La llama del Caos
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Capítulo 6 La protectora Anais img
Capítulo 7 Tinyo Mizuh img
Capítulo 8 ¿Qué fue eso img
Capítulo 9 ¿Recuerdas nuestra promesa img
Capítulo 10 Mal augurio img
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Capítulo 3 El obsequio divino

Pasaron unos días desde la que se suponía, era trágica muerte de Charles Davison a manos del tirano Robis Shafat. Patrick y Elicia lloraban día y noche, recordando cada imagen de lo acontecido, pero lo que ellos no sabían, era que los dioses le darían a su hijo un obsequio divino, la resurrección.

Aquellos dioses que tomaron tal decisión, bajaron al mundo terrenal en forma de brisa, rescatando el cuerpo degollado del difunto Charles sin dejar el más mínimo rastro de esto, y llevándoselo al mundo espiritual, donde sería recibido por un adulto Bill Hunders, quien formaba parte de los protectores de la tierra.

Llegando al lugar donde estaba Bill, los dioses tomaron su avejentada forma física, posándose frente a Bill, quien, mirándolos con asombro, no entendía el porqué de su regreso. Los dioses pasaron un largo tiempo sin tomar contacto con ninguno de los protectores ancestrales de la tierra, luego de la denominada plaga maligna. Ocurrida hace unos cuantos siglos atrás, cuando el humano recién empezaba a expandirse por el basto mundo.

Los dioses miraron a Bill, sabían perfectamente el porqué de su asombro, pero no tenían la intención de hablar sobre ello, al contrario, solo querían explicar el porqué de su presencia y largarse de aquel lugar al cual ellos no querían volver, aun cuando la nueva generación de protectores no tenía ninguna culpa.

-Hola, joven Bill. -dicen al unísono los seis dioses presentes-.

-H-Hola dioses... ¿Q-Qué los trae por acá? -luego de decir esto, suelta una pequeña risa nerviosa-.

-Nada relacionado con ustedes directamente, joven Bill -respondía uno de los mayores dioses de ahí- Solo... Te tenemos un pequeño regalo, si es que se le puede llamar así.

-¿R-Regalo señor? ¿A qué se refiere con eso? -pregunta Bill aún más confundido-.

Desde atrás, aparece un séptimo dios, quien cargaba consigo el cuerpo de Charles.

-Necesitamos que revivas a este humano. -aquel dios deja en el piso el cuerpo y cabeza de Charles- Además de eso, te harás cargo de el, será tu nuevo discípulo.

-¿N-Nuevo discípulo? -da un vistazo rápido a Charles y continúa- Además... ¿Cómo se supone que deba revivirlo? Acaso no ven que...

-Si, sabemos perfectamente su estado -se pronuncia el menor de los dioses- Joven Bill, ustedes los protectores ancestrales de la tierra, son los únicos capaces de revivir a los humanos -hace una pausa para mirar a Charles- ¿O acaso no sabe que son su propia creación?

-Ah... ¡C-Claro que lo se señor! -responde nervioso- Aunque bueno... Yo no soy exactamente un protector original. Supongo que ustedes lo saben...

-Y por eso le elegimos a usted como su maestro -responde el dios que se encontraba al centro de todos- Usted y este joven vienen del mismo mundo y al parecer, tienen una historia similar.

-¿Historia similar? ¿A qué se refiere con eso señor?

-Este niño, ha vivido una tortuosa vida, y ha sido separado de sus padres de una forma muy cruel -hace una pequeña pausa- Creo que eso es más que evidente.

-Si... Es muy evidente -responde con algo de pena al saber ese pequeño detalle-.

-Bien, nosotros nos retiramos. Muchas gracias por su amabilidad joven Bill. -agradecen la hospitalidad- Oh espera. Una última cosa. Tienes estrictamente prohibido llevarlo al mundo terrenal, y también hacerles saber a sus padres que el estará vivo.

-¿'Qué? ¿Por qué? -cuestiona sorprendido de aquella regla tan... cruel-.

-No tienes por qué saber eso. Solo cúmplelo y ya -responde seriamente el dios que estaba al lado izquierdo del grupo- ¿Entendido?

