Lazos de Sangre
img img Lazos de Sangre img Capítulo 5 Cuarto Capítulo
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Capítulo 6 Quinto Capítulo img
Capítulo 7 Sexto Capítulo img
Capítulo 8 Séptimo Capítulo img
Capítulo 9 Octavo Capítulo img
Capítulo 10 Noveno Capítulo img
Capítulo 11 Décimo Capítulo img
Capítulo 12 Onceno Capítulo img
Capítulo 13 Doceavo Capítulo img
Capítulo 14 Decimotercer img
Capítulo 15 Decimocuarto Capítulo img
Capítulo 16 Decimoquinto Capítulo img
Capítulo 17 Decimosexto Capítulo img
Capítulo 18 Decimoséptimo Capítulo img
Capítulo 19 Decimoctavo Capítulo img
Capítulo 20 Decimonoveno Capítulo img
Capítulo 21 Vigésimo Capítulo img
Capítulo 22 Vigésimo Primer Capítulo img
Capítulo 23 Vigésimo Segundo Capítulo img
Capítulo 24 Vigésimo Tercer Capítulo img
Capítulo 25 Vigésimo Cuarto Capítulo img
Capítulo 26 Vigésimo Quinto Capítulo img
Capítulo 27 Vigésimo Sexto Capítulo img
Capítulo 28 Vigésimo Séptimo Capítulo img
Capítulo 29 Vigésimo Octavo Capítulo img
Capítulo 30 Vigésimo Noveno Capítulo img
Capítulo 31 Trigésimo Capítulo img
Capítulo 32 Trigésimo Primer Capítulo img
Capítulo 33 Trigésimo Segundo Capítulo img
Capítulo 34 Trigésimo Tercer Capítulo img
Capítulo 35 Trigésimo Cuarto Capítulo img
Capítulo 36 Trigésimo Quinto Capítulo img
Capítulo 37 Trigésimo Sexto Capítulo img
Capítulo 38 Trigésimo Séptimo Capítulo img
Capítulo 39 Trigésimo Octavo Capítulo img
Capítulo 40 Trigésimo Noveno Capítulo img
Capítulo 41 Cuadragésimo Capítulo img
Capítulo 42 Cuadragésimo Primer Capítulo img
Capítulo 43 Cuadragésimo segundo capítulo img
Capítulo 44 Cuadragésimo Tercer Capítulo img
Capítulo 45 Cuadragésimo Cuarto Capítulo img
Capítulo 46 Cuadragésimo Quinto Capítulo img
Capítulo 47 Cuadragésimo Sexto Capítulo img
Capítulo 48 Cuadragésimo Séptimo Capítulo img
Capítulo 49 Cuadragésimo Octavo Capítulo img
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Capítulo 5 Cuarto Capítulo

-Me niego, llevaré la investigación desde aquí -sanjé con fiereza.

-No está en su potestad negarse señorita Sallow -aunque hablaba con suma calma y voz pausada, su tono agudo y áspero demostraba que no estaba feliz por mis impertinencias -. ¿Tiene acaso miedo? Porque me resultaría difícil de creer, es usted igual o más peligrosa que ellos.

-No es miedo, pero sabe que detesto a esas criaturas, convivir rodeada de ellos no me hace la menor gracia -argumenté buscando más razones por las cuales no ir, aunque solamente tenía esta.

-Lo sabemos, tampoco nos hubiese gustado tomar esta medida, pero así será -se puso de pie y colocó ambas manos tras su espalda -. La Corte le asignó un guía y compañero mientras esté allá, le será de gran ayuda en su investigación. Requerimos un reporte quincenal mientras esté allá -iba a refutar pero elevó una mano haciéndome callar -. La reunión termina, aquí, mañana a primera hora de la mañana en la salida de Amery será escoltada a través de Slorach hasta las murallas de Edevane. Puede marcharse.

Apreté los puños y mordí mi lengua para no decir nada más. Entonces di la vuelta y salí dando largos pasos fuera de aquel lugar. Caminé con rapidez descargando así todo la adrenalina producida por la furia.

Porque sí, la solo idea de ir allá me enfurecía, yo odiaba los vampiros, quizás eran gajes del oficio, o consecuencias de mi pasado. No quería sentir ese rencor hacia ellos, sabía que era insano y me destruiría, pero aún así no era fácil para mí contenerlo. Tampoco la culpa de saber que tomé la vida de tantos de ellos, pero sobre todo, el temor, porque estaría prácticamente indefensa en sus territorios y si de alguna manera ellos descubrían quien era yo realmente, entonces no tendría oportunidad de salir de allá con vida. Y morir, a manos de vampiros, era una experiencia que no quería probar.

Sin darme cuenta, mis pies me habían llevado solos hacia mi hogar, porque mi mente venía sumida en nudos de pensamientos. En este corto período de tiempo en que conviví en armonía con las demás personas, en el que fuí una simple profesora universitaria, me había sentido más mundana que nunca, con sentimos reales, incluyendo el miedo, era feliz de sentir miedo por retorcido que eso pareciera, porque me dí cuando que es la emoción más mortal, la más común y eso me hacía humana.

