-Mamá – me quejé de nuevo – No sé por qué te opones, sabes bien que papá dijo que en algún momento debía aprender a utilizar armas y conocer todo el armamento para una guerra, si quieres que sea una buena reina en las guerras debo tener conocimiento de esto.
-Sí cariño, pero no ahora, eso debe ser más adelante, ahora lo que debes hacer es dedicarte a las artes del baile, de la costura, de la pintura, del maquillaje y el buen vestir – dijo con un tono severo – Sabes que nunca serás la Reina de Costa Mein si no consigues marido – resoplé aburrida, ya va otra vez con la misma cantaleta – Y no conseguirás marido si...
-Si no me cuido – terminé la oración con un tono de voz cansino al mismo tiempo que ella – Lo sé mamá, sé que debo poner más atención a mi cuidado personal, pero soy una princesa y futura reina, hay cosas más importantes que aprender ahora – me excusé.
- ¿No deseas casarte entonces? – preguntó horrorizada.
-Ay por favor, madre, sabes que es uno de mis sueños – sí, a pesar de que me encanta aprender cosas nuevas y diferentes, también deseo conocer al amor de mi vida, casarme y formar una bella familia para vivir felices hasta que la muerte nos separe. Pero mamá siempre replicaba diciendo "no encontrarás un buen marido si no mantienes en línea tu cuido"
A veces me pregunto si la superficialidad será realmente una fachada de reina de mi madre o si de verdad ella será así, nunca logro detectarlo ya que siempre menciona que ella como Reina y yo como Princesa debemos brillar para que todo mundo vea a mi padre como un poderoso Rey, aunque no nos guste, cosa que no entiendo del todo, pero quizás quiera decirme con eso de que si nosotras buscamos la majestuosidad y perfección para mostrarla al público mi padre será visto como un excelente Rey porque un hombre que mantiene a su familia al régimen sabe cómo liderar y mantener el control y el orden.
Sin embargo, dudo mucho de esa afirmación mayormente porque a nadie le importa lo que haga papá con su familia si está dejando que su pueblo sufra y se hunda en la pobreza.
-Entonces, demuéstralo – sentenció para luego darse la vuelta y caminar acompañada de sus dos damas de compañía que parecían más sus siervas, si es cierto que las damas de compañía ayudan a su señora, pero mamá prácticamente las trata como a todo el personal del palacio, para ella no hay diferencia, solo lo que le importa es que sigan sus órdenes a la perfección.
Suspiro y volteo para ver a Lilibeth con una mirada de resignación. Ella también suspira y me sonríe levemente para darme ánimo.
-Vamos – le digo para luego comenzar a caminar y seguir los pasos de mi madre.
(...)
-Muy bien Shinees, me alegra tanto que aprendas lo que es verdaderamente importante – habló mi madre con una sonrisa satisfecha mientras yo seguía con mi bordado.
-No entiendo como esto me ayudará cuando suba al trono, madre – replico algo molesta, pero sin parar de trabajar en la tela – Te recuerdo que yo no soy cualquier princesa, soy heredera de un trono, seré una reina, no una reina consorte – informé sabiendo que era inútil, ya que a mamá eso no le importaba para nada.
-Cariño, créeme, eso ahora mismo no te sirve de nada – reprochó.
- ¿Tú qué sabes? – pregunté ya con impaciencia.
-Mucho más que tú, eso es muy seguro – dijo mientras ella seguía con su propio bordado.
Suspiré cansada – Papá piensa que esto es inútil para mi formación – murmuré tratando de que entrara en razón y me dejara ir.
-Pues claro, él es el Rey de Costa Mein.
-Y yo la futura Reina de Costa Mein.
-Lamento informarte que tu tiempo aún no llega hasta dentro de unos años, y, por lo tanto, debes tener paciencia y seguir con tu adecuada y real formación como una princesa y futura esposa, que eso si urge y es importante – recalcó de nuevo.
-No sé por qué deseas tanto que me case antes de subir al trono, además, la persona que me ame en verdad no le importará sí sé bordar o no – dije ahora sí soltando el bordado y la aguja.
Mi madre suspira y sigue bordando mientras yo me levanto y le hago una seña a Lili para que me siga. En ese instante, la puerta es abierta y mi padre entra.
Todos en el salón a excepción de mi madre, quien sigue bordando tranquila, y de mí, le hacen una reverencia.
-Con que aquí están – habla tranquilo sin saludar, como siempre – Espero que estén listas, mañana será la ejecución – nos informa como si estuviera hablando del clima – Tenemos que ir a la plaza para que todos vean lo que les sucede a los sucios ladrones en mi reino – se sentó en el sillón donde yo estaba sentada hace unos momentos atrás. Su rostro y su voz eran tan duros y fríos que te causaba escalofríos, algo de lo que el personal del palacio padecía muy seguido al estar frente a la máxima autoridad del reino, pero yo sabía que solamente era su fachada de Rey, aunque si era un padre estricto, tenía sus momentos de cariño hacia mí.