-S-Si señor... -los dioses asienten en forma de aprobación y se despiden al unísono- A-Adiós... -mira por unos segundos como los dioses vuelven a su forma espiritual y se desvanecen del lugar-.

Luego de la sorpresiva platica con los dioses, Bill se acerca al cuerpo de Charles, y mientras carga en su hombro el cuerpo del mismo, toma su cabeza y se dirige a una gran sala iluminada por llamas blancas. En ella, convoca una pequeña mesa, en donde deja el cuerpo y la cabeza de Charles, alineando ambas partes para luego conjurar unas palabras y unirlas nuevamente en un cuerpo.

Seguido de eso, hace aparecer cientos de librerías, leyendo en cuestión de segundos, cientos y cientos de libros buscando la forma de revivir a ese chico -Seguramente mi maestro debe haber dejado algo por aquí en su momento-, decía Bill para si mismo. Al cabo de unos minutos, allá la forma de revivirlo, y luego de unos cuantos intentos de práctica intentando reanimar a quien sería su cena, ya estaba preparado para revivir a quién sería su primer discípulo.

Haciendo movimientos con las manos y conjurando frases en diferentes idiomas, el cuerpo de Charles se iba levantando y, envuelto por cientos de luces y partículas, iría retomando su color natural, trayendo a quien estaba muerto, de nuevo a la vida. Sin embargo, esto no sería tan sencillo. El cuerpo de Charles había permanecido muerto por mucho tiempo, por lo que le tomaría un tiempo recuperarse.

A sabiendas de esto, Bill toma el cuerpo de Charles, le recita un pequeño canto al oído y lo carga a una de las habitaciones de su templo. Esta canción lo haría dormir por días, evitando así que despierte antes de tiempo y su cuerpo pueda recuperarse completamente.

Y así pasó una semana, en la que cada día Bill iba a visitar a Charles para corroborar que sigue durmiendo, además, le cantaba una pequeña canción que le permitía nutrir el cuerpo de Charles sin hacerlo despertar al intentar hacerle comer de una forma natural. Hasta que llegó el día donde Charles despertó, pero que, por esas coincidencias de la vida, Bill no estaba ahí.

Charles abrió sus ojos, aunque no podía ver mucho, sentía que algo no estaba bien. A medida que su vista se iba adaptando, lograba ver cada vez más detalles. A la vez, Charles de poco en poco iba sintiendo más fuerza y energía, lo cual le permitió levantarse de la cama en donde se encontraba.

Empezó a explorar aquella habitación, una de las cosas que más le llamó la atención fue el fuego blanco, que por encima de todas las joyas y lujos que esa habitación tenía, para el joven Charles no se comparaba en nada con aquel fuego. Una de las cosas de las que Charles se percató, es que aquel fuego no emanaba calor. Incluso introdujo su mano en él y no sintió el más mínimo dolor.

Luego de eso, miro la ventana que se encontraba a la izquierda de su cama. Instantáneamente fue allí con la esperanza de ver el campo de su casa, pero lo que vio, sencillamente lo aterró. La ventana no tenía ningún tipo de paisaje, al ver afuera, todo estaba vacío, no había la más mínima cosa allí afuera.

Eso hizo que Charles recordará todo lo que pasó antes de despertar ahí, como vio a su padre llorando y diciéndole que le amaba, para luego sentir la espada atravesar y consigo rebanar su cuello. Como golpeaban a su madre y como el luchó y luchó, sin tener éxito. Lloró de la pena, no sabía en qué lugar estaba, pero seguramente era la muerte, creía saber que al morir, quedo completamente solo y encerrado en una habitación. Quiso escapar por la puerta, pero al abrirla, vio nuevamente el total vacío.

Y mientras el lloraba al costado de la cama, Bill sintió la presencia del joven despertar, por lo que apuró el ritmo y asesino al ser que amenazaba con asesinar y alimentarse de las almas de todo un pueblo, para luego teletransportarse a su templo. Dentro de él, corrió a la habitación del joven Charles.

