Capítulo 5 No te vayas

Era viernes, terminaba la semana. Ella regresaba a su casa del trabajo, había tenido un día bastante largo y aunque no había sido terrible porque ella disfrutaba de su labor estaba cansada, regresaba al departamento de Rafael ya que desde hace un mes ella se quedaba los fines de semana con él, se había adaptado e ido haciendo costumbre con el tiempo como había sucedido con todo lo demás.

Había iniciado aquel día de la cita, en que Rafael se había quedado en su departamento, luego de eso él le había pedido que se quedara en su casa un viernes y se había alargado durante todo el fin de semana, a partir de ese día todos los fines de semana él la invitaba a una cena y ella acababa quedándose cada uno de esos días hasta el lunes.

Llegó al departamento del cual tenía una llave y entró, él aún no había llegado por lo que se dirigió a la habitación notando todas las cosas que habían cambiado en ese tiempo juntos: el departamento ahora tenía algunas fotos de ellos juntos que habían tomado en algunas de sus citas, ella conocía a los padres de Rafael y él a los de ella, no había sido nada planificado simplemente había sucedido, ahora tenía gavetas y espacio en el closet para ella, el baño estaba lleno de sus perfumes, cremas y hasta su cepillo de dientes, era extraño pero al mismo tiempo a ella le encantaban esos detalles en la casa de Rafael. Nunca decía una sola palabra pero muchas veces deseaba que él le diera alguna señal de intimidad más grande, de ese tipo que hace sentir seguras a las mujeres y ni así podía quejarse de una sola cosa del hombre. El idiota de su ex no se había aparecido nunca más y eso era una gran alegría para ellos.

Ella se dirigió a la ducha luego de dejar sus cosas en el cuarto, colocando el agua caliente se quedó en la ducha, se mojó el pelo usando uno de sus jabones favoritos, estaba cansada pero no podía dejar de pensar en todo lo que haría de estar Rafael con ella en ese momento, era obvio que estarían juntos en esa ducha y como siempre le sucedía al pensar en el hombre sus pezones se alzaron en una rebelión de atención, sus labios su humedecieron de sus jugos con necesidad, tenían varios días sin verse por lo que la necesidad crecía con rapidez. Ella dirigió sus dedos a su vulva mientras el agua corría por su cuerpo, jugó suavemente con su clítoris sintiendo como el placer la llenaba lentamente, nada era tan bueno como estar con Rafael pero se sentía muy bien imaginarlo. Fue de esa forma en que él la encontró.

-Así que...- dijo él riendo y abriendo la puerta de la ducha -estás jugando sin mí.

-Solo quítate la ropa y entra- gimió ella besándolo y mojándolo todo -te necesito.

-Claro que sí cariño- gruñó antes de arrancarse la ropa del cuerpo y entrar con ella en la ducha.

El agua los mojó a ambos, recorría sus cuerpos y calentándolos.

-Siempre te deseo un poco más- susurró él viéndola con fuego, su miembro se alzaba orgulloso mientras se rozaba con su vientre.

-Y yo a ti- gimió ella devorando sus labios.

Mordieron y devoraron sus labios con deseo mientras sus manos recorrían sus cuerpos encendiendo las pequeñas terminaciones de placer, ambos gemían. Él alzó su cuerpo entonces para dirigir sus labios a sus pezones y jugar con ellos deliciosamente, ella gemía, sujetaba su pelo con fuerza, sus ojos se cerraban con placer, él continuó bajando dejando besos por su cuerpo hasta llegar a sus labios, jugó con ellos usando su lengua, la abría, la saboreaba mientras ella se retorcía hasta que sus caricias se dirigieron a su clítoris hinchado y ella gritó, la lamió usando roces firmes que la volvían loca al mismo tiempo que acariciaba la grieta de su culo con uno de sus dedos.

-¡Eso se siente delicioso, sí así!- Gemía ella cercando su lengua a su vagina -sigue así, me voy a correr.

Ella estaba al borde con tantas caricias que la llenaban de placer y cuando él hundió un nuevo dedo en su vagina como un nuevo estímulo ella gritó para luego correrse con fuerza, su cuerpo tembló mientras su vagina se estremecía con espasmos de placer que la llevaban a las nubes. Rafael se alejó entonces repartiendo besos por su cuerpo y cuando ella estaba a punto de arrodillarse él la detuvo, la tomó de las axilas levantándola para besarla salvajemente excitándola de nuevo en unos segundos, ella acariciaba su longitud con movimientos suaves que lo llevaran a la locura, él gemía moviendo su cadera en contra de sus dedos hasta que levantó una de sus piernas para colocarla en su hombro.

Él utilizó su miembro para acariciar su vagina jugosa, pasaba su punta desde la entrada a su cuerpo hasta su clítoris sensible y ella gemía retorciéndose un poco, deseaba que la penetrara pero Rafael quería excitarla un poco más, siguieron así durante unos segundos hasta que él por fin penetró su cuerpo con lentitud, sentía cada centímetro hundirse en ella, gemía con cada sensación por pequeña que fuera porque el placer que le causaba era gigantesco, unos segundos después las embestidas eran casi salvajes, ella gemía mientras Rafael gruñía ambos disfrutando del placer de sus cuerpos.