-Padre, no es necesario ejecutarlos – traté de implorar sutilmente por sus vidas sin que se viera que le estaba suplicando y rogando delante de los demás, traté de que se viera como una sugerencia – Podrías castigarlos de alguna forma en vez de quitarles la vida, creo que un castigo tiene mejor impacto en la gente – dije con algo de esperanza, deseando que papá tomara mi idea.
Mi padre siendo Rey era demasiado duro y a veces me parecía muy cruel, nuestro pueblo era consumido por la pobreza y a él eso no le importaba, no necesito decir que mi madre es igual. Pero a diferencia de ellos, yo si deseaba cambiar eso a la hora de reinar. Quería imponer mi presencia y mis nuevas normas y reglas, pero estaba segura de que sería muy diferente a la forma de reinar y gobernar de mi padre y de mis ancestros.
Con mi padre, el pueblo ya estaba sufriendo el duro y cruel régimen del mandato de la tercera generación de los Van Bisen.
Los Costa Meinitas odiaban a mis padres, y seguramente a mí también, pero no escuchaba comentarios de odio hacía mí, siempre escuchaba cómo el pueblo se quejaba de sus reyes y de su mandato. Lo que sí escuchaba era del temor que sentían sobre cómo sería mi reinado, sus comentarios eran de súplica, súplica para que mi mandato y gobierno fuera diferente al de mi padre y ancestros, y aunque muchos confiaban en que yo sería diferente, muchos otros no tenían esperanzas en mí.
- ¿Qué es lo que dices Shinees? A los ladrones y delincuentes no hay que tenerles piedad, así como ellos no tienen piedad – replicó papá mientras tomaba su taza de té sin prisa – Además, eso sería ridículo, prácticamente sería una violación a mi reinado, una contrariedad a mi gobierno y mandato, ¿estás sugiriendo que hay que demostrarle al pueblo que somos débiles?
-No padre, esa no es mi intención, pero ellos podrían ver que eres un Rey benevolente que puede dar segundas oportunidades y que incluso da castigos para mantener al régimen a los delincuentes, sin embargo, sabemos que ellos robaron por hambre – terminé esperando convencerlo – La pobreza y la falta de empleo los orillo a cometer ese delito, estoy segura de que si tuvieran una forma de ganarse el pan de cada día no hubieran hecho nada de eso.
Papá se quedó pensativo por un momento y casi pude saborear mi victoria, pero todo se fue a la basura cuando comenzó a reír con ganas.
-No me hagas reír hija – dijo mientras seguía riendo.
-No era para que rieras – contesté molesta.
-Shinees, ese tono – me regañó mamá – No uses ese tono con tu padre, respétalo.
- ¡Solamente quiero que sepa que no era una broma! – exclamé comenzando a enojarme.
-Pues yo tampoco estoy bromeando – sentenció – Yo soy el Rey aquí y yo decido lo que es mejor para gobernar al pueblo, por lo tanto, esa decisión es totalmente mía y ya fueron sentenciados, no cambiaré mi decisión o el pueblo pensará que soy un Rey débil e inseguro.
-Ya te lo dije padre, no van a pensar eso, más bien pensarán lo mejor de ti, de nosotros como la familia real, se darán cuenta que nos importa el pueblo, te respetarán más – está bien, esa última parte era una total mentira, nadie lo respetaba por admiración sino por obligación y temor.
-Shinees Van Bisen, respétame tú a mí, respeta mi decisión ¿o te debo recordar que además de ser tu padre también soy tu Rey? – dijo severo mientras se acercaba a mí para enfrentarme.
Suspiré y desvié mi mirada de la suya – No, no es necesario – volví a enfrentarlo – Su Majestad.
Se separó de mí y volvió a sentarse. Amaba a papá, pero cuando discutíamos odiaba que se pusiera en plan de "YO SOY EL REY, SOY EL QUE MANDO AQUÍ", mi madre simplemente negaba con la cabeza mientras seguía bordando.
-Si me disculpan majestades, voy a retirarme, iré a mis aposentos a descansar – esta vez sí les hice reverencia a ambos. No debía hacerlo, pero era una forma de demostrarle a mi padre que realmente estaba enojada. Lili venía conmigo y ya me habían abierto la puerta cuando la voz de mi padre me detuvo.
-Ni se te ocurra querer faltar a la ejecución de mañana Shinees, eres la princesa heredera de este reino, y, por lo tanto, debes asistir a tus obligaciones y responsabilidades – habló con un tono de voz calmado.
Solamente porque no podía hacer una escena mucho más grande de la que ya había armado delante de los pocos soldados y personal del palacio. Suspiro por milésima vez en este día, cansada, harta y dolida por el actuar de mis padres. Nunca los entendería, jamás compartiría sus absurdos pensamientos de cómo gobernar un reino, era ridículo.