Abrió rápidamente la puerta y al ver a Charles llorando desconsoladamente, se le intento acercar, pero no esperaba que Charles se pusiera en una posición de combate mientras tomaba una copa de oro que había ahí y lo intentaba amenazar con él. Mientras sus ojos, los cuales estaban inyectados en sangre y lágrimas, pregunta asustado y exasperado a Bill.

-¡¿Quién eres y porque estoy aquí?! -grita asustado-.

-Eh... Oye niño tranquilo -dice mientras das pequeños pasos- déjame explicarte todo esto.

-¡No te acerques! -Mueve la copa como si fuera una espada- ¡¿Dónde tienes a mis padres?!

-Ah... Sobre eso... Pues yo...

-¡¿Dónde están?! ¡Habla maldita sea! -grita aún más fuerte y enfurecido-.

Viendo la escena, Bill agacha la cabeza y conjura unas cuantas palabras. Esto hace que el cuerpo de Charles se debilite, pero a la vez se tranquiliza.

-¿Ahora estás más calmado niño? -pregunta Bill cabizbajo-.

-¿Q-Qué me hiciste...? ¿Acaso eres un hechicero? -cuestiona Charles que aún calmado no se siente seguro de Bill-.

-Eh... No exactamente... -hace un suspiro y continúa- ¿Me puedes dejar explicarte todo con calma?

Charles, quien seguía inseguro, asiente con la cabeza y empieza a escuchar a Bill.

-Bien... como digo esto para que no suele ridículo. Bien -pausa- Tu fuiste asesinado hace quizás... ¿dos semanas? Pues bien. Los dioses te han dado el regalo de la resurrección, y a la vez fuiste elegido para formar parte de los protectores ancestrales de la tierra.

-¿Dioses? ¿Protectores ancestrales? ¿Qué es todo eso?

-Uh... Bueno -mira al cielo en busca de respuestas- Pues. Somos seres que estamos unos cuantos eslabones por encima de ustedes, aunque bueno, tú ahora estarás a mi nivel supongo. Y bueno, nosotros los protectores estamos encargados de proteger a la tierra de entidades malignas que la amenazan... Y créeme, no son pocas.

-Eh... Disculpe señor, pero... Creo que usted tiene mucha imaginación...

-¿Ah sí? Si todo fuera mi imaginación... ¿Cómo se supone que podría hacer esto...?

En ese mismo instante, un aura dorada los rodea a ambos, casi al punto de dejarles ciegos. Charles sintió una gran presión en su cuerpo y de repente, cae al suelo. Al abrir los ojos, ambos estaban fuera del planeta, rodeados por un cubo delgado que parecía una especie de agua.

Charles quedo boquiabierto por un par de segundos, y luego de volver en sí mismo, no podía entender ni creer lo que estaba viendo. Primero creyó que estaba muerto, pero cuando apareció Bill de la nada, pensó que solo estaba bajo los efectos de alguna droga. Aunque sabía dentro de él que ninguna de las dos cosas explicaría que el estuviera vivo, si es que realmente lo está.

Bill, con su vasta experiencia y al haber vivido algo muy similar cuando el se volvió un discípulo de su maestro luego de lo que había sido su muerte, solo espero unos segundos para que Charles asimilara todo lo que estaba viendo.

Aunque tardó más de lo esperado, Charles realmente estaba muy impactado por todo lo que estaba viviendo, y aún no podía creer del todo que aquello que sus ojos veían, era real. Por lo que Bill dejó de esperar y empezó a explicarle la situación.

-Joven Charles, sé qué esto es muy chocante para ti -da una pequeña sonrisa- Lo sé perfectamente.

-¿D-Dónde estoy s-señor? -tartamudea del impacto-.

-Pues, este es tu planeta. Nuestro planeta -hace una pausa y continúa- Es muy grande, ¿verdad?

-S-Si... es inmenso... -y mientras mira asombrado el planeta tierra, pregunta- ¿Esto es real, señor?

-Completamente.

Charles sencillamente seguía incrédulo ante tal escena, ni siquiera sabía si realmente era la tierra, puesto que nunca estuvo aquí.

