Sálvame de mí
img img Sálvame de mí img Capítulo 4 Tarde de cine
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Capítulo 6 Fotos en Instagram img
Capítulo 7 Primera charla img
Capítulo 8 Todo tiene un por qué img
Capítulo 9 Celos img
Capítulo 10 Mal por bien img
Capítulo 11 Primera reunión img
Capítulo 12 Nueva terapeuta img
Capítulo 13 Mensaje inesperado img
Capítulo 14 Starbucks img
Capítulo 15 Encuentro no deseado img
Capítulo 16 Muchas babas img
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Capítulo 4 Tarde de cine

«Genial», pensó Andrexa mientras corroboraba que estaba siguiendo fielmente el mapa

trazado por su GPS. Aún no podía ubicarse, ni manejarse sola por las calles de la ciudad.

El centro rebozaba de gente caminando por la peatonal. Si bien estaba acostumbrada al

flujo de gente en Buenos Aires, era todo un espectáculo contemplar cómo se iban

abriendo paso entre ellos. Algunos estaban apurados, otros miraban vidrieras.

Todo estaba iluminado, no parecía que el sol se estuviera poniendo tras ellos. Ella solo

caminó encantada de su paseo sin perder de vista las calles marcadas en las señales y su

mapa para encontrar el cine donde su nuevo amigo la estaba esperando.

―Dos boletos, por favor ―pidió Tomás a la mujer de la boletería y se sentó a esperar a

su amiga.

Hace muy poco que se conocían, pero surgió una amistad sincera entre ellos desde el

primer día.

«Espero que le gusten los Superhéroes» pensó mientras sus labios dibujaban una

pequeña sonrisa al ver que Andrexa entraba al lugar.

―¿Llego tarde? ―preguntó ella mientras subían las escaleras que llevaban a las salas

donde se proyectaban las películas.

―No, faltan diez minutos y ya tengo las entradas en mano.

― Bueno tenemos tiempo para comprar algo para comer. Y yo pago ―se apresuró a

decir Andrexa.

Ambos se acercaron al sector donde un hombre canoso con lentes de mirada risueña

acomodaba golosinas en un mostrador.

La joven pidió un balde de pochoclos y dos gaseosas. No sabía cuánto duraba la

película, pero tenía hambre y era lo más apropiado para compartir con Tomás.

―¿Qué película van a ver? ―interrogó el hombre.

―Realmente no lo sé. Él la eligió ―dijo ella con un tono burlón.

Tomás la invito al cine, pero nunca le dijo qué película verían y al llegar ya tenía las

entradas compradas, pero igual confiaba en que se iban a divertir mucho

―Te dije que era una sorpresa ―puso los ojos en blanco mientras tomaba el balde de

pochoclos del mostrador.

―Estoy seguro que eligió una romántica por vos ―intervino el señor guiñándole un ojo

con picardía a Tomás ―. Porque te quiere.

Andrexa reprimió una carcajada cuando vio que el chico se ponía rojo como un tomate y

lo tomó de la mano, saludaron al señor y se dirigieron a la sala 2.

―Vamos a ver cuánto me quieres y cuán romántica es la película que elegiste amor mío

―no pudo evitar usar el sarcasmo, obviamente en broma.

―Es una película de amor con capa ―dijo con elegancia mientras pasaban por las

barreras de acceso.

―Me lo imaginé. «Venom».

―¿Cómo lo sabes? Seguro viste los boletos cuando los entregué ―se defendió Tomás.

―No, solo leí las carteleras ―dijo entre risas la joven.

―Mmm... Interesante ―se masajeó la barbilla con cara pensativa.

No hacía una semana que compartían cosas juntos, pero Andrexa podía notar que en

muchas oportunidades su amigo sobreactuaba lo que hacía sólo por gracia. Y lo

conseguía. Los dos se echaron a reír, pero luego tuvieron que contenerse mientras

cruzaban por el pasillo sin luz, buscando un asiento para ver la película. Había muchos

lugares para elegir. Ya no era un estreno.

2 horas más tarde...

Aplausos daban fin a la película. Estuvo muy buena, emocionante en partes.

Cuando Andrexa iba al cine cuando era niña y pasaba eso, siempre esperaba que de la

pantalla salieran los personajes y tomaran sus manos haciendo una reverencia y se bajara

un telón con una ovación de aplausos y gritos eufóricos de fondo. Nunca pasó, ni antes

ni ahora.

Es muy tedioso buscar en cada cosa una razón, pero para ella en todo lo había. No se

puede pensar en nada o hacer nada porque mires por donde mires siempre piensas o

haces algo. Mirar esa película que fue una bomba hizo que recordara nuevamente lo que

pasó en el colegio el lunes y hace unas horas en la calle con ese chico.

Él era como ese extraterrestre que se quiere comer el mundo y se mete en la vida de las

personas queriendo controlarlas con su fuerza y el miedo que genera, pero al fin y al

cabo tiene sentimientos.

La curiosidad la carcomía por dentro. Es su compañero y ni siquiera sabe su nombre. En

una semana de clases solo se acuerda el de algunos profesores y el de Tomás, que estaba

a su lado jugando con el balde vacío haciéndolo girar como un ula ula en su mano. Pero,

¿quién era él y porque le negó el saludo? No le hizo nada malo para que actuara así. Fue

una semana dura pero ahí estaba saliendo del cine con el que llegaría a ser su mejor

amigo.

―Son las diez de la noche, ¿te llevo a tu casa ahora o antes comemos algo? ―preguntó

Tomás―. Yo tengo hambre.

―Tengo un hambre voraz ―dice ella con voz de monstruo, pero al ver cómo la miró su

amigo, tomó una actitud más seria. ―Si me invitas, podemos comer unas hamburguesas.

Tomás la miró y agachó la cabeza reprimiendo una carcajada. Esa chica era terrible y le

gustaba pasar ese tiempo con ella. Nunca tuvo una amiga tan cercana y creo que para ser

la primera había elegido muy bien.

―Por suerte tienes un hambre y no dos o tres, porque de ser así lamentaría decirte que

vas a tener que cenar dos veces, porque no me daría el presupuesto ―se burló y la

empujó con el hombro mientras se abrían paso nuevamente por la calle.

            
            

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