Max está entretenido platicando con la chica de la recepción; creo que a ella le gusta pues casi se le cae la baba cuando lo ve... ¿Y a quién no? Hoy viene de camisa azul de manga corta y jeans de mezclilla, aún con ropa su cuerpo se ve marcado. Entro y sonrío, pero no lo interrumpo, aunque quiero contarle algo. Voy hacia el fondo y dejo mi bolsa en el casillero. Me salto la sesión de la bicicleta y voy al área de pesas, tomo una en cada mano y empiezo. Realizo algunas repeticiones y descanso, miro a mi alrededor y localizo un lugar para sentarme.
¡Para qué seguir! La chica de recepción se despide. Max se acerca sonriendo hasta donde estoy.
-Ya no voy a venir -le digo. Suelto el aire y siento alivio. Max se cruza de brazos y hace un gesto con su rostro, parece molesto-, está es mi última sesión y quería darte las gracias por todo, por tu tiempo, porque soy la última y te entretengo un montón. Lo siento, pero trabajo y salgo tarde no puedo venir a otra hora.
Me siento triste y decepcionada, estoy a punto de llorar porque he bajado poco de peso y sigo estando igual de fea para mi esposo. Pienso llegar a la casa a decirle a Demir que se busque a otra mujer, una que siempre sea perfecta. Yo me voy a quedar así como estoy con mi gran talla once. Si se queja del dinero se devuelvo. Le pregunto a Max cuánto cobran al mes para hacer mis cuentas, tengo cuatro meses así que voy a pagarle ocho.
-La mujer que entró por esa puerta no se rinde tan fácil -dice y señala la entrada. Me acerca su rostro y me pone nerviosa.
-No me estoy rindiendo -Evito mirarlo a los ojos-. No me importa cómo me veo, me gusto así tal como estoy.
-Quien te haya dicho que estás gorda te mintió -me dice, y yo pienso en que fue Demir. De una u otra forma me lo recalca todos los días-. La belleza radica en el interior de las personas y físicamente a mí me pareces perfecta.
Tengo a Max casi encima de mí, puedo sentir su respiración, su nariz es larga y fina, sus labios son pequeños y carnosos, es un hombre muy sensual ‹‹irresistible››. Cierra sus ojos y espera que yo le dé una señal para besarme, pero soy una mujer madura y tengo los pies bien puestos sobre la tierra. Amo a Demir. Sé lo que quiero y no lo voy a besar. Desvío mi rostro hacia su hombro, huele a desodorante. Le permito que me abrace unos segundos y me alejo. Limpio mis ojos con la palma de la mano y no decimos nada más. Me voy mucho antes del horario acostumbrado.