NEÚGIER
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Capítulo 2 1

PRIMERA SEMANA

Desde un rincón en su sillón ya antiguo, la muchacha que residía en esa vivienda veía atenta el noticiero de las mañanas a la espera de algún suceso extraño en la ciudad. Las noticias hablaban de la baja de la moneda, el alza del combustible y como era de esperar, nada trascendental

El ambiente del pueblo esa mañana había amanecido raro, los pájaros estaban no habidos, los perros en la calle se veían cohibidos. Sonya, la muchacha fue consciente de ello desde que abrió los ojos al despertar, sin embargo su madre le restó importancia al comentar que era por el cambio de clima, que vendría el invierno. Ahora viendo las noticias le creía.

Pulsó el botón de apagado en el control remoto y fijó su vista en su cereal que yacía servido en un plato hondo.

-El invierno apesta -murmuró a regañadientes. Con ese clima sus ánimos se veían decaídos.

Por mientras entre sus dedos de su mano izquierda sostuvo el teléfono celular que le habían regalado meses atrás y en tanto con su mano derecha iba comiendo de lo más tranquila respondiendo los mensajes que tenía. Al parecer el grupo de amigos al cual pertenecía poseían grandes expectativas acerca de la cena que se haría mañana gracias a su madre, ella cumpliría veinte años. Estaba más cerca de ir presa ahora sí.

Tenía que empezar a comportarse, sino era muy probable verse entre las rejas se repetía constantemente.

Rato después terminó su cereal y montó lo que era la movilidad diaria, una bicicleta. Iba de camino al instituto.

-¿Has visto lo que están haciendo las iglesias del pueblo? -preguntó Maggy, amiga suya, logrando que se distraiga. Se encontraban en la sala de cómputo de la universidad.

Ella odiaba las distracciones, siempre trataba de enfocarse en una sola cosa a la vez.

Le dio una mirada de reproche y prosiguió a ignorarla.

-Termina la traducción, luego me cuentas -secundó pacífica.

-Es que me voy a olvidar -se excusó la otra.

Un bufido había salido de sus labios al escuchar tal respuesta.

Era imposible que Maggy se olvidase de algo, la chismosería lo llevaba en la sangre, pensaba. Y era cierto, su amiga por mucho que la apreciara, a veces lograba exasperar a cualquiera con sus cuentos diarios.

Ignoró sus protestas mientras tecleaba en la pc, tenían que terminar de traducir un ensayo, pero Maggy, la adorable rubia llevaba más prisa en iluminarla sobre los pormenores del día y de la dicha de otros.

-Se dice que volverá la bruja -cuchicheaba sin descanso -se están preparando para su regreso.

Ella conseguía grandes problemas al no poder callarse y Sonya adquiría grandes problemas con respecto a su poca paciencia.

-¡No le pondré tu nombre al ensayo! -explotó.

Así era ella, su temperamento solía ser explosivo.

***

-Como le decía a Sonya -empezó la chica exasperante, tal y como la nombraba cuando hablaba con su madre-. Las iglesias se están reuniendo todos los días desde temprano, los pastores hacen asambleas con los feligreses más seguido, incluso mismos policías y le dan vueltas a las manzanas por las noches.

Sonya fruncía el ceño al sentirse confundida, pues no se había percatado de esos acontecimientos teniendo en cuenta que ella iba a diario a la iglesia por las noches, aunque al llegar a la habitación donde dormía caía como peso muerto cuando tocaba la cama. Automáticamente pensó en su madre, estos últimos días lucía algo extraña.

-¿No estás exagerando? -inquirió, restándole importancia.

Poseía una vaga idea del porqué todo el show, ya iban a cumplirse doscientos años desde la condena de la mayor asesina en el pueblo.

-¿Se trata de la psicópata? -preguntó, y Maggy con su otra amiga asintieron. Puso sus ojos en blanco-. Nadie va a regresar de la tumba, los muertos vivientes no existen y si en caso existieran, la señora ya cumplió dos siglos enterrada, es otra parte más del polvo, pura exageración.

