Luego de dos cócteles más, Valery comienza a sentirse más desinhibida; sube con ayuda de Susana y el bartender a bailar sobre la barra. Los hombres y algunas mujeres la observan. Sus movimientos son preciosos y muy seductores. Desde pequeña asistió a clases de ballet. Ese era su hobbie y su mejor antiestrés.
De pronto, un hombre de algunos treinta años, se acerca a la barra, saca un billete de 100$ y lo coloca en la bragueta del pantalón que ella lleva ceñido a sus caderas.
Mira a aquel apuesto hombre sonriéndole , y toma el billete en sus manos, cuando ve su alta denominación. Baila con más pasión alzando como una bandera el billete.
Amín está algo irritado al ver como Valery muestra interés por aquel tipo.Termina la canción y ella le pide desde arriba a Amin que la ayude a bajar. Aunque sigue algo molesto, la ayuda, nunca podría negarle algo. Ella se sienta a su lado y bebe el cóctel a base de Vodka.
Susana le pide acompañarla al baño. Cuando se abre paso entre la gente, siente una mano sujetarla por el antebrazo. Se vira para ver quien la tiene agarrada. Levanta la vista y es el hombre del billete.
Se regresa hacia donde está él, Susana voltea para pedirle que se apure, pero esta le hace un gesto con la mano para que siga hasta el baño.
Susana mueve la cabeza de lado a lado, en desacuerdo con la actitud de su compañera.
–Hola preciosa bailarina, ¿cómo te llamas?– le pregunta.
–Valery– dice ella emocionada por el efecto de los cócteles que bebió.
–Yo soy Arturo, te gustaría acompañarme a mí, y a mi amigo.
Ella asiente con la cabeza. Se sienta junto a aquel par de extraños.
Cuando Susana sale del baño de damas, pasa por el lugar donde dejó a su amiga, y la ve sentada en aquel sofá con aquellos hombres. Le hace seña con la cabeza para que vaya con ella donde está Amín esperándolas.
Pero Valery, le hace señas de que siga, que ella va luego.
La noche continua entre alcohol y algunos acompañantes alucinógenos. Amín no puede entender porque su amiga se comporta de esa manera.
–Vamonos Susana, ya son casi las tres de la madrugada.
–¿Y Valery?– pregunta preocupada.
–¡Qué se vaya con sus nuevos panas!
–¿Es en serio Amín? No podemos irnos y dejarla con esos tipos. Voy a buscarla.
Cuando va hasta allá, su amiga no está. Mira a la pista y su compañera está bailando de forma muy sensual con aquellos hombres, quienes aprovechan su embriaguez para tocarla y acariciarla. Ella se ve muy aletargada. Susana se acerca y la toma del brazo, mientras le dice al oido:
–Vamos Vale, Amín quiere irse y no piensa esperar por ti.
–Pues que se vaya, yo me estoy divirtiendo.
–Es en serio Vale, vamos, estos tipos están aprovechando para meterte mano.
Valery se resiste al comienzo pero termina accediendo. Se despide de Arturo y camina hacia la entrada. Este la alcanza y le entrega su tarjeta para que lo contacte.
Ella toma la tarjeta y la guarda en el bolsillo de su jeans.
Cuando subió al auto, Amín estaba sumamente irritado con ella.
–¿Te ibas a ir sin mí, mi amor?– dice abrazando por el cuello a su amigo.
–Ya déjame Valery– le dice apartándose de ella.
–¡Uff! Esta bien molesto– le comenta a Susana que está sentada en el asiento de atrás.
Amín enciende el motor del carro; lleva a Susana hasta su casa:
–Chao chicos, nos vemos mañana– se baja del auto y entra a su casa.
Amín espera que entre para luego volver a su apartamento y dejar a Valery.
–¡Detente cielo! tengo ganas de vomitar– dice tosiendo y sacando la cabeza por la ventanilla.
Él se detiene bruscamente. Ella se balancea hacia adelante casi golpeándose con el vidrio delantero.
Abre la puerta y comienza a vomitar. Amin la mira con enojo. Segundos después, ella limpia su boca con su antebrazo, levanta su camisa y termina de retirar los restos de líquido que salpicó su pecho.
