. Nos entregaron su cuerpo, pero el velorio se hizo a féretro cerrado. La última imagen que tuve de mi madre era de la última vez que la vi en el aeropuerto y me prometí a mí misma que no dejaría que mis hijos ni mis hermanos pasaran por algo similar. Así que le di un giro completo a los planes que tenía en ese entonces, aunque no fue de inmediato que supe lo que quería, descarté la milicia para mí. En cambio para mis hermanos se intensificó el deseo por "servir a su país".
Amén a los militares, los seals, los marines y los miembros de la fuerza aérea de los Estados Unidos. Pero yo en lo personal siempre he considerado que servir a mi país no necesariamente tiene que ver con vestirse de un uniforme militar, tomar un arma y viajar a sabrá Dios donde. También se puede servir desde los hospitales, orfanatos y escuelas. En mi caso, a los 14 años acabé decidiendo por la medicina.
Estudié, me esforcé, me quemé las neuronas en incontables noches de desvelo y finalmente obtuve una beca para estudiar en la Universidad de Seattle.
Y aunque obtuve la beca, no dejé de esforzarme, di lo mejor de mí y ahora tengo el fruto de ello guardado en un sobre y encerrado en una de mis mesas de noche en forma de propuesta. No fue fácil pero lo logré y al fin podré restregarles a mi padre y mis hermanos que si pude hacerlo, decirles que no solo tengo todas las aptitudes para ser militar, sino que también puedo decidir por mí misma que es lo que quiero. También abrazaré a Molly, mi madrastra, ella ha sido lo contrario a lo que todos dicen de las madrastras malas. Ella de mala tiene lo que yo de buen genio por las mañanas. Es un pan de Dios que me apoyó desde que les expuse a todos mi decisión. Me defendió a capa y a espada cuando mi padre quiso enviarme a un colegio militar.
Agosto, 2017, 3 días antes
No voy a mentirles, la visita no fue un paseo por un jardín de flores y aves cantarinas. Fue horrible. Mi padre nos informó que tenía que cumplir con un último servicio de seis meses razón por la cual me alteré. La última vez me dijo que sería definitivo y se supone que la palabra de un miembro de la Air Force se cumple a como dé lugar. Y qué decir de mis hermanos, lo apoyaron en todo momento. Y a Molly solo le ha tocado aceptarlo.
Ahora, 7 días después estoy en mi departamento tratando de poner todo en orden porque hacían aproximadamente 15 minutos, Lihuén me había enviado un mensaje diciendo que el viaje es dentro de 3 días y que reservara mi vuelo. Le dije que lo haría pero no tenía intención alguna de volar, en cambio preferí tomar la ruta larga. 21 horas y 37 minutos de camino, desde Seattle a Colorado.
-No está nada mal- me dije a mi misma en voz alta mientras observaba el ordenador. Estaba en posición de indio sentada en el sillón mediano y sobre mis rodillas, mientras me imaginaba con el brazo colgando fuera del auto, conduciendo a 160 km/h, con el cabello revuelto y cantando a todo pulmón.
-¿Quieres ir conmigo chica?- Le pregunto a mi pastor Alemán la cual se encuentra cómodamente acostada sobre el sillón grande con la cabeza sobre las patas pero con las orejas puestas como si fueran un par de antenas parabólicas, no dio ningún indicio de siquiera estar prestándome atención-. De todas maneras te llevaré conmigo, te guste o no.
Y allí reacciona. Levanta su cabeza un poco y arquea una ceja mientras me mira como si realmente me entendiera. A veces pienso que en realidad lo hace.
Media hora después ya tenía una ruta trazada para llegar a Colorado y según mis cálculos, llegaría antes que todos los demás.
Agosto, 2017, Dos días antes
-Linterna. Listo.
-Bolsa para acampar. Listo
-Loyalty- mire a mi alrededor en busca de mi perra y no la vi por ningún lado- ¡Loyal...!
-¡Guau!
-¡Ah!, carajo chica ¿acaso quieres matarme del susto y quedar sin nadie que te dé de comer? - al parecer ni cuenta se había dado de lo que hizo porque felizmente sacudía la cola y su lengua colgaba mientras jadeaba y daba pequeños ladridos y saltos, de alguna u otra forma sabía que nos ibamos de paseo.