-Me encanta cuando me tocas- gimió ella cerca del orgasmo -házmelo más duro, házmelo rudo.

-Sí- gruñó él penetrándola con tanta fuerza que los chasquidos de sus cuerpo resonaban -eres mía, eres mía preciosa. Me voy a correr dentro de ti, te voy a llenar de mi esencia.

Ella gritó sintiendo las embestidas que chocaban contra su clítoris y sin poder evitarlo se corrió con una fuerza exorbitante, su cuerpo temblaba apretando la erección de Rafael en su interior, su vagina se cerraba en espasmos de placer que lo hacían gemir a él, unos segundos después rugía con fuerza mientras su cuerpo temblaba, sus estocadas volviéndose erráticas mientras ella podía sentir su semilla caliente en su interior, cada palpitación de su miembro soltaba una nueva explosión que a ella la llenaba de placer.

Luego de recuperar la respiración, con una sonrisa terminaron de lavarse para salir de la ducha, estaba algo arrugados por la humedad, se vistieron con una ropa informal para quedarse en casa y de esa forma cenaron para luego irse a dormir. Las noches con Rafael siempre estaba llenas de sexo pero también de muchas caricias, luego de cepillarse y limpiarse se recostaron juntos en la cama para hablar de todo y de nada, él la tocaba con dulzura, la besaba, y su corazón como siempre le sucedía se aceleraba, estaba segura de que sus ojos se llenaban de todos los sentimientos que sentía pero le daba demasiado miedo hablar, por lo que callaba, devolvía las caricias intentando comunicar todos sus sentimientos de esa forma hasta que el sueño los arrastraba, dormían abrazados en forma de cucharita y a ella le encantaba.

El día siguiente pasó demasiado rápido, estuvieron casi todo el día encerrados en el departamento hasta que a la hora de la cena salieron para visitar a los padres de Rafael, esa era una de sus costumbres más sagradas y como ella no quería negarse ya que los señores eran las personas más dulces del mundo siempre lo acompañaba, era divertido, además casi siempre se aparecían sus hermanos buscando avergonzarlo porque ella siempre iba con él. A Cassy le encantaba la dinámica familiar y se había adaptado bastante rápido. Al regresar del departamento fueron directamente a la habitación para disfrutar de sus cuerpos de la forma en que más les gustaba y desnudos se quedaron dormidos en los brazos del otro.

El domingo era uno de sus días favoritos para estar con Rafael, la costumbre de las películas de terror se había quedado por lo que habían escogido una película para verla en el mismo mueble de hace meses atrás, solo que ahora se sentaban siempre juntos, ella se recostaba sobre el cuerpo de Rafael hasta que la película terminaba o hasta que alguno de ellos comenzaba a tocar al otro, en ese caso era ella acariciando el miembro de Rafael hasta que este se enardeció bajo sus manos volviéndose una erección completa, sin poder resistirlo lo sacó de sus pantalones para verlo duro y acariciarlo antes de chuparlo hasta su garganta, sus movimientos era rudos y fuertes como a él le gustaba, sus gruñidos se escucharon casi de inmediato mientras sus caderas embestían su boca con deseo.

-Chúpalo más profundo cariño- gemía él -estoy a punto de correrme, tu boca es tan dulce.

Unos segundos después su semilla explotaba en su lengua y ella hacía todo lo posible por tragarla completa, limpió su miembro que había bajado su dureza para luego volver a guardarlo en sus pantalones, él la besaba con deseo pero el placer había sido para Rafael y era todo lo que ella deseaba en ese momento. La abrazó con tanta fuerza que pensó que no podría volver a respirar antes de soltarla casi dejándola caer, la miraba serio con nerviosismo.

-¿Qué pasa?- Preguntó ella algo asustada de pronto.

-No te asustes- dijo él con una media sonrisa -yo... No te vayas.

-No voy a ningún lado- contestó ella riendo sin comprender.

-Lo digo en serio- dijo él tomándola de la mano y mirándola a los ojos -tenía la idea de darte tu tiempo, que fueras tú la que dieras el paso porque pasaste por un divorcio y entiendo que eso requiere espacio para recuperarse pero no puedo esperar más, no quiero que te vayas y cuando digo eso me refiero a que no quiero tenerte conmigo solo los fines de semana, quiero poder disfrutarte siempre, poder acariciarte siempre y sobre todas las cosas quiero quererte siempre, no solo una parte del tiempo. Espero que esto no sea algo malo o que lo haya dicho en un mal momento, solo tenía que ser sincero porque te quiero en mi vida Cassy, te quiero siempre en mi vida.

-Yo no quiero irme...- fue todo lo que ella pudo decir antes de que las lágrimas cubrieran sus ojos -no quiero irme nunca.

Rafael la miró un segundo como intentando comprender sus palabras hasta que sus ojos brillaron y sus labios la adoraron, sus brazos la rodearon tumbándola sobre su cuerpo y dejándola allí.

-Tenía miedo de pedirlo- dijo ella -pero siempre lo he querido.

-Entonces ya no tienes que irte nunca más- dijo él besándola en la coronilla -no lo hagas.

-No lo haré.

                         

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