Capítulo 4 La cita

Dos semanas, ese era el tiempo transcurrido desde la última cena que habían compartido.

Todas las noches se habían seguido viendo por video llamada, cada día se volvían más osados y casi todas las noches las conversaciones terminaban en una sesión de caricias, a ella le encantaba tener el pene de Rafael siempre duro y a sus ojos, era la cosa más sensual que podía apreciar en las noches que se llamaban y verlo correrse con la asiduidad con la que ellos lo hacían era algo que siempre la excitaba, claro que a pesar de verse y tocarse juntos casi todas las noches nunca era suficiente, ambos y estaba segura de que a él también le sucedía, quedaban con ansias de más cada vez que hablaban pero no podían tocarse en la vida real, era realmente difícil.

Ella sentía que cada día estaba más conectada a Rafael, él era paciente con ella sin quejarse nunca del tiempo que pedía, las otras ocasiones en las que se habían encontrado para poder pasar un rato juntos que casi siempre eran los almuerzos, no sucedía nada sexual, el ambiente siempre se cargaba cada vez que ellos estaban juntos pero luego de esa noche en la casa de Rafael nunca había sucedido nada, la verdad era que ella deseaba avanzar y estar de nuevo con él, lo deseaba tanto que había empezado a soñar con eso, lo que era una locura total.

Estaba segura de que ellos se encontraban en un punto de no retorno, ambos estaban todo el tiempo excitados y necesitados de caricias, el lívido era tan alto que incluso en su horario de trabajo no podía evitar pensar en Rafael y todo lo que le haría a su cuerpo sensual. No podía dejar de pensar en la forma tan sórdida en que ellos se habían conocido y todos esos pensamientos la llevaban caliente y excitada a casa solo para que encendiera la cámara de su teléfono y Rafael la viera masturbarse como una posesa hasta llegar al orgasmo, por supuesto que él se veía de la misma forma que ella y era tan sensual que solo la mojaba más.

Se levantó entonces esa mañana cansada como siempre sabiendo que aunque el cansancio fuera grande el tiempo que pasaba con Rafael siempre valía la pena, se duchó para vestirse con su ropa normal de trabajo, seria y formal, desayunó para luego ir hasta su carro y conducir hasta su lugar de trabajo. Como se había hecho una costumbre desde hace días le envió un mensaje a Rafael desde su teléfono deseándole un excelente día y se sumergió en su trabajo de la forma en que siempre lo hacía, ese día tenía la cita de almuerzo con Rafael que ya también se había estado haciendo una costumbre y una sonrisa cruzó sus labios al recordarlo.

"Señorita Martin, le informamos que la firma de divorcio se ha concertado para esta tarde, luego de que los papeles de división de los bienes se han podido concretar para el agrado de ambas partes. La pedimos que se presente junto a su abogado."

Cassy leyó el mensaje por unos segundos hasta que finalmente pudo terminar de comprender el significado del mensaje, al parecer tendría que cancelar su almuerzo con Rafael para poder asistir a la reunión que acabaría con lo que quedaba de una relación que había muerto hace demasiado tiempo, se sentía algo melancólica por lo que podría haber sido pero de igual modo se alegraba porque las mentiras se hubiera terminado para darle espacio a cosas mejores, mejores relaciones y mejores personas en su vida.

"Hoy no podré verte en el almuerzo, lo siento" le escribió ella a Rafael.

"¿Por qué? ¿Qué sucede?"

"Tengo que contactar con mi abogado para asistir a la cita de la firma del divorcio, se hará hoy"

"¿Te gustaría compañía? Si no quieres, está bien pero si quieres el apoyo sabes que estoy para ti"

"¿Estás seguro?" preguntó ella tentada a decirle que sí.

"Claro, tal vez sea un momento difícil, quiero estar para ti siempre que me necesites. Si no es así y sientes que puedes hacerlo tu sola no hay problema, te estaré esperando"

"Me encantaría el apoyo" dijo ella con una sonrisa antes de llamar a su abogado.

La conversación con su abogado duró unos poco minutos, acordaron verse en la oficina del bufete de abogados que pertenecía a los representantes de su ex, luego se retiró a la oficina de Anastasia para explicarle la situación y que de esa forma la cubriera ya que debía irse más temprano de lo normal, se quedaron hablando durante unos segundos, con Anastasia dándole apoyo hasta que llegó el momento de irse, apagó las cosas en su oficina para luego recoger su cartera y marcharse al edificio acordado. En la entrada del lugar recibió con una sonrisa el apoyo de Rafael y junto a él encontraron a su abogado, subieron al piso que debían para encontrar entonces a los abogados de su ex, juntos en una sala de reunión, ellos se acercaron aunque los únicos que entraron fueron Cassy y su abogado, Rafael se quedó afuera esperándolos.

