La noche emprendía su retirada y los claros del alba anunciaban la llegada de un nuevo día, era un dieciocho de octubre de 1987 en que la primavera se dejaba sentir en cada rincón de nuestro querido Chile. En el hospital de la ciudad de Linares a las 06:00 A.M llegaba a este mundo una pequeña recién nacida cuyas ganas de luchar y salir adelante serian puestas a prueba desde su primer minuto de vida. Producto de un fórceps nacía la pequeña Anita, una niña adorable que a consecuencia del azar del destino y de una negligencia médica, sufrió un derrame a la vista el cual afectara su nervio óptico, y por lo cual su pronóstico era muy incierto. Durante semanas y ante la angustia de sus padres, la niña se mantuvo internada en una incubadora, conectada a innumerables aparatos que estimulaban su recuperación, hasta que finalmente fue dada de alta y a pesar de su delicada condición de salud, pudo irse a su hogar con el resto de su grupo familiar. A pesar de aquella situación sus padres continuaban angustiados por el incierto futuro de su pequeña hija y por lo mismo decidieron viajar con ella a la capital, a la clínica El Salvador con la esperanza de encontrar una respuesta que pudiera tranquilizar sus corazones y prometiera un futuro auspicioso para Anita, durante años se mantuvieron viajando de manera frecuente con el objetivo de cumplir a cabalidad con el tratamiento, todo esto a pesar de la precaria situación económica de la familia. Hasta que por fin a la edad de dos años, una mañana la pequeña Anita decidió que era hora de descubrir el mundo por sí misma y empezó a caminar, a partir de aquel instante todo había cambiado para ella, ante sus ojos se extendía el universo, la vida ponía a sus pies infinidad de oportunidades y Anita fue muy valiente, o al menos lo suficiente para aprovechar cada una de ellas y aferrarse a este mundo con todas sus fuerzas.
Teniendo cinco años Anita comenzó sus estudios pre-escolares en la escuela básica Presidente Manuel Montt D-612 de la pequeña pero muy pintoresca comuna de Retiro, en donde desde un principio demostró su personalidad avasalladora y extrovertida, no pasando en ningún caso desapercibida y siendo motivo de conversación e incluso de admiración tanto de profesores y compañeritos. Así entre juegos y risas, rodeada del aire puro y la magia del campo, nuestra heroína fue dando sus primeros pasos en el exterior, fuera del cobijo y la protección del seno familiar, pero a la vez fue configurando su carácter, su personalidad y esencia.
Posteriormente sus estudios básicos hasta sexto año los llevó a cabo en una pequeña escuela rural del sector de San Isidro junto a sus dos hermanos varones, donde fue desplegando todo su ingenio siendo el punto de atracción en muchas oportunidades, y donde dio más de un dolor de cabeza tanto a sus padres como también a sus profesores.
Cuando regresó a Retiro, para cursar su enseñanza media en el Liceo Guillermo Marín Larraín C-36, lo hizo siendo dueña de una actitud explosiva y vertiginosa, lo que la encausó a descubrir su propia identidad y encontrar un talento escondido muy dentro de su ser. Tenía doce años y estaba en séptimo básico cuando una tarde garabateando ideas y pensamientos en un cuaderno, casi como un juego y sin siquiera darse cuenta escribió su primer poema, el que dio paso a muchos otros, hasta que aquello que comenzó como un simple pasatiempo se convirtió en su obsesión y supo que era lo que quería hacer por el resto de su vida. Las declamaciones de sus propias obras poéticas se transformaron en número obligado de todos los actos escolares, y aprovechando su estrecha relación con su amiga Yasna, la encargada de la biblioteca del establecimiento, fue descubriendo el valor de la literatura lo que la ha llevado hasta hoy a desarrollar un profundo amor por los libros y las novelas románticas que tanto cautivan su sensible corazón y que sin darse cuenta y casi por acto de inercia poco a poco se fueron transformando en el motor de su inspiración. Sin lugar a dudas a todas luces la protagonista de estas líneas disfrutaba de una vida prácticamente perfecta, no obstante, no era así pues en su corazón faltaba algo, una esperanza, una ilusión que llenara de nuevos aires su alma y su existencia. Tenía la edad de dieciséis años y aún no había dado su primer beso, ni mucho menos había conocido lo que es el amor, veía como sus amigas y compañeras disfrutaban en plenitud de este sentimiento, nunca tuvo un admirador ni mucho menos un pretendiente, se sentía poco atractiva y fea porque tenía muchas espinillas en la cara y toda esta situación causaba estragos en su estado de ánimo. Sin embargo, su corazón comenzaba a experimentar un increíble sentimiento que jamás había sentido por nadie, su mejor amigo la hacía suspirar y pensar gran parte del día en él pero nunca se atrevió a decirle nada por el temor que le daba perder para siempre su amistad.
El tiempo pasó y tras cursar en la Universidad la carrera de Educación Parvularia, decidió incorporarse al mundo laboral en donde su primera experiencia no fue fácil ya que sufrió en carne propia la discriminación de algunos de sus apoderados, y por parte de su propia asistente, lo que provocó que fuera trasladada a cumplir funciones administrativas en el mismo jardín infantil donde realizara su práctica profesional. Al año siguiente la incertidumbre se apoderaba de ella, ya que no sabía qué hacer con su vida, fue en ese momento que todo se configuró a su favor y fue designada para trabajar en el lugar que se desempeña hasta hoy La Biblioteca Pública Municipal Nª156 de la comuna de Retiro, allí ha sido donde se ha desarrollado plenamente como escritora y profesional, es en ese espacio en donde siente que ha logrado encontrar su sitio en el mundo, y todos los días se levanta con la convicción de luchar por sus objetivos y convertirse en una escritora de renombre internacional.