Seducida Por La Bestia
img img Seducida Por La Bestia img Capítulo 3 Dos
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Capítulo 10 Nueve img
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Capítulo 12 Once img
Capítulo 13 Doce img
Capítulo 14 Trece img
Capítulo 15 Catorce img
Capítulo 16 Quince img
Capítulo 17 Dieciséis img
Capítulo 18 Diecisiete img
Capítulo 19 Dieciocho img
Capítulo 20 Diecinueve img
Capítulo 21 Veinte img
Capítulo 22 Veintiuno img
Capítulo 23 Veintidós img
Capítulo 24 Veintitrés img
Capítulo 25 Veinticuatro img
Capítulo 26 Veinticinco img
Capítulo 27 Veintiséis img
Capítulo 28 Veintisiete img
Capítulo 29 Veintiocho img
Capítulo 30 Veintinueve img
Capítulo 31 Treinta img
Capítulo 32 Epílogo img
Capítulo 33 Extra 1 img
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Capítulo 3 Dos

En el instante preciso en que dejó la salvedad de su campamento lo supe. Durante la hora y media que caminó en dirección correcta estuve pendiente a cada uno de sus pasos.

No se había percatado aún, pero en cuanto la esencia del aire cambio de inmediato supe que algo andaba mal. Nunca desee tanto el poder ponerme de pie y ahuyentar a lo que la estaba acechando pero en cuanto llegó a escasos metros de distancia del lugar en el que estaba escondido soltó un bufido de resignación para luego dar la vuelta dispuesta a irse, para ese entonces ya estaba desesperado.

Lo sé, porque durante los últimos dos años me encargué de estudiar a detalle el comportamiento de uno. Desarrollé en silencio todos mis sentidos mas allá de lo imaginable, mi vista, mi oído y olfato mejoraron increiblemente y ni hablar de mi condición física. ¿Mi problema?

Soy lo que muchos denominan culo de mal asiento. Era algo similar a tener a una fiera enjaulada, sin embargo, no tenía absolutamente nada que ver con tener ADN multi especie.

Sigo sin entender el cómo nadie supo cual era mi condición. Y se que no tenian idea y que no lo estaban fingiendo porque estudié sus patrones de comportamiento, los de todos y cada uno de ellos. La única que estuvo pendiente a todo mi avance fue la doctora Greene pero por alguna razón los tachó, rellenó mi informe con información falsa. Ni siquiera guardó un indorme para ella misma. Gracias a ella pasé recluido y en cuarentena por poco menos de 6 meses, pero la verdadera razón de aquello fue para que nadie tuviera contacto conmigo mientras ocurrían los cambios mayores.

Fue meticulosa, puntillosa, quisquillosa y todo lo que terminara en -osa conmigo. Incluso me dio un par de jalones de oreja por mi impulsividad y cuando le pregunté la razón de ocultarselo a los de mas arriba me dijo que sabía lo que ocurriría conmigo si llegasen a descubrirlo, que no pudo evitar convertirme en lo que soy pero si podía evitar que apagaran mi vida.

-Te he tomado cariño, eres como un hijo para mi, ademas piensa en lo que ocurriría. Te mataran y estudiarán tu cuerpo y no me lo perdonaría.

-¿Como una rana disecada? - suelto una risilla aun a sabiendas que era un tema serio.

-Extraña referencia pero si, tal cual - se inclina un poco mas sobre la barandilla mirando hacia abajo para asegurarse de que no haya nadie por allí corriendo el riesgo de ser descubiertos. Muchas veces parecía tan despreocupada y eso causaba el efecto contrario en mi. Me ponía de los nervios.

Aquella noche fue una de las pocas en las que pude salir de la base sin ninguna restricción, aunque salir no es que fuese el termino correcto, y sin restricciones tampoco. Ella usó su tarjeta de autorización y nos saltamos varios operativos para poder salir y hablar un poco. Y fue mas el asunto de tener a un animal enjaulado. Si los humanos no soportamos muchas veces el encierro un animal se siente irascible ante el sentimiento y los entiendo perfectamente me estaba volviendo loco.

