Al entrar a la misma habitación que el Monarca Ándraco, Bastian Alexander hizo una leve inclinación, este saludo siempre se reconocía entre la realeza, un noble Rey y sus familias, era la manera de saludarse entre sí.
Lo vió sus consejeros, lo vió su general y su segundo general. Estaban incrédulos, creían que este joven era atrevido, cuando lo miró directo al rostro del joven Bastian él tenía un semblante controlado y claro, no era ni tan humilde ni tan arrogante, se podría decirse que su mirada y sus facciones mostraban a alguien que no se sentía intimidado, ¿Pero como era posible, si era ante el Rey que se encontraba?
Realmente este joven era intrépido, pensaban los presentes, mientras tanto la mente del Rey Ándraco era un remolino, él pensaba en que esta persona delante de él era su hijo, el que tuviese con su Reina amada.
-Su majestad el Rey Ándraco me ha llamado ante su presencia. ¿Desea algo el Rey de mí?-De inmediato interrumpió el príncipe Aren, postrándose ante el Rey su padre.
-Su majestad, mi padre, ¿Puede perdonar la intransigencia de este joven ciudadano? Él no tiene educación y actúa así, pero no es malo.
Dice el príncipe Aren a favor del que cree es un desconocido.
El Monarca frunce el ceño y mira a ámbos jóvenes príncipes, ante la mirada de todos los presentes dice a su hijo el príncipe Aren.
-¿Por qué crees que él a actuado mal y por qué crees que yo lo castigaré?-Puedes irte ahora.
-Todos pueden irse. Hablaré con mi príncipe. -Como todos creyeron que era con el joven Aren tampoco se movía el príncipe Aren, a todos los llenaba la curiosidad de el por qué no salía de la presencia del Rey aquel joven intrépido.
Asi mismo el príncipe Aren también que se había quedado, miraba a Bastian de reojo. Tenía ganas de decirle que se fuera de ahí.
-Príncipe Aren, puede marcharse también. Con quien quiero un momento a solas es con el tercer príncipe de mi Reino.-Dijo el Rey. Algunos que seguían en la puerta alcanzaron a escuchar todo.
Los ojos del príncipe Aren se abrieron de par en par, él era el príncipe marginado, pensó. Pero en realidad no era ningún marginado, él tenía una vida plena y libre, tenía todo para ser un hombre feliz, incluso mejores habilidades que él, pero ¿por qué no dió a conocer su identidad hace unos días? Incluso dejó que un guardia imperial le sostuviera la espada en el cuello.
¿Acaso era alguien privado del miedo? Solo volvió a ver a su hermano marginado.
Recuerda escuchar hablar a su madre acerca de la situación del tercer príncipe, nunca lo mencionaron, nunca lo llamaron para una fiesta de la realeza, ¿Cómo es que el Rey supo de inmediato que este era su hijo?
En definitiva, éste sería un rival para él para asumir el trono, miró con que Admiración el rey se había basado en mencionar al tercer príncipe como su príncipe, eso todos lo escucharon que salió de la boca del Monarca.
El resto de sus hermanos eran altaneros, prepotentes, ambiocionaban, pero hasta cierto punto, pero comparado a Bastian, éste era calculador, no decía ni hacia todo lo que sabía, sabía que decir y que control ejercer para cada ocasión.
Era una lástima enorme, él había simpatizado con el joven, que creía era una persona ordinaria, no su propio hermano, un príncipe.
Aren el príncipe salió de ahí a grandes zancadas y se marchó a sus propios aposentos, sentía que la rabia le inundaba el corazón.
Su Madre lo aguardaba ahí, la primera esposa del Rey Ándraco había visto con sus propios ojos como la madre de Bastian se había adueñado de toda la atención del Monarca, ¿sería igual ahora con el hijo? Ella ya sabía acerca de la identidad del joven Bastian.
Quedando solos el Rey Ándraco y su hijo Bastian Alexander, el Rey Ándraco preguntó.
-¿Como te llamas?
-Su majestad el Rey Ándraco quiere al fin saber mi nombre?
-"¡Solo dí tu nombre!" -El monarca tenía sentimientos encontrados.
Su hijo era muy diferente al resto de sus hijos, era meticuloso a la vez valiente, era un joven habilidoso a la vez se hacía notar de bajo perfil, aunque viéndolo bien, tenía unos rasgos exquisitos, se parecía a su madre, pensó con tristeza.
-Su magestad el Rey eligió mi primer nombre, mi madre le pidió a su sirvienta leal quien ahora es mi nana e institutriz que me llamara con el nombre elegido por usted.
-Me llamo "Bastian"
-"Bastian Alexander" así lo elegimos, lo hicimos cuando era el momento más feliz de nuestras vidas.-Tu madre y yo.
El Rey Ándraco hizo silencio como haciendo volver sus pensamientos a su presente. Unas lágrimas rodaron en su mejilla, esto era raro, nadie atestiguaba una debilidad así del Rey, por que así era para los monarcas y Reyes no debían mostrar su debilidad nunca.
-¿Cómo aprendiste a montar sementales salvajes y peligrosos, tirar flechas y arcos a la vez?
-Aprendí su magestad, recuerda mi institutriz fue del Reino de los Morrison, ella estaba mas que apta para proteger a mi madre.-El Rey cabeceó y dijo :
-Si, así es. La protegería de todo, menos de ti.
-¿Por qué cree que yo le hice daño, padre?
-¿Acaso no?
-¿Acaso buscó a los culpables el Rey?
-¿Debía perseguirte a ti, mi propio hijo?
-¿Por qué cree que un bebé no nacido sería el culpable? Por qué no vengó la muerte de la Reina como debió ser, se cegó de dolor, de paso me dejó de lado.
-Todavía no entiendo cómo acabas de reconocerme si tampoco te habías dignado a conocerme.-Reclama Bastian.
El Rey Ándraco queda en silencio y después de un momento le dice :
-Vamos, acompáñame al reino vecino de los Miracles, cada Rey irá con un hijo.
-¿No cree el rey que su hijo el príncipe mayor está esperando acompañarlo? Ayer me lo dijo.
El Rey Ándraco titubea, y mira a su hijo Bastian. Parece ser que a él poco le interesa ganarse su aprobación. Prefiere que su hermano el príncipe Aren sea el beneficiado.
-¿Te has dado cuenta? Si no me acompañas, no conseguirás nada.
-No importaría mucho, Padre. Hace mucho tiempo que no he estado interesado en nada. Solo acepto de la naturaleza y la fortuna de la vida lo que día a día me ofrece.
-Un príncipe no puede tener esa mentalidad, Bastian Alexander.
-Perdí lo más valioso en cuanto nací padre, a ti y a mi madre. No espero ninguna otra cosa entonces.
El Rey Ándraco respira con dificultad, este hijo de su madre, casi es idéntico a su madre, de cuando la trajo y era tan abierta y respondona, piensa mientras mira al hijo de ámbos, él desperdició su vida juntos.
-¿Vendrías si traigo a todos los príncipes?-Es el Rey Ándraco que está casi rogando a un príncipe, piensa su consejero y más cercano.
-Si, es justo para cada uno de tus príncipes, Padre. No se sentirán excluidos. -Dice eso y se acerca a la gran ventana, desde afuera los espectadores están mirando, el Rey Ándraco se acerca y le agrega su brazo al hombro.
Para muchos, esto es claro, el Rey Ándraco tiene un hijo favorito.
El resto de príncipes van a buscar a su hermano mayor, el príncipe Aren, este al verlos sabe que viene a contar problemas.