¿Será que le cuento a Lucas sobre la chica rubia que se equivocó de salón?
-¿Pero...? -pregunta con mucha curiosidad al darse cuenta que no he seguido hablando.
Me las ingenio para proseguir, prefiero no contarle todavía.
-Pero aprendí que el cuerpo humano puede contener doscientos seis huesos. Bueno, eso depende. En los bebés recién nacidos son trescientos ya que, en ellos hay muchos huesos que se fusionan al crecer, formando uno más grande que otro. Además de ellos, está divido; el más largo de todos los huesos del esqueleto es el fémur, casi un veinticinco por ciento de la altura de la persona y, el más pequeño, el estribo del oído -suspiro y continúo hablando-. De los doscientos seis huesos que tenemos, veintiséis forman nuestro cráneo, seis el oído, cuarenta y uno nuestro rostro, veintiséis forman cada pie y veintisiete huesos cada una de nuestras manos. Es impresionante, ¿no?
Un perplejo Lucas me mira atónito y asiente. Yo simplemente me encojo de hombros ante su gesto de sorpresa.
Siento mucho entusiasmo por la medicina, es muy obvio.
-¿Te aprendiste todo eso ya? -preguntó alzando una ceja, impresionado.
-No -niego-. Ya lo sabía, lo pasé estudiando estas vacaciones. Cabe resaltar que cuando dije todo eso, la profesora se quedó muy impresionada por mi intelecto ya que, fui el único que respondió a su pregunta de cuántos huesos tiene el ser humano, ella simplemente me dio la diferencia del adulto con el bebé.
-Es impresionante que tengas la capacidad de almacenar tanta información en tu cerebro -halaga mi capacidad-. Yo medio recuerdo que fue lo que hice ayer. No creo poder nunca almacenar tanta información como tú.
-Sí puedes Lucas, solo no te límites al "no puedo hacerlo" y créeme que podrás.
-Por eso, amigo mío, tú serás el que me haga la cirugía cuando llegue a tener un accidente -sonrío y fuimos a pedir nuestra comida.
-Lo sé, de eso no te preocupes. Sabes que lo tenemos planeado. Tu construyes mi consultorio y si llegas a tener un accidente yo te haré la cirugía.
-No importa si pierdo un hueso, como tú has dicho, tenemos trescientos...
-No Lucas, eso es en los bebés, y tú no eres uno de ellos ya. Tú tienes doscientos seis huesos, y cada uno de ellos es importante en tú cuerpo, cada uno cumple una función importante y diferente en el ser humano.
-Eso no fue lo que dijo la chica que me dio su número... que, por cierto, ahí está, y esta con su amiga.
Nos acercamos a la mesa en donde están una chica de cabello castaño y piel blanca -no más que la rubia que vi está mañana- y otra de piel morena de cabello azabache que cae hasta su cintura.
-¡Lucas! -chilla la castaña y se mueve hacia el otro lado para darle espacio a mi amigo, después me enfoca a mí-. ¿Quién es el bonito rubio que te acompaña?
Su pecho se alza un poco para darme una mejor vista de ellos, instintivamente mis ojos viajan a esa zona, sin poder evitarlo, pero no me siento tan entusiasmado por ello. Una sonrisa de suficiencia se planta en sus labios al observarla.
-Oh... este es mi mejor amigo Félix, el que les había comentado -dice Lucas, presentándome.
A ellas se les ilumina el rostro al darse cuenta que soy el dichoso mejor amigo de Lucas.
-Yo soy Olivia y ella es Jenna, mi mejor amiga -señala a su amiga y la morena también se le infla su pecho.
Mierda, esto tiene que ser una broma.
-Tienes unos bonitos ojos... el azul es mi color favorito y el verde también -dice Jenna y me da un lado para sentarme con ella.
-Supongo que gracias, Jenna -sus mejillas se sonroja levemente.
Eso me recuerda a la hermosa rubia de esta mañana. Por instinto, comienzo a buscarla en toda la cafetería, pero no la consigo en ninguna parte. ¿Cómo puede ser que ella no esté aquí? Aquí es donde todo el mundo se reúne. Decepcionado, vuelvo a enfocarme en la morena que lleva hablándome hace rato y no le he prestado nada de atención.
-Disculpa, ¿qué dijiste? -le pregunté avergonzado por no prestarle atención.
Ella rueda los ojos, una sonrisa tensa se plasma en sus labios. Creo que a alguien le gusta tener toda la atención del mundo.
-¿Qué estudias? -reitera su pregunta anterior.
-Medicina. En realidad, mi padre quería que estudiara contaduría, pero... -Jenna me interrumpe abruptamente, aburrida.
-Oh, eso es genial -lo dice en un falso tono entusiasta-. Yo estudio psicología.
Vaya, creo que se equivocó de carrera.
Asentí sin decir más.
