La llama del Caos
img img La llama del Caos img Capítulo 2 Traición
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Capítulo 6 La protectora Anais img
Capítulo 7 Tinyo Mizuh img
Capítulo 8 ¿Qué fue eso img
Capítulo 9 ¿Recuerdas nuestra promesa img
Capítulo 10 Mal augurio img
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Capítulo 2 Traición

Hace muchos siglos atrás, dentro del reino de Kedath, la pareja Davison, estaba siendo vapuleada y exiliada lo que había sido su hogar por toda su vida. Sintiendo el odio y el rechazo de los que a quienes ellos consideraban familia, amigos y colegas, pasando de ser queridos a ser simple escoria del reino.

Mientras estos salían, llenos de cascaras, jugo y restos de tomates, de golpes e insultos, miraban por última vez lo que ellos siempre disfrutaron. Los hermosos recuerdos invadían su mente casi tanto como la lluvia llenaba las calles de charcos de agua. Y aún sin entender que fue lo que cambio, o si quiera como pasó, abandonaron el reino, para seguramente nunca más volver, siendo ahora Patrick Davison y Elicia Sweth, la basura y el mayor símbolo de deshonra en los 15

reinos.

Todo luego de que Patrick, quién era un reconocido general de la ciudad de Kedath, traicionó al reino, asesinando a un grupo de 200 soldados del reino. Pero nadie sabía que el real responsable de este atroz acto no fue Patrick realmente, sino que de quién era su mano derecha, Robis Shafat, quién más que idolatrarlo o admirarlo, sentía una profunda envidia y odio hacía el.

Estos oscuros sentimientos lo llevaron a aliarse con uno de los generales del reino enemigo, Sefriat. Justo a este general, planearon una trampa a Patrick.

El plan consistía en engañar a Patrick con que había un sitio con grandes riquezas abandonado, que se encontraba dentro del territorio del reino, y para llegar a este, tenían que cruzar un denso bosque.

Dentro de este habrían dos hechiceros del reino de Sefriat, uno de ellos lanzaría un hechizo que debilitaría casi hasta el desmayo al ejercito y el otro pondría un hechizo sobre Patrick para hacerle creer que eran emboscados, pero que realmente, haría que matará a todos sus soldados, mientras que Robis escaparía para notificar al reino sobre la situación.

Luego de unas semanas de planificación, se dio inicio al plan. Patrick cayó en la trampa y solicito al reino que le permitiese llevarse consigo a más de 200 soldados, solicitud la cual fue aceptada sin duda alguna por el reino gracias a su prestigio.

Y todo salió de acuerdo al plan. Dando como resultado una grotesca escena en donde decenas de cadáveres rodeaban al agotado Patrick, quien seguía con el hechizo en el. Y luego de dos horas, el volvió en si mismo y sin casi tiempo a reaccionar, fue arrestado por soldados del reino de Kedath.

Sin pruebas a su favor, Patrick estuvo a un pelo de la sentencia de muerte, pero su mujer, Elicia Sweth, quien era una noble del reino, conocida por su fuerte carácter y simpatía, rogó por misericordia. Lo cual hizo replantear al rey sobre su decisión, el cual fue darle un castigo menor a la familia Davison en respeto por todos los años en donde esta ayudo al reino.

Ahora, viviendo en una pequeña cabaña, Patrick y Elicia viven de sus cosechas. Y con un pequeño niño al que cuidar... El cual para Patrick, considera su mejor y más grande triunfo, por encima de cualquier guerra o batalla ganada con anterioridad.

Por otro lado, Elicia suele recordar su vida antes de aquel momento, incluso se podría decir que extraña vivir esos tiempos. En su tiempo, ella era parte de la alta nobleza del reino, y como tal gozaba de un sin fin de privilegios, e incluso estaba cerca de ser parte de la Corte del rey, pero todo eso se vio frustrado por el atroz atentado que hizo su marido.

