-¿De qué hablas niñata? ¿Quién eres? -El piloto ni se inmuta confiado por su fuerza, fastidiado ni voltea a verla. Le parece un juego tonto, apenas le puede apretar el cuello.
-¡¡Hablo de que me lleves a Zasorial!!
-¿Zasorial? ¿Qué dices?, ¿y los tripulantes? -pregunta mientras piensa "de donde salió está loca".
-Murieron... Todos murieron -afirma.
-¿Murieron? Déjate de bromas -contestó incrédulo.
-¿Te gusta mi parche? -responde con una pregunta.
-¿Parche? -El piloto voltea a mirarla. Ve una cara psicópata sobre todo en su único ojo de color verde satinado brillante, como si lo atravesara con la mirada se pone nervioso.
-Siiiiiiii... soy una Torrender muy peligrosa -habla despacio como una desquiciada -. Todos murieron y yo solo perdí el ojo. Tú estás solo, ¿entonces dime? ¿Me llevarás o te vas con ellos?
-Nos vamos... A Zasorial... -responde nervioso.
-Buen chico -dice-. Te estaré vigilando, tengo mucho tiempo libre.
-Sí... no haré nada raro... -afirma.
-Y apagas todos los rastreadores, localizadores y todo que termine en dore. ¿Entendido?
-Sí... claro... -contestó tocando botones.
-¡Muy bien, nos vamos! -exclama. Luego lo suelta y camina para atrás lentamente, se acuesta en el suelo del helicóptero poniéndose las manos en la cabeza; sus dedos entrando en su cabellera hace un suspiro largo y respira. "Actuar como loca cansa, ya se me estaba durmiendo el brazo".
El piloto se prepara para el despegue.
En este momento el Teniente del CEO está en el último escalón, leyendo el rastreador que sostiene en la mano.
-Muy raro -dice Hernán. "Solo hay ocho cajas, una roca alargada con forma extraña, el mini-transportador aun en la pista de aterrizaje, y no hay nadie. El rastreador indica que es acá, pero ¿dónde están todos?".
Las hélices aumentaron la velocidad, comienza ascender, el Teniente voltea a mirar y baja los escalones corriendo con los brazos levantados.
-¡¡¡Heeeeeey!!!-grita.
El helicóptero se desplaza dejándolo atrás.
-¿Zasorial? -se pregunta Hernán viendo la orientación del helicóptero.
Abigaíl en el trascurso del viaje se levanta acercándose a la ventana de la compuerta, pone una mano en el vidrio recordando a su maestro. "Después de tanto tiempo, me voy de viaje sola...", es su pensamiento final sintiéndose triste.
Observa cómo se aleja de todo, el lugar donde vivió queda atrás. Ha entrenado intensamente durante tres años, todo este tiempo pensó en la Invasión de Saiso.
Quizás ella pueda presenciar todo el caos de los reinos y a la vez el fin del mismo, aunque no tenga la fuerza bruta puede encontrar a Dracír.
Ella voltea viendo al frente del helicóptero, en el horizonte empezó asomarse el océano.
Luego de un rato...
El helicóptero en dirección a Zasorial, en estos momentos cruza el océano y la luz solar entra por la ventana derecha.
"Ya casi llegamos, dejo a la chica y regreso a buscar al Teniente", pensó el piloto.
-¿Cuánto falta? -pregunta Abigaíl.
-En veinte minutos -responde.
-Qué bien -contesta.
"Me está dando hambre", pensó la Torrender. Ve una caja mediana, se acerca para abrirlo. Hay un plato con hondo y cubiertos, debajo varios sobres de comida del tamaño de la caja. "Entonces es comida preparada, bueno, no sé hacer fogatas".
Toma un sobre de comida, lo coloca en el suelo donde le pega los rayos del Sol. En la misma indica con letras pequeñas: pasta, carne y salsa con papas.
"Será muy temprano, pero es todo lo que tengo para desayunar, una comida completa".
El sobre de comida tiene un sistema de calentamiento. Funciona de manera similar a cargar baterías solares, pero en vez de cargar, almacena calor distribuido en la comida: se divide en tres, compartimento para carne, salsa con papas y el más grande es de la pasta.
