En la boca del lobo.
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Capítulo 5 Lobo5

Lo tenía tan cerca, pero tan tan cerca que compartíamos alientos.

La mano que tenía sobre mi espalda baja, se deslizó sobre la tela de mi ropa y casi podía sentir su tacto sobre mi propia piel.

- Cariño, tu madre y yo nos vamos. Marcelo te llevará a la universidad. - casi jadeo cuando la mano que seguía en mi espalda me apretó suavecito.

- Pero papá, el tendrá cosas que hacer. Puedo tomar un taxi - mi madre me sonrió antes de decir...

- Como quieras mi vida, pero no sientas pena, el mismo Marcelo se ofreció a llevarte. Al menos dale desayuno y ya después se ponen de acuerdo para su encuentro de la noche. Te quiero mi niña - mi madre me besó la frente y papá la imitó justo antes de salir ambos y dejarme sola con el señor Santorini.

- Hoy no te me escapas Melody - ahí estaba otra vez, esa música que salía de sus labios cada vez que pronunciaba mi nombre.

Todavía no había movido un pie de la escalera, seguía estando en el último escalón y aún seguía viéndome pequeña a su lado.

Su boca no dejaba de mostrar aquella característica sonrisa que lo hacía galante y canalla al mismo tiempo.

- Vuelve conmigo Melody. Vuelve- oh, por dios. Esa voz me rozaba la piel sin tocarme.

- ¿A dónde quieres que vuelva Marcelo? - su mano tomó la mía libre y la llevó hasta su boca.

Dejó besos húmedos entre mis dedos, paseó su lengua con mucho cuidado por mis nudillos. Y me aceleró el ritmo del corazón.

- A mi camino Melody, vuelve a entrar en mi rumbo. Di que sí, que estarás en mi vida y muy cerquita de mi, los próximos cinco meses.- no quitaba la vista de sus labios.

Podía ver sus pulcros dientes cada vez que hablaba suavemente sobre la piel de mis dedos.

Traté de tirar de mi mano y el me lo impidió. Se acercó más a mí y llevando su otra mano desde una de mis paletas dorsales, hasta la otra me selló a su cuerpo.

Mis senos se presionaron contra su duro pecho y mi boca estaba a nada de la suya.

Sus ojos y los míos se veían tan de cerca que casi se nos rozaban las pestañas.

Mis manos caídas hacia cada lado de mi cuerpo me hacían encorvarme un poco.

- Si tan solo pronuncias una sola vocal, te como la boca ahora mismo. - casi se me detiene el corazón, tuve que hacer un tremendo despliegue de mi fuerza de voluntad para no jadear y darle ese permiso que se estaba robando de mi, para besarme.

Casi pierdo la concentración cuando lo ví pasar su lengua por sus labios lentamente.

Pero por suerte para mí, Lucy se pronunció desde dentro de la cocina y me avisó con un suave llamado que podíamos pasar a desayunar.

- Te salvó la abuela... Caperucita.

Cuando se separó de mí, me sentí casi vacía, como con frío después de haberme despegado del calor de su cuerpo.

En un gesto de caballerosidad me invitó a pasar por delante de él, para ir al comedor. Y entonces lo hizo de nuevo.

Me tomó por la cintura desde atrás y me pegó a su cuerpo duro.

Ambas manos se cerraban en mi estrecha cintura y su voz susurró en mi oído. - Voy a tenerte Melody, a como de lugar voy a tenerte.

- Respétame por favor - pronuncié bajito a ojos cerrados.

- Eso hago hermosa, creeme que eso hago. Es lo único que te mantiene a salvó del lobo que soy. Pero cuando me pidas que te pierda el respeto, voy a beberme tu escencia hasta la saciedad y algo me dice Melody, que nunca nos vamos a saciar uno del otro.

Volvió a soltarme y se fue sin mirar atrás hacia el comedor.

No podría decir cómo fue que me encaminé hacia allí, sentía mis pies temblorosos, casi los arrastraba por el suelo para llegar a mi silla.

El me esperaba bebiendo un café que Lucy le había servido, tanto me había demorado en llegar que el ya había tenido tiempo de ser servido.

- Solo café Lucy, y algo ligero, por favor - le pedí a mi nana, porque no me sentía cómoda comiendo bajo la atenta y divertida mirada de aquel imponente hombre.

Cuando llevé una tostada a mi boca, el saboreó sus labios con su propia lengua y casi gimo de excitación.