A pesar de eso, Elicia sabía que este atentado olía algo sospechoso, ya que Patrick nunca tuvo un solo motivo para realizar tal espantoso acto. Ella dentro de si, sabía que él no haría por nada del mundo eso, pero eso no podría probar su inocencia.

Desde que fueron desterrados, ella nunca ha querido preguntarle a Patrick sobre lo ocurrido, cree que todo ha sido sumamente difícil para el, y esto a pesar de haber mantenido la paz entre ellos dos, solo hace que su curiosidad y sus propias dudas vayan en aumento.

Cuando supo que estaba embarazada, ella sintió una gran felicidad, pero a la vez, una gran incertidumbre. ¿Cómo podrían alimentar a una cabeza más? Si hubiera pasado antes, no tendría esas preguntas, pero en ese momento, sencillamente no era el más idóneo para ello. Y como era ya una costumbre en esta familia, cuando uno esta mal, el otro estaba ahí para ayudar.

-¿Qué ocurre querida? Te veo algo decaída desde hace unos días. -pregunta Patrick mientras se acerca a Elicia-.

-Patrick... Yo... Yo no estoy segura de que tener un bebé sea una buena idea -responde cabizbaja-.

-¿Qué? ¿Por qué dices eso Elicia? -réplica Patrick bastante asombrado de la respuesta de su esposa-.

-¿Acaso no te das cuenta Patrick? Mira en donde vivimos... Si ya nos cuesta alimentarnos nosotros mismos, no me puedo imaginar cuan difícil será hacerlo con un bebé hambriento...-toma algo de aire y continúa- Tu sabes que siempre quise un bebé... Pero no así. Esto parece una burla de los dioses hacia nosotros... ¿No lo ves?

-Yo... Elicia... Se que las cosas no están bien y que no estamos en nuestro mejor momento, pero quizás este bebé sea todo lo que necesitamos. Quizás no es una burla de los dioses hacia nosotros, sino un regalo. -responde con tono triste-.

-¿Un regalo? ¿Y por qué ahora? De verdad Patrick, creo que lo mejor será que demos el bebé a una familia que lo pueda cuidar... Creo que es lo mejor para noso- -Patrick la interrumpe-.

-Lo mejor para nosotros será tenerlo... Créeme querida. Estoy seguro que hallaremos la forma de solucionar nuestros problemas, por favor... -caen rebeldes lágrimas por el rostro de Patrick- Se que todo esta muy mal... Se también que todo esto es mi culpa... Sé... Sé que todo esto esta siendo muy duro para ti... Incluso más que para mí. Pero creo que todo saldrá bien -no pudo seguir conteneriendose y empieza a llorar- Y... Y-yo creo... Q-que necesitamos e-esto... P-por favor... ¡T-te juro q-que t-todo saldrá b-bien...! S-solo no hagas esto p-por favor... T-te juro q-que me esforzaré para que no nos falte nada...

Ante esta triste escena, Elicia, no pudo negarse ante la petición de su esposo. Lo conocía durante tanto tiempo y tan bien, que el solo hecho de verlo llorar le rompió el corazón, puesto que su marido nunca lo había hecho. Incluso durante la muerte de su madre a manos de unos soldados de un reino rival, el se mantenía firme.

Incluso era tal su fortaleza mental, que durante su exilio, a pesar de verse cabizbajo y apenado, no lloró en ningún momento, ni antes, ni después de tal evento. Por lo que verle llorar sencillamente era inédito para Elicia y un indicio de dar marcha atrás a la idea que le estaba planteando.

Y así pasaban los meses, el vientre de Elicia cada vez crecía más y las necesidades de esta con ello. Elicia empezaba a sentir las primeras patadas del bebé, lo cual llenaba de felicidad a la pareja. Acercándose cada vez más al gran momento del nacimiento.

