Capítulo 8 Una situación patética

"Shane, ¿de verdad perdió a su bebé?", la voz emocionada de la mujer era la misma que el gemido de placer que había escuchado a través del micrófono que puse a escondidas en el estudio.

Aunque me sonaba bastante familiar, no podía recordar exactamente dónde la había oído antes.

"Sí, es verdad. ¿Ahora confías en mí?".

El tono de Shane era bastante amable, completamente diferente a cuando me habló antes.

Sintiendo cómo mi corazón se hacía pedazos, las lágrimas cayeron de mis ojos una vez más.

Era una completa estúpida, ¡ya había encontrado evidencia en el estudio y aun así me estaba engañando a mí misma!

Mi situación no podía ser más patética. ¿Esa mujer era invisible? ¿O era solo que yo estaba ciega?

Quizás se trataba de esto último, de lo contrario ya me habría dado cuenta del secreto de mi marido desde hacía mucho tiempo.

"¡Claro que sí, tontito! Jamás dudé de ti ni un segundo. No puedo esperar para estar contigo, te deseo tanto que solo anhelo estar a tu lado, ¡ya no quiero seguir escondiéndome!".

El tono meloso en el que ella habló me puso la piel de gallina.

Hacía un rato, Shane me había hecho algo indescriptiblemente cruel, ¡y ahora estaba siendo sumamente íntimo con otra mujer!

La casa se llenó de sonidos de alegría triunfal mientras yo estaba afuera, arrastrando mi cuerpo y mi corazón heridos para dejar el lugar que yo solía pensar que era mi hogar.

Con los autos yendo y viniendo frente a mí, me senté al borde del camino, abrumada por el dolor y la decepción.

Conecté mi celular al cargador portátil, lo encendí, y entonces aparecieron dos registros de llamadas perdidas. Resultaba que Shane me había marcado, tal vez lo hizo al darse cuenta de que yo no estaba.

En el pasado, recibir una llamada telefónica suya siempre era una grata sorpresa, pero ahora, el solo hecho de ver su nombre en la pantalla del teléfono hacía que mi sangre hirviera de rabia.

Respiré hondo y decidí que tenía que decirle la verdad a Louise. Después de todo, ella realmente se preocupaba por mí.

Mientras esperaba que la línea se conectara, una sensación de tristeza se apoderó de mí, y cuando mi amiga finalmente contestó, ya había lágrimas escurriendo por mis mejillas.

"Lulu, lo perdí todo; mi bebé, mi hogar... ¡no tengo a dónde ir!".

Hubo un momento de silencio antes de que una tranquila voz masculina empezara a hablar.

"¿Dónde estás ahora mismo? ¿Te encuentras bien?".

Tuve que dejar de llorar para mirar mi celular y descubrir que había llamado a Derek por error.

"Por favor responde, ¿sigues donde te dejé?", él preguntó de nuevo.

Yo estaba profundamente agradecida con este hombre que había conocido por casualidad y no quería molestarlo más, pero me sentía tan impotente en este instante que tuve que confirmarle que estaba donde me dejó.

"Okey, no te muevas, estaré ahí en unos minutos", dicho esto, Derek colgó el teléfono.

En menos de cinco minutos, su automóvil se detuvo nuevamente frente a mí, bajó la ventana revelando su hermoso rostro y dijo:

"Vamos, súbete".

Yo asentí en silencio y lo obedecí.

Seguramente ya había lavado su coche, pues estaba tan limpio por dentro que no tenía idea de dónde poner mis manos y pies.

"Por favor llévame al Distrito Este".

Solía vivir allí en un callejón relativamente remoto, en una casa pequeña y desgastada. De hecho, no había vuelto a ese lugar desde que me casé.

Cuando se casó conmigo, Shane dijo que no me dejaría sufrir ni un solo día de mi vida. ¿Quién diría que fue él mismo quien terminaría dañándome de una manera devastadora?

Obviamente, yo le creí en ese entonces, ¡era tan ilusa!

En el trayecto, Derek iba fumando en silencio mientras que yo me atormentaba con mis pensamientos caóticos, agachando la cabeza y revisando mi celular de vez en cuando.

Cuando vi la aplicación del micrófono oculto en la pantalla, mi mano se quedó paralizada, ¡tenía tantos sentimientos encontrados que no sabía si el odio era más fuerte que la tristeza!

Instintivamente, hice clic en la aplicación y los sonidos eróticos empezaron a escucharse, fue entonces cuando me di cuenta de que había olvidado usar mis auriculares.

Derek giró la cabeza para mirarme y frunció el ceño. Luego soltó una risita y le dio una calada a su cigarrillo.

'Tal vez piensa que lo hice a propósito', me dije a mí misma.