-¿Y c-cómo sé que e-eso es v-verdad? -dice temeroso ante la grandeza de la tierra-.

-Sencillo, dime un lugar al que te gustaría ir.

-Bueno... No conozco ningún lugar señor... -dice apenado- Pero... ¿Podríamos ir a mi casa? ¡Podría presentarte a mis padres!

Bill estuvo a punto de hacerlo, hasta que recordó lo que dijeron los dioses. Por lo que, con algo de tristeza, tendrá que decirle que no.

-Lo siento. No podemos ir allí.

-¿Q-Qué? ¡¿Por qué no podemos?! -responde molesto-.

-No está permitido hacerlo -mira con tristeza la cara de molestia de Charles- Yo... Yo no lo tengo permitido.

-¿Quién te prohíbe hacerlo? -se acerca con furia en sus ojos a Bill- ¡¿Quién?!

-Dioses. -dice secamente al ver como se acercaba Charles- Mejor no hagas lo que estás pensando, no tendré ningún trato especial contigo en ese caso.

-¿L-Los dioses? -ríe de forma irónica- ¡Ja! Si claro, no creo que ellos sean tan crueles.

-Lo son. -luego de eso, se le viene una idea a la cabeza que podría permitirles ir- Espera, creo que si podemos ir.

-Jaja. Seguramente tu eres quien no quiere que vea a mis padr- -se detiene en seco al escuchar a Bill- ¡¿De verdad?!

-Si.

-¡Entonces vamos ahora señor! -dice emocionado al saber que volverá a ver sus padres- ¡¿Qué estamos esperando?!

-Claro, pero antes de ir, debes saber algo. -al escuchar eso, Charles mira intrigado a Bill- Tú podrás verlos, pero ellos no a ti. Tampoco podrás tocarlos ni hablarles. Ni siquiera podrás interactuar con las cosas del ambiente.

-¿Qué? ¿Por qué? ¡No entiendo porque haces esto!

-Tengo que cumplir las órdenes de los dioses. Lo siento hijo. -Charles agacha la cabeza y suelta un par de lágrimas- ¿Aceptas las condiciones?

-S-si... Acepto señor.

-Bien. Vamos.

Al hacer eso, el cubo que los rodeaba se empieza a mover casi tan rápido como el sonido. Charles, quien aún no entendía el porqué de las crueles condiciones que dictaron los dioses sobre el, solo pensaba en qué sentido tendría la vida sin sus padres. Mientras que Bill, no necesitaba siquiera usar alguna técnica sobre Charles, entendía perfectamente los sentimientos de Charles, al fin y al cabo, él vivió algo muy similar.

Hace muchos años atrás, en uno de los 12 continentes de aquel era, existían muchas facciones a falta de un sistema político como las monarquías o democracias presentes en otros continentes. Pero había dos facciones que siempre estuvieron en disputas, incluso llegaron a tener pequeñas guerras, era el día a día de estas facciones. La familia de Bill vivía en una de ellas, la llamada Wunderland. Los padres de Bill eran hábiles soldados, y cada vez que había una batalla, ellos luchaban en ellas, siempre sobrevivían, muchos le llamaban la pareja de gatos.

Y como era casi costumbre, un día llegaron al hogar Hunders la orden de presentarse al campo de batalla, pero algo era diferente. lago tan pequeño, pero tan impresionante y peligroso. La facción enemiga, Pidriat, se había aliado con una de las tantas facciones de ese continente, pero que era una de las más poderosas, la facción Cruells. Estas facciones denominaron a su alianza, La luz de la muerte. Unidas formaron un ejército de más de 17.000 soldados en contra de Wunderland, el cual vio como de la noche a la mañana, su enemigo casi triplicó los números de su ahora pequeño ejército de 6.000 soldados.

La facción de Wunderland hizo todo lo que pudo por contener el ataque, mientras los padres de Bill le llevaron con su tía, Tania Quelts, quién tenía en su propiedad un refugio secreto. Ellos al ser soldados experimentados, fueron designados a la primera línea de contención. Dentro del refugio de la tía Quelts, Bill podía escuchar gritos desesperados de mucha gente, sentía mucho calor y escuchaba a la ciudad arder, y viendo esto, su tía le tapo sus oídos con unos corchos de vino junto a unas telas.