Hasta que por fin llego el momento del nacimiento de quien sería la más grande bendición para este par de enamorados. Al no contar con nadie que asistiera el parto, Patrick tuvo que ingeniárselas para saber que hacer en tan importante momento, que luego de mucho esfuerzo, por fin terminó. Con el nacimiento de un pequeño niño, que luego de un pequeño debate, llamarían Charles Davison.

Luego de limpiar la habitación, y de secar al niño, Elicia le dio de amamantar por primera vez, al hacerlo, sintió una paz interna sublime. Ya con el niño seco y limpio, pudieron notar mejor sus hermosos rasgos. El pequeño Charles tenía una piel oliva que quizás era común, pero a la vez, era perfecto para el. Sus pocos cabellos eran de un color marrón, mientras que sus pequeños ojos tenían un hermoso color azulado.

Cuando Patrick vio los ojos de su hijo, no pudo evitar recordar a su madre, quien había muerto hace ya unos cuantos años atrás por una enfermedad. Ella también tenía unos hermosos ojos azules, y que a la vez, siempre le trasmitieron un profundo sentimiento de paz en el. Luego de un rato, sus ojos se pusieron cristalinos al haber recordado tantas cosas de su vida, como su madre cuidó de el hasta su último aliento y como siempre le hizo ver el lado bueno de todo.

Patrick agita la cabeza en un intento de suprimir sus ganas de llorar, para luego recostarse junto a su amada Elicia y entrar en un profundo sueño.

Y así pasaron los años, Charles creció y con ello sus ganas de ayudar a su padre en la plantación y cultivo de comida además de un profundo interés por el arte de la guerra. Siendo su padre, el único y gran instructor de eso.

Patrick siempre que le enseñaba a pelear, le recalcaba algo muy importante «Luchar no significa matar a todo lo que se te ponga delante hijo, luchar significa querer proteger a tus seres queridos, proteger a lo que amas. Pero también significa luchar por lo que es justo y castigar a quienes no lo son.», por lo que Charles siempre creció con un sentimiento de justicia enorme.

Cuando Charles tenía once años, ya era un maestro en el manejo de las espadas, escudos, armas blancas y arcos. Además, el arte del cultivo era otra de sus grandes habilidades. Esto enorgullecía a su padre, quien siempre se vio a si mismo en su hijo, y no solo eso, sino que veía a su hijo como alguien mejor que el.

En un día cualquiera, mientras Patrick entrenaba a su hijo, oyó unos sonidos que venían desde algo lejos, pero que al ser un general de guerra bastante experimentado, reconoció inmediatamente. Se trataban de gigantes. No sabía si eran los gigantes de Werendulf o los de Prienan, pero lo que si sabía, es que debían correr inmediatamente de ahí. Por lo que detuvo el entrenamiento con su hijo y corrió a la casa donde se encontraba su mujer.

-¡Vamos a la casa ahora Charles! -grita bastante eufórico Patrick-.

-¿Q-qué pasa padre? ¿Por qué estás tan alterado? -pregunta desconcertado Charles-.

-¡No hay tiempo de explicaciones hijo! ¡Solo corre lo más rápido que puedas maldición!

Luego de un par de minutos, llegan a casa en busca de Elicia.

-¡Elicia deja todo lo que estés haciendo y ven ahora mismo hacía acá!

-¡¿Qué te ocurre Patrick?! ¡¿Qué se supone que esta pasando?! -responde desde el otro lado

de la casa-.

-¡Maldita sea Elicia solo ven ahora! ¡No tenemos tiempo para hablar!

Elicia al escuchar tan alterado a Patrick, va a la entrada y sale inmediatamente de la casa. Ya junto a Patrick y Charles, echan a correr por los prados por al menos una hora. Elicia y Charles exhaustos piden descansar un poco, pero Patrick sencillamente se niega a eso y toma a su mujer en brazos, mientras sigue corriendo con Charles. Hasta que llegaron a la orilla de un lago, Elicia y Charles creían que se detendrían ahí para beber agua, sin embargo, Patrick no detuvo la marcha, hasta que llegaron a una pequeña cueva, en donde por fin se acabaría su maratón.