- Está noche será la cena de los modelos de la agencia de tu madre Melody, nos veremos allí y te contaré lo que decidas preguntarme primero para tu tesis - su tono serio y profesional me complació.

Mantuvo conmigo una serie de conversaciones sobre mi trabajo de grado, que me ayudaron a tranquilizarme y terminar de comer algo frente a él.

Aún así me sentía intimidada. El era tremendamente seguro de sí mismo y yo no estaba a la altura de su dominio de la situación.

Unos veinte minutos después íbamos en su auto, con el chófer conduciendo y eso, me había obligado a ir con el en el asiento trasero, justo con casi nada de espacio personal.

Me contó que iba a hacer unos negocios con mi padre y que hacía ya algunos meses se conocían. Mi padre era consciente de su profesionalismo y por eso había confiado en que hiciera mi trabajo con el.

Sentía que me estaba atrapando poco a poco. Que todo jugaba a su favor. Hasta el destino.

- Tú ganas Marcelo, volveré a tu empresa, pero con una condición.

Su sonrisa ya conocida para mí, se asomó a su boca, indicando satisfacción.

Ese hombre tenía una seguridad en si mismo, casi ofensiva para mí.

- Cualquier cosa que pidas Melody, voy a concedertelo. Yo quiero tenerte, y para eso, daré lo que sea - apoyó su mano en mi rodilla y me la sacudí obteniendo, un puchero de su apetecible boca.

- pero una sola cosa cariño, así que piensa bien que es lo que vas a pedir. Solo una, y yo también quiero la mía a cambio.

Ya sabía que había aceptado demasiado pronto.

- No quiero que que me sigas viendo como una conquista Marcelo, si puedes respetar mi postura, haré el trabajo contigo. Pero tú y yo, solo somos compañeros de trabajo. - asintió tan rápidamente que dudé si había planteado bien mi exigencia.

Su vista se perdió en las calles que íbamos pasando, pero su sonrisa seguía en aquella boca pecaminosa bordeada por unos imponentes labios sensuales.

- ¿ Que es lo que me quieres pedir a cambio? - le pregunté mirándolo como se giraba hacia mi y me observaba los labios mordiendo los suyos.

- Te lo diré en su momento Melody- esto no lo esperaba. El encontraría la manera de obtener ventaja sobre mí.

Sentí el auto detenerse y observé a Cameron en la puerta de mi escuela recostado en la pared, esperando, con un pie sobre la pared.

El semblante de Marcelo se transformó, sus puños se cerraron a cada lado de su cuerpo, sobre el cuero del asiento.

- Vamos Richard, la señorita se va conmigo a la empresa. - le indicó al chófer que obedeció al instante, sacándonos de allí.

- Marcelo vuelve, por favor, tengo clases y Cameron no tiene que estar ahí necesariamente por mí. - ¿Cómo se atrevía a dirigir mi vida?

No me hizo ningún caso, ni siquiera me miraba. Tenía la mandíbula apretada y resoplaba con fuerza.

Estaba muy molesto. No hacía falta conocerlo mucho para saber que estaba fuera de sí.

- ¡¡ Marcelo!! - le grité frustrada.

Me estaba volviendo loca, no podía decidir sobre mi. No podía permitir que me dirigiera la vida un hombre que había visto dos días de nada más y que por alguna extraña razón se había obsesionado conmigo. Y me estaba desesperando con sus reacciones.

No podía existir otra explicación, no era lógico lo que sucedía.

Su actitud era la de un demente.

Se giró hacia mí con los ojos rojos, de ira.

Me tomó de la muñeca y levantando mi cuerpo del sitio me llevó hasta él y me sentó sobre sus piernas.

Forcejeamos para que me dejara ir, pero una de sus piernas se subió de pronto sobre las mías y me mantuvo en el sitio.

Sus manos atraparon las mías y me las llevó a la espalda dejándome completamente inmóvil sobre su cuerpo, manteniendo su agarre con una sola mano.

Su mano otra mano tomó mi barbilla y me dejó la cara a centímetros de la suya.

- ¿Que me está pasando Melody?Me has enloquecido, estoy volviendo a ser lo que un día fuí y me juré jamás volver allí.

Pegó su frente a la mía y su boca se acercó a mi oído para decir justo antes de depositar un beso detrás de ella...

- Voy a dejarte ir, Melody, trabajarás con mi secretaria y responderé las preguntas que tengas, pero por el amor de dios, alejate de mí. Perdóname hermosa. Es lo mejor...

                         

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