-¡¿Exageración?! -saltó la chica de las mechas rojas, Paola, estaba un poco a la defensiva-. La bruja mató a mi tátara tío.

Resistió a la idea de volver a blanquear los ojos, se limitó a sobarse el rostro ocultando su gesto de impaciencia.

Otra cosa que odiaba eran los dramas innecesarios y sin sentido, la aburría.

-Me refiero a que vuelva, no va a suceder -aclaró.

Maggy, la parlanchina infló sus cachetes en tanto le lanzaba una mirada de molestia.

-¿Cómo estás segura? Ella era una bruja -comentó, intentando hacer que entrase en razón.

-Era una psicópata - la corrigió-, simplemente mataba por diversión.

Era era era, ya no estaba más.

-Ahorcó a una prima suya estando embarazada-. El espanto por parte de Pao era verídico.

-Luego el hospital de bebés que incendió.

-Mataba a perritos y gatitos, luego los partía por la mitad.

Sus crímenes sonaban horribles, aumentar a su larga lista los animales, solo lo volvía más cruel.

Arrugó su nariz sintiendo escalofríos.

-Electrocutó a un centenar de estudiantes -continuaron.

-Eso no fue comprobado -debatió, o algo así creyó leer hace un tiempo.

-Dijo que tenía curiosidad, absurdo o no, a hacerlos bailar al mismo tiempo.

Asintió resignándose.

-La tipa estaba loca.

-SA-CRI-FI-CIOS -Maggy parecía tenerlo claro. Alzó su celular por encima de la mesa enseñándole una lista.

-¿Acuchilló a una pareja de ancianos?

Wow. Le era increíble que cada vez que buscaban información sobre la tipa, siempre descubrían un asesinato más.

Felizmente estaba muerta, enterrada y calcinada.

Sonya mostraba una apariencia de ser alguien que difícilmente se sorprendía o asustaba por algo, pero en el fondo no había espacio alguno alejado del miedo o la curiosidad.

-Son setenta y dos crímenes.

-Que es solo lo que se recató cuando se dieron cuenta.

Negó terminando su lonchera del medio día y prosiguió a recoger sus cosas, lista para marcharse.

-La curiosidad es una enfermedad, un pecado -citó lo dicho por su madre y se marchó a paso apresurado dando un leve gesto de despedida. Le quedaba una clase más.

***

La hipocresía corría por sus venas, era una composición más de su sangre. ¿Quién en su sano juicio nunca sintió curiosidad?

Esa persona podría ser un robot a lo mejor, razonaba después de sentirse culpable al sentir aquello. Su madre le había enseñado que ello era el pecado más grande porque te hacía cometer errores de igual magnitud.

La curiosidad de Eva tentó a Adán y entonces jodió a la humanidad

Sonya inspiraba y respiraba curiosidad de la pura.

Ya no se preocupó al ver la calle silenciosa, por último ni las palomas hacían acto de presencia.

Restó importancia al clima y muy en el fondo a lo que estaba por ocurrir. Vio la hora en su reloj de mano y rápidamente se aferró a su bicicleta para empezar andar hacia la iglesia. Debía hacer preguntas.

Su recorrido fue corto mientras saludaba a quien se le pusiese enfrente, conocido o no, era lo de menos para ella.

Ya fuera de la iglesia ingresó de la misma forma como iba viniendo, fue a saludar también a su madre quien estaba en la cocina, pasó por una pequeña aula donde su amigo Erasmo dictaba charlas para quienes iban a bautizarse. Él sería quien la ayudase a saciar su curiosidad, pues su otro amigo, Carlo, lo daba como caso perdido.

Alzó su mano para llamar su atención y quedó esperándolo hasta que saliera.

***

Erasmo no le proporcionó muchas respuestas al reunirse, es más le pareció verlo dudar hasta de lo que decía. Dijo que simplemente era rutina, que nada malo estaba sucediendo y que no debía dejarse llevar por paranoias absurdas, repitió lo mismo que ella cuando le comentó acerca de lo que Maggy y Paola la querían convencer: Los muertos no regresaban de las tumbas.