Ya habían pasado muchas horas, los gritos y el fuego había cesado. Tania se acercó a Bill y le sacó los corchos de los oídos a Bill. Tania creía que todo había terminado, por lo que iría a ver allí afuera como estaban las cosas. Para luego volver a buscar a Bill. Le pidió que no saliera hasta que ella volviera, y Bill asintió con la cabeza. Pero Tania, nunca volvió.

Bill obedeció a Tania lo qué más pudo, pasando todo un día dentro del refugio, pero sentía mucho frío y tenía mucho miedo, por lo que no pudo aguantar y escapó del refugio. Y no había alcanzado a salir de la zona del refugio, cuando vio a su tía tirada en el suelo, con una flecha ensartada en su cabeza.

Ante tal escena, Bill corrió de allí, asustado y con miedo, buscó a sus padres por todos lados, pero por donde iba, solo veía cadáveres, mucha gente que el conoció estaban entre ellos. Y a las afueras de su pueblo, había muchos más cadáveres, hasta que por fin... Llegó con sus padres. Quienes fueron mutilados en batalla. Bill al ver eso lloró, se sentó junto a sus padres y con su inocencia de niño, quiso despertarlos. Rescato sus brazos e intento ubicarlos en su posición, pero ya era demasiado tarde. Ellos no despertarían nunca más. Y mientras el lloraba, el sonido de un caballo se acercaba, era su verdugo. Quién no titubeo y perforó el pecho del niño, el cual moriría casi poéticamente, junto a sus padres.

Pero para su desgracia, él no podría reunirse con ellos en el cielo. Los dioses aparecieron frente a él y en un acto de lo que ellos llaman, bondad, le dan el obsequio divino de revivir. Aunque a diferencia de Charles, no fue realmente por bondad. Sino que aquello que los dioses llamaron Ezkath, dictamino que el no podía morir aún, porque él estaba destinado a cumplir una importante misión.

Bill siempre recuerda eso, y ese llamado Ezkath parece ser el destino. Él no puede evitar sentir algo de rencor hacía eso, ya que, si no existiera, podría estar ahora en el más allá con sus padres, no podía evitar empatizar con Charles, a el también le hubiera gustado volver con sus padres y no estar cumpliendo algo que ni el sabe que es. Y esto mismo hacía que el empatizara tan bien con Charles, el dolor que ellos sienten es idéntico.

Mientras viajaba, no podía parar de pensar sobre si realmente vale la pena respetar las restricciones de los dioses, porque al menos a él le hubiera gustado tener la opción de no hacerlo. Y de reunirse con aquellos que él amó, que ama y que siempre amará. Pero a la vez sabe que, aunque tenga sus contras, todo esto hizo que el conociera grandes personas. Y de ellas aprender grandes lecciones y quiere creer que podrá hacerle pasar lo mismo a quien ahora es su discípulo, Charles.

Pasado unos minutos, por fin llegaron a su destino, Charles se quedó mirando su hogar destruido. Aun había sangre desde el ataque, y todo se sentía tan... Diferente. Charles ya no sentía esa paz y alegría que lograba percibir antes de morir. Luego de eso, corrió hacia donde el entrenaba siempre con su padre, puesto que, según la posición del sol, el debería estar ahí.

Cuando llego al sitio, seguido muy de cerca por Bill, vio el lugar vacío. Solo había una polera de el, su polera favorita. Estaba muy mojada, como si hubiera sido roseada por agua, en eso se acerca Bill y habla un poco con el.

-Tu padre no ha parado de llorar desde que te fuiste -toma la polera de Charles- Siento mucho no poder permitirte siquiera tomar esto. No es mi intención hacerlo, créeme.

-No entiendo porque son así los dioses... -levanta la cabeza y mira con sus ojos llenos de lágrimas a Bill- ¿Por qué son así?

-No lo sé. A veces me gustaría ser un dios, quizás podría hacer las cosas de otra forma.

