No podía dejar de pensar en las palabras de Símon... ¿Cómo era posible que Jane aceptara algo así? Me di la vuelta una vez más en la cama intentando conciliar el sueño. Imposible.
– ¿Qué tan malo puede ser? – me pregunte. Mire el reloj que estaba en la mesita junto a mi cama. 4:27 am, pequeños rayos de luz se dejaban ver por la ventana indicando que estaba a punto de amanecer, me puse de pie y corrí la cortina para evitar la luz. Mire a mi alrededor mientras me sentaba de nuevo en mi cama.
Necesitaba el trabajo, necesitaba mantener mi pequeño apartamento. Amaba tenerlo limpio y ordenado, y cuando me era posible me gustaba comprar pequeños adornos para sentirme en casa. Vivir en Brooklyn ahora, era casi tan caro como vivir en Manhattan y un trabajo como mesera no cubriría mis gastos. Me maldije al recordar a mi madre diciéndome a los 20 años – Nina tienes que ir a la universidad, debes tener un futuro sobre el cual ponerte de pie... – Pensaba que podía yo sola, y que con solo mi ser podría llegar alto... estaba muy equivocada, la vida era dura. Mire de nuevo el reloj. Tenia todo el día para pensar antes de volver al Dragon Fly. Además necesitaba escuchar los consejos de Jane.
***
Desperté pasadas las dos de la tarde, cuando el perro del vecino de al lado ladraba sin parar. Sabía que esa era la señal de que el canino quedaba solo. – demonios – el refri estaba casi vacío si no fuera por un limón partido a la mitad que estaba allí, había olvidado ir a hacer la marqueta de nuevo. – Nina, no olvides que este mes la renta se debe de pagar dos días antes de Halloween – me dijo el señor Greg mientras bajaba por las escaleras. Él era quien se encargaba de cobrar la renta todos los meses, pero no de arreglar mi ducha. – Claro, aun esta pendiente lo de mi ducha... – hizo solo un ademan con las manos restándole importancia. Camino a la marqueta continúe reflexionando acerca de los nuevos cambios en el Dragon Fly, sabia por historias de otras personas que una vez entrabas al camino de la prostitución no había vuelta atrás. Sobre los desnudos... siempre y cuando la seguridad estuviera al tanto, no tendría problema... es decir es algo muy común en este mundo. Pero al final todo terminaba en lo mismo. Sentí que alguien me observaba mientras me debatía entre llevar una lata de duraznos dulces. Mire con reojo a mi izquierda, y visualice un hombre de pie a dos metros de mi. – ¿Qué? – lo mire molesta. Ojos grises... era el cliente difícil y odioso. Me miro con los ojos bien abiertos y camino unos pasos más cerca – lo siento, tu eres... – dudo por unos segundos antes de seguir – tu eres la que trabaja... – bajo un poco la voz y miro a todos lados, como si me avergonzará lo que diría. – ¿la zorra del cabaret? – lo mire incrédulo, usando las mismas palabras con las que me etiqueto. – si, soy yo – le di la espalda mientras me aferraba a mi lata de duraznos. – Oye, lo siento – camino detrás de mí. – tuve una noche terrible y no quise ofenderte – se excusó. Me detuve de golpe y lo mire de nuevo, el también se detuvo de golpe frente a mí. Ahora con la luz de día podía observarlo bien; era alto ya que tenía que levantar la cabeza para verlo fijamente, su piel era blanca pero con un tono de bronceado natural muy atractivo, tenía la mandíbula marcada haciéndolo ver muy masculino, sus cejas eran gruesas del mismo tono que su cabello castaño, sus labios erandelgados, y su nariz ancha. Era muy atractivo... – Nina no empieces... – me regañe en mi interior, el amor no era parte de mi vida, menos en estos tiempos.
– Solo... déjame en paz – fue lo único que pude decir, seguí caminando hacia la caja registradora para llevarme mis cosas y el hombre dejo de seguirme. Mientras pagaba mire disimuladamente hacia atrás en busca del el, pero se había ido. – Bien – suspire. Regrese de nuevo a mi rutina nocturna, necesitaba hablar con Jane antes de iniciar el turno. Camine por el vestidor en busca de ella. – allí estas – ella me miro a través del espejo y se giró en el taburete para quedar frente a mí. – sé que estas molesta... – hablo ella primero. – Jane – alce los brazos al aire, para ser más dramática – porque no me habías dicho! – quise saber. Ella me hizo un ademán con la mano para que tomará asiento. Lo hice. – Nina... sé que es una decisión difícil, no te había dicho porque Simon me pidió hablar el contigo primero – bajo la mirada a sus uñas. – estaba muy desconcentrado por tu reacción – me miro de nuevo. – ya sabes... después de todo lo que ha hecho por ti – me recordó. ...y era cierto, aquella noche, recuerdo a mi novio llegar a casa ebrio y de muy mal humor, recuerdo que intento golpearme varias veces, cuando no lo logro, me saco a la calle...si no fuera por Simón, quien me encontró afuera de una gasolinera empapada por la lluvia sin saber a dónde ir... ya olvídalo... Simón me dio donde dormir esa noche, podría jurar que me pediría algo a cambio pero no fue así, el me llevo a su apartamento, me dio ropa seca y me ofreció trabajo... hace un año ya. – Sé que recordártelo hace que te traigan malos recuerdos – se disculpó Jane poniendo una mano en mi hombro en forma de consuelo. No me había dado cuenta que mis ojos estaban llenos de agua, de nuevo. Aun dolía. – Tienes razón Jane – me puse de pie para evitar que alguna gota se saliera. Sabía que esas palabras me constarían caro. Sabía que las palabras manipuladoras de Jane eran obra de Simón. Pero también sabía que lo que me decía era verdad.
– por favor, dile a Simón que si, me quedo en el dragon fly – suspire. Jane me abrazo de sorpresa – me alegro que sigas conmigo cariño – dijo sin dejar de abrazarme, y sus palabras las sentí en el corazón.