¡Quise morir en Agosto!
img img ¡Quise morir en Agosto! img Capítulo 7 6
7
Capítulo 11 10 img
Capítulo 12 11 img
Capítulo 13 12 img
Capítulo 14 13 img
Capítulo 15 14 img
Capítulo 16 15 img
Capítulo 17 16 img
Capítulo 18 17 img
Capítulo 19 18 img
Capítulo 20 19 img
Capítulo 21 20 img
Capítulo 22 21 img
Capítulo 23 22 img
Capítulo 24 23 img
Capítulo 25 24 img
Capítulo 26 25 img
Capítulo 27 26 img
Capítulo 28 27 img
Capítulo 29 28 img
Capítulo 30 29 img
Capítulo 31 30 img
Capítulo 32 31 img
Capítulo 33 32 img
Capítulo 34 33 img
Capítulo 35 34 img
Capítulo 36 35 img
Capítulo 37 36 img
Capítulo 38 37 img
Capítulo 39 38 img
Capítulo 40 39 img
Capítulo 41 40 img
Capítulo 42 41 img
Capítulo 43 42 img
Capítulo 44 43 img
Capítulo 45 44 img
Capítulo 46 45 img
Capítulo 47 46 img
Capítulo 48 47 img
Capítulo 49 48 img
Capítulo 50 49 img
Capítulo 51 50 img
Capítulo 52 51 img
Capítulo 53 52 img
Capítulo 54 53 img
Capítulo 55 54 img
Capítulo 56 55 img
Capítulo 57 56 img
Capítulo 58 57 img
Capítulo 59 TODO VA Y VIENE img
img
  /  1
img

Capítulo 7 6

¿Cómo se supone que debes actuar cuando una persona te dice que le gustas? ¡Una vez más me encontraba en esta situación! ¿Qué haría está vez?

-El taller de agricultura es lo más relajante que puedes tomar. Hoy vimos los diferentes tipos de suelo y como podemos identificarlos. ¡Me asignaron mi parcela para sembrar!

Zuri parecía muy emocionada. Ella había tomado el taller de agricultura, le habían asignado en la mañana. Yo iría en la tarde para equilibrar mi ausencia en construcción.

-Pues entonces me esforzaré por tomar el taller, lo pienso disfrutar mucho. ¡Me gustan las plantas!

-Ya se que pensabas dejarlo, pero de verdad, es un taller muy relajante. ¡No te arrepentirás!

¿Arrepentirme? ¡Para nada! Ya habían pasado varios días desde que deje ir a mi familia a ese viaje a la playa y hasta el momento no los extrañaba. ¡No podría arrepentirme!

-¡Por supuesto que no me arrepentiré! -dije emocionado-. ¡Lo voy a lograr!

Zuri parecía estar orgullosa de mis palabras.

-¿Iremos a la fiesta del sábado?

Todo el campamento hablaba de esa fiesta. ¡Que padre!

-Yo creo que sí. Deberíamos ir, aunque no tengamos ni la más remota idea del ambiente que se genere allí.

-Seguro va ser divertido. ¡Escuché que habrá bailé! ¿Sabes bailar?

Asentí.

-Solo un poco, pero ¿eso que tiene de divertido?

Zuri se acomodo el casco.

-Pues verás, el baile es...

-¿Ya están listas las cadenas? -la pregunta de Obed me hizo girar a mirarle.

Él se acomodo un poco el casco. Zuri lo miraba con atención.

-Ya solo nos faltan dos. Estarán listas en el turno de Zuri.

-Entonces van muy rápido. ¡Que buen equipo! Mandaré a Anuel para que puedan comenzar a acarrear las contratrabes. ¡Comenzaremos a cimbrar! Si seguimos a este paso, la casa estará lista a mediados de este mes.

Eso sonaba bastante bien. Después de todo éramos un equipo grande y casi todos querían estar en el taller de construcción.

-¡Eso suena a éxito! -exclamó Zuri.

Obed le dedicó una mirada atenta y cálida. Asintió a su comentario.

-¿A qué hora te vas a tu otro taller? -Me preguntó.

-Como en veinte minutos.

-Antes de que te vayas quisiera hablar contigo de algo.

Asentí. ¿Hablar de algo? ¿Qué sería? De pronto sentí que el sudor comenzaba a escurrir por mi rostro. ¡Hacía calor!

-Esta bien. Te busco cuando me tenga que ir.

Obed se fue de nuestra compañía.

-¿Qué crees que te diga? -preguntó con curiosidad.

