Fuga a sangre y fuego
img img Fuga a sangre y fuego img Capítulo 4 jueves 13 de noviembre de 1986
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Capítulo 6 La vida no es sólo un sueño img
Capítulo 7 Domingo 23 de noviembre 1986 img
Capítulo 8 La Calma presagia tempestad img
Capítulo 9 Jueves 25 de julio de 1974 img
Capítulo 10 El palacio negro de Lecumberri img
Capítulo 11 En el mismito infierno img
Capítulo 12 El Rutas, camino a la perdición img
Capítulo 13 En las fauces de "la ley" img
Capítulo 14 Ora la bebes, o la derramas img
Capítulo 15 El que la hace, la paga img
Capítulo 16 Venganza policiaca img
Capítulo 17 ¿Victima o victimario img
Capítulo 18 Lunes 27 de diciembre de 1982 img
Capítulo 19 La desesperación, mata img
Capítulo 20 Ya les pagué... ¿dónde está mi hijo img
Capítulo 21 Esperando un milagro img
Capítulo 22 Sábado 25 de diciembre de 1982 img
Capítulo 23 Del purgatorio al infierno img
Capítulo 24 Una herida que nunca sanará img
Capítulo 25 Esto aún, no se acaba img
Capítulo 26 Una hiena sanguinaria y rencorosa img
Capítulo 27 ¡Y me mató...! img
Capítulo 28 Una herida que nunca sanará img
Capítulo 29 ¿Quién es quién img
Capítulo 30 Una entrevista, una charla img
Capítulo 31 ¡El gran día! img
Capítulo 32 A contra reloj img
Capítulo 33 El que espera... img
Capítulo 34 El tiempo sigue corriendo... img
Capítulo 35 Y ahí estábamos... img
Capítulo 36 Sin Caretas img
Capítulo 37 Y comienza el mito, o la leyenda... img
Capítulo 38 Y a torcer el destino... img
Capítulo 39 Las primeras fugas de prisión img
Capítulo 40 Ningún plan es perfecto img
Capítulo 41 Atrapado, encerrado y fugado img
Capítulo 42 Una fuga anunciada img
Capítulo 43 En 4 hasta los ratones caen... o se escapan img
Capítulo 44 Las rutas de escape img
Capítulo 45 Nada puede fallar img
Capítulo 46 El momento de la verdad img
Capítulo 47 ¿Y ahora qué sigue img
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Capítulo 4 jueves 13 de noviembre de 1986

Andy Limón, el asesino confeso del periodista, tuvo tal cinismo que llegó a asegurar en su declaración que: nunca creyó que lo fueran a descubrir, estaba convencido de que él era más inteligente que los agentes y que podía cometer el crimen perfecto.

Fue hasta el 13 de noviembre, cuando nos dejaron entrevistar al asesino, para así poder dar la información completa a los diferentes medios de comunicación.

Cuando habló con nosotros su actitud era de arrogancia, prepotencia y sobre todo condescendencia, hacia los reporteros, tal vez porque le recordábamos su crimen o tal vez porque seguía sintiéndose superior al resto de los mortales.

Desde que se descubriera el cuerpo de Antonio Iván Menéndez, el director de "Le Monde Diplomatique" y durante ocho días, los medios de comunicación sólo habíamos trabajado con especulaciones sobre la muerte del periodista, pero, en cuanto se supo la verdad la publicamos tal cual se descubrió al entrevistar al asesino.

En las preguntas que le hicimos y de las respuestas que nos dio, se fue formando la historia y tal y como la publicamos en Sin Caretas, se las describo ahora:

Todo comenzó en el mes de octubre pasado, cuando una amiga de Margarita Delgadillo, esposa del Ingeniero Andy Limón, le comentó que, en la calle Privada de San Francisco, número cuarenta y nueve, en San Jerónimo, de esta ciudad, se encontraba una casa, la cual tenía un letrero de que anunciaba que se encontraba a la venta.

Fue el día 22, del mismo mes de octubre, cuando los esposos Limón se dirigieron a la mencionada dirección y ahí se entrevistaron con el periodista Antonio Iván Menéndez, este, les mostró la casa a petición de ellos y el matrimonio formado por Andy y Margarita, mostró su real interés por adquirirla.

La platica que tuvieron al respecto, de la compra del inmueble, fue tan cordial que el Ingeniero y el periodista acordaron una cita para el día 5 de noviembre, ahí Andy Limón le entregaría el diez por ciento del costo total de la casa para amarrar el trato y acordarían la forma de pago del resto de la cantidad, para tal efecto, se verían en el restaurante "Posada del Charro", el que está ubicado en la calle de Schiller en la colonia Polanco, un lugar que a ambos les resultaba accesible y conocido.

