-Cierto, muy cierto -habla entre dientes.
Nos sentamos en un tronco del parque del colegio.
-Lore me contó lo que sucedió ayer con Nicolle ¿quieres contarnos?
-No, por ahora no quiero hablar sobre eso. Se supone que ya debería estar acostumbrada a que me traten así, pero no entiendo porqué siempre me pasa todo lo malo a mí.
-¿Te refieres a lo que pasó con Ortega? Por cierto, ¿porqué él no te aceptó como pareja para hacer un simple taller? -inquiere Isabella.
-¡Oye! ¡cómo se te ocurre preguntarle eso! -exclamo.
-Solo tengo curiosidad. No es normal que eso ocurra, nosotros nos la llevamos bien en el salón y hasta donde sé: nunca había pasado eso.
-Lamento que pienses mal de mí. Por alguna razón a mí todo me sale mal, siempre ha sido así. Me culpan de lo que no he hecho y cuando hago algo con buenas intenciones me malinterpretan o nunca se me da las cosas que quiero. Por ejemplo: Mis quince.
-¿Tus quince?
-Así es. Desde pequeña soñaba con el día en el que me celebrarían mis quince: quería que estuvieran mis amigos, mi familia, mis vecinos y ustedes, mis compañeros. Dos meses antes de mis quince: mi mamá me llevó a diferentes almacenes para ver vestidos y así alquilar con tiempo todo el mobiliario para el evento; yo elegí el color azul, pedí edecanes y lo que más anhelaba era el columpio, el candelabro y rosas azules por todo el lugar -dice con entusiasmo -Pero...-cambia a una cara afligida- a los pocos días, mi papá se enfermó gravemente. Mi mamá decidió pagar su tratamiento con el resto del dinero con el que me iban a pagar la fiesta, ya que solo había abonado el diez por ciento. Ella me dijo que después reunirían el dinero para completar el pago, pero al final no se pudo. El día de mis quince estuve en casa, ya mi papá estaba bien, pero nadie se acordó que era mi cumpleaños. Nadie me llamó ni me escribió, ni siquiera mis propios padres, ni Jorge que era mi novio en ese momento, y ni siquiera Nicolle -llora.
-Lo lamento tanto. No sabía eso, pero que mal que ni tus padres te hayan felicitado por tu día. -le digo tratando de reconfortarla.
-Que mal. A mí me hicieron una fiesta que yo no pedí. Como son las cosas- comenta mi mejor amiga.
Miro mal a Isa, como siempre ella sale con sus apuntes inapropiados. Ella me hace un puchero.
Ana María se limpia la cara con el borde de la manga del buzo escolar.
-Eso quedó atrás, cuando trabaje haré mis propias fiestas.
-Así se dice.
-Por cierto, Isa ¿cómo te ha ido con el vecino? -pregunto para dejar atrás la conversación y así mejore el estado de ánimo de Ana María.
-Super bien. Me dijo que hoy venía a recogerme en su auto.
-¿Enserio?
-Sí, eso me dijo. Por eso me maquillé en la clase de Biología.
-Eso no es raro, todos los días te maquillas en clase -añade Ana María.
-Concuerdo contigo -la apoyo.
-Sí, bueno por si no lo notan, hoy me maquillé un poco más y me levanté temprano para arreglarme el cabello. Espero no me deje con los crespos hechos.
-¿De que hablas? Si eres crespa -le dice Ana.
-Primero, es un decir. Segundo, no me gusta mi cabello, pierdo mucho mi tiempo arreglándolo, por mí me raparía totalmente y ya sé lo que vas a decir: que por qué no me lo aliso, pues no lo hago porque me veo mal peli lisa.
-Si te "rapas" te verías como un niño, ¿acaso quieres ser hombre? -opina Ana.
-No lo soy y no me siento como niño atrapado en el cuerpo de una mujer, solo soy una mujer que no le gusta el cabello ¿algún problema con eso?
-No, pero...
-Bueno ¡ya! Lo importante aquí es que él venga -intervengo.
-Exacto.
...
En clase de educación física**
Dora, nuestra directora de grupo le pide al profesor Harold unos minutos para hablarnos sobre unos temas que nos concierne...
-Chicos, les cuento que nuestro grupo está a cargo de la próxima izada de bandera, así que para lo que queda de esta semana, estaré recibiendo propuestas para lo que vamos a hacer ese día. Por lo pronto, se me ocurre que podemos hacer una obra teatral con canciones de fondo en algunos momentos, pero que las voces no sean grabadas ni sean de una lista de reproducción, sino que sea en vivo y en directo y se me ocurre que Ana María e Isabella nos podrían colaborar con sus grandiosas voces.
Ana María de inmediato acepta, mientras que Isa está seria y se demora en mover la cabeza afirmando. Estoy segura de que ella no tiene inconveniente en cantar, lo que no le gusta es que preciso le toque con Ana.
Continúa diciendo la profe Dora -Gracias niñas. También quiero recordarles que a partir del próximo mes deben iniciar las prácticas colegiales, así que, si aún no tienen un lugar para cumplir el tiempo establecido, pueden escoger entre las instituciones que tenemos en lista. Además de que deben hablar con su profesora de Inglés para organizar lo que van a hacer en el English day y les voy a entregar una hoja a todos sobre lo que deben y no deben llevar para el campamento, que como ya saben: será el próximo fin de semana.
-Síii -celebran todos.
Cuando celebran, no me incluyo porque ese fin de semana iré al campamento de la iglesia. Cuando Isa se enteró de eso, estaba que me lanzaba por la ventana, a Dios gracias que las ventanas quedan en la parte superior de los vidrios, si no, ya no existiría, o si, pero bajo tierra y en estado de descomposición.
-¿En qué piensas? -Isa interrumpe mis pensamientos, ella está parada al lado mío -Por si no te diste cuenta ya la profe Dora se fue y ya vamos a salir para la clase de educación física.
-Sí, ya veo que están saliendo -Me pongo de pie.
Caminamos.
-De seguro estabas feliz en tus pensamientos porque vas a estar un fin de semana en un campamento sin mí y algo me dice que esa niña sí va a estar.
-¿De quién hablas?
-De la tonta de Ana María.
-No le digas así. Espérame, se me olvidó la botella de agua -doy la vuelta y voy hasta mi puesto para abrir mi bolso y sacarlo.
-Eres una estúpida. ¡Mira lo que hiciste! -grita Isa.
Volteo para ver.
-No fui yo. Fuiste tú -responde Ana María.
-Tú me empujaste.
-Fue sin querer, de verdad.
-¡Sí claro! Pues no te creo.
Me acerco a ellas, ayudo a Isa a levantarse. Al caerse cayó sobre una de las maquetas que estaba en el piso, es para mañana, pero algunos la trajeron hoy.
-La dañé. ¿y ahora qué voy a hacer? ¿De quien es? -dice mi mejor amiga asustada.
Me agacho para revisarla -No está marcada.
-Tenemos que arreglarla. No podemos dejarla así.
-Concuerdo contigo. Entonces no asistiremos a clase y la arreglamos.
-Yo sí voy clase, no quiero tener una mala nota -nos dice Ana.
Isa la empuja -Mejor así. ¡Lárgate!