-Cálmate, amor -interrumpe Pablo, enlazando sus manos -No es asunto nuestro, ni de nadie. Oliver ha tomado una decisión, la más sensata.
-No puedo creer que estés a favor.
-Te pido un poco de empatía.
-Será un problema.
-¿Cómo te sentirías en el lugar de Karly? -le pregunta en un tono cariñoso que demuestra el amor que le tiene -No respondas. Eres buena chica y sé que te gusta analizar los pros y contras, pero no es el momento.
-Se tiene que analizar y ella...
-Hora de irnos, amor.
Victoria está por replicar, pero acaba cediendo a la propuesta de irse con su novio despidiéndose con brevedad.
-Estúpida. Me saca de quicio -dice Olga mirando hacía la salida -No entiendo como Pablo la tolera.
-Será la regla -indica Ariana.
-¿La eterna regla? -pregunta con mofa.
-La eterna regla -sentencia Ariana y niego de cabeza.
-Se acaba de ir hace dos segundos y ya la estais poniendo a parir. No entiendo esa manía de las tías, forma parte del grupo -reniego por su actitud -Si le tenéis que decir algo, que sea en la cara.
-Estaba haciendo lo mismo con Karly -se defiende Ariana.
-Es verdad -alzo las manos -Igual que es verdad que tiene razón. Es de locos que un tío como yo cuide de una chica con mutismo selectivo que ha perdido todo y se iba a suicidar. Sé cómo soy, sé que la acabaré fastidiando y tendremos problemas.
-Esquiva los problemas follándotela -regresa Rafa después de haberse retirado hablar con el agente -Está buena y loca, te lo pasarás genial.
-¿Me estás llamando loca? -pregunta Olga.
-Tienes que estar loca para aguantar a un imbécil como yo -le abraza por detrás, inclinándose a morderle la mejilla con fuerza -Mi jodida y gruñona loca, me encantas.
-Oliver -Ariana endurece la expresión, entrecerrando los ojos en lo que parece la mirada de un asesino serial avisando de la muerte a su próxima víctima.
-Me das miedo -fuerzo una sonrisa.
-Como te atrevas a poner uno de tus dedos encima de mi amiga, te la corto -avisa y sentencia con dureza -Que te quede claro una cosa. Está prohibida.
-¿Convivencia y sexo? No, gracias. Está a salvo de terminar en mi cama.
-Pues no molestes más y ve a por ella -me entrega una bolsa con ropa -Le quedará grande, pero es lo único que llevaba en el coche. Y Rafa no trajo nada para ella.
-¿Por qué lleváis mantas y ropa en el coche?
Ariana se pone de puntillas, susurrante.
-Sexo al aire libre -observo a mi amigo cabiabajo.
-¿De verdad follaís al aire libre o me estás vacilando?
-Nunca te lo confirmaré.
Camino por los boxes de la sala de urgencia, buscando el número cuatro mientras que las neuronas mantienen un debate. La vida está llena de interrogantes sin respuestas. Giros sin comprensión. Por la mañana estaba disfrutando de la latina, y ahora estoy a un paso de convertirme en el canguro de una veinteañera. Sin embargo, que viva conmigo, no significa que vaya a renunciar a las noches de placer. Así que al final del trayecto me odiará, a no ser que ya me odie por haberla sacado del agua.
Entro el box corriendo las cortinas, sintiéndome insignificiante con lo que contemplo. Karly está sentada en la camilla, con las piernas flexionadas, abrazando las rodillas donde mantiene la cara oculta. Es la máxima expresión de la fragilidad y no me gusta, no me gusta que se vea tan vulnerable a pesar de que sea lo normal.
-Hola, Karly -alza la cabeza, partiéndome en dos con el celeste ahogado.
¿Cómo me destruye con tanta facilidad?