Dentro del departamento me quedo mirando fijamente un punto en la pared, hasta que me dispongo a recoger algunas de mis cosas. Tomo dos amplios bolsos y empaco la mayoría de mi ropa. Puesto a que no sabía cuánto tiempo tardaría la investigación, no podía marcharme escasa de vestimenta. Cuando tengo todo listo, mi vista viaja inconscientemente hacia el lugar donde reposan escondidos mis antiguos artilugios de combate. Sin embargo niego y desvió la mirada.

-Concéntrate Haddasah -me hablé observando mi reflejo en el espejo de en la habitación -. No serás de nuevo una asesina, no matarás por el beneficio de otros. Solo serás la investigadora del Consejo, resolverás ese caso lo antes posible para regresar a casa y poder continuar con tu vida.

La convicción que desprendía mi mirada me llenó de valor, a veces solo necesitaba mirar mi reflejo para saber quién era en realidad, para saber que era una persona y no un alma errante. Parecía una total locura, pero nosotros mismos somos nuestro lugar más seguro.

La noche llegó otra vez, mientras preparaba la cena siento dos suaves golpes en la puerta, me extrañó que alguien viniera a visitarme, pues no soy de establecer relaciones con las personas. Dejo a un lado el cuchillo con el que cortaba los vegetales, me quito el delantal y camino a la puerta.

Observo por la mirilla de la puerta encontrándome con un rostro conocido. Extrañada por su visita la abro haciéndome a un lado para que pase.

-¿Qué te trae por aquí? -pregunté cruzándome de brazos.

-Creo que necesitamos conversar nuevamente profesora -pidió la chica de cabellos rubios. Al igual que ayer lleva un pañuelo oscuro alrededor del cuello y siento una rabia inmensa en mi interior.

-Si vienes nuevamente a pedirme que te conceda ser una de las elegidas del programa de Intercambios, la respuesta se mantiene.

-Por favor, se lo pido -parecía que comenzaría a llorar en cualquier momento -. Usted no lo entendería pero mis sentimientos son profundamente reales, jamás sentí algo así por nadie.

-No dudo de tus sentimientos, pero los de él no parecen ser reales. ¿Qué necesitas para entender que a sus ojos solo eres una presa fácil? -espeté duramente, mis palabras parecían herirla pero mi objetivo era hacerla comprender y despertar de esa frágil burbuja, en la que se encontraba sumida -. Es imposible para las dos razas que exista algún sentimiento amoroso.

-No lo es -negó fervientemente -. Yo se lo aseguro, lo he vivido en carne propia, es algo inimaginable, darle mi sangre es lo mínimo que haría por él, sería capaz de cualquier cosa. Este sentimiento es indescriptible.

-Solo es la pasión del momento. Te atrae su físico y a él tu sangre, nada más. Ahora por favor no sigas insistiendo -suspiré agotada -. Yo ya no seré la encargada de la elección de este año.

-¿Por qué no? -arrugó el entrecejo.

-Tengo otros asuntos de los que ocuparme, dejaré la universidad por un tiempo. Así que por favor es mejor que te marches, es tarde.

Abrí la puerta para ella y le indiqué que se marchara, lo hizo pero no sin antes dedicarme una mirada cargada de rencor. Obvié el asunto y me dispuse a terminar de preparar la cena, puesto a que ya se había hecho bastante tarde. Para cuando había terminado ya no tenía la más mínima hambre, pero a pesar de ello traté de comer un poco.

Me encontraba ya sobre mi cama, el agotamiento era mayor que cualquier otro sentimiento de negativo, así que caer fácilmente en el sueño no había resultado un problema. Para cuando la mañana llegó yo ya había despertado, el sol aún no salía pero era la hora adecuada para marcharme sin que hubiesen ojos curiosos en los alrededores.

Llegué a la salida de Amery cinco horas después de viaje, una especie de camioneta destartalada me había esperado a la salida de mi casa, con órdenes expresas de dejarme en las áreas fronterizas. Mientras más nos alejábamos de las zonas pobladas, más densa se volvía la arboleda, hasta que llegamos a aquel cartel que con letras rojas anunciaba el final del territorio humano y el incio de Slorach: bosque espeso que dividía ambos territorios.

-Hasta aquí llegamos -explicó el conductor deteniendo el artilugio que luego de frenar emitió un sonido quejumbroso y humeó con un olor desagradable -. De aquí en adelante solo usted está autorizada a pasar.

-Entiendo -me eché ambos bolsos a los hombros y me bajé.

-El camino dentro del bosque es de cuarto kilómetros y medio, todo recto. A menos de medio kilómetro de llegar podrá distinguir la muralla que rodea la ciudad.

-¿Cómo podré ingresar a una ciudad amurallada? Ni siquiera me dieron algún documento que me acredite como la enviada del Consejo -expliqué con obviedad.

-No será necesario, habrá alguien esperándola en la entrada, solo debe identificarse y mostrar su credencial como miembro del Consejo -contestó poniendo en marcha el automóvil que ronroneo un par de veces antes de finalmente echar a andar.

                         

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