Capítulo 4 La última es-cena

Daniel entra en el App donde siempre acostumbra a divertirse viendo imágenes de mujeres sexualmente vestidas y desvestidas. Esa tarde por fin podrá tener un chat con una de ellas.

Durante los primeros minutos logra ver a aquella mujer tocarse los senos, las entrepiernas, pero ella no deja ver su rostro. Eso pudiera considerarse aún más perverso para él.

Pero suele ser bastante ansioso:

Escribe... "muéstrame tu rostro mamita"

Ella le responde moviendo su dedo en respuesta negativa. Lo único que logra ver es el tatuaje que atraviesa su pélvis, con la frase escrita en letra cursiva:

Alicia en el país de las maravillas

Sus conversaciones se va tornando cada vez más intensas y excitantes. Para él, es muy estimulante usar ese tipo de comunicación virtual, así no despertará sospechas en su mujer.

Por un par de horas y durante una semana se reúne con su chica de cuentos sexuales. Mas de cinco visitas por días al portal: La mansión roja: "una alternativa para tus encuentros virtuales" es el slogan.

Daniel concerta una cita con ella, la sensual Alicia. Le pide verse en uno de los moteles que queda a las afueras de la ciudad. El pago es de considerar. Lo que ganará en una tres citas, puede obtenerlo en menor tiempo.

Alicia acepta. El pago se hará al momento de encontrarse. Ella debe ser astuta en eso. Ya más de uno ha querido dárselo de vivo y luego ella será quien pagué las consecuencias.

Entra a la habitación. Él hombre la espera, decide cambiar de hotel porque no le agrada aquel lugar, es simple y poco creativo. Ella concuerda en ello. Salen de la habitación. Suben al auto. A pocos kilómetros está un hotel más refinado.

Él paga con algunos dólares y ella se asombra de ello. Habrá buena propina piensa. Mentalmente ya ha pensado lo que hará para satisfacer a su cliente.

Entran a la habitación 103. Ella se desviste, él entra al baño. Tarda unos minutos y sale.

Ella está acostada, sensuslmente vestida con su traje de Alicia. Usa peluca rubia, una pantie azul tipo hilo, sumamente pequeña, con una especie de faralao blanco que se amarra en su cuello y cae sobre su pelvis como una especie de delantal. Medias blancas hasta las rodillas y tacones altos negros, patentes. No puede faltar la cinta con el lazo azul sujetando su cabello.

El hombre comienza a acariciarla con sus dedos y manos. La observa fijamente con morbosidad extrema. Saca de su bolsillo uma hoja y se la da, ella deberá interpretar el papel de Alicia y él, será el conejo blanco:

– ¿CUÁNTO TIEMPO ES PARA SIEMPRE?"– pregunta ella.

El conejo blanco contesta:

–A VECES, SOLO UN SEGUNDO... que poco tiempo dura la vida eterna por el túnel de tus piernas– responde él, mientras se mete entre sus piernas y hace a un lado la pequeña pantie para saborear su sexo.

Todo va como es habitual, seguir el juego, satisfacer al cliente fingiendo excitación y orgasmo.

Cuando ella está de espaldas a él, Daniel desata el lazo que lleva sujetando la peluca rubia.

–Déjame ver el color de tu cabello y tu rostro perfectamente– le pide.

La voltea de frente a él, la mira, sonríe. Ella lo seduce, mordiendo sus labios y mostrando su lengua. Él toma la cinta, la dobla a la mitad y la toma por ambos extremos la ata a su cuello.

"Es interesante su juego" piensa ella. Él la voltea hacia la cama, la conduce hasta allí. Ella coloca ambas manos en la orilla de la cama, levanta sus caderas. Él toma la cinta y lla hala. Ella mueve sus caderas de lado a lado para provocarlo. Pero él sólo va enredando las cintas en sus manos y provocando mayor tensión, en su cuello, ella intenta meter sus manos para poder respirar pero nota que él la sostiene con mayor violencia.

–¡Suéltame!– le pide con la voz entrecortada.

Pero él la aprieta cada vez más fuerte. Desesperada busca safarse, no logra soltarse. Su fuerza es menor y ya no logra respirar bien. Pronto siente que se desvanece. Y cae al piso. Él continúa tensando hasta ver su rostro morado.

Sale sigilosamente aprovechando que es de madrugada. Sólo el encargado del hotel está entretenido viendo la pelea de WWE.