Excepto Jesús su salvador.

Aburrida y sin muchas expectativas de lo que vendría, simplemente fue directo a su casa. Su día había finalizado asquerosamente sin resultados.

***

Fiel a su estilo, el grupo de amigos de Sonya se presentó una hora antes de lo acordado en su hogar, la chica y su madre ni se inmutaron, solo atinaron a correr con los deberes de un lado para otro, como siempre.

Erasmo, Carlo, Maggy y Paola conformaban el clan, junto a Sonya eran un grupo líder en la iglesia, se encargaban de integrar a más jóvenes de la sociedad para compartir la palabra de Dios.

Eran creyentes, no se apegaban al extremo pero como los viesen, cualquiera pensaría que aquellos jóvenes eran unos santos, dignos hijos de Dios.

Contaban con ellos sin saber qué; Erasmo y Carlo según su religión no eran aptos para el reino de Dios, Maggy ya no poseía lo que una buena mujer debía conservar, y Paola estaba igual o peor que Maggy. Pero quien encabezaba más pecados tenía como nombre Sonya. Ella se encontraba en la cima.

Rato después yacían reunidos todos a excepción de la señora de la casa.

-Hoy, es hoy -comentó Maggy, un deje de excitación se le notó al emitir esas palabras.

Sonya intentó ignorarla, pero estaba igual o más curiosa que ella.

-No va a suceder nada -secundó Carlo, y por debajo de la mesa una mano rodeo la suya mostrándole su apoyo. Era muy sabido que hablar del tema lo aterraba.

Erasmo se mantenía calmado, no creía posible que sucediese una cosa así tal como lo tenían previsto los feligreses. No sería posible, pensaba.

-Si algo malo pasara ya nos habríamos enterados, han pasado dieciocho horas, es claro que todo lo dicho fue para crear miedo, paranoia en los habitantes -razonó echándole una mirada al reloj colgado en el estante del frente.

-¿Y quién no amenazaría así? -soltó la cumpleañera refiriéndose al discurso de la muerta desde la esquina de la mesa donde todos comían-. Estaban a punto de decapitarla. Yo hubiera invocado hasta el diablo para que me ayude -bufó.

-¡Jesús, María y José! Sonya no pronuncies ese nombre.

Paola siempre lograba exaltarse con las ocurrencias de su amiga.

Sonya sonrió levemente, le gustaba ver esas reacciones en los demás.

-No imagino la cara de todos los espectadores cuando quiso escapar -murmuró tratando de formar un escenario en su mente. Automáticamente todos sus amigos la imitaron-. El ser conducida hacia la guillotina por los padres, desnuda, humillada; la forma en como la colocaron para que la gran cuchilla la decapitara -siguió-. Y todo eso para que fallaran.

-¿Cómo? -preguntó Carlo, él siempre había evitado saber de las tragedias antepasadas. No lo dejaban dormir.

Erasmo sintió pena al verlo tan ajeno al asunto. Las chicas no se callarían.

-¿No sabes cómo murió? -inquirió Maggy, poco sorprendida.

Su amigo solo atinó a negar con la cabeza.

-Quiso escapar del agarre antes de que le cortasen la cabeza -argumentó Sonya haciendo un gesto con su mano rozándole el cuello, no decoraba sus palabras, lo decía tal cual-. Y en eso se fue hacia delante, la cuchilla la cortó a la altura del ombligo.

Su compañero se asqueó al recibir tal afirmación. Sus vellos se pusieron en punta al percibir lo que se avecinaba, el veneno de su amiga brillaba en la punta de su lengua.

»Siguió viva después de eso, aunque pareciera imposible -rió la muchacha-, se dio el tiempo aún de amenazar: Dos siglos de tranquilidad por un año de agonía, la curiosidad sola llegaría.

            
            

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