Capítulo 4 4

Al paso del tiempo, todo había cambiado entre ellos. Se hicieron buenos amigos pero Carlos sentía algo especial así a ella era el sentimiento más hermoso que nacía en el. Puro amor sentía por ella, entonces en una noche Carlos la invitó a sus aposento.

Con un grito de sorpresa Selva observaba todo a su alrededor Carlos había arreglado todo para ella, era una noche romántica para ellos dos. La joven india le había agarrado el pecho y un gruñido en los labios de él se escuchó entre ellos ella estaba muy nerviosa no sabía nada de como complacer a un hombre y menos como aquel tan hermoso.

Selva agarro su pecho y alzó su rostro al de el, sus ojos brillaban de deseo, cuando el deslizó una de sus manos por toda su espalda acariciándola con ternura. Ella tenía un poco de miedo, y la estaba empujando a su encuentro. Se fueron desnudando poco a poco, ella gemí contra él. Se sentía absolutamente deseada, por un ser como aquel que la estaba llevando a los placeres más dulce del amor.

El pene de Carlos estaba contra ella, quedó helada cuando sus ojos buscaron rápidamente los de el, con una expresión de miedo en su rostro.

- ¡Oh, por Dios, cariño! No tengas miedo.

- Nunca había hecho esto. Carlos le acaricio una de sus mejillas y le dijo.

- Yo te enseñare, solo déjame amarte, dejame enseñarte el placer del amor.

Sus ojos se encendieron cuando sentía su corazón palpitar y se entregó a las delicias de un amante... Sus ojos cerraron solo quería sentir como la tocaba y luego, con un gruñido primitivo en su garganta mientras besaba a Selva, su pene estaba atravesando, empujando profundamente y quitando ese velo de inocencia que le quedaba a la joven india.

Entonces grito, un grito de dolor y algo más; algo nuevo. La sensación plena, dura como la roca, y aún así aterciopelada de el llenó por completo a Selva. Y luego, con un gruñido Carlos la abrazo aún más. Había algo nuevo entonces, reemplazando la sensación inicial de una plenitud incómoda; algo maravilloso.

Entonces Carlos comenzó a hacerle el amor más fuerte, casi como si los gritos y gemidos de Selva lo impulsarán, Selva le sostuvo la mirada a Carlos con ternura sus ojos ardiendo al ver a los de llenos de fuego. Y en ese momento, supo que era total y completamente suya.

Sabía que si se casaba con el príncipe, podría ir a su tierra. Siempre le decía que quería ir a dónde había nacido, y le hizo prometer aquella noche, algo que le cambiaria el mundo después.

- Prométeme amor mío, que me llevaras a mi tierra así sea muerta.

- No digas eso te prometo eso y mucho más, mi bello amor, que cuando seas mi esposa podrás ir a cualquier lugar que desees.

-Te amo tanto, mi amor eterno.

Aquella noche quedó en lo más profundo de Selva, se había enamorado de aquel bello príncipe.

- ¡Profesor, profesor!

Una alumna se acercó sin que el hombre reparara en ella e intentó sacarlo de aquel trance, pero el hombre permanecía inflexible. La chica dio un paso hacia el, llamándolo por su nombre, lo sujetó y lo zarandeó. El hombre seguía sin reaccionar. De pronto, reaccionó, sus alumna miró a otro de su compañero y se miraron entre sí; la chica se apresuró a tomarlo del brazos y lo llevo al asiento del escritorio.

- Profesor se encuentra usted bien. Carlos Eduardo estaba confuso otra vez estaba soñando despierto, no comprendía esas imágenes que el veía, no entendía nada. Tenía ya meses en ese estado, pero no había prestado mucha atención a ello.

- Si... Si me siento bien. Su alumna entre cerro los ojos y le dice.

- No le creo profesor estaba como en trance, como si no estuviera aquí.

- Estado durmiendo mal, seguro es eso el cansancio que me hace esto. El otro alumno le traía un vaso con agua

- Tomé profesor beba un poco de agua.

- Gracias muchachos por preocuparse por mi.

- De nada profesor, pero debería ir a un médico para que lo ayuden en eso del insomnio.

- Ok, cuando tenga tiempo iré.

"Si cuando tenga tiempo" decía el en sus pensamientos cuando se dirigía a su casa. Su madre asomo la cabeza por la puerta de su habitación y le dice.

- Has llegado muy silencioso a casa, que me le está ocurriendo.

- Nada madre solo que hoy, paso algo extraño volví a quedarme en trance en pleno salón de clases. Unos alumnos me ayudaron, más bien se quedaron muy preocupados de mi.