En punto de las 6 de la tarde de ese día 5 de noviembre, mientras saboreaban un aromático café y charlaban de cosas relativas al negocio que estaban tratando, el ingeniero químico hizo entrega del dinero en efectivo, y para cerrar el trato, la cantidad faltante, se la pagaría por medio de un cheque que ahí mismo firmó y se lo entregó.

Por su parte, Antonio Menéndez, le entregó las escrituras de la casa junto con las llaves, al tiempo que le exhibía un recibo en el que especificaba que había recibido el importe total del pago por la compra de la casa y que no había problema alguno.

Mientras charlaban y se contaban de sus respectivas actividades profesionales, los dos hombres se sintieron plenamente relajados y en confianza, al parecer habían congeniado bien, incluso hablaron de cerrar algunos negocios en el futuro.

De pronto, el ingeniero Limón le propuso:

-Mira, Antonio, la verdad es que me has caído muy bien y para evitarnos problemas, te voy a pagar en efectivo... acompañame a mi casa y ahí te cambio el cheque... ¿qué dices?

-Pues no es mala idea, pero... ¿tienes tanto dinero en efectivo? -preguntó, Antonio, viéndolo fijamente a la cara y con ciertas dudas.

-Claro, con la parte que me tocó de la herencia de mis padres, hasta me sobra, ¿acaso me tienes desconfianza? -dijo Andy, sonriendo.

-Por supuesto que no, es más, el efectivo me va a ser más útil para lo que pienso hacer, así que vamos de una vez antes de que se haga más tarde -respondió el periodista.

La suma que amparaba el cheque era de veinte millones de pesos, así que se los entregaría en su domicilio particular, el cual se localiza en la segunda cerrada de Frontera número seis, en San Ángel, Antonio, sin maliciar nada, aceptó ir.

La mencionada casa de Andy Limón, ya estaba vendida, y su precio había sido el de ciento veinticinco millones de pesos, dicha cantidad, era la herencia que los padres del Ingeniero Limón, dejaran para él y sus hermanos, y ese dinero serviría para pagarle al periodista lo que le restaba y así quedaba todo saldado.

Al menos así fue como se lo explicó el ingeniero al periodista, para disipar cualquier duda o desconfianza que Antonio Iván, tuviera al respecto, lo cual no era mentira y eso lo pudieron comprobar los investigadores de la Procuraduría.

La noche comenzaba a caer cuando ellos decidieron ir por el dinero en efectivo, cada uno montó en su respectivo carro, para que no le fuera difícil llegar a Antonio, Limón le explicó la forma de irse y el lugar exacto de la casa, todo esto, por si se separaban ya que, Andy, le dijo que tenía que cargar gasolina antes pues si no, no le alcanzaría para llegar.

Total, que ambos llegaron a la casa señalada por Andy, el Ingeniero estacionó su automóvil en el garaje de la casa, mientras que el periodista estacionaba el suyo en la calle, juntos caminaron hacia la puerta de entrada platicando de algunos libros que ambos habían leído y de los gustos que tenían por la lectura.

En ese momento fue cuando el ingeniero tuvo la gran idea de quedarse con la casa del periodista y además, con el anticipo que ya le había dado, fue por eso que Andy, le dijo que había olvidado sacar del carro unos documentos que necesitaba, así que iría por su portafolios al auto y que en unos minutos regresaría.

El periodista se encogió de hombros y le dijo que, si necesitaba esos documentos que fuera por ellos, que no había ningún problema, incluso le ofreció acompañarlo al carro, cosa que el ingeniero rechazó.

Cuando Andy regresó al lado de Menéndez, este se encontraba en las escaleras de la casa que dan al jardín contemplando lo espacioso y confortable que era, le había gustado mucho la casa y así se lo dijo al verlo acercarse, lo que no se imaginaba, era que, Andy, no sólo ya iba armado con una pistola escuadra de calibre .45, sino que además se había puesto unos guantes de piel, con el fin de dejar huellas.

Con la firme idea de despojarlo de todo, el ingeniero levantó el arma y sin más trámite comenzó a disparar sobre de él, Iván al recibir el primer disparo en el rostro, rodó por las escaleras y mientras agonizaba, fue rematado por otros seis tiros en el cuerpo.

Al ver a su víctima inerte, sangrando y agonizando en el inicio de las escaleras, el asesino, sacó y revisó sus bolsillos, recuperó el dinero que le había pagado, así como el cheque que le extendiera, y luego, de su recámara, trajo una almohada, y usándola de silenciador, hizo cuatro disparos más al cuerpo de su víctima, rematando al periodista, finalmente cambió el cargador de su pistola con otro de siete tiros.