Él no puede evitar contemplar sus senos. Ella siempre ha sido su amor secreto, desde que llegó un año atrás a la ciudad y se mudó con su novio en él apartamento de al lado de Amín.
Cuando llegaron, él la ayudó a bajar del auto. La tomó por la cintura, ella se apoyó en su hombro y subieron hasta el segundo piso.
Se detuvo frente al apartamento de ella. Ella sacó la llave de la cartera para abrir la puerta, mas no lograba coordinar sus movimientos. Él tomó la llave, abrió la puerta y la ayudó a entrar.
–¿Te dejó aquí o quieres que te lleve a tu habitación?– preguntó él, ya un tanto más calmado.
–Por fis, llévame a mi camita.
Él la tomó nuevamente por la cintura y ella se aferró a su brazo. Caminaron hasta la habitación. Ella se puso de frente a él para sentarse y se aguantó de su cuello. Él se inclinó un poco para ayudarla a sentarse. Pero ella se fue hacia atrás, haciendo que él cayera encima de ella.
Ella lo miró fijamente y soltó uma carcajada. Estaba tan ebria, que Amin volvió a sentirse molesto.
Él aún estaba sobre ella e intentó levantarse, ella lo haló por el cuello de la camisa y lo hizo caer nuevamente encima de su cuerpo. Lo miró, levantó la cabeza y lo besó. Amin soñaba con aquel momento, y no pudo evitar responder a sus besos y caricias.
Ella comenzó a desabotonarle la camisa, él se levantó y la halo para que se sentará. Ella levantó sus brazos y miró su pecho. Él la ayudó a quitarse la camisa. Vio sus senos como había soñado verlos ante él, provocativos y deliciosamente dispuestos para su boca. Volvió a recortarla sobre la cama. Besaba su cuello, su pecho; se detuvo en sus senos. Mientras acariciaba uno con su mano, con la lengua redondeada su pezón.
Ella comenzó a gemir, colocó sus manos sobre su cabeza, mientras arqueaba su cuerpo para poder sentir plenamente los labios, la lengua y hasta sus dientes, erizándole cada centímetro de piel.
En algún momento él pensó detenerse, ella estaba ebria y no quería que creyera que se aprovechó de su debilidad.
Pero ella se ofreció a él, como un manjar y él no dudo en saborearla por completo. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, Amin se movía dentro de ella con fuerza y excitación.
Lo tomó por los hombres para apartarlo de su cuerpo, pero él puso toda su fuerza, la apretó contra el colchón y se movió con mayor rapidez hasta lograr eyacular.
Valery sabía que en cierta forma ella había provocado aquella situación. Él quedó exhausto. Ella se levantó, camino hasta el baño. Él la escuchó vomitar. Luego oyó la regadera. Pensó que sería lógico bañarse con ella.
Sintió que abrían la puerta corrediza y volteó, él entró y comenzó a acariciarla. Ella detuvo sus manos, con un gesto de incomodidad. Salió de la ducha
Era lógico que todo ocurrió por unos tragos demás. Se lavó sus genitales. Tomó la yoslla y salió del baño.
Camino hasta el cuarto. Ella estaba desnuda sobre la cama. Él tomó si ropa y se vistió. Ella no habló durante esos minutos.
Cuando ya estaba por salir de la habitación, le dijo:
–Cierra bien la puerta cuando salgas. Ah, fue buena la cojida, pero no volverá a pasar.
Amín la miró decepcionado:
–No te preocupes, eso imaginé.
Salió de la habitación, camino hasta la entrada, abrió, pasó el seguro, salió y cerró la puerta.
Ella se quedó pensativa, la mirada de Amín la hizo sentir cruel. Siempre supo que aquel chico la miraba diferente al resto de los hombres con los que anduvo. Pero había sufrido tantas decepciones, que no quería volver a sentir algo por ningún otro.
Él abrió la puerta de su apartamento. Tomó un vaso con agua, estaba sediento y se sirvió un segundo vaso. Había estado con Valery, no podía creerlo, su sueño hecho realidad. Aunque no volviera a tocarla, ni besarla, había tenido el privilegio de sentirla como tantas veces lo imaginó.