Los papeles fueron firmados con rapidez porque todas las clausulas habían sido concertadas con anterioridad y por lo tanto no había nada que cambiar o reconsiderar, su ex y ella se turnaron para firmar los papeles. Ccuando los abogados estuvieron satisfechos les anunciaron que oficialmente ya no estaban juntos bajo el nombre de la ley, ella se sintió emocionada entonces, lista para irse del lugar y no ver al que había sido su amor nunca más, se intercambiaron las palabras educadas que siempre se daban en este tipo de ocasiones y ella salió de allí, no pudo esperar mucho más. Rafael la esperaba con una sonrisa que ella correspondió, le agradeció a su abogado por todo y luego se dirigieron a la salida del edificio.

-Ya sabía yo que eras una puta al final de todo- se escuchó una voz a sus espaldas.

-¿Disculpa?- Dijo ella volteándose para encontrarse con su ex.

-Debí haber pedido más de lo que pedí- dijo él con una voz ponzoñosa -porque es obvio que yo no fui el único que estuvo engañando al otro.

-Y te detienes allí imbécil- dijo ella molesta -yo jamás te engañé, a diferencia de ti que te estabas cogiendo a otras mujeres mientras estábamos juntos yo te fui fiel, ahora ya no lo estamos y te prohíbo que digas una sola palabra de mí o de la persona con la que estoy porque yo no soy ni seré nunca como tú.

-Y ahora me vas a decir que no veías a este imbécil que está contigo- dijo él mirando a Rafael como una plaga -te conozco Cassy, tú eres una mujer de relaciones largas, no estarías con él de no haber estado juntos desde hace mucho.

-Te equivocas- dijo ella con una voz tan amenazadora que él dio un paso atrás -dejaste de conocerme el día que te eché de nuestra casa por estar cogiendo con otra mujer en nuestra... NUESTRA cama, ahora cállate y vete que no quiero volver a verte.

-Creo que la dama te dijo que te fueras- dijo entonces Rafael acercándose cuando su ex había intentado tomarla del brazo -creo que deberías hacer lo que te dice e irte.

Unos segundos después, como el cobarde que era, su ex se alejaba por la calle refunfuñando mientras ellos iban juntos al estacionamiento del lugar, se acercaron a sus autos pero antes de que ella pudiera irse Rafael la tomó suavemente al brazo.

-Sé que tal vez no sea el mejor momento- comenzó él con una sonrisa dulce si dejar ir su mano -pero me gustaría que nos viéramos hoy, esta noche.

-Siempre es buen momento contigo- dijo ella con una sonrisa dulce -y claro que quiero verte esta noche.

-Entonces te envío la dirección como siempre- dijo él con una sonrisa llena de sentimientos -usa algo formal, te verás hermosa.

Y con esas palabras se alejó a su auto, Cassy manejó hasta su departamento y allí se desnudó, se duchó para quitarse toda la tensión que llevaba encima, luego llamó a Anastasia y procedió a contarle todo lo que había sucedido, era impresionante el apoyo que le daba su amiga, era incondicional y con ese sentimiento en su pecho se fue a su habitación para descansar con unos dulces. Estaba algo nerviosa, Rafael le había pedido que usara un traje formal, no era típico y no se imaginaba lo que iban a hacer esa noche, era extraño pero tan emocionante que se levantó de la cama solo para escoger la ropa que iba a utilizar. Se decantó finalmente por un vestido rojo de gamuza que acentuaba su cintura con unos zapatos rojos de tacón tan llamativos como el mismo vestido, era una ropa para atraer y ella deseaba atraer a Rafael.

Unas horas después se vistió con la ropa que había escogido, se peinó el pelo usando ondas y se maquilló con algo sencillo para poder usar un labial rojo que quedaba hermoso con la vestimenta que llevaba puesta, estaba emocionada y con una sonrisa radiante salió del departamento. Se detuvo en el restaurante que Rafael le había dicho, él la esperaba en la entrada con una sonrisa y cuando la vio bajarse del auto sus ojos se abrieron con sorpresa, para luego cubrirse de hambre, de un deseo incontrolable, él se acercó a ella para devorar sus labios, ambos se encendieron entonces y solo el público hizo que se separaran, con una sonrisa cómplice se adentraron en el lugar para ser ubicados en la mesa que tenían reservada.

