-Al fin hiciste algo bueno, pero no pensé que sería con Marcus, sí que eres ambiciosa, escoger a un duque como esposo, pero debo de felicitarte- alabó su padre, quien no paraba de reír.
-No puedo casarme con Marcus - soltó de repente haciendo que la risa de su padre cesara.
-¿Qué dijiste? - el tono de voz del conde cambió radicalmente.
-Que no puedo...
-Sí te vas a casar, no soporto tenerte más aquí, y más ahora que sé que para esta noche dejarás de dormir en mi casa -lágrimas salieron de los ojos de Liviana, no soportaba el odio de su propio padre, ella solo deseaba que la quisiera un poco.
-¿Si me odia tanto por qué no me abandonó o dejó en un orfanato? - la pregunta de Liviana hizo que el conde la mirara para luego fruncir el ceño.
-No lo hice porque le prometí a mi esposa que cuidaría de tí - respondió Henry recordando la promesa incumplida a la mujer que amó -, y eso hice- mintió - . Te di todo lo que necesitabas.
-Menos tu amor, papá- susurró, pero Henry logró escucharla, le dolió verla así, llorando por su culpa.
-No podría amar a quien me quitó el amor de mi vida. Traté, pero no pude - Era una verdad a medias lo que salía de su boca -. Lo mejor será que subas a prepararte, tu boda será en unas horas.
Henry se levantó de su asiento y le dio la espalda a su hija, que todavía lloraba por su rechazo. Muy en el fondo de su ser, sabía que Liviana no era la culpable de que Mary muriera en el parto esa noche, pero el solo hecho de pensar que si hubiera escogido la vida de su esposa a la de su hija, Mary estaría hoy allí con él, lo que hacía que el rencor contra Liviana creciera y viera en ella a la culpable de su muerte.
Liviana no tuvo más remedio que prepararse para su boda, tenía a todas las empleadas arriba de ella para que estuviera perfecta, aunque muy en el fondo escuchaba la vocecita de su futura suegra diciéndole que fuera un poco egoísta y pensara más en ella. No entendía como lady Lilian podría preferirla a ella como la esposa de su hijo a lady Ashton, además de no pensar en la felicidad de su hijo, porque para nadie en la ciudad era un secreto que Marcus y Emma estaban enamorados. No sabía cómo la sociedad la iba a mirar ahora, seguramente como una de las muchas que usaban las tetras para acorralar a los hombres y forzarlos a un matrimonio.
En esos momentos su vida estaba echa un lío, sin saber que pasará con ella y Marcus en un futuro.
La situación en el ducado Agnes, no era diferente. Marcus estaba que echaba humo por las orejas, literalmente, mientras que su madre, lady Lilian estaba muy ocupada preparando los últimos detalles de la boda, no podía creer que su propia madre lo llevara a una vida infeliz con alguien que no amaba.
-¿Y qué pasará con lady Emma? -preguntó lord Anthony, duque de Beaufort y mejor amigo de Marcus.
-Desde lo ocurrido en el baile he tratado de hablar con ella, pero no quiere recibirme, cosa que me está consumiendo por dentro, necesito explicarle lo que pasó, que todo fue una trampa de mi madre y de esa... -gruñó y se pasó la mano por su cabello alborotándoselo aún más.
-Por más que me expliques no entiendo como llegaste a esta situación - su amigo reía al ver la cara de Marcus.
-No es gracioso Ross, entiende que mi vida quedará arruinada en unas horas, pero juro hacerle la vida miserable a esa niña - El rencor en las palabras de Marcus hicieron que Anthony se tomara enserio la situación.
-Creo que deberías darle la oportunidad de explicarse a esa joven, puede que haya sido un mal entendido, o solo cosas del destino que justo en ese momento todos decidieran salir al jardín - Anthony quiso calmar la situación
-Pues no lo creo, esa niña está enamorada de mi desde hace mucho, siempre evitaba conversar con ella para no ilusionarla y porque además de eso no me gustaba, o mejor dicho no me gusta.
-Ni siquiera te has dado la oportunidad de conocerla bien Marcus, puede que esa niña como tú la llamas sea más interesante de lo que piensas - Marcus hizo una mueca de asco ante las palabras de su amigo.