Mi amiga me miraba con mucha atención, su sonrisa escondía las ansias por saber.

-¡No se! Yo... Quizá me explique algo del proyecto.

-Por supuesto. Bueno antes de que te vayas explícame a mí lo que falta por hacer. ¡Quiero ser exitosa en la construcción!

Nos reímos un poco.

-Pues ya no falta mucho. Terminar las dos cadenas. ¡Ah! Y se me estaba pasando, hay que hacer la cadenas que van para las ventanas de la casa.

Nuestro equipo estaba trabajando muy bien. Anuel llegó con varios chicos. Durante el día lo había estado evitando y ahora lo tenía justo enfrente de mi. Sus guantes tenían rastros de cemento y cal, en el pantalón había manchas de revoltura. ¡Seguro que estaba trabajando muy duro! El sudor escurría por su frente.

-Obed nos mandó a traer las cadenas, quiere dejar la cimbra puesta para que mañana se pueda colar.

-¿Colar?

-Si. Mañana. Preparemos mucho concreto y se pondrá la plancha para el piso.

Eso sonaba muy bien.

-¿Alguna vez has colado? -le preguntó Zuri.

Anuel nos miraba con atención.

-No. Pero todo eso me acaba de explicar Obed.

-Supongo que mañana será un día muy movido. Bueno, te diré cuales cadenas son las que ya se pueden llevar.

-Llevaremos las contratrabes primero.

Después de explicarle y dejar la instrucción fui a ver a Obed. Los planos estaban en sus manos, parecía mirarlos con atención. Los chicos comenzaban a colocar las contratrabes sobre su lugar correspondiente.

-¡Ya me voy! -le dije.

Al instante que escucho mi voz una sonrisa apareció en su rostro.

-Esta bien. ¿Vas a tomar tu otro taller?

-Si. Zuri me contó que está muy interesante.

Asintió. Su mirada seguía puesta en mi. Se acercó un poco más a mí lado.

-Mañana planeo colar la plancha del suelo. ¿Qué te parece?

-Nunca he estado en un colado pero creo que será muy interesante.

-Si. Los colados suelen un poco pesados. Planeó que acabemos antes del medio día, ya sabes, para estar libres por la tarde.

-Eso suena muy bien. Creo que la tarde será buena.

-¿Quieres ir a comer tacos mañana?

-¿Puedo invitar a mis amigos?

Pensó en mi pregunta.

-Si. Puedes invitarlos.

Sonreí. Ya era de marcharme.

-Vale. Entonces así quedamos.

-¿Pensaste en lo que te dije está mañana?

Me quedé congelado. La verdad es que mis pensamientos no estaban atentos a lo que él me había dicho por la mañana.¿Qué debía decirle? Esta noche planeaba invitarme a su cabaña. ¿Realmente le gustaba? ¿Eso como me hacía sentir? Obed era un poco más alto que yo y esperaba una respuesta. Su casco tenía una lámpara en medio de la frente, solté un suspiro.

-La verdad no. Pero seré sincero contigo así como tú fuiste sincero conmigo está mañana. ¡Me sorprendió mucho escuchar sobre tus sentimientos! ¿No es muy pronto para que digas que yo te gustó? Yo nunca he tenido novia o novio y aún no se que es lo debo hacer en casos cómo esté. ¡Nunca me habían llegado de forma directa!

Su mirada se torno curiosa y pensativa.

-Entonces, ¿dices que no estás listo para tener novio?

Sus pulgares resbalaban de arriba abajo sobre las hojas de los planos.

-Digo que no se que decirte ahora mismo. Solo nos conocemos de hace dos días y esto me ha impactado por completo.

-¿Cuántos años tienes? -me preguntó.

Sonreí y negué con la cabeza.

-¿Lo ves? A eso me refiero. ¡Ni siquiera nos conocemos lo suficiente! Tengo dieciséis años y seguramente tú tienes veintidós.

-Veintitrés. ¿La edad es un problema para ti?

Me reí aún más. ¡Gustar de un desconocido no es lo más chido que te puede pasar!

-No tengo ningún problema. Es solo que no puedo darte una respuesta ahorita mismo.

-¡Me gustas! -dijo él.

En ese momento, Anuel paso justo a un lado mío y su mirada se impacto con mis ojos. Ese contacto visual me hizo sentir cosquillas en el estómago. Recordé las fotos que había tomado de él.

-¡Me tengo que ir! Se me hace tarde para el otro taller.