-Te ves hermosa- dijo Rafael al verla con una sonrisa -y tan sensual.

-Tú te ves muy guapo- dijo ella observándolo con hambre.

Él llevaba un traje negro que lo hacía verse tan sensual y hermoso como ella se sentía. Se sentaron en la mesa para ordenar y todas las miradas iban hacia ellos, llamaban la atención en el mejor de los sentidos pero ellos solo se podían ver a los ojos, ordenaron una comida distinta para probar algo nuevo junto a una botella de vino que tomaban con lentitud mientras disfrutaban del ambiente.

-Espero que la estés pasando bien- dijo Rafael bebiendo de su copa.

-Esto es fantástico- contestó ella con una sonrisa.

-Después de todas las cosas que pasaste hoy pensé...- dijo él algo apenado -que te gustaría hacer algo especial conmigo para alegrarte y como nunca habíamos tenido una cita real, quería hacer algo que te sorprendiera y te gustara.

-Pues estoy realmente sorprendida y encantada- dijo ella con una sonrisa -esto es hermoso y me encanta compartirlo contigo.

Él sonrió encantado por unos segundos hasta que la cena fue servida en su mesa y ambos se centraron en su comida, lo difícil de todo el asunto terminó siendo que los suspiros y movimientos de placer se hicieron mella en sus muy excitados cuerpos, la cena acabó siendo una tortura para los sentidos, Cassy sentía como sus pezones se alzaban, esperaba que al menos no se vieran a través del vestido, podía sentir como su ropa interior se humedecía lentamente, levantó su mirada hacia Rafael y pudo notar que él la observaba con un fuego hirviente en sus ojos que siempre eran dulces.

-Te deseo- susurró Rafael de pronto.

Ambos se quedaron allí viéndose, estaba segura de que sus pezones se marcaban sobre la ropa y él los miraba con hambre en cada uno de sus movimientos, continuaron la cena pero ya no devoraban la comida, se devoraban entre ellos observando cada uno de sus movimientos. Cassy se deshizo de uno de sus zapatos entonces y con el atrevimiento que era propio ya de s u persona alargó su pierna hasta tocar la rodilla de Rafael, esta alzó su mirada con una sonrisa y se fue volviendo cada vez más serio mientras ella acercaba sus dedos hasta la gigantesca erección que se alzaba en sus pantalones, podía sentir la dureza de acero y las palpitaciones de su pene con cada suave caricia que ella le proporcionaba, ella cerraba las manos en puños en la mesa totalmente excitada y mojada en ese momento, ninguno sabía cómo continuaban la cena.

-Creo que es hora de retirarnos- dijo Rafael levantándose de su asiento, tomó la copa de vino vaciándola en un trago y cubriéndose la entrepierna se dirigió a pagar la cena.

Ella se recompuso en el tiempo que se quedó sola, se levantó de la mesa para seguir a Rafael con ansias, él la guió hacia la entrada del lugar colocando una mano en la parte baja de su espalda, el calor de su toque la quemaba en cada sitio de su cuerpo que sentía la presión de sus caricias, ella se estremeció soltando un pequeño gemido dejándole saber a Rafael lo excitada que ella estaba. Llegaron al auto de Rafael que era el que se encontraba más cerca, el lugar estaba desierto y sin iluminación por lo que ella pensó en alejarse para llegar a su carro.

-Quería que esto fuera diferente- dijo Rafael con voz oscura -pero creo que ambos estamos demasiado al borde, tengo que tenerte aquí y ahora.

-Sí- gimió ella con el deseo desbordando en su voz.

Se besaron entonces casi lanzándose uno encima del otro, sus manos recorrían desesperadas sus cuerpos, ambos gemían sin importarles demasiado que estuvieran en un lugar público. Rafael se separó entonces de su cuerpo y bajó sus mangas para dejar al descubierto sus pechos.

-Estos estuvieron tentándome la noche entera, se veían a través de la ropa- gruñó él -me llamaban para que los adorara porque los tenía abandonados.