-¿Recuerdas mi nombre? -ladea la cabeza con sutileza, doblando la ceja derecha y abriendo ligeramente los labios carnosos -Oliver Smith -asiente de un golpe, alarga la mano señalando la bolsa -Ariana me ha dado ropa para tí. No tardarán en darte el alta, así que cámbiate.
Lleva los pies al suelo con gestos delicados, posicionándose sobre las plantas sin apresurarse, tratando de buscar el equilibrio en el primer paso. Está por terminar de realizar el segundo cuando pierde la estabilidad, haciendo que me abalance a por ella antes de que caiga al suelo. Acaba encima mía con la bata abierta, y como el cazador que soy recorro su apetecible cuerpo con la mirada. Iniciando en los muslos, pasando por los dos lunares de la cintura y ascendiendo por su vientre plano. Me detengo en los senos de tamaño idílicos para mis manos, de pezones rozados, descubriendo otro lunar posicionado al lado del derecho. La polla palpita sintiendo la presión de su entrepierna en mi bulto. Tragando con fuerza, manteniendo el pulso alterado, sigo subiendo hasta alcanzar su rostro angelical, perdiéndome en su tristeza.
-Karly -susurro en un estado febril.
Se inclina torturándome con su roce, atrapandome la mano, dibujando letras invisibles.
PERVERTIDO
-¡Sal de encima! -grito, consiguiendo una pequeña sonrisa amarga que empeora la erección mientras se aparta. Me levanto con el problema en el pantalón, maldiciendo para adentro -Ahora vengo. Si alguien viene en mi ausencia, ni se te ocurra decir lo que acaba de pasar.
La lengua de la enfermera recorre toda la extensión de la endurecida polla, comiendo con gusto. Le sujeto el cabello embistiendo su boca, disfrutando del roce de la campanilla en el glande. Estando inspirado para que le den arcadas que no la detienen, queriendo perderse en el sabor de una erección generada por un pequeño ángel de ojos celestes y alma de demonio.
¡¿En qué pensaba cuando he aceptado que se quedará?!
Solo una palabra me define en este momento.
¡Idiota!
Sigo arremetiendo con fuerza, olvidando el mundo para centrarme únicamente en mi placer. No estoy para satisfacer a nadie, además de que tengo que regresar con mi tormento invasora.
Tras liberar el esperma y que la enfermera se lo trague viciosa, acomodo el pantalón subiendo el cierre.
-Gracias -me limito a decir saliendo antes de que sucumba al placer de la carne. Sólo por su expresión lasciva sé que me estoy perdiendo de un gran encuentro. Y ahora mi prioridad es Karly por mis amigos, no el sexo.
Entro el box y como en la primera vez, algo golpea con fuerza la racionalidad. La ropa básica le queda enorme, haciendo que me pierda por el principio del escote. Ya puedo ir preparando mi tumba. Estoy muerto.
Se acerca con mayor estabilidad en su caminar, acariciándome sin permiso la mejilla y todos los conceptos amenazan con derrumbarse.
-Tenemos que hablar -digo inquieto, sin comprender nada mientras asiente -Te pondré en situación. Nadie sabe dónde está tu tío, así que me han obligado a acogerte en casa. Cuando te den el alta, nos iremos a casa y daré tu habitación para los siguientes días. No te pido nada, sólo que te comportes y no me causes ningún dolor de cabeza.
Se señala y luego a mi, inclina la cabeza encogiendo los hombros.
-Tú y yo. Nadie más -cruzo los brazos, generando una barrera entre nosotros -Como me des algún problema, te regreso a la policía y que hagan lo que quieran contigo.
Karly me deshace la unión de los brazos y me abraza, escondiendo la cara en mi cuerpo. Tratando de ser comprensivo con una persona que no le queda nada, le correspondo envolviendola con un brazo.
-Estarás bien.
Sigue sin soltarme y me recuerda vagamente a mi pequeña hermana Samantha, cuando tenía un mal día siempre corría hacia mi buscando se refugió entre mis brazos. Un agradable recuerdo que me da una idea. Si veo a Karly como una hermana, todo estará bien, no seré tentado delante del fruto prohibido.