Varios meses despues, renunció, no sin antes haberme prevenido y enseñado a comportarme. Ya puestos solo me faltaba la correa para ser un perro, aunque quien sabe, tal vez tenga parte de ello también. Tendré que averiguarlo. El asunto es que me comporte lo mejor que pude, hasta hace 4 días. El tiempo exacto que había transcurrido desde que me habían metido a esa jaula de luchas.

Estaba a punto de irse y tuve que ingeniarmelas para hacer ruido. Aquellos gilipollas por una vez hicieron algo bien en su vida. Dejaron mi bulto con ropa conmigo. Supongo que pensaron que no sobreviviría mas que unas horas estando herido y hambriento ademas de querer aparentar que mi muerte fuera un accidente, que alguna fiera habia acabado conmigo mientras hacia una expedición. Pero sigo aqui, tres dias despues de que me abandonaran a mi suerte. Lo malo es que estoy físicamente incapacitado debido a la naturaleza de mi ultima prueba. Lo bueno. He podido sobrevivir gracias a pequeñas liebres curiosas y también gracias a una gotera ubicada en la pequeña cueva en la que me escondía.

Y hablando de curiosas parece que mi estrategia funcionó, pero aun así tengo un factor en mi contra. El depredador.

Es de aquellos que no se rinde y creo que esta sacando partido a la escalada que tiene que dar la chica para poder matarla y comer de sus restos sin que ningún otro animal se cruce en su camino.

Estaba a punto de saltar sobre ella, su grito aterrado llegó a mis oídos pero ya era tarde, al menos para el coyote. Me lancé sobre el y ataqué directamente a su garganta cercenando su yugular mas por instinto que por otra cosa. En menos de cinco segundos el ya estaba reducido y yo, retorciendome de dolor en el suelo. No supe que hicieron exactamente con el tipo al que metieron a la jaula conmigo pero su mordida se sentía peor que la de una serpiente venenosa y vaya que se lo que se siente que una de esas desgraciadas te muerdan.

De un momento a otro siento que la chica se sitúa a un lado de mi cuerpo y se agacha quedando de cuclillas. Puedo asegurar con los ojos cerrados que vio al otro tipo, a la bestia y me sorprende. Me sorprende que se haya quedado, cualquier persona hubiese salido corriendo. Yo en lo personal, con todo y lo entrenado y que haya visto mucho de lo que soy de donde me sacaron hubiera corrido. Pero ella no. Al contrario se quedó. Estaba sorprendida, anonadada y sin palabras pero tambien tenía miedo, su cuerpo me lo decía, el como sudaba y como mantenía una pequeña distancia de mi.

Pero de un momento a otro aquel sentimiento se esfumó. Sentí como el aire daba de lleno a mi torso y me estremecí ante su delicado toque. Despues de lo que parecieron los diez minutos mas largos de mi vida volvió a ponerlo todo en su lugar y supe que me miraba fijamente y abrí los mios, no para mirarla, sino para mirar hacia arriba. La primera noche que pasé aquí no llovió, la segunda tampoco pero hoy el cielo tenía una pinta sospechosa y no me arriesgaba a pillar un resfriado.

-¿Tienes idea de en donde esta Loyalty? - interrumpió mi inspeccio. su voz no vaciló en hacer la pregunta, es mas creo que tenia un tono acusatorio. Loyalty, ah, el pastor alemán que vino a mi hace algunas horas al que envíe por otro camino. Ahora entiendo, vino a por el perro, pero ese tono... oh Dios ella creia que...

De fijo que esta no tenía sentido de supervivencia ni nada por el estilo porque me preguntaba a mi, un tipo que ella sabía que la podía matar y del que no tenía idea de si mis intenciones era hacerlo, por su perro.

La miré a los ojos para enfrentarla pero todo rastro de emoción había desaparecido de ellos dejándome mudo por su propio autocontrol.

Cerré los mios otra vez pero por un momento dispuesto a decirle donde estaba y escuché todo a mi alrededor. Las hojas de los árboles y arbustos, el sonido del viento y el olor que arrastraba consigo, el sonido del río, todo a mi alrededor. Desde el mismo lugar desde donde vino podía escuchar los sonidos tal cual se estuvieran produciendo a mi lado.

-Esta con tus amigos- suspiré y traté de levantarme. Pero ella me empujó por los hombros aprovechando mi distracción o mi debilidad, cualquiera de las dos es valida, no tengo excusas. Al parecer el saber que el animal estaba bien la alivio en sobremanera porque su rostro se encontraba mas relajado.