Seguido a eso sus labios descendieron sobre sus pechos, sus manos bordeaban sus pezones mientras su lengua acariciaba y mordía la parte más jugosa de sus senos, hasta que se dirigió directamente a sus pezones haciendo que ella soltara un grito, la sensación caliente y húmeda de su lengua la hizo estremecer completa, sentía como su vagina se mojaba tanto que sus jugos no se contenían en su tanga y mojaban sus muslos. Él devoraba sus pechos como un hombre hambriento dándose un festín, ella lo obligó a alejarse de sus pechos porque lo deseaba demasiado, aprovechó el momento para abrir su camisa y morder su cuello, él gemía al igual que ella, su miembro excitado levantaba sus pantalones de forma obvia.

Rafael devoró sus labios de nuevo para sujetarla por las nalgas masajeándola primero para colocarla sobre el capó de su carro, ella quedó con sus piernas rodeando a su hombre, podía sentirlo duro rozándose contra su humedad, ella abrió entonces el pantalón de Rafael para dejar salir su pene, estaba tan duro y era tan suave, ella lo acarició arrancándole gemidos, su glande se mojaba con gotas de excitación mientras ella lo tocaba.

-Estás tan duro- gimió ella -y te deseo tanto dentro de mí.

-Y tú estás tan mojada y deliciosa, preparada para mí- gruñó él rompiéndole el tanga y usando sus dedos para recorrer su vagina húmeda -para que me hunda en tu interior y te de placer, nos de placer.

-¡Sí eso es lo que quiero!- Rogó ella abriendo sus piernas mientras él aún la exploraba con sus dedos -quiero que me cojas.

-Y lo haré dulzura- gruñó él con una sonrisa pícara.

Alejando su mano de su dureza utilizó su glande para continuar con las caricias de sus dedos, su miembro iba desde la entrada de su vagina hasta su clítoris llenándose de sus jugos, jugaba con su botón de placer que estaba tan hinchado que sentía las palpitaciones de placer con cada toque que él le daba, ella gimió, se retorció y gritó con cada caricia hasta que sin aguantarlo mucho más usando el impulso de sus caderas obligó a Rafael a hundirse en su interior, ambos gimieron con fuerza mientras sentían el placer, ella lo sentía abrirse paso en su interior con lentitud, el placer llegando a cada terminación nerviosa. Él sentía como su caliente humedad lo apretaba en un puño dulce que lo llenaba de placer y lo hacía gemir.

Las embestidas comenzaron poco después, con lentitud primero pero volviéndose salvajes solo unos segundos después, ella podía sentir como sus cuerpos rebotaban, la fuerza de los brazos de Rafael que la sujetaban mientras ella se retorcía de placer, los gemidos que ambos se susurraban al oído, el retumbar de sus corazones acelerados mientras sus cuerpo se llenaban de un inmenso placer, sus pechos rebotaban con cada estocada rozándose con el pecho de Rafael encendiendo chispas de placer. En segundos ambos estaban listos para correrse con sus cuerpos sobre excitados luego de tantos días de deseos insatisfechos, ninguno de los dos iba a durar demasiado, él la clavaba contra el auto en cada movimiento al igual que los gemidos escapaban de ambos.

-Voy a correrme- masculló Rafael con el deseo escapando de su cuerpo -córrete conmigo.

Tres embestidas más fueron suficientes para que él gimiera y su cuerpo comenzara a estremecerse, se hundió repetidas veces en su vagina mientras su pene palpitaba soltando su semilla caliente y eso fue todo para ella, verlo así lleno de placer y sentirlo en su interior desencadenó su orgasmo como nunca antes, ella gritó con fuerza mientras se estremecía moviendo sus caderas buscando alargar su placer, su vagina palpitaba alrededor de Rafael con espasmos de placer que llegaban a cada parte de su cuerpo. Sin aliento, quedaron uno encima del otro con besos suaves que se depositaban en sus labios enrojecidos.

-Te adoro- susurró Rafael acariciando su rostro. Ella sonrió dejándole ver lo mucho que esas palabras habían calentado su corazón.

Se separaron unos segundos después intentando arreglarse lo mejor posible, él se guardó en uno de sus bolsillos el tanga roto y olvidado en el piso.

-Vamos a mi casa- ofreció ella viendo a Rafael a los ojos.

-Me encantaría- aceptó él dándole un beso como si no pudiera mantenerse lejos.

