Capítulo 2 La huida

16 años atrás

La escalera parecía alargarse interminablemente. Llevaban ya un buen tiempo descendiendo pero, si dirigías tu mirada hacia abajo, una horripilante negrura te saludaba y los escalones de húmeda y mohosa piedra continuaban hasta desaparecer en una oscuridad absoluta, la cual ―seguramente― guardaba en ella aún más escalones.

Los pasos de sir James apenas y hacían el menor ruido, lo cual era bastante impresionante si contabas con su gran físico y la pesada armadura que portaba. Quizá el sigilo era algo que había aprendido durante su larga vida como caballero. Se notaba que el hombre estaba tenso, como capitán de la guardia ―y gran duque― su lugar se encontraba ahí arriba. El haber dejado atrás a sus hombres y señor le hacía sentir como un cobarde. No, no solo un cobarde, sino también como la peor excoria existente.

En cada batalla él había estado en el frente, luchando junto a su rey. Ninguno era del tipo de solo planear la estrategia y esperar desde la tranquilidad del palacio el veredicto final que se hubiera obtenido en el confrontamiento. En cada una de las interminables y sangrientas batallas de la guerra de unificación del continente, su rey y él siempre habían sido los primeros de las filas, si debían de morir su sangre se derramaría y mezclaría con la de esos hombres que les habían seguido, poco importaba si su ascendencia era noble o bastarda, en el campo de batalla la sangre corría sin importar la posición social, ahí todos eran iguales, y estaban dispuestos a morir peleando hombro con hombro junto a todos aquellos valientes que habían dejado atrás a su familia, tierras y sobre todo sueños, todo esto por ir en busca de un nueva y más grande ilusión; la ilusión de un mundo diferente.

Y ahora, en esos precisos momentos, no era mejor que las ratas que correteaban por las paredes de piedra fría, huyendo para salvar el pellejo. Pero el rey le había dado una misión, el futuro del imperio ahora estaba en sus manos, literalmente...

Aún se mantenía alerta ―reitero que este parecía ser ya su estado natural― pero la adrenalina que lo había invadido al momento del ataque empezaba a desaparecer, y mientras esta se iba la melancolía hacía acto de presencia. El emperador le había pedido mantener al pequeño sol y la pequeña luna del imperio a salvo hasta que él pudiese reunirse con ellos... pero sir James sabía que ese reencuentro no sucedería. Gorka jamás huiría.

El gran sol del imperio preferiría morir antes que huir ―y también preferiría acabar con su propia vida antes que ser humillado por el enemigo― el gran duque de Parton soltó un hondo suspiro y, con instinto protector, atrajo aún más a su cuerpo el bulto que llevaba en su mano izquierda y siguió descendiendo rápidamente. Con el peso de la espada chocar contra su muslo, se fundió en la oscuridad.

. . .

Eleanor, desde esa profundidad, tuvo la impresión que quizá todo había sido una amarga alucinación. Arriba de ella el palacio estaba en calma. Todos estarían sumergidos en un profundo sueño y el hondo silencio solo sería interrumpido por los pasos de los guardias al cambiar de turno. Ella dormiría plácidamente en la habitación de su padre para hacerle compañía en su prolongado insomnio que le obligaba a pasar largas noches en vela. Gorka tomaría vino barato en un sencillo vaso de cristal ―que era un recordatorio de sus días de batalla―, se sentaría al borde de la cama y esperaría al amanecer para ir a entrenar y posteriormente desayunar con sus críos. Pero ese día el amanecer no había llegado.

Eleanor miró sobre el hombro de sir James y la realidad la golpeó. Despertó de su ensoñación como si agua helada le hubiese caído encima.

No, lamentablemente eso no era un sueño. Un par de metros por detrás de ellos una mujer bajita y rechoncha jadeaba y hacía esfuerzos por mantenerles el paso mientras sujetaba una antorcha con fuerza y, con la otra mano, halaba a un infante unos pocos años mayor que Eleanor, tres para ser exactos.

Los zapatos del pequeño derraparon en los escalones de la fría ―y mohosa― piedra de las catacumbas, llevándolo a caer y pelarse las rodillas. No tuvo tiempo de pensar en el dolor de la caída ya que el miedo y el hecho de que estaba siendo arrastrado se lo impedían. Los blancos cabellos del pequeño caían sobre su frente, chorreantes de sudor por su apresurada huida, a pesar de que los cabellos de la joven Eleanor eran negros ambos niños compartían una piel tan blanca que no sería una metáfora compararla con el color de la porcelana. Pero la blancura de su piel no era su única similitud, en los oscuros ojos de ambos el miedo e incertidumbre gobernaban y sus bellos rostros hacían esfuerzos por no ponerse a llorar.

― Jullie ―un tierno y casi inaudible susurro brotó de los labios de Eleanor e hizo al niño levantar la cabeza, el temor encontrado en sus ojos le confirmó a que todo era real.

No, no estaba teniendo una pesadilla.

No, su padre no la despertaría y cargaría en brazos.

No, Julen no la abrazaría para que volviera a dormir.

Sí, arriba suyo el palacio ardía.

Eleanor extendió su mano hacía él y el príncipe Julen se soltó del agarre de la niñera y apresuró el paso para corresponderle. Era prácticamente imposible que un niño de nueve años alcanzara a Sir James, a pesar de eso se irguió en toda su altura hasta que sus dedos rozaron los de su hermana. Su garganta estaba seca, su cuerpo tembloroso y a duras pensa contenía el impulso de ponerse a llorar, a pesar de eso él le susurró:

― No tengas miedo, Ellie. Yo estoy aquí; yo te protegeré.

. . .

Por un tiempo el único sonido audible era el corretear de las ratas y el jadear de la niñera.

Después de lo que parecía ser una eternidad, llegaron al final de la infernal escalera y, en ese momento, el silencio absoluto los invadió.

Un silencio que el gran duque conocía a la perfección.

El silencio mortal que un depredador concedía a sus presas antes de destazarlas.

No se equivocó. Antes de poder desenvainar su espada, ya se encontraban rodeados.

. . .

Ese día, durante la rebelión del sol, el tirano Gorka y el príncipe Julen perdieron la vida.

            
            

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