Patrick toma un respiro, y luego de eso busca un cuenco que había dejado hace años atrás ahí, que con suerte debería seguir ahí a menos que haya sido tomado por algún deambulante. Y escarbando un poco por la tierra lo encuentra -Gracias a los dioses sigue aquí...-. Les dice que irá a buscar un poco de agua y estará de regreso para explicarlo todo, a lo que Elicia y Charles asienten con la cabeza.

Luego de unos diez minutos, Patrick vuelve a la cueva y les da de beber agua en el cuenco. Y a continuación, empieza a explicarles a su mujer y su hijo todo este alboroto.

-Uff... Siento haberlos sacado así de la casa... y de hacerlos correr tanto -suelta una pequeña risita y continúa- Pero realmente no teníamos nada de tiempo.

-¿Pero porqué no papá? No entiendo que era tan grave para que salgas corriendo así de la casa.

-Yo tampoco lo entiendo Patrick, ¿qué era tan grave para salir así de casa?

-Bueno... La razón es muy sencilla -hace una pausa y continúa- Gigantes.

-Oh... Ya veo -musitó Elicia-.

-¿Gigantes? ¿A qué te refieres con eso papá? -pregunta Charles atónito-.

-Hijo, en mis tiempos de guerra, conocí muchos razas de seres vivos y muertos, algunos más peligrosos que otros, pero uno de las razas vivas más fuertes y destructivas. Son los gigantes.

-¿Tan así papá? ¡¿Y qué tan grandes son?! -Pregunta intrigado por lo que escucha-.

-Muy grandes hijo... Si tuviera que hacer una estimación de cuan altos son en promedio... diría que como mínimo miden tres metros y medio.

-¡¿Tres metros y medio?! ¡Fabuloso!

-Si... Fabuloso, y peligroso. Para acabar con uno, necesitábamos de un grupo de al menos 15 soldados experimentados, y muchos de ellos morían en el acto. No es para tomarlo a la ligera hijo.

-Oh... Ya veo papá... Y, ¿Cuándo podremos volver a casa?

-No lo se hijo, el ruido que hacían no era de un solo gigante. Creo que eran un grupo grande de ellos. Quizás... Fueron a atacar al reino de Kedath... -termina cabizbajo-.

-¿Atacarán al reino? Pero... Eso no pasaba desde hace décadas Patrick. ¿Por qué crees que lo harían ahora? -cuestiona Elicia sorprendida de tal suposición-.

-No lo sé querida. En teoría el reino tenía un pacto de paz con ellos. Realmente es una sorpresa. -hace una pausa y continúa- Pero bueno, nos quedaremos acá unas cuantas semanas y volveremos. Esta zona tiene una gran cantidad de recursos, antes pude alimentar a una tropa de 50 soldados, nosotros somos tres, seguramente no habrá problemas.

Y así lo hicieron, pasando dos semanas alimentados de los frutos de las cercanías. Pero ya era hora de volver. Comieron su última comida antes de volver y salieron camino a casa. Fue un trayecto largo, puesto que ahora podían ir relajadamente hacia casa. Por lo que el viaje que tomo dos horas, ahora fueron cuatro.

Cuando llegaron, notaron que el reino estaba en perfecto estado, lo que significaba que habían ganado, pero en cuanto a su hogar, estaba todo destrozado. Al parecer los pasos de los gigantes destruyeron muchas cosas dentro de casa, pero nada que no se pudiera recuperar con algo de tiempo.

Y aunque todo parecía estar en paz, Patrick tenía un presentimiento de que algo andaba mal. Había bastantes indicios para que el pensará eso, entre una de las más evidentes fue que el reino cambió de bandera. Algo que en los trecientos años de su existencia, nunca había pasado.

