Todos en el restaurante miraban hacia nosotros. Y el magnético señor Santorini seguía sentado relajadamente frente a todos.
Ahora miraba la carta, como esperando que todos obedecieramos sus mandatos.
- ¿Por qué sigues aquí Cameron?, Ya dejaste a tu hermana conmigo, no veo que te detiene de largarte de mi presencia.- madre mía, que tensión. Y todo eso lo decía hojeando la carta.
- Voy a llamarte esta noche Melly, quiero que hablemos.- dijo Cameron y no me dió tiempo ni a asentir cuando Marcelo le contestó...
- No te molestes en llamarla, está noche estará conmigo, y todas las demás también.- joder, que miedo daba ahora mismo.
Hablaba con una serenidad increíble.
- ¿Por qué siento que tienes cierto poder sobre Melody?- le dijo Cam a Marcelo.
- Porque lo tengo. La pregunta es... ¿Que quieres tú de ella? - Xenia me miraba como preguntándome con la vista, de que iba todo aquello.
Su novio discutía con mi ex novio como si yo fuese su novia y no mi amiga.
- Cameron, hablaremos otro día,¿Vale?, Y en cuanto al señor Santorini, es un acuerdo laboral que tenemos, lo que nos une. - concluí sentandome en mi silla, de los nervios, las piernas me temblaban y ya no podría soportar más está situación.
Ahora sí me había ganado una mirada de Santorini.
- Te dejo con mis dos mujeres favoritas, Marcelo. Cuídalas - seguía Cameron, y no de porque lo hacía.
- Melody no es nada tuyo, y mucho menos favorita, sino ella no estaría aquí conmigo, ahora. Sino que seguirá siendo tu novia. Así que lárgate de una vez, que me cortas la vista.- por algún milagro del señor, después de miradas suplicantes mías, Xenia decide intervenir y le dice a su hermano...
- Vete ya Cam, que yo me quedo con mi chico y mi amiga. Tenemos que ponernos al día.
Por suerte, mientras la fiera que tenía sentada al lado le hacía una seña al mesero, mi ex decidió irse, no sin antes inclinarse hasta mí y tomando mi barbilla besó mi mejilla muy cerca de mis labios.
- Te quiero de vuelta Melody, y voy a tenerte - sin entender la reacción de Cameron veo como Marcelo se levanta perdiendo los papeles, Xenia pone una mano en su antebrazo y le ruega a su hermano con la vista que se vaya. Este se da la vuelta sonriente, me guiña un ojo, y yo solo quiero que la tierra me trague.
- Joder, Marcelo, por qué dejas que te provoque. Nunca le haces caso, ¿Que te pasa hoy? - le reclamaba mi amiga y yo me sentía tan inmiscuida entre los dos que casi me levanto para ir al baño, cuando lo escucho decir...
- Con ella no, Xenia, con ella si que no voy a mantener la fachada.
¿Cuál fachada?
¿Cuál ella?
¿Cuál todo?
No entendía nada de lo que estaba pasando aquí.
- ¿Estáis follando? - preguntó Xenia, señalando con un dedo entre los dos.
El mesero, trajo lo que sea que Marcelo haya ordenado y yo negué con mi cabeza mirando a mi amiga.
Dios, que mal momento.
- Xenia, solo estoy trabajando con tu novio, es por algo de mi tesis, nada más. Lo juro - le dije bajito, tratando de sonar convincente, a fin de cuentas no podía ver la humedad que había entre mis piernas de solo sentirme observada por él.
- Tranquila Melly, el y yo no somos nada. Solo amigos.- ahora entendía menos.
- Vete Xenia, tienes dos horas para volver a mi empresa, no quiero más líos con el imbécil de tu hermano, al menos por ahora- dijo esto último mirándome a los labios.
- No te tragues a mi amiga... Lobo.
Dándole un beso en la mejilla a Marcelo, ella se acomodó su bolso en el hombro y vino hasta mí, me dió un cálido abrazo y susurró en mi oído - Cuidate mucho, Melly. Tenle paciencia.
La miré extrañada y justo cuando se iba, se nos acercó un hombre de unos cincuenta años y dándole un saludo típico masculino, a Santorini, me ofreció la mano a mi también, y después de un mucho gusto besó los labios de mi amiga, dejándome completamente alusinada.
La sonrisa de Marcelo, llenaba su boca nuevamente mientras me observaba recostado con descaro sobre su silla y Xenia y su... Otro novio se iban.
- Sin preguntas Melody, ahora come. - ordenó como si tuviera todo el derecho a hacerlo.
Aquella situación me superaba, estar frente a él, obedeciendo sus órdenes y sintiéndome observada constantemente, me iba a provocar un colapso nervioso.
Era demasiado magnético estar a su lado, no se si era su expresión de poder en todo lo que hacía, o el sentirme la presa de un hombre que aparentaba ser una causa suicida, la que me impedía terminar de aceptar, estar con el todo este tiempo como si nada. Cómo si el no pareciera un depredador peligroso y yo su frágil objeto de caza.
- Lo siento, debo ir al baño.
Salí casi corriendo de allí, ni siquiera sabía cuál era el baño, por el camino le pregunté a una chica y una vez dentro, me lavé la cara y la nuca frente al espejo.
Podía parecer sobre actuada mi reacción, pero es que desde el minuto en que lo había conocido, me sentía arrastrada a sus pies.
No creo que fuera el tipo de chica, que pudiera soportar estar varias horas al día, varios días a la semana con un hombre así.
Solo de mirarlo me sentía en peligro, tenía veintidós años y jamas me había sentido frente a un hombre, de la manera que me siento frente a él, y lo peor es que sentía que podía ofrecerle todo lo que me pidiera, incluso hasta lo que no pidiera.
Mientras yo echaba agua a mi piel, que ardía, la puerta del baño se abrió y su olor se coló tan fuerte dentro del fosas nasales, que ni siquiera necesitaba mirar para saber, que era él quien había entrado.
La pregunta que se imponía era...
¿Que pasaría ahora?