Eran las siete de la tarde cuando finamente acabé de empacar todo lo necesario para el viaje. Se suponía que los demás estarían llegando pasado mañana, pero yo estoy partiendo desde ahora porque quiero hacer mi viaje de carretera.
Al final mi impaciencia pudo conmigo, aunque no solo es eso, mis ganas de aprender algo nuevo también me pueden. Llegaré, según lo anticipado, 10 horas antes, el viaje tomará 22 por lo máximo con un tráfico regular y en estos momentos tengo 60 horas disponibles.
Restando el tiempo que dormiré durante los próximos dos días y el tiempo que nos tomará comer y hacer nuestras necesidades básicas de allí es que salen nuestras horas de ventaja. Estaríamos llegando a más tardar para ver el amanecer desde el Río Colorado. Un punto muy alejado de Monument point, sitio que los turistas suelen visitar para poder ver de primera mano este acontecimiento.
Actualidad
Para mi sorpresa, una algo desagradable por cierto, cuando bajo del auto y tomo el primer respiro llega a mi inmediatamente el sonido de las voces y la ¿música?, sí, eso era música lo impactaba contra mis tímpanos. No era muy fuerte el sonido, de hecho era casi imperceptible. No había que pensar mucho para saber lo que ocurría. La pregunta es ¿desde cuándo?
-Hey Simón, llegaste antes- dice Jackson cuando estuve lo suficientemente cerca como para que se percaten de mi presencia.
-Si no me dices no me doy cuenta- entorné los ojos y me agaché para soltar la correa de Loyalty.
Eran las 6 de la mañana y estos ya estaban haciendo de las suyas. Al parecer el horario de la universidad y el de las prácticas realmente hizo estragos con nosotros porque todos y cada uno estábamos despiertos tal cual fuera mediodía. Me incluyo porque desperté a las 4 de la mañana y media hora más tarde estaba abriendo la puerta del copiloto para que mi perra se sentara en su lugar para así emprender la ultima hora y media hacia nuestro destino. Pero contrario a sus razones, las mías para estar tan espabiladas era gracias a que desde muy pequeños mama y papa despertaban para hacer series de ejercicios y después de un tiempo fuimos acostumbrandonos a ello. Ni siquiera después de saber lo que quería pude perder el habito.
Al final acabaron confesándome que llegaron un par de días antes porque por alguna razón no había vuelos disponibles sino hasta dentro de un día más. No pude recriminarles nada porque yo hubiera hecho lo mismo.
Las horas pasaban y nos divertíamos como nunca. Cocinamos al aire libre, escuchamos música y bailamos. Aunque no hicimos lo mismo que la mayoría. No. Nosotros buscamos la manera y la encontramos de bajar hasta el río y allí montamos nuestro pequeño campamento, que de pequeño solo tenía la jaula de Loyalty y hablando de Loyalty...
No la había visto desde hace unas dos horas. En un principio no me preocupé porque siempre regresaba a mi, pero jamás me ha dejado por tanto tiempo.
Pasó una hora más, luego media hora más. No pude con la preocupación y fui a por ella.
Llevaba al menos una hora caminando a la orilla del río pero ni rastros de ella y eso me preocupaba en demasía porque faltaba una hora para el anochecer y no me consta pero he oído se que han habido ataques de coyotes, la mayoría han sido a viajeros solitarios.
Estaba a punto de dar la vuelta e irme por donde vine cuando escuché un ruido extraño y como buena curiosa me dirigí hacia el lugar de origen del mismo.
-Dicen que la curiosidad mató al gato.
-Pero el gato que murió no fue cualquiera, murió un gato sabio-. Eso me decía Molly desde siempre.
Llegar no fue fácil pero lo logré de alguna manera. Estaba de pie, casi frente a lo que parecía una pequeña fisura en la roca. Traté de dar un paso más adelante para asomarme frente a ella, pero un movimiento demasiado rápido para mí hizo que mi cuerpo se congelara y antes de poder hacer algo grite.
-Oh por Dios!- estoy segura de que el eco de mi voz pudo escucharse a lo largo de todo el lugar.