Otros de los indicios era que los soldados no estaban resguardando la entrada, y la misma estaba completamente cerrada. Cosa que el solo había visto en dos ocasiones, una de ellas fue la guerra contra el reino elfo de Jinshua, y cuando el Rey Octavio pasó el trono al actual rey Augusto, su hijo.

A Patrick, la incertidumbre sobre que estaba aconteciendo en el reino no se le quitaba de la mente -¿Qué es tan importante para hacer eso?-, era una de las tantas preguntas que rondaban en su cabeza.

Pasaron los días, y todo seguía igual, con lo que al final Patrick dejo de darle importancia al reino. Aunque su hijo se había dado cuenta desde hace ya un tiempo que el siempre estaba al pendiente del reino, incluso sabía ya cuando su padre estaba pensando en el, por lo que le llamó la atención que volviera a estarlo y se decidió a preguntarle algo que Patrick siempre quiso evadir.

-Padre... ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Claro hijo, ¿Qué necesitas saber? -responde mientras bebe algo de agua-.

-¿Por qué siempre estás tan pendiente del reino? Se supone que madre y tu se fueron hace mucho de allí, ¿Qué es tan importante para que sigas pendiente a el?

Esto hizo que Patrick se trapicara, al instante, Charles fue en su ayuda para evitar que fuera a ahogarse. Luego de esto, Patrick aprovecha de recuperar algo de aire y, con suerte, evadir la pregunta. Cosa que no consigue puesto a que Charles insiste en saber.

-Bien... Así que llego el día, sabía que en algún momento te surgiría la curiosidad, solo no esperaba que tan pronto... -toma un poco de aire y continúa- Pues... Supongo que no es tan fácil deshacerte de los recuerdos hijo.

-Oh... Ya veo. Pero, si tu recuerdas con tanto cariño... ¿Porqué tu y madre se fueron del rei- -en ese momento, Patrick se pone de pie y le da un freno a las palabras de su hijo-.

-No quiero hablar de eso, Charles.

-Pero padre... Yo... Yo quiero saber porque estamos acá en vez de estar en el reino, siempre me pregunto el porque tu y madre hablan tan bien del reino pero no quieren volver allí.

-Charles... No quiero hablar sobre eso. Ya te lo dije. -Patrick sonaba ya algo irritado-.

-Pero padre... Yo solo quiero saber p-

-¡No! ¡Ya te lo dije maldita sea! No voy a hablar sobre eso. Mejor ve a casa y trae algo de ropa de cambio. Vas a entrenar mucho más.

Asustado por la furia que desprendían las palabras de su padre, este solo asiente con la cabeza y va camino a casa.

Habían pasado ya alrededor de veinte minutos y Charles no volvía, Patrick pensó que el se habría sentido mal por la forma en como le reprendió hace un rato, y haciendo un gran esfuerzo por relajarse y dejar su orgullo atrás, decide volver a casa. Cuando ya iba en la mitad del camino, empieza a escuchar algunos sonidos, los cuales eran sin duda alguna caballos.

Esto llamó demasiado la atención de Patrick, quien empezando a preocuparse, decide apurar el paso y empezar a correr a casa. Lo cual le permite llegar justo a tiempo para ver como una tropa de cerca de treinta soldados destruían su hogar. Y casi al instante ve como su querida esposa Elicia y su hijo a quien asustó hace un rato, estaban siendo rodeados por alrededor de 7 soldados. Furioso ante tal escena, empuña su espada para ir en ayuda de su familia.

Corre en dirección a su hijo y apuñala de forma casi mortal a tres de los soldados. Estos, al ver tal escena, se forman en posición de ataque y batallan contra Patrick. Estos soldados, para fortuna de la familia Davison, eran algo nuevos en el campo, por lo que no tenían tanta experiencia en combate y eso le daba algo de ventaja a Patrick.