Salí sin decir nada y lo más rápido que mis pies me permitían avanzar. En mi mente solo podía repetir una y otra vez las, por ahora, inexistentes y horribles escenas que pasarían al siguiente día. Ya me lo imaginaba.
Lili me seguía tratando de alcanzarme y llevar el mismo ritmo de mi paso, cosa que se dificultaba.
-Princesa Shinees, espere por favor, puede accidentarse – escuché que decía mi dama de compañía.
No quise hacerle caso, lo único que quería era llegar y tomar un relajante baño para luego tratar de dormir una buena siesta que me hiciera olvidar las circunstancias.
¿Por qué papá no puede ser benevolente con su gente? ¿Por qué los Van Bisen tienen que ser unos descarados cobardes e insensibles? ¡No quiero eso para mí! ¡No quiero ser así! Mi pueblo, los Costa Meinitas no lo merecen.
Llegué a mi habitación y me dirigí de inmediato a la mesa que tenía encima el juego de té que uso todas las tardes para tomar el té con Lili, sin pensarlo levanté mi mano y lo tiré todo al suelo causando un gran escándalo, todo el juego de té que había en mi mesa cayó y se quebró en pedacitos, mi respiración era irregular, estaba furiosa con mi madre, furiosa con mi padre, furiosa por su manera de gobernar esta tierra, furiosa conmigo misma por no haber podido hacer algo por aquellos hombres que robaron unos panes y frutas porque era la única salida para ellos para saciar su hambre, para saciar sus estómagos vacíos que no habían podido llenar desde hacía unos días, algo que no pasaría si mi padre supiera gobernar como es debido. Costa Mein sería un reino próspero y diferente.
Yo nunca he sabido lo que es vivir en la pobreza, pasar hambre, pasar frío, no bañarme, los impuestos siguen siendo los mismos, a mi padre no le importa si tiene que mandar a sus soldados a embargar el puesto de verduras de una anciana con tal de que pague sus impuestos. Esos dichosos impuestos son los que en su mayoría van al tesoro del rey, esos impuestos son los que me alimentan y me permiten todos estos lujos todos los días. Intenté de muchas maneras tratar de convencer a mis padres de crear alguna obra benéfica que ayude a las personas más necesitadas con una parte de los impuestos o al menos de bajarlos a una cantidad razonable, pero no, nada funcionó y nada conseguí más que regañinas de parte de ambos.
Ya no sé qué hacer. Quiero y necesito ayudar a mi pueblo, aún faltan algunos años más para que yo tome el trono que por derecho de nacimiento me pertenece, todavía quedan años de sufrimiento para el pueblo a manos de mis padres. Mis lágrimas comienzan a bajar, lágrimas de tristeza, lágrimas de impotencia, lágrimas de furia.
Más de alguna vez he visto la desgracia en la que está sumergido mi pueblo y no puedo creer que todo eso no les afecte o les ablande el corazón a mis padres. No sienten empatía por su gente, no tienen compasión.
Pero esto no se quedará así, algo tengo que hacer, algo se me debe ocurrir. Tengo que ayudarlos cueste lo que me cueste. Tengo que actuar.
- ¿Princesa? – escucho la voz de Lili, pero no me muevo por nada – ¿Se encuentra bien? ¿Desea que le ayude o le traiga algo para calmarse?
-En lo privado ya te he dicho Lili que me llames Shinees – le replico.
-Lo siento Shay – dijo llamándome por el lindo apodo que me puso hace ya unos años, Lili no solo es mi dama de compañía, también es mi mejor amiga, la única amiga que tengo en realidad – Pero ¿en verdad no deseas que te traiga algo para calmar esos ánimos alterados?
Suspiré y respiré varias veces para calmarme – Tráeme té y por favor llama a alguna de las chicas para que me haga el favor de limpiar este desastre que hice – dije viendo todo el cristal roto del juego de té.
-Está bien, quédate acá, ya regreso y por favor Shay, cálmate – suplicó preocupada.
-Por ahora no lo prometo, pero sí prometo no tirar ni hacer otro escándalo más – le sonreí levemente, ella me correspondió y salió deprisa de mi habitación.
Me dirigí a mi cama, estaba segura de que, si ponía en marcha mi plan, tanto Lili como ciertas personas del personal del palacio de mi confianza me ayudarían y serían felices de apoyarme porque estaría ayudando al pueblo mortificado por mi padre. Claro tendría que ser a espaldas de mis padres, como casi todo lo que he hecho, pero todo sea por la gente, todo sea por el que algún día será el pueblo que reinaré.
(...)
PD de la autora: ¡Hola! Espero disfrutes de la historia, la he escrito con mucho amor y esfuerzo, esperando que desees conocerla y te guste tanto como a mí me encantó escribirla, no te quedes sin conocer a los Van Bisen y explorar Costa Mein, gracias por el apoyo que le desees dar.
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