No dijo nada mas. Ni siquiera preguntó, solo vi que tomó la mochila que hace unos instantes había descolgado sobre su hombro hace unos momentos y comenzó a rebuscar en ella.

-¿Puedes caminar?

¿Pero y a esta que le ha dado ahora? Está bien que hice lo de hace un momento pero lo que pretendía no me hacia ni una poca de gracia.

La miré con mi mejor cara de "¿en serio me preguntas eso?" Pero no se amilanó, sino que sacó de su mochila un par de guantes de latex y una jeringuilla que contenía un anestésico local, lo se porque me lo mencionó cuando se percató de que observaba lo que traía entre manos con cierto retitin. No pregunté y ella tampoco dijo nada después de eso. Solo volvió a levantar la sudadera a la altura de mis costillas. No se que diablos hice de bueno para que justo lo que necesitaba en ese momento llegase a mi porque era mas que evidente que sabia lo que estaba haciendo. Estuve esperando durante unos segundos a que el piquete llegara pero en cambio un fuerte dolor me atravesó justo en donde estaba la herida. Por instinto llevé mi mano hacia la zona atrapando así su muñeca.

Seguía callada. Me dio una mirada dura y entendí que era necesario. He visto esa mirada muchas veces y todas provenientes de la misma persona.

-Muerde esto- me tendió lo que parecía una camiseta. Iba a decirle que no necesitaba aquella mariconada y que he soportado peores cosas, pero el movimiento de su mano impidió que palabra alguna saliese de mi boca. Y aunque fue rápido eso no quita que duela.

»¿Tienes domicilio? - preguntó de repente.

Negué con la cabeza en un intento de no emitir sonido alguno. Luego de haber sido aceptado en la academia moví todas mis influencias y me apegué a todas las leyes habidas y por haber. No voy a decir que estoy orgulloso de mis acciones pero tenía que asegurarme de que los señores Hunter no volvieran a hacerme daño a mi ni a nadie. No me considero mal hijo por haber desviado todos los fondos del ultimo concurso que gané hacia otra cuenta para usarlo en un futuro y dejarlos sin nada. Al fin y al cabo a ellos no les pesó la consciencia para hacerme pasar por aquel suplicio desde que puse un pie fuera del orfanato.

Y esa es otra de mis realidades. Conocí a mis padres pero no tuve el suficiente tiempo a su lado como cualquier hijo querría. Pero eso es algo de lo que no me gusta hablar.

Lo único que tengo de ellos son sus anillos de boda. Aquellas bandas de oro blanco fue lo único que me esforcé en guardar de ellos.

Luego de que aquel dolor mitigara un poco finalmente sentí el esperado pinchazo. Poco a poco comenzó a hacer efecto en el área en la que fue aplicada. Veinte minutos después de aquello la chica comenzó a guardar todos los utensilios que se encontraban desperdigados en el suelo.

No tenía ni la mas remota idea de lo que podía estar pasando por su mente. Su rostro no daba indicio de nada y su lenguaje temporal no era muy diferente. Sus movimientos eran medidos, no lo hacía mas de lo necesario. Parecía preparada para huir y también lista para atacar, nada que ver con la chica a la que hace poco menos de media hora había sorprendido un coyote. Y fue en ese pequeño momento de lucidez en el cual me permití a mi mismo observarla bien. Su piel era morena y tenía las facciones bien marcadas, labios gruesos y sus ojos. Eran como dos pozos de alquitrán, negros como la noche y brillantes como si estuviesen recubiertos de barniz que una vez te atrapan mirándolos no puedes dejar de...

Su carraspeo me hizo dejar de rebuscar en ella, porque precisamente eso hacía. Necesitaba algo, para tratar de tener un indicio de ella misma, de sus acciones. Pero no obtuve nada, parecía mas cerrada que una ostra y es la primera vez que vi aquello desde la doctora Greene.

-Trata de levantarte, te llevaré.

La miré como si realmente hubiese dicho una tontería, ya puestos una locura, pero es que ¡lo había hecho! ¿Cuanto pesaría? ¿60?¿63 kilos?

            
            

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