Este último, quien de poco en poco era rodeado por los soldados, hizo que Charles en un arranque de adrenalina, se zafe del hostigamiento de los soldados y entra a su casa. Dos soldados van tras el, pero botando algunas sillas y muebles de la casa mientras corría en ella, hizo que estos torpes soldados se tropezarán.

Lo cual le dio el suficiente tiempo para que Charles llegará a la habitación de sus padres y tomará una de las espadas que tenía Patrick en ella. La empuñó y fue en ayuda de sus padres. Sus primeros contrincantes fueron los dos soldados que lo persiguieron. Estos al ver a Charles con la espada no sintieron temor alguno. Creyeron que sería un niño fácil de vencer, nada cercano a la realidad. Charles fue capaz de plantarle cara a ambos y con poco esfuerzo, rebanó las piernas de estos soldados con una fuerza y velocidad abrumadora, para que casi al instante, degollará a ambos soldados, quienes seguramente nunca en su vida llegaron a creer que un simple niño de once años fuese siquiera capaz de algo siquiera similar.

Saliendo de la casa, Charles salta hacía los soldados que tenían a su madre retenida. Blandiendo la espada como el maestro que este es, era capaz de mantener una batalla reñida con siete soldados, quienes iban de a poco cayendo en la batalla. Patrick, quien de lejos miraba de reojo a su hijo, no podía estar más orgulloso de el.

Y cuando Charles estaba por acabar con el último soldado, a lo lejos suena un ruido ensordecedor. Y consigo traía cerca de cuarenta soldados, quienes rodeaban a una persona quien cabalgaba un caballo con armadura de oro. Los soldados corearon una orden y empezaron a dividirse en grupos para apoyar la feroz batalla. Patrick, quien ya había acabado con algunos soldados, al ver la cantidad de soldados que se le acercaban, sencillamente sintió que todo estaba ya acabado. El era capaz de pelear contra diez, incluso quince soldados. Pero ya veinticinco, de los cuales vio algunos que el conoció en su época de general, sabía que ya muchos muchos de ellos serían soldados más que experimentados. Patrick se maldecía a si mismo y ya daba por centado que todo había acabado.

Entrando en combate, Patrick intentaba mantenerse firme y por ratos lo conseguía, pero su cuerpo se estaba agotando. Cuando ya veía que todo estaba perdido, sonó desde lejos una voz que el podría reconocer en cualquier lugar, era Robis Shafat.

-¡Detengan la batalla! -grita con fuerza Robis- Pero neutralicen a todo aquel que no sea del reino.

-Gracias a dios... Alguien con quien podre hablar -dijo Patrick para si mismo-.

-¡Si mi majestad! -respondieron al unísono los soldados-.

Esta última frase despertó nuevamente las alarmas a Patrick, ¿desde cuando se referían los soldados a Robis como su majestad? Algo andaba mal, muy mal.

-Espera... ¿Cómo que majestad? -dijo en voz baja Patrick-.

En eso, Robis se acerca lentamente a la posición de Patrick, para luego de unos segundos, estar frente a frente con el.

-Vaya vaya. ¿Pero a quién tenemos aquí? -toma un segundo para mirar al cielo y continúa- ¡Pero si es el famoso Patrick Davison!

-R-Robis... ¿Qué significa todo esto? -hace una pausa para tomar algo de aire- ¿Qué pasó con el rey Octavio?

-Hey, espera un segundo Patrick. El que hará las preguntas seré yo. ¿O acaso te crees superior al rey de Kedath? -Suelta una carcajada y continúa- ¿Cómo terminaste así amigo?

-Tu sabes bien porque pasó Robis... No quiero recordarlo. -responde con un tono triste en su voz mientras agacha-.

-Jajaja. El asesino del reino. Si, lo recuerdo bien. -luego de eso, se dirige hacia donde esta Charles y Elicia- ¿Y a quién tenemos por aquí? ¡Elicia Sweth! ¡La más hermosa noble que el reino pudo tener! ¿No es así, querida?