Sin esperar alguna respuesta me di la vuelta y comencé a caminar. Di varios pasos hasta desaparecer de la zona de obra.

***

En agricultura las cosas eran un poco más relajadas. El profesor se llamaba Ernesto, pero todos lo llamaban El Abuelo. Mi uniforme de este taller era un overol de mezclilla, botas de plástico, guantes y un sombrero. La actividad que estábamos haciendo constaba de preparar la tierra para poder sembrar algo en ella.

-¿Qué sembraras en tú parcela? -me preguntó un chico.

Su uniforme era casi idéntico al mío, solo que su sombrero era de color café oscuro.

-Quizá siembre algunos jitomates o lechugas. ¡Aún no decido!

Parecía ser un buen tipo.

-¿Has pensado en sembrar rábanos? Esos cuates crecen rápido y son muy buenos para la ensalada.

¡Ensalada de rábano picante!

-No lo había pensado, pero suena bien. ¡Me agrada tu sugerencia!

Sonreí, yo estaba usando un rastrillo para limpiar la parcela.

-¡Mi nombre es Brandon!

-Un gusto. ¡Soy Dan!

Estrechamos nuestras manos.

-¿Tú eres ese chico que está en el taller de construcción?

-Si. Soy yo. Mi amiga también está en éste taller y en construcción. Su nombre es Zuri.

-La conocí está mañana. ¡Es muy agradable! ¿Se conocían de antes?

-No. Nos conocimos aquí en el campamento, aunque resultó ser que somos del mismo estado. ¡Que curioso que nos reuniera este campamento!

Sonreí un poco más que antes.

-Eso parece genial por ustedes. Este campamento siempre suele dar buenos amigos y recuerdos. El año pasado estuve y aprendí muchas cosas.

-¿Así que es tu segundo año?

-Si, solo que está vez soy instructor.

Me sentí bien por Brandon.

-Ahora entiendo porque el consejo de los rábanos.

-Si. Eso fue lo que sembré el año pasado en mi primer parcela.

Las parcelas estaba acomodadas en secciones de un metro y medio de ancho por diez metros de largo. A cada estudiante le asignaban diez parcelas para todo el verano.

-Creo que recurriré a ti cuando necesite cualquier tipo de ayuda con el huerto.

Asintió con una sonrisa cálida.

***

Al terminar el taller decidí ir primero a la cabaña. Preferí bañarme antes de ir a cenar. Mi sorpresa fue que Alfredo estaba acostado en mi cama.

-¿Todo bien? -pregunté.

-Si. Todo bien. Espero que no te moleste que esté en tú cama.

-¿Ya te bañaste?

-Si. Me bañe desde hace como dos horas.

-¿Cómo que desde hace dos horas? ¿No tomaste el taller por la tarde?

-Si. Pero me entró un poco de mezcla en el ojo. ¡No inventes! Arde bien feo.

Alfredo se incorporo, se giro a verme y desde ese ángulo ahora podía notarlo. Un parche blanco estaba sobre su ojo izquierdo. ¡Se había lastimado!

-¿Y como fue que eso paso?

-Pues es que estábamos preparando la plantilla, yo estaba acomodando unos bloques. Me agache para poder ponerlos a un lado de Cheli y al dejarlos caer, salpique un poco de mezcla y la gota entro directo a mi ojo. ¡Sentí como fuego! Eso no se lo deseo a nadie.

Su historia me sorprendió un poco, pero al final los dos terminamos riéndonos de su torpeza.

-¿Irás a cenar?

-Si. ¿Tú irás ahora?

-Quiero bañarme y luego ya voy. ¡Tengo hambre!

-Va. Entonces te espero.

Tarde quince minutos en ducharme. El agua caliente me hacía sentir muy relajado. Salí de la regadera, tomé la toalla y comencé a secarme. Mi reflejo en el espejo me hizo pensar un poco en lo que estaba pasando. ¿Por qué me tocaba a mí el recibir sentimientos de parte de los chicos? ¡Yo nunca pedí gustarle a los chicos! La propuesta de Obed volvió a mí y mi mente se empezó a tambalear. ¿Qué debía hacer? En el pasado ya viví sentimientos de enamorado y nunca quise que esos sentimientos tuvieran una repuesta de la otra parte. ¿Debía rechazarlo?

Salí del baño con el cabello húmedo. Sonreí al ver a mis amigos sentados en el sillón alrededor de la cena.

-¡Hey! Que bueno que sales, ya vamos a cenar.

Habían traído todo a la cabaña.