-Mi madre... ¿Cómo ha estado mi madre?

-Tu madre... Ella está destrozada. Aun no asimila tu muerte.

En ese momento, Charles echa a llorar y corre hacía su casa, mientras Bill le sigue.

-Señor... ¿Ellos están aquí?

-Si. Están dentro. De todos modos, no intentes usar la perilla, no es necesario.

-¿Y cómo se supone que entre?

-Solo pasa y ya. Imagina que no hay puerta.

Al entrar. Todo estaba tan apagado, los trastes no habían sido limpiados y toda su casa seguía igual, lo único que se podría decir que cambió, es que no estaban los cadáveres de los soldados que él mató. Bill solo se quedó en silencio mientras miraba la escena.

Charles se dirigió a la sala principal, que aun siendo algo pequeña, para ellos era lo suficiente para disfrutar de aquellos momentos de completa paz. Tenía una pequeña esperanza de que ellos pudiesen estar ahí, pero al llegar, estaba totalmente vacío. Así que apenado, va a la habitación de sus padres.

Estando ahí, Charles presenció la tan deprimente escena. Su padre no paraba de llorar, incluso sus nudillos estaban sumamente lastimados, lo cual indicaba que había descargado su ira con golpes. En cuanto a su madre, ella estaba acostada en la cama, en posición fetal.

Se podía notar fácilmente que la habitación no ha sido ordenada, al igual que el resto de la casa. Elicia y Patrick se veían muy delgados, al parecer no habían comido mucho por bastantes días. Las almohadas de ambos estaban muy húmedas, debido al desconsolado llanto que han tenido en esta semana desde la que era, la muerte de su único hijo.

Charles, vigilado por Bill, se acercó a su padre, se puso frente a el y vio los rojos ojos del mismo. Quería darle la mano, decirle que todo estaba bien y que el seguía aquí. Quería volver a entrenar con su padre, comer las deliciosas comidas de su madre y seguir como si nada hubiese pasado. Pero los dioses no querían eso y no podía entender el porqué de eso.

-Lo siento hijo. Se que esto es difícil para ti.

-Yo... Yo quiero volver con ellos...

-No puedes. Lamentablemente no puedes Charles.

Esas simples palabras, quebraron por completo el corazón de Charles, quien sufría al ver a sus padres así y estando delante de ellos, no poder ayudarles a superar todo el sufrimiento que ellos están pasando.

No podía seguir ahí, por lo que se acerca a su padre, y aunque el no pueda saberlo, le da un pequeño beso en la frente y se despide de el, mientras que a su madre le recita en su oído un pequeño trozo de la canción de cuna que ellos le cantaban de niño. Para luego pedirle a su maestro Bill que se fuesen de ahí, a lo que el solo asiente y empiezan su viaje de regreso, y en secreto, hacer un pequeño hechizo para que los padres del niño vayan recuperando sus fuerzas y con suerte, superar esta situación.

-Bien, llegamos. -deshace el cubo de protección- ¿Quieres que te muestre el templo?

-N-No señor... No tengo ganas... -al escuchar eso, Bill da un pequeño suspiro y asiente con la cabeza- Bien, entonces te llevo a tu cuarto. -da un chasquido con sus dedos y Charles ya se encontraba en su habitación-.

Llegando a su habitación, Charles se recostó en la cama y empezó a sollozar. Bill, quien estaba mirando gracias a una de sus tantas habilidades por medio de una esfera de energía, sintió mucha pena por el chico, y la necesidad de ayudarlo en algo, ya que sabía que, si el sufrió al no poder siquiera tener alguna chance de volver con sus padres, el dolor que Charles sentía era aún más grande al no tener ni esa opción entre sus manos.

Teniendo la intención de ayudarle, se va a una de las salas del templo, y con unos cuantos metales preciosos confecciona dos pequeños amuletos. Ambos en el centro contaban con una pequeña roca rosada que al ser puesta en el sol daba un reflejo bastante particular. Este reflejo se adaptaba al portador y le mostraba el rostro de un ser querido que ha perdido. En el caso de Bill, pudo ver a sus padres en él.