-Cállate desgraciado. ¿Por qué mejor no le dices a tus subordinados que nos dejen en paz? -alegó bastante molesta-.

-Jeje... Tu siempre tan ruda eh... -abofetea cruelmente a Elicia, quien cae al piso-.

Al ver y escuchar eso, Patrick y Charles estallan en ira y cada uno intenta ir en ayuda de Elicia, pero los soldados los golpean fuertemente hasta tirarlos al piso. Y viendo esto, Robis continúa con sus humillaciones hacia la familia Davison.

-¿Y este chiquillo rudo quién es? A ver... déjame pensar. -da unas vueltas sobre si mismo mientras dice frases sin mucho sentido- ¡Ya lo sé! Si solo esta el bastardo de Patrick, y la zorra de Elicia, entonces este chiquillo es la suma de ambas basuras, su hijo.

-¡T-Tu! ¡M-Maldito cuando te ponga las manos encima, yo y mi padre de mataremos! -grita Charles enfurecido en el piso-.

-Jajaja... Tienes el mismo humor de tu padre, que divertido. -al instante le da una fuerte patada que hace girar en el piso a Charles, dejandole insconsciente.-.

-¡Hijo! ¡Maldito seas Robis! ¡Qué mierda te he hecho para que nos hagas esto?! -al escuchar esto, Robis vuelve con Patrick-.

-Nacer. Eso hiciste Patrick. Desde tu nacimiento fuiste un trozo de mierda a quien la vida le quiso ayudar, incluso yo quise hacerlo, pero es una lástima que estabas destinado a ser un maldito asesino. ¿No es así?

-Yo... -vuelve a agachar su cabeza de la vergüenza-.

El mayor golpe de moral que puede recibir Patrick es que le recriminen sus presuntos actos de su pasado, aun cuando no fue así, sencillamente hace que Patrick caiga en una profunda tristeza y vergüenza.

-Sabes... Patrick, desde hace un tiempo quise hacer esto. Nunca estuve de acuerdo con la decisión del rey Octavio sobre tu exilio. Un trozo de basura como tu no lo merecía. Y ver que incluso exiliado, tienes una mujer como Elicia y un estúpido hijo, solo me da asco. -dice con un tono sumamente amargo-. Pero... Yo no soy como el rey Octavio, ¿Sabes? Yo soy mucho más práctico y severo. -mira de reojo a Charles, quien seguía tendido en el piso- Y creo que tu mereces un castigo.

Patrick, quien se sentía tan humillado y avergonzado, no podía replicar ante tales alegatos de quien fue su mano derecha por un largo tiempo. Pero este nunca se imaginaría cual sería su castigo.

Robis se acerca al pequeño Charles, le vierte algo de agua en su rostro lo que fuerza su despertar, para luego tomarlo del pelo y recita las siguientes palabras.

-Un pecador como tú, un asesino como tú, no tiene derecho a tener felicidad en su vida. Y creo que matarte no hará que pagues nada de tus actos, ni tampoco matar a Elicia. -hace una pequeña pausa- pero quién pagará tus actos, será tu pequeño hijo.

-¡¿Q-Qué?! ¡No! ¡No le hagas nada! ¡El no tiene nada que ver en esto! Si quieres desmembrarme, hazlo, si quieres usarme como trapo, hazlo. ¡Pero no le hagas nada a mi hijo! -grita desesperado-.

-¡Jaja! ¿Tu realmente crees que eso saciara en algo tu deuda con todo el reino...? ¡Jajaja! Estas realmente loco. Pagarás por toda tu vida el pecado de haber traicionado al reino.

Luego de escuchar eso, Patrick corre a salvar a su hijo, pero antes de que siquiera pueda acercarse, recibe dos flechas. Una en cada pierna, lo cual casi no le permite caminar, ni mucho menos correr.