Abigaíl espera los siete minutos de calentamiento mientras ve el paisaje oceánico. El sobre de comida le indica con una iluminación brillante en la esquina, una luz diminuta de color verde.
Sentándose "no me queda mucho tiempo para comer", pensó. Se sirve el plato, minutos después termina de comer y busca el gel limpiador adherido a la caja, lo unta en los cubiertos y en el plato: el gel limpiador deshace todo lo que no es plástico, tiene varios usos, no se puede tocar con la mano.
-Ya llegamos jovencita -comenta el piloto. El helicóptero desciende en un espacio abierto del bosque.
-¡Genial! -exclama.
La Torrender se levanta, abre la compuerta y visualiza el llamativo bosque del Zasorial. "Es tal como dicen los rumores, hojas tan azules como el cielo". Son hojas de color azul rey.
Baja del helicóptero de un salto, se voltea, hace levitar las ocho cajas y las organiza afuera.
-Bien ya te puedes ir, ya no estás secuestrado -menciona Abigaíl, cierra la compuerta. Se aleja del helicóptero, vuelve a levitar las cajas hacia al árbol más cercano del bosque.
"Con gusto me voy", pensó el piloto.
El helicóptero comienza el ascenso y se va directo a Nanún.
Abigaíl sentándose, se recuesta de espaldas al árbol y coloca las cajas en el suelo a un lado. Una suave brisa recorre la pradera, mirando hacia arriba ve como los rayos del sol atraviesa suavemente las hojas.
"Si yo fuera una Heroína Pérdida viviría aquí, me gusta ese color azul". Cierra el ojo sintiendo la brisa.
Luego lo abre mirando a los lados, busca por dónde empezar. "Ya es hora de encontrar al Héroe Perdido", se levanta de un salto.
"Mientras más lo pienso, más me parece una locura encontrar a alguien aquí", por un momento mira la caja pequeña. "Mejor tomo energizante para moverme más rápido".
Acercándose a la caja, la abre, sostiene una botella, la destapa y se toma un buen trago. "¡Oh no!".
-Sabe a fresa -dice.
Se marea al instante. "¡Tripulantes del infierno! ¡En serio! ¡Otra caja paralizante!".
Cae al suelo, casi entra en el sueño profundo. "¿Cuántas de sabor a manzanas habían?". Y con ese pensamiento quedó inconsciente sobre la pradera.
Cuarenta minutos más tarde...
El helicóptero de regreso a Las Montañas Heladas de Nanún, el piloto visualiza la pista de aterrizaje, pero solo ve el mini-transportador. "¿A dónde fue el Teniente?", se pregunta.
Desciende sobre la pista y ve a los lados intentando encontrar alguna señal de vida. "Tendré que bajar...".
En un segundo siente que lo agarran del cuello con un brazo.
-¡Sorpresa gusano! -exclama Hernán.
-¿Teniente? ¿Dónde estaba? -pregunta un poco nervioso.
-Debajo del mini-transportador -contesta-. Ahora me vas a explicar ¿por qué me has dejado? -. Desespera y hace otra pregunta-. ¿Y por qué te has llevado todas las cajas?
-No fue mi idea -responde aprisa-. El helicóptero fue secuestrado por una chica.
-¿Qué chica?
-Una Torrender de un ojo, está loca, los mato a todos -responde rápido-. Aparte quiso ir a Zasorial.
-Entiendo -contesta soltándolo del cuello. El Teniente está al tanto de la misión, pero pocos lo saben, aunque se pregunta "¿qué ocurrió aquí?".
-¿Y ahora qué haremos? -pregunta el piloto.
-Nada, le informaré al jefe -afirma-. Yo vine a buscar el androide extraviado.
-¿Androide?
-Sí, un androide desaparecido del Edificio Principal del COE -explica-. Vale millones.
-¡¿Millones?! -exclama.
-Hay androides de combate, pero tipo cirujano son pocos, y más únicos de esa calidad -contesta-. ¿Aún tienes el equipo de escalar?
-Sí, aún está debajo en el asiento del copiloto.