Con toda la sangre fría de que era capaz en ese momento, contempló el cadáver de Antonio Iván, y después de unos segundos, inmediatamente salió a la calle por el carro del periodista y, hábilmente, lo introdujo a la casa.

Abrió la cajuela y ahí depositó el cadáver de su víctima, después de cerrar el maletero, sin perder un solo instante, fue a su propio carro y se marchó de la casa, dejando el cuerpo del periodista en el maletero del auto.

Conduciendo sin mucha prisa y mostrando el temple de los psicópatas, se dirigió a las calles de Francisco Zurbarán, en Mixcoac y ahí estacionó su auto con toda calma, descendió de él y le puso los seguros y la alarma, se dirigió a la esquina más cercana para abordar un microbús que lo llevara de regresó a la casa en donde había dejado encajuelado el cadáver del reportero, no quiso arriesgarse a tomar un taxi y que el chofer lo identificara.

Al llegar de nueva cuenta a la escena del crimen, abordó el auto del periodista y lo puso en marcha, salió de la casa, cerró bien las puertas y nuevamente se dirigió a la colonia Mixcoac y frente al número 31 de las calles de Francisco Zurbarán, donde lo estacionó y bajó del auto cerrándolo bien.

A pocos metros de ese número, se encuentran las oficinas del periódico "Le monde Diplomatique" el cual dirigía Antonio Iván Menéndez y que en ese momento lucían solitarias ya que las labores habían terminado.

Hasta ese momento, Andy Limón, el calculador asesino se había mantenido con la sangre fría, como todo un sicario, sus movimientos habían sido calculados y llevados a cabo con toda precisión, ahora, al paso de las horas, al descender la adrenalina comenzó a sentir la inseguridad propia de los asesinos primerizos.

Ya no sabía qué más hacer, sus ideas se habían agotado, su plan inicial fue que despistaría a la policía dejando dentro del auto la almohada, cuyo hule espuma regó dentro y fuera del carro, lo que crearía confusión en los peritos.

De igual manera, cerca del vehículo y en plena calle, regó seis de los cartuchos percutidos, esto con el fin de que los agentes al investigar pensaran que, a las afueras del periódico fue donde Iván, había sido asesinado y encajuelado. Así podrían culpar a alguien cercano al periodista, o tal vez a algún asaltante.

Dentro del carro, también dejó un juego de llaves, un portafolios y una cartera de color guinda que pertenecían a Antonio. Lo cual lamentaba ya que así no parecería un asalto, no obstante, eso ya estaba hecho y no había vuelta atrás.

Ahora temía que hubiera pasado algún detalle por alto, algo que lo pudiera relacionar con el crimen, eso era lo que lo hacía dudar, esa inquietud era la que lo tenía dentro de su auto viendo el de su víctima, pensando, repasando en su mente, y analizando cada movimiento que había efectuado.

Como las nueve de la noche, el ingeniero químico Andy Limón, se alejó de la calle de Francisco Zurbaran, dejando tras de sí su macabra obra, en la cajuela del auto del periodista, tan cobardemente asesinado, quedaba su cadáver.

Poco a poco se había ido relajando, estaba seguro que no había cometido ningún error que pudiera señalarlo como el asesino y eso lo hacía celebrar anticipadamente su victoria, no tenía la menor duda de que su inteligencia lo había llevado a cometer el crimen perfecto.

Después de analizar bien los hechos y de tranquilizarse, regresó a la casa donde había asesinado a Antonio y con sumo cuidado lavó las escaleras y las calaveras de su auto, así como las llantas de este, ya que se habían llenado de sangre.

Mientras realizaba estas labores de limpieza recordaba que desde que agarró la pistola ya tenía puestos los guantes de piel que había comprado en un tianguis por lo que era imposible que hubiera dejado huellas que lo delataran.

Una vez terminada la limpieza, se trasladó a la cantina: "El Popo", la cual se encuentra frente al Centro Médico Nacional, en la avenida Cuauhtémoc, casi esquina con el Eje 3, del lado de la colonia Roma.

En ese lugar tenía una cita con un amigo al cuál utilizaría de coartada en caso de necesitarlo, pero su amigo nunca llegó, así que más tarde se dirigió a su domicilio particular en Torres de Mixcoac.

Ahí lo esperaban su esposa y su primo, los saludó con una tranquilidad que a él mismo le sorprendió, a ninguno de ellos les confesó lo que había hecho y ellos ni siquiera lo imaginaron

Nadie tenía que saber que esa noche se había convertido en un criminal a sangre fría dispuesto a todo y sin temor alguno, había acabado con la vida de un hombre y no sentía el menor remordimiento.

Era todo un chacal dispuesto a terminar con la vida de una persona inocente que confió plenamente en él y todo por unos cuantos millones de pesos.

            
            

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