Por parte de Elicia, ella también intento salvar a su hijo, pero recibió un golpe en su cabeza por parte de un soldado, lo suficientemente fuerte para noquearla en seco. Y así, sin nada que pudiese ayudarles. Patrick vería como su hijo es asesinado en frente de el. Los soldados hacen que este se siente en el piso mientras lo sostenían de los brazos, mientras que Robis arrastraba al pobre Charles en frente de el.

Cuando padre e hijo estaban frente a frente, y ambos llorando sabiendo que sería la última vez que se verían, dejaron de lado su lado fuerte y solo dijeron una frase, que se llevaría Charles a la tumba y por el resto de la vida de Patrick.

-Te amo hijo -dice llorando intensamente-.

-Yo también, papi -dice con los ojos cerrados mientras las lágrimas caían por su joven mejilla-.

Algunos soldados de los que estaban presentes, mayormente los que llegaron a conocer a Patrick, no pudieron evitar sentir pena por ellos. Incluso sintieron ganas de ayudarles, pero eso pondría en peligro sus vidas como las de su familia. Por lo que aun cuando sentían la necesidad humana de socorrer a la familia, sencillamente no podían.

Robis empuño su espada, y con un rápido movimiento, degolló al joven Charles. Su cabeza rodo por el piso hasta llegar a las piernas de su padre, quien no paraba de llorar por lo que estaba viendo. La sangre derramada por el piso mancho los pantalones y el cuerpo sin vida de Charles. Patrick aún no podía creer lo que estaba pasando, deseaba despertar y que todo fuese una cruel pesadilla, pero no fue así, nunca despertó.

Robis luego de tal acto, le ordenó a todos los soldados que se retirasen, quedando a solas con el destruido Patrick, solo para reabrir otra vieja herida, y hacer que Patrick se hunda en la miseria y depresión como nunca antes. Robis se acerca al oido de Patrick para confesarle algo terrible.

-Pobre Patrick. Caíste en mi trampa. Espero hayas disfrutado todos estos años en exilio. El reino de Sefriat y yo estamos muy agradecidos de tu debilidad. Por cierto. El rey Octavio era un pésimo luchador. Hubieras visto como rodó su cabeza por el trono. Casi igual a la de tu hijo.

Al escuchar eso, Patrick abrió totalmente sus ojos, los cuales ya no podían estar más inyectados en sangre. En un solo día vio como toda su vida se desmoronó. Vio caer a sus dos seres amados, y supo la verdad sobre su exilio. Y ahora, ni siquiera puede acudir al reino, ya que Robis se hizo con el poder asesinando al rey y usurpando el trono. Todo estaba perdido.

Cuando Robis se fue, Patrick, con las pocas fuerzas que le quedaban, se levantó y aunque pensó en despertar a Elicia, prefirió no hacerlo. Si ella viera a Charles así, seguramente se querría morir con el, al igual que el lo quiere ahora. Fue a casa y buscó la pala, se fue a las profundidades del bosque y cavó una tumba. Dejando el cuerpo de su difunto hijo dentro de el, y poniendo flores que encontró en ese momento junto a una cruz de madera. Para luego ir con su mujer y caer rendido ante el cansancio.

Mientras estos dos dormían, la ira de los dioses se hizo presente. Haciendo que caigan rayos por doquier y dejando caer una fuerte lluvia junto con fuertes terremotos. Cualquiera pensaría que sería el apocalipsis, pero no. Los dioses vieron todo e impactados por la crueldad mostrada hacia la familia Davison, tomaron una decisión.

Aquel joven Charles, quien creció junto a sus padres y aprendió todo de ellos, sería uno de los nuevos protectores ancestrales del planeta. Este volvería a la vida dentro de unos días, y sería resguardado por el protector ancestral Bill Hunders. Quién le enseñará todo lo que deberá saber para convertirse en un digno protector ancestral elegido por los dioses.

            
            

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