-OK espérame aquí, bajaré por el precipicio -dice agarrando el maletín de escalar, y bajándose del helicóptero piensa. "Quién lo diría, ese androide terminó en un precipicio".
Activa el sistema de seguimiento del mini-transportador TPS, se pone el equipo de escalar, asegura la cuerda en el borde y comienza el descenso. "Ni pensar que quería irme rápido de aquí".
Cinco horas después.
Mientras tanto en Zasorial, a las afueras de Soratan, es la ciudad más cercana donde el piloto dejó a la joven Torrender.
Abigaíl despertando lentamente siente una cobija que le abriga. Se da cuenta que está en una casa enladrillada de color rojo, iluminado con un bombillo blanco; la chimenea dando un aspecto de nunca haber sido usado, una cocina solar a su derecha, la cama a su izquierda más al fondo, las ocho cajas cerca de la entrada y ella en la sala de estar con una manta marrón clara. "¿En dónde estoy?", se pregunta.
La puerta de plástico de color blanco hace ruido de abrirse a su izquierda. Entra un hombre joven, tez blanco de un metro ochenta y dos, un corte de cabello algo corto, ojos de color verde. Viste una camisa manga corta de líneas color verde y blanco en diagonal, blue jean y botas negras. Lleva puesta una capa azul y una bolsa de pan en la mano derecha.
-Al fin despiertas, llevas horas durmiendo -dice el desconocido. Viendo a Abigaíl por unos segundos, camina dejando la bolsa al lado de la cocina. "Que linda es, y además es una Torrender, es extraño que ande por estos lares. Parecía tan indefensa durmiendo cerca del bosque, de paso, tiene el sueño pesado".
-¿En dónde estoy? -pregunta Abigaíl con voz somnolienta. Lo observó mientras caminaba a la cocina, dejando la bolsa de pan. "Un hombre de ojos verdes, por un momento creí que era de mi especie".
-Estás en mi casa, aunque no lo parezca he vivido aquí una temporada, es una casa antigua, pero es un buen lugar en medio de la pradera y el bosque -contesta-. Aún estás en Soratan no te preocupes.
-No sabía ni dónde estaba, quise venir a Zasorial -dijo. "Qué extraña manera de vivir, ¿Será un ermitaño?".
-Mmmmm ok... Todavía no nos hemos presentado -comenta. "¿Vino a dormir en el bosque?", se pregunta.
-Pues yo soy Abigaíl... -responde poniéndose más cómoda, se despierta por completo estirando los brazos hacia arriba, cayendo la manta sobre su regazo.
-Un gusto, yo soy Andrés Berum -sonríe.
-¡Mentira! -exclama de repente.
-¡¿Qué?! -dice sorprendido.
-Tú... Tú eres... Un Torrender -afirma-. Lo percibo en el ambiente.
-Así que lo notaste... y eso que mantengo mi energía Torrender baja -confiesa.
-Mejor dicho ¡Tú eres Dracír! El Héroe Perdido -replicándole lanza una mirada acusadora.
-Jajajajaja -suelta una carcajada.
-¿Qué te hace gracia?
-No, no, no... Estás confundida -dice colocando una mano en la cabeza-. Yo no soy Dracír.
-¿Cómo qué no? ¿Qué haces aquí en medio de la nada?
-Parece que nunca has visto a Dracír.
-No, nunca.
-Te mostraré algo -menciona mientras camina a buscar en un cajón de la mesa de noche, cerca de la cama. Saca un póster doblado, lo acomoda y se lo muestra.
-Aaah... así es como luce -responde mirando el póster por unos segundos. Se lee abajo Dracír El Héroe.
-Sí, yo no soy tan viejo -comenta-. Apenas tengo veinticinco años.
Abigaíl no dice nada.
-Me presentaré de nuevo -dijo mientras dobla el póster y lo deja sobre la cama.
Se quita los lentes de contacto, revelando ojos de color azul satinado brillante.
-Soy Ciro Taniko, mucho gusto -sonríe. Aunque de familia prestigiosa y acaudalada, no se preocupa por tener lujos en la misión.