-Se nota que no la has conocido, cuando la veas tu opinión cambiará.
-Solo digo que si te vas a casar con ella, pueden llegar a un acuerdo y llevar un matrimonio estable.
-Ni de broma, ¿ella quería casarse? Bien, pero no dejaré que sus días a mi lado sean de arcoíris, al contrario, cada día será una tormenta difícil de pasar.
La hora de la boda había llegado, los invitados esperaban a la novia sentados en los banquillos de la iglesia. Todos habían asistidos, nadie quería perderse la boda de la temporada. Lady Lilian no había escatimado en gastos en cuanto a la decoración de la iglesia, y ni hablar de la recepción en la residencia Agnes. Esperaba que todo saliera como deseaba, al final su hijo se lo agradecería, porque estaba segura de que tarde o temprano caería bajo los encantos de Liviana, porque Liviana si era hermosa tanto por fuera como dentro, y su hijo no tardaría en descubrirlo, o por lo menos eso pensaba, porque su rostro no reflejaba que se casaría sino que estaba en su propio funeral.
-Hija, ve y dile a tu hermano que por favor ponga un rostro más feliz, porque parece que está en un funeral en vez de su boda - le dijo a su hija, lady Aline, pero esta la miró enojada.
-¿Y cómo quieres que esté? Mamá. Él se casa por obligación, no porque ame a esa gorda que le impusiste como esposa.
-¡Aline, respétame que soy tu madre! Ahora ve y has lo que te dije - A regañadientes fue a hacia su hermano y le dio el mensaje de su madre.
Segundos después Liviana estaba parada en la puerta de la iglesia de mano con su padre. Todos se levantaron para recibirla, y nadie podía negar lo hermosa que se veía de blanco aunque tuviera algunos kilos de más, parecía un ángel y ni el mismo Marcus lo podía negar. Lady Lilian sonrió al ver como su hijo miraba a su futura esposa, sabía que ese vestido la haría verse hermosa, ella nunca se equivocaba.
Liviana estaba nerviosa, muchas personas la miraban y ella no sabía cómo catalogar las miradas, así que solo decidió fijar la vista en el suelo, porque no podía mirar a Marcus, o se sentiría más nerviosa.
Al llegar al altar frente al vicario, pensó que su padre le diría algunas palabras, pero fue otra decepción para ella ver como él la dejaba allí con Marcus, que apenas y la había mirado.
El vicario hizo una señal a los presentes para empezar, tomando en cuenta el humor de los novios, se decidió por una ceremonia sencilla y rápida, al preguntar a Liviana si aceptaba a su futuro esposo tuvo que esforzarse para escuchar su susurro.
-Lo lamento hija, pero no escuché tu respuesta - dijo el vicario y Liviana tragó en seco, realmente quería ser esposa de Marcus, pero, ¿qué quería él?, miró a su padre quien le dio una mirada amenazadora y luego a su futura suegra que le sonreía.
-Sí, acepto - respondió sin tener el valor de mirar a Marcus.
El vicario asintió para luego dirigirse a Marcus y hacerle la misma pregunta.
-No tengo otra opción que aceptar - Fue la respuesta que dio, y todos en la sala quedaron sorprendidos, la duquesa estaba furiosa por el comportamiento de su hijo. El vicario no tuvo otra opción que acabar con la ceremonia, ni los votos matrimoniales se habían dicho, a la hora del beso todos esperaban la reacción de los novios. Marcus miró a Liviana, la cual miraba el suelo -. ¿Ya no tienes el mismo valor que hace unas noches atrás para besarme?
Aquel comentario hizo que Liviana levantara la cabeza y lo mirara con el ceño fruncido, ahí estaba la confirmación que necesitaba para saber que Marcus la culpaba por ese matrimonio, así que sin más lo besó, aunque él no le correspondió el beso. Y ahí supo que si quería ganarse el corazón de su ya ahora esposo, tendría que trabajar muy duro y tener mucha paciencia, porque ella amaba a Marcus e iba a hacer lo posible para que él la amara también.