-¡Con ustedes el rey y la reina Stontalin, junto a nuestro próximo gran monarca el príncipe Rob!-anuncia el caballero y la calle es despejada dando paso a nuestras majestades.
El desastre se hace presente, todos gritan, la multitud se aglomera en el centro, los comerciantes gritan para ser vistos, los compradores no les importa a quienes tiran, todo por querer ver a los máximos monarcas.
-¡Majestad!
-¡Príncipe Rob!
Todos empujan entre todos, nadie mira a quienes tienen a sus lados, todos quieren ser vistos y que los reyes escojan su cosecha para servir en el banquete y es comprensible, tener la aprobación de nuestros gobernantes es tener todo, ya que se estarían surtiendo de nuestras cosechas por un año, dando abasto financiero a nuestras familias, quitando toda preocupación solo el tener buena cosecha durante el año.
-¡Cariño! Acércate, deja que la reina te mire y se acerque a probar de tu canasto-dice mi madre. Mientras a golpecitos me empuja al frente para ser vista hasta que tropiezo con una anciana.
-¡Dios, lo siento mucho señora! ¿se encuentra bien?
-Tranquila, estoy bien ¿Qué haces aquí pequeña florecilla? ¿acaso viendo a los reyes y príncipe?
-Más bien, tratando se ser vista por los reyes-alzo mi canasta-mi madre me empujo hasta aquí, es nuestra oportunidad que nos brinden una ayuda.
-¿Consideras que son buenos gobernantes?
-Pues a lo que yo considero lo son, no he tratado con ellos, solo visto que sus majestades, el rey y reina Stontalin han traído la paz y han dado poder a nuestra nación y aún más con el matrimonio del príncipe Rob.
-La paz prevalece muy poco, la destrucción y amor prevalece más-suspira-los reyes han hecho un gran trabajo ocultando muchas cosas a su nación, la guerra está más cerca de lo que parece.
-¿Disculpe?
-Cariño, mucho éxito con ser vista y aprobada por los reyes-me mira fijamente-si algún día ocupas ayuda, búscame a las afueras del pueblo, solo pregunta por Ter.
-¿Ter?
-Si-me mira y hace una mueca triste-tienes un buen, noble y humilde corazón lastima que las personas que te rodean no lo noten, también te destruirá tener un corazón así, te lo corromperán, pero encontrarás la felicidad en medio del sufrimiento.
-¿Corromper? -digo extrañada, no entiendo, solo estoy con mi familia y conocidos, nada fuera de lo ordinario.
-Si, me tengo que ir-gira y se va, despareciendo por la multitud.
Fue muy extraño, la gente de hoy en día está demasiado loca ya no sabe que decir para causar terror o incomodidad en las personas.
-¡Dios mío ahí viene el príncipe Rob!
Volteo inmediatamente y veo que están a diez metros de mí, la reina sonríe forzosamente, el rey asiente frustrado totalmente serio y ¿el príncipe? Totalmente serio y en ocasiones mirando el piso, caminan pasando de largo a un grupo de ancianas que tenían una pequeña mesa con calabazas y cebollas, quedan a dos metros de mí y solo acomodo mi canasta en mi brazo, giro mi cabeza para ver a mamá que solo me hace señas de "di algo, acércate, sonríe" pero ni loca me acerco.
-¿Qué es lo que tienes?-dice una voz gruesa y giro, viendo frente a frente al príncipe Rob, resulta intimidante y penetrante su mirar.
- frambuesas, moras, arándanos y fresas-digo algo tartamuda mientras acerco la canasta y toma una frambuesa.
-¿Están buenas?
-Compruébelo por usted mismo majestad-tomo aire y hablo- por ser mi cosecha diré que, si solo para que me seleccione, en cambio seré honesta y diré, no lo sé, mi madre no me dejo comer alguna de las frutas de aquí ya que eran cosecha especial para sus majestades.
Me mira y anarca una ceja mientras come la frambuesa, miro atenta a cualquiera de sus gestos, pero estos se mantienen serios.
-Vaya.
-¿Y?
-Madre-dice, la reina se acerca y suspira.
-Majestad-digo, mientras hago una pequeña reverencia y ofrezco fruta de mi canasta.
-¿Hola?-me mira.
-Annie Lewistter.
-Señorita Lewistter, ¿Qué nos ofrece de su cosecha?
-Yo...
-Madre, pruébalos-dice el príncipe mientras entrega una frambuesa.
Miro nerviosa a la reina, ella puede ser una gran gobernante, pero también se caracteriza por ser difícil de persuadir y convencer en muchos ámbitos uno de ellos comida y cosecha ya que nuestra nación es considerada rica en cosecha.
-Guardia-llama y todo el mundo se queda en silencio al escuchar a la reina, el rey se acerca y nos mira-tome la canasta de la joven y llévelo al carruaje.
-¿Qué?
Los murmullos no tardan en hacerse presentes y las miradas entrometidas de querer saber que sucede.
No hice nada, solo ofrecí, ¿estarán podridos?
-Señorita Lewistter, tengo el placer de decirle que su cosecha ha sido seleccionada para la boda real, del príncipe Stontalin y princesa Biancolé.
-Dios mío, gracias majestad-la voz de mi madre me saca del trance
¿Hemos sido seleccionadas? ¡en tu cara Analí! Estaremos proveyendo a la boda real, los Lewistter tendremos renombre en la nobleza y todos vendrán a comprar de nuestras cosechas.
-Mañana por la mañana, nuestros trabajadores estarán en sus tierras con todo listo para comenzar con la recolección de la cosecha-dice la reina.
-Claro que sí, majestad-mi madre me mira.
-oh, sí, claro-digo rápido- muchas gracias sus majestades es todo un honor brindar nuestras tierras y cosechas para la boda real.
El príncipe se mantiene callado mirando fijamente a mi madre y luego a mí, así sucesivamente, hasta que nuestras miradas se topan, me da una sonrisa burlona.
«Que estúpido»
-Gracias señora y señorita Lewistter, es un placer, pero los deberes llaman, hasta luego-dice el rey, ¿en qué momento llegó? Pero para decir verdad es la primera vez que lo escucho hablar desde que entró al mercado .
-Un honor su majestad- decimos mi madre y yo.
Los reyes y príncipe asienten con la cabeza y se van.