El confeccionó el amuleto para que tanto los padres y el mismo Charles pudieran salir de su sufrimiento, por lo que además de darle ese reflejo único a la roca, le dio ciertas características que con suerte les podrían ayudar a sanar las heridas que tenían dentro de sus tan lastimados corazones. Y una de las características más importantes es que a quienes portasen el par de amuletos, sentirían una pequeña conexión. Y aunque a Bill le hubiese gustado hacer que ambos amuletos funcionasen como brújulas para que se pudieran reunir, tuvo que desistir de la idea ya que podría romper las reglas puestas por los dioses.

Con el par de amuletos listos, solo le agregó un pequeño hechizo extra, el cual haría que cuando tenga un portador, grabe el nombre del mismo o si esta emparejado, grabaría el nombre de la pareja junto con algún mensaje con relación a su pérdida. Y con esto listo, hace un corto canto y aparece nuevamente en la casa de la familia Davison. Haciendo uso de su intangibilidad, entra a la casa y dentro de la habitación de Elicia y Patrick, pone sobre una pequeña mesa uno de los amuletos que el creó. Y dando dos pequeños golpes por debajo de la mesa y gracias al anterior hechizo que el puso sobre ellos, llamó la atención de la pareja.

Ellos se levantaron algo desanimados, incluso si no fuera por el hechizo que Bill puso sobre ellos, quizás ni lo hubieran hecho. Al momento de que ambos se acercaron al lugar de donde habían sentido los dos golpecitos de Bill, vieron ese amuleto. Se sorprendieron muchísimo y ambos tomaron el amuleto. Lo observaron por unos segundos y al momento de darle vuelta, vieron cómo se estaba grabando algo, ellos saltaron del susto y lanzaron lejos el amuleto, pero rápidamente lo encontraron y lo tomaron de nuevo. Para poder leer lo que se estuvo grabando.

"No permitan que la muerte sea una razón para caer."

"Este es un regalo divino para ustedes"

"Patrick Davison y Elicia Sweth"

Esto hizo caer en llanto en a ambos. Y mientras ellos lo hacían, Bill era testigo de tan triste escena. Y luego se dio cuenta que cometió un pequeño error, el cual era haber hecho dos amuletos, lo cual significaba que solo uno de ellos podría portarlo, lo cual podría crear discusiones que podrían complicar la ya quebrada relación de la pareja. Por lo que, en un último regalo para ellos, ilumina las manos de Patrick y Elicia Sweth, en la que ellos sostenían el amuleto, y crea un tercer amuleto idéntico al que ellos tenían.

Patrick y Elicia no podían creerlo, parecía un sueño. Haber recibido un regalo de esta forma por lo que ellos creían que eran dioses era, a la par que emocionante, algo cruel. Y mientras lloraban de la emoción, se pusieron sus amuletos en su cuello. Y en ese momento, cada uno se dio cuenta de aquel detalle de la roca que Bill había dejado, viendo la cara de su pequeño hijo. No necesitaron ni siquiera preguntar si estaban viendo lo mismo, sus ojos lo delataban. Y mientras se acercaban a paso lento, con las lágrimas cayendo por sus mejillas, y una triste sonrisa de par en par, abrieron sus brazos para darse uno de los abrazos con más sentimientos que se habían dado nunca mientras agradecían a los dioses que supuestamente habían hecho todo esto por ellos.

Bill, conmovido por la escena, solo soltó una pequeña sonrisa y como ya su último regalo a los padres de quien ahora sería su discípulo, puso orden en todo su hogar, y reconstruyó todas las cosas que estaban rotas. Mientras dentro de si pensaba -Esto es un regalo divino... no lo que hacen ustedes dioses...- y haciendo el mismo canto de hace unos minutos vuelve al templo. Y ya estando en este, se recuesta sobre un pequeño sofá y se recuesta para descansar.