- Ahora las pesadillas están causando problemas en tu vida hijo, pero por lo que has dicho preocupa que te quedes en trance en cualquier lugar, es preocupante.

- Deja que salga de este trabajo, y cuando regrese papá voy a ponerme en eso de estás pesadillas, con un doctor.

- Espero lo tardes mucho.

- No te preocupes madre no tardaré en ello. ¿Qué has sabido de papá?.

- La última comunicación que recibí de el que estaba cerca de la zona que habían descubierto.

- Papá se volvió loco con respecto esa obsesión de ese templo.

- Sabes que tu padre es un arqueológo y cuando se trata de cosas antiguas que te puedo decir.

Carlos Eduardo se quedó pensativo después que su madre salió de la habitación, solo pensaba en esas pesadillas y para más males se quedaba dormido despierto en completo trance, y en su clase. Estaba confuso de todo lo que sentía y veía en

esas pesadillas o acaso eran reales. Y la persona que podía ayudarlo estaba de vacaciones y no se encontraba en el país, su padre estaba en la selva desterrando no sé que cosa.

Después de unos días regreso el amigo de Carlos el tal Andrés. Con su llegada todo cambiaría para ellos.

- Mi querido amigo Andrés, cuando volviste.

- Haces poco, estaba en españa resolviendo algunas cosas personales, y tú amigo mío, como está todo por acá.

- Te cuento que me he enamorado, de la mujer mas hermosa de la vida.

- ¡Vaya! quien será esa afortunada.

- Bueno amigo, está mujer va en contra de todo lo que mis padres queréis.

- Como es eso, no entiendo.

- La joven mujer en cuestión es una india, pero es una belleza sin igual, más bien es una mestiza.

- ¡Por Dios Carlos! Te has vuelto loco.

- Si... amigo pero de amor por ella.

- Cuando se enteren tus padres pondrán resistencia a esta unión.

- Para eso te tengo a ti amigo.

- ¿Cómo? No entiendo.

- Que tú me vas ayudan en esto.

Andrés ayudar a Carlos, si había regresado para entorpecer todos sus planes en esa nueva tierra, tenía que hacer algo antes que los padres de Carlos se enteraran. Sabía que para los reyes su hijo era excepcional. Entonces comenzó a fraguar algo, contrataría a dos asesinos para que matarán a esa india, y su amigo no se casara con ella.

El príncipe confiaba mucho en su amigo Andrés, tanto que le confesó su secreto de que había estado con la joven, que había hecho el amor con ella, que había consumado su amor en el lecho. Andrés le entró rabia, la envidia consumía su ser.

Pero su amigo tenía otros planes, pues sentía demasiado irá, envidia, rabia porque todo lo tenía y el no. y nunca tendría nada de lo que su amigo había obtenido, un título, riqueza, y el amor de esa pequeña salvaje, una idea, una bendita mestiza.

En esos días a víspera de una nueva conquista de territorio, ocurrieron muchos hechos que nunca se olvidarían: primeramente la explosión de una guerra civil entre indios y españoles. Que hizo temblar a toda España, la segunda la traición de Andrés encontrá de Carlos y por último algo que cambiaria el destino de todos.

Era martes por la mañana, Selva estaba muy angustiada con lo que estaba ocurriendo, indios y españoles comenzaron a luchar entre ellos. ese día estaba resguardada en los aposento del principe Carlos, pero lo que estaba por acontece la dejo sin aliento. Dos grandes hombres la sacaron de hay como una esclava sin dueño, como una vil delincuente sin saber porque la trataban así comenzó a gritas.

- No me traten así, tengo dueño soy la esclava del príncipe.

- Príncipe nada, aquí todo los indios son iguales sin amos o no.

- Por favor no me hagan daño.

- Vamos llevemos la a dónde nos dijeron. Ella se extraño con lo que dijeron.

Los hombres se la llevaron a un claro en las adyacencias del pueblo y hay la lanzaron al suelo. Ella solo estaba angustiada de lo que le podrían hacer, entonces se levantó, cuando lo hizo uno de los hombre la golpeó fuertemente que cayó al suelo, con el labio roto, y la cara roja, se volvió a levantar. Entonces se dió cuenta que alguien estaba detrás de ella, cuando dió la vuelta lo vio era aquel hombre, que no le gustaba cuando Carlos los presento.

- Tu... Que haces aquí y con estos hombres.

- Mi bella indiecita, desde que te conocí te he deseado con todo mi ser.

- Por Dios eres el mejor amigo de Carlos.