Lucas esta tan entretenido con la castaña que no deja de pronunciarse hacia él, por su parte, no es inmune hacia los encantando de esa chica, mejor dicho, no quiere perder su oportunidad de estar dentro de ella.
Bufo, es todo un idiota.
-Félix... ¿tienes novia? -inquiere Jenna, enroscando un mechón de cabello en su dedo.
-No, pero...
Me interrumpe nuevamente.
-¿Y no quieres una para complacerte? -se acerca más a mí, haciendo que sus pechos hicieran contacto con mi brazo izquierdo.
Trago en seco. La observo atentamente, y una sonrisa se ensancha en sus labios, instintivamente ella ubica una de sus manos en mi muslo, cerca de mi amigo, todo comienza a resultar incómodo para mí gracias a eso.
Me alejo un poco de ella, no sé qué me sucede. Solo pienso que ella realmente no es mi tipo, eso es lo que quiero pensar.
-Creo que no.
Al decir eso, ella se aleja de mí, indignada, y trata de hacer como si no hubiera pasado nada he intenta retomar una conversación con su mejor amiga. Lucas por su parte deja de coquetear con Olivia para observarme seriamente. Me hace un gesto de que quiere hablar conmigo.
Bien, eso fue muy extraño.
Nos levantamos de la mesa, disculpándonos con las chicas, quienes nos ignoran. Nos alejamos un poco, quedamos cara a cara.
-¿Qué mierda fue eso, Félix? -me pregunta en un siseo lleno de molestia.
-No es mi tipo.
Al decir eso, me encojo de hombros. Lucas arquea una de sus cejas.
-Aunque no lo sea, debiste de ser amable.
-Lo fui -frunzo el ceño-. No estoy obligado a coquetear con alguien que no me ha llamado la atención.
Se ríe sin gracia alguna.
-Lo fuiste un poco, pero no pareces el mismo Félix de hace unos meses, tú... -entonces, a Lucas se le agradaron los ojos de sorpresa-. Espera... ¿No me digas que ya te has fijado en otra chica? ¿Quién es la afortunada?
Yo ruedo los ojos al recordar a la hermosa rubia que había irrumpido en la clase esta mañana. Por alguna extraña razón, no quería comentarle nada a Lucas. Aún. Solo en mi cabeza albergaba una sola cosa...
¿Cómo se llama la muñeca de porcelana?
-No es nadie.
Él no parece muy convencido al respecto, solo hace un gesto que me disgusta un poco.
-No te creo nada, pero en cualquier momento me dirás quién es la chica -comenta. Luego su rostro pasa a ser uno de preocupación, lo cual, no pasa de desapercibido para mí, toda mi atención se enfoca en él-. Ignoraré eso... Pasemos a cosas más importantes, hay algo malo que debo decirte.
-¿Qué ocurrió? -mi tono de voz pasa a ser de total preocupación.
Lucas no dice nada, eso hace que me preocupe más. Me acerco más hacia él de modo que parece que me contará algo muy confidencial y nadie más puede escucharlo.
-Lucas, me estás preocupando... ¿Qué ocurre?
Él se acerca más a mí, y me observa finalmente para encontrar aquello que no había presenciado en meses.
Remordimiento.
Esto no es nada bueno.
-No me digas que...
-Sí.
Al oír eso, cierro los ojos instintivamente. La frustración comienza a ser presente en todo mi cuerpo. Debo de mantener la calma entre los dos.
Observo de nuevo a Lucas, cerciorándome que si lo que me dice es totalmente cierto, pero sé que él nunca me mentiría con ese tipo de cosas.
-¿Cómo puede ser eso posible? -le pregunto, sin creerlo todavía-. ¿Estás seguro de eso? ¿Estás seguro de lo que viste?
Traga el nudo que se había formado en su garganta, mira a todos temiendo de que alguien pueda oírnos.
-Está aquí.
Un quejido brota de mis labios al darme cuenta que nuestro tormento se está haciendo presente una vez. Quisiera estar tranquilo para calmar a Lucas, pero la frustración que siento al saber que nuestras vidas pueden verse alteradas por eso, me hace estar a la defensiva.
Quiero proteger a Lucas y decirle que todo va a estar bien, pero... ¿Cómo puedo mentirle con algo como eso?
-¡Maldición! -exclamo en lo bajo, solo para que él sea capaz de escucharme-. Creí que se había ido para siempre.
-Creo que nos mintió -musita.
Suspiro una vez más. Noto que Lucas está casi al borde del colapso, me acerco más a él y coloco mis manos en sus hombros. Nos miramos a los ojos.
-Tranquilo, todo estará bien.
No le quedo otra más que asentir.
Yo solo me siento más preocupado por el hecho de lo que pueda pasar en lo que nos resta del año. Nos costó conseguir aquella paz que tanto ansiábamos y ahora...
Una vez más, todo se fue a la mierda.