Se adentraron entonces a sus autos para dirigirse al departamento de Cassy, el viaje fue bastante rápido y al llegar subieron juntos rozando sus manos sin poder dejar de tocarse, se adentraron en el departamento cerrando la puerta y encendiendo algunas luces hasta que todo movimiento se detuvo y quedaron mirándose a los ojos. Como por inercia comenzaron a desnudarse el uno al otro, cada pieza de ropa caía al piso con un ruido sordo mientras el silencio permanecía, las caricias eran lentas y dulces como nunca hasta que ambos quedaron totalmente desnudos, admiraban sus cuerpos, los pechos respingones de Cassy, la forma sensual de su cuerpo, su vientre con sus curvas, la forma llamativa de sus caderas, sus piernas contorneadas y el brillo dulce de su rostro lleno de deseo, el pecho de Rafael, sus brazos fuertes, su abdomen marcado, su erección grande y llamativa, sus pernas fuertes y su rostro dulce lleno de deseo. Era la primera vez que se veían totalmente desnudos y no dejaban de admirarse.

Sus labios se unieron entonces con caricias suaves, sus lenguas jugaban tentando al otro, sus manos se acariciaron probando y tocando el cuerpo del otro, se alejaron hacia la habitación para tumbarse en la cama que esperaba por ellos, sus cuerpos se tocaban en todos lados creando sensibilidad y placer, Rafael bajó hasta sus labios abriendo sus piernas de par en par, jugo con su humedad antes de centrarse en su clítoris con fuertes roces en círculos que la volvieron loca, sus gemidos se escapaban con placer mientras su cuerpo se tensaba y en unos pocos segundos se estaba corriendo con fuerza en la boca maravillosa de Rafael, su cuerpo tembló mientras su vagina palpitaba con su orgasmo llenándola de placer.

Ella se levantó entonces cambiando las posiciones con él, de pronto estaba sobre sus cadera besando dulcemente sus labios, seguía estando excitada y bajó sus labios por el cuerpo de Rafael entregándole besos suaves hasta llegar a su miembro duro, soltaba humedad sobre la punta de su glande, inhiesto y tan sensual como podía ser, ella lo llevó a su boca chupándolo hasta su garganta, sus manos seguían el ritmo de sus mamadas mientras él gemía con placer, siguió moviendo sus manos mientras dedicaba algo de su lengua para acariciar sus testículos haciéndolo saltar, volvió entonces a posar sus labios en su pene palpitante para tragarlo entero centrada en el placer que le daba hasta que con un movimiento él la alejó, estaba cerca de correrse y se lo estaba avisando.

No hacía falta palabras sus gestos eran suficientes para saber lo que el otro deseaba, el placer que recibían y lo mucho que disfrutaban. Sus cuerpos quedaron recostados en la cama y él se colocó a su espalda, besaba su cuello mientras usaba sus dedos para acariciar sus labios húmedos de sus jugos levantando una de sus piernas, ella estaba abierta para él y tan excitada como lo había estado en el inicio, acariciaba las manos de Rafael con deseo hasta que él frotó su miembro sobre su vagina arrancándole gemidos a ambos, se hundió en su interior unos segundos después con lentitud llenándola completamente, las embestidas iniciaron con lentitud, eran suaves, casi dulces hasta que ambos en busca de placer aumentaron las acometidas, él la penetraba con fuerza y ella se movía desesperada por su unión, el placer lo recorría y cuando los dedos de Rafael acariciaron su clítoris hinchado ella no pudo evitar correrse, su cuerpo se estremeció mientras su vagina palpitaba alrededor de Rafael, los espasmos de placer recorrían su cuerpo mientras ella gritaba. Rafael se corrió después de ella, su gruñido se hizo fuerte mientras besaba su cuello, sus embestidas se hicieron erráticas hasta que su dureza palpitó en su interior llenándola con su semilla caliente.

El placer los recorrió completamente y en esa posición permanecieron conectados hasta que sus respiraciones volvieron a la normalidad, se separaron entonces para quedar mirándose a los ojos, la sensación de intimidad era tan fuerte que Cassy se acercó lentamente para besar los labios de Rafael con ternura, tenía que admitir que había caído irremediablemente por el hombre pero no tenía miedo porque él le había demostrado que sentía lo mismo con todos sus detalles. Él la atrajo hacia su cuerpo colocando una de sus manos en su cadera hasta pegarla a su cuerpo, se besaron nuevamente y quedaron abrazados unos segundos.

-No te vayas- susurró ella sobre su pecho -quédate esta noche.

-Todo el tiempo que quieras preciosa- dijo él besándola en la coronilla.

De esa forma se quedaron dormidos, abrazados sin soltarse ni un segundo porque al levantarse al día siguiente estaban en la misma posición y tan excitados como el día anterior, al final resultó que Rafael se quedó allí durante varios días.

            
            

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