- Si.. pero el no se merece nada de lo que tiene.

- ¿Que quieres?. Selva se puso muy nerviosa, sabía que era lo que deseaba.

- Ya veo que estás nerviosa, te debes de imaginar lo que deseo.

- De mi no... obtendrás nada.

- Que si no, agarrarla.

Cuando los hombre la sostuvieron, Andrés Mancillo su dignidad, la tomo con gran brutalidad que la dejo en mal estado moral. Luego los otros hombre la tomaron igual que Andrés.

- Eres la mejor mujer que he conocido.

Cuando Andrés volvía a tomarla, ella ya no podía más y con violencia, agarro y lo rajuño con tal fuerza y el con tanta rabia la golpeó. Entonces al ver Andrés sangre que corría por su rostro, el la agarro con tal fuerza por los cabellos y saco de su alforja una daga. Cuando Selva miro la daga, se puso fría y sintió como el, la clavaba en su pecho, rasgando la carne y introduciéndose en su corazón que latía rápidamente. Ella cuando agarro la daga se había dado de cuenta que era su obsequio que le había dado si abuelo. Entonces cayo al suelo como un plomo, y mirándolo le dijo.

- Vas a morir, Andrés... Carlos te va a matar. Lo que hacia era reírse de ella, entonces salió corriendo de el lugar.

Era un gran dolor profundo lo que sentía, su vida era eso una vida corta, pero feliz. Se le acaba el tiempo, cuando Carlos se desplomó en el suelo al verla agonizando y la tomó en su regazo. gritó como loco.

- ¿Por qué Dios? Llévame a mí y no a ella. Con el poco aliento que tenía, Selva le dijo.

- No llores amor...

- Quien te hizo esto.

- ¡Oh Carlos! Dios se encargará de todo.

-Qué extraña es la vida. Amor, te amo tanto.

- Lo sé Carlos y ya debo de partir, pero quiero que me prometas que llevaras mi cuerpo a la selva, de dónde no debí salir. ¿Me lo prometes, amor mío? musitó entrecortadamente con su amante llorando.

-Te juro que te llevare a tu tierra y me quedare ahí para siempre. Ya no me importa nada de la vida si tú no estás aquí.

Selva en sus últimos suspiros de vida, pasa una mano por su mejilla.

-Te amaré... por siempre, así mi cuerpo no este... mi alma seguirá amándote para toda la eternidad. Volveré a nacer y nuestro amor vivirá...

Su respiración se hizo lenta y finalmente murió en brazos de Carlos, enloquecido por la muerte de su amada, juro conseguir al asesinó.

Después de todo aquello, Carlos llevó el cadáver de su amada a las profundidades de la selva, al lugar en el que nació, a la aldea, dónde el cacique le realizó un bello funeral.

El príncipe se quedó con ellos, aprendiendo todas sus costumbres y conociendo todos los límites y rincones de la selva, pero era tanto su dolor, que se volvió loco.

Construyó un laboratorio, en el cual hizo experimentos fuera de lo normal, rompiendo las leyes de la naturaleza, y todo por hacer revivir a su amada. Al tiempo desenterró el cuerpo deteriorado de Selva, profanado su descanso, y así practicarle experimentos para volverla a la vida., pero lo que hizo fue rejuvenecer su cuerpo deteriorado.

Después, construyó un templo para ella lejos de la aldea, más allá de la selva, donde nadie pudiera llegar a el.

En su búsqueda de un nuevo antídoto que la volviera a la vida a su amada, descubrió una hermosa planta, llamada el lirio de los siete colores.

De ella extrajo un líquido y con el un nuevo antídoto para su nuevo experimento. En el templo los indios comenzaron a seguir a ese hombre que hacía que los indios entraran en trance. Él había enseñado a unos indios los que el hacía en el laboratorio. Entonces consiguió un nuevo elipse para hacer revivir a su amada, pero al entrar en el templo para inyectarle el nuevo experimento, murió con sus propias trampas, y nunca se supo de él o de aquel templo, jamás se supo del príncipe loco y de sus experimentos. Menos de aquella mujer hermosa que guardaba con tanto recelo del mundo.

Todas las cosas que pasaron fueron devoradas por la maleza, por la misma selva sin dejar rastro de algún indicio de vida allí.

"Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo,

nos están destinados dos, tres y

hasta cuatro seres. Pertenecen a

distintas generaciones y viajan a

través de los mares, del tiempo y

de las inmensidades celestiales

para encontrarse de nuevo con

nosotros" BRIAN WEISS.

                         

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