Así pasaron unos días y Charles no quería salir aún de su habitación. Y aunque Bill no podía ni quería dejar que su discípulo se hundiera en la miseria, tampoco quería presionarlo de más. Así que cada día iba a su habitación para dejarle que comer. Pero Charles no comía nada ni bebía una gota de agua, el realmente estaba deprimido. Mientras que sus padres, gracias a la ayuda de Bill, de poco en poco se habían ido reponiendo mentalmente y volviendo a algo cercano de lo que era su vida normal.

Por lo que un día, Bill en vez de llevarle a comer, se sentó al costado de la cama y empezó a hablar con Charles. Al principio no respondía nada, pero paulatinamente fue respondiendo a Bill. Y luego de cerca de tres semanas, Charles ya se encontraba algo mejor.

-Charles, ¿quieres ver que están haciendo tus padres ahora?

-N-No lo sé señor...

-Entiendo, pero, ¿Qué crees qué están haciendo ahora, hijo?

-No lo sé s-señor... Ellos se veían muy tristes. No sé si algún día ellos... Ellos volverán a ser los mismos.

-Uh... Ya veo. Pero sabes, creo que estás subestimando un poco a tus padres.

-¿Q-Qué? ¿Por qué dice eso señor?

-Pues, si quieres puedes verlo por ti mismo. -en ese momento, Bill levanta la mano y de ella sale una pequeña esfera de energía, la que luego de unos segundos, permitiría ver la casa de Charles- Ahí están.

Cuando Charles dirigió su atención a la esfera, pudo ver como sus padres estaban mucho mejor que aquella vez en la que ellos fueron, el no entendía que es lo que había cambiado tanto para que eso fuera posible, incluso empezó a creer que era una farsa de Bill, quien, con su gran intuición, lo supo casi antes que el Charles.

-Si crees que es una farsa, o que te estoy mintiendo, podemos ir allá y lo verás con tus propios ojos.

-Uh... ¿Pero ¿cómo? No entiendo...

-Uhmmm. ¿Acaso no estás feliz de verlos así? -pregunta con un tono de extrañeza, pero de forma divertida-.

-¡Claro que lo estoy! Solo... Solo no entiendo como lo superaron tan rápido... El día que fuimos... Se veían muy tristes.

-Pues, puede que yo haya tenido que ver en eso. -al escuchar eso, Charles lo mira fijamente, y Bill saca de su bolsillo el pequeño amuleto que faltaba para entregar- Y de esta cosita que tengo acá.

-¿Qué es eso señor?

-Un amuleto.

-¿Un amuleto...? ¿Y para qué sería eso?

-Para ayudar a tus padres. -Charles mira con atención a Bill- Sabes, yo no soy alguien desalmado y ver el tan deplorable estado emocional de tus padres realmente me entristeció, y cuando volvimos, vi cuanto te afectó verlos así. -hace una pequeña pausa- Por lo que quise ayudarles, y confeccione tres amuletos, uno para ti y dos para tus padres. -Charles mira muy extrañado a Bill al escucharle esas palabras- No creas que esto tiene algo que los fuerce a estar felices. Solo es un detalle para que ellos siempre te recuerden y tengan la certeza de qué tu estarás siempre con ellos.

-Ya veo... Muchas gracias por eso señor.

-De nada, así qué... ¿Quieres el tuyo? Solo faltas tú y además... Es importante que lo tengas.

-¡C-Claro señor...! ¿Y por qué es importante?

-Porque al momento en que te pongas el amuleto, tus padres podrán sentirte. Y creo que eso los hará muy felices.

-¡¿De verdad?! ¡Deme el amuleto por favor señor!

Charles toma el amuleto y se lo pone en su cuello, al instante, el amuleto graba las mismas palabras de los otros dos amuletos con el único cambio de que ahora solo aparece el nombre de Charles. Mientras que sus padres, sintieron su presencia y eso los emocionó muchísimo. Miraron al cielo y dieron gracias a los dioses por todo esto que les han ayudado, siguiendo con la idea que se le fue dada por el par de amuletos que realmente les regaló Bill Hunders. Con esto, Charles y su familia empezaron a sanar sus heridas y de apoco volver a sus vidas normales, permitiendo a la vez, poder darle por fin paso a sus nuevos destinos.

            
            

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