El doctor aparece tras una eterna espera, encontrándome sentado en la camilla mientras que Kary está sobre mi regazo. Se ha enganchado como una garrapata, sin intención a soltar. Tras escuchar las indicaciones del profesional recibiendo el alta, consigo que se separe de mí manteniéndonos en contacto por la unión de nuestras manos. Grande y pequeña, encajan como un puzzle.
Caminamos por el pasillo dirección a la salida, manteniendo una conversación donde solo existe un emisor sin que el receptor sea capaz de responder más allá que con simples gestos.
-No vivo lejos, aunque nada queda lejos en esta ciudad -bromeo y niega determinante, como si fuera un caso perdido -No miento y lo sabes. Más que una ciudad, vivimos en un pueblo grande -asiente.
-Karly -pronuncia Ariana cuando cruzamos la puerta de salida, llegando con los demás -No deberías tocar a Oliver con tanta facilidad -Karly me mira incomprendida a las palabras de nuestra amiga -Mujeriego playboy, conejo follador -rompe nuestra unión formando el vacío, perdiéndome sin una brújula que me guíe y la vuelvo a sostener.
-¿Celosa? -pregunto con molestia.
-Recuerda lo que hemos hablado.
-No voy a decepcionarte.
Abro la puerta de la antigua habitación de Samantha, la cual se conserva en las condiciones que la dejó cuando mi familia decidió regresar a Londres. Mis padres querían una vuelta a los orígenes, Natasha ejercer de abogada en el bufete de la familia y Samantha era todavía menor de edad, aunque actualmente disfruta de trabajar para el cuerpo londinense. Por mi parte, no soy partidario del ajetreo de las metrópolis, además de que no quería alejarme de los amigos y nuestras locuras.
Karly camina acariciando una pared rosa pálida, reprochando con la cabeza. Continúa avanzando por la estancia cuando se detiene delante de uno de los espejos que se encuentra a los laterales del cabecero, sustituyendo la mesita de noche. Inclina la cabeza dejando caer el cabello por el hombro, observando su reflejo mientras me acerco por detrás. Apoyo las manos en sus diminutos hombros y me consigo una mueca a través del espejo, haciendo que las retire al acto.
-No tienes que preocuparte por lo que ha dicho Ariana, no voy a tocarte.
Se voltea y estira la mano hacia arriba de mi cabeza.
-¿Qué ocurre?
Se pone de puntillas intensificando la mueca, sube a la cama y me señala en una posición de ventaja, estando por encima de mi estatura.
-¿Te molesta ser bajita? -sonrío, se agacha a por un cojín y me golpea sucesivamente hasta que se lo arrebato malhumorado -¿Qué hemos dicho de los problemas?
Hace un gesto quitándole importancia.
-Nada de problemas -respondo a falta de su voz.
Hace un gesto burlón como si se hubiera olvidado de los trágicos acontecimientos contra su familia. Lo más posible es que sea a causa del mismo trauma que ha originado su mutismo y que los profesionales deberán tratar.
-¿Cenamos? ¿O prefieres dormir?
Da un salto en la cama, cayendo tumbada y se mete deprisa entre las sábanas, dedicándome una mirada inofensiva.
-Perfecto. Me voy -doy media vuelta y un cojín me impacta en la nuca -Joder. ¿No puedes estar tranquila? -me froto la cabeza volteando hacía ella -¿Qué quieres? -da un palmada al colchón -Olvidalo. No voy a dormir contigo -vuelve a repetir el gesto -No.
Lo hace por tercera vez, me quito los zapatos y me siento a su lado, con las piernas estiradas, prometiéndome que no me voy a quedar dormido.
-Me iré en cuanto te duermas -la aviso, asiente acurrucándose en mi.
Una prohibición, un tormento de ojos celestes y mi próxima castración. Lo único bueno de todo esto es que no aspiro a tener descendencia.
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