Al siguiente día, Simón nos pidió reunirnos unos momentos antes de abrir el cabaret para hablar acerca de los nuevos cambios. – sé que esto, es algo diferente y les pido que todos lo tomemos con respeto – comenzó. – seguridad los necesito más alertas... estaremos jugando con la lujuria de los hombres – Simón hablaba con autoridad. – las reglas se mantienen: no besos, no penetración, no relaciones sentimentales, no toques abusivos... en el salón principal– enumero las cuatro reglas con los dedos mientras caminaba de lado a lado frente a nosotros.
Saco unas tarjetas de su portafolios y empezó a repartirlas – este es el tarifario de los bailes privados, como podrán ver el precio esta elevado y ahora contamos con dos tipos de bailes... sensual y sensual con desnudos– hizo una pausa y me miro, desvié la mirada hacia la tarjeta blanca que me ofreció Jane. – acá también está prohibido la penetración... Se detuvo en seco y nos miró de nuevo. – le sugiero que empiecen con los clientes de confianza... – estaba a la espera que tocara el tema del sexo pero no lo hizo. ¿Había cambiado de opinión? sonreí. Lucy quien estaba esquina opuesta de mi levanto la mano. Simón asintió dándole el permiso para hablar. – ¿Qué pasa si cometemos un error? – pregunto mordiéndose el labio, y sabia a lo que se refería. Qué pasa si el cliente quiere más... – Somos profesionales Lucy... acá el único que debe de quedar loco es el cliente y si no lo entiende entonces esta Derek y John para que lo hagan entender– fue lo único que dijo. – Esto es algo que es muy esperado en el Dragon Fly, mejorara sus ingresos y el lugar estará a reventar así que... – sonrió de oreja a oreja. – buena suerte –. Dio por terminada la reunión. – Nina – me llamo Simón en cuanto todos tomaron su lugar, yo me dirigía camino al camerino. – me alegro de que te hayas quedado con nosotros – me sonrió, acercándose a mí. Algunas veces pensaba que yo gustaba de El... quizás por eso había cambiado de decisión. – No hay de que Simón, tu sabes lo mucho que me gusta trabajar aquí... – baje la mirada ya que mis pensamientos se apoderaban de mi cuerpo y no queria sonrojarme frente a mi jefe. – Escucha con respecto al otro tema... – oh no. – estos días estaré trabajando en la lista VIP de los clientes a lo que les ofrecemos otros servicios... – me miro esperando una respuesta. Pero yo solo pensaba en lo tonta que era por pensar de más... Estaba claro que Simón era una persona de negocios. – Esta bien – fue lo único que pude decir. Tomo mis manos entre las suyas – tengo muy buenos contactos Nina, te prometo que recibirás una buena parte de todo esto – busco mi mirada a la cual yo le huía. – hasta podrás de hacer esto si tu quieres en poco tiempo... – lo mire, eso si me llamaba la atención. – Gracias Simón – retire mis manos de las suyas, y le dirigí una media sonrisa. Era difícil no dejarse llevar por sus palabras. – En cuanto tenga algo, te lo hare saber... – ajusto su cazadora – hasta luego Nina – se dio la vuelta y salió por la entrada principal del Dragon Fly. El resto de la noche estuvo intensa, y muy movida. La noticia de que ahora los hombres podrían vernos los pezones desnudos mientras bailábamos sensualmente se había regado rápido. Eran las 11 de la noche del sábado y todos con los que me cruzaba habían solicitado un baile privado... yo me escabullía con una que otra excusa. – lo siento, los cuartos están ocupados – volví a decir como el resto de la noche. ¿Cómo voy a hacer esto?. Estaba muy segura de mi cuerpo, no tenia problemas en ser sensual... pero había algo que no se sentía bien. – Te buscan en la mesa 14 – me dijo al oído Lucy, quien acaba de salir de uno de los cuartos privados. – Dios! No te imaginas la cantidad de dinero que llevo – me presumió, ella al igual que las otras chicas sabían que yo no estaba participando. – Me las arreglare con mi baile y la mesa 14 – le hice saber con picardía. Aunque sonó a mentira, ella rio por lo bajo y se abrió paso en busca de más clientes. Camine entre el lugar en busca de la mesa 14, y allí estaba el... ojos grises. Me gire sobre mis talones, y al hacerlo frente a mi estaba Mister O. quien me llamaba con la mano agitando dos billetes de cien dólares. – mierda – me volví a girar simulando que no lo había visto, mire de nuevo a la mesa 14 y esta vez ojos grises me miraba fijamente con los brazos cruzados en su pecho, sentía como si me fuera a cazar. – Buenas noches – salude en cuanto me acerque. – me dijeron que me buscabas... – solté. No estaba para juegos. – ¿Que paso? – me pregunto con un todo divertido. – vi cómo te debatías entre el viejito y yo... – me miro expectante. – supongo que el viejito debe de ser muy malo – soltó una pequeña risita. – ¿Qué es lo que quiere? – queria ser directa, sabía que no conseguiría ni un dólar de el. Necesitaba moverme rápido. Me cruce de brazos, imitándolo. – Me gusta tu traje... – me miro de arriba abajo. – me gusta mucho el rojo – de nuevo esa mirada penetrante. Miré su mesa y entendí el porqué de su cambio de humor. Nueve cervezas vacías yacían frente a él. – Escucha debo de seguir trabajando... – me aleje unos pasos. – te enviare a alguien – musite y me di la vuelta. – Espera – tomo mi mano y me jalo con fuerza hacia el haciendo que me tambaleara sobre mis tacones de diez centímetros. Me tome de la mesa con mi mano libre para no caer. – Oye! – le regañe. – Perdona, perdona – trato de sostenerme colocando sus manos grandes sobre mis caderas. – basta, suéltame – le exigi. Vi a Derek acercarse a nosotros. – Nina, todo bien? – hablo de forma muy grave y autoritaria. El hombre de los ojos grises lo miro y luego a mí. – perdonen – dijo poniéndose de pie. Mire a Derek y le hice saber que todo estaba bien, se retiro de inmediato. En el momento que estaba por dejarlo también, mister O. venia directo hacia a mi. Oh no, – princesa – dijo estando frente a mí. – he estado preguntando por ti toda la noche – tomo una de mis manos y la palmeo con suavidad. – necesito verte hermosa mujer – me halago, y se me revolvió el estómago. – Lo siento mucho – me disculpe zafándome de su agarre. – justo me acaban de pedir un baile privado – le guiñe el ojo, coqueta. – otro día si? – tome la mano del hombre detrás de mí, quien miraba confundido la escena. Mister O. me dirigió una mirada de furia y desaprobación. Sabia que estaba cansado de excusas. – a donde vamos? – me pregunto el hombre mientras se dejaba llevar por mi guía. Mire hacia atrás y mister O. seguía observándonos. – A un lugar privado... – musite, y me abri paso entre las cortinas de seda negra.