-Hoy hicieron hot dogs para la cena. ¿Cuántos te vas a comer?

-Ocho. Me comeré ocho.

Deje sorprendidos a todos. Zuri se sentía orgullosa porque había logrado atinar la cantidad de hot dogs que yo consumiría. Me senté junto a ellos y la cena fue lo mejor de este día.

-¿Trajeron refresco o jugó? -pregunté-. Ya me dio sed.

Ellos comenzaron a mirarse entre si, no me decían nada, guardaban un secreto.

-¿Por qué se miran nomás? ¡Muero de sed! -volví a insistir.

Anuel fue el único que se digno mirarme a los ojos, sus labios sonrieron. Me puse un poco nervioso.

-Trajimos cerveza. ¡Esta noche beberemos!

¡Que cosa! La idea sonaba bien.

-Si estás bromeando conmigo, no te pases. De verdad tengo sed.

-De verdad trajimos cerveza. César ya reparte. ¡El niño tiene sed!

¿Yo era un niño? César abrió su mochila y saco un six de latas rojas. Comenzó a repartir y me ofreció una lata, estaba fría.

-Si has tomado antes ¿no?

Les regalé una sonrisa pícara.

-¡Por supuesto! No bebo tan seguido, pero si de vez en cuando.

Papá solía darnos a probar el alcohol en las fiestas a las que íbamos o cuando compraba cerveza o vino nos ofrecía un poco.

-Bueno. ¡Sacia tu sed! -me dijo Anuel.

Abrí la lata y sin decir nada me la empine toda a la boca. Ese sabor entre amarguito y ácido apareció en mi lengua, el espuma sabía bien y las burbujas eran suaves a mi necesidad. Trago. Trago. Fondo. Fondo. Fondo.

-¿Quieres otra? -me preguntó César.

-La mitad solamente.

La cena fue diferente gracias a la bebida. Anuel nos enseñó a jugar cartas, era muy bueno con la baraja.

A las once en punto, apagamos las luces de nuestra cabaña. Me metí a la cama, César estaba bañándose y Alfredo escuchaba música en sus audífonos a todo volumen. Anuel se acercó a mí, se sentó en su lado del colchón.

-¿Estás borracho?

-¡Quisieras que estuviera borracho! Pero no. Estoy bien ¿y tú?

-Pues normal. Solo me tomé dos cervezas y ya. ¡Regularmente soy muy bueno bebiendo! Aguanto el efecto de ebriedad.

Me sorprendió un poco.

-Supongo que has de tener mucha experiencia.

-Pues un poco nomás. En casa mis cuates y yo solíamos juntarnos pa beber casi todas las noches.

-Entonces eran una bola de alcohólicos.

Se rió un poco.

-Digamos que sí. Éramos alcohólicos. Bueno, yo todavía lo soy.

-Que bueno que seas sincero.

Nos quedamos en silencio algunos segundos. Afuera estaba haciendo mucho viento.

-Hace rato vi que estabas hablando con Obed. Casualmente pase y...

-¿Lo escuchaste?

Él no respondió. Se quedó callado.

-Se que escuchaste que yo le gusto.

-Si. Escuché eso.

Solté un suspiro pequeño.

-¿Y que pensaste con lo que dijo?

-¿Tú y él?

-¿Andamos?

-¿Sí?

-¿Te parece?

Me reí, no pude evitarlo.

-Pues no te he visto muy afectuoso con él.

-¡Es que no andamos! Esta mañana él me confesó que yo le parecía atractivo. ¿Lo puedes creer?

-¿Es raro, no?

-Supongo que sí. Ni siquiera se que debo decirle. Somos muy desconocidos.

-¿Él te gusta?

-No. Apenas lo conocí. Creo que es un buen muchacho, pero solo eso. No nos conocemos a detalle.

-¿Y si lo conocieras a detalle?

-¿Pasar tiempo con él?

-Aja.

-Pues es el capitán de nuestro equipo. Es obvio que tengo que pasar algo de tiempo con él. Es más. Nos invitó a cenar tacos mañana.

-Eso suena muy bien. ¡Me apunto! Pero espera un segundo. ¿Nos invitó? ¿O te invito a ti y tú quieres llevarnos?

-Ambas cosas. No me gustaría estar solo con él. Me pondría muy nervioso y hasta quizá sería algo incómodo para los dos.

-Entonces quieres que seamos tus ayudantes emocionales.

-¡Exacto!

Su silueta en la oscuridad era agradable.

-Pues yo te apoyo.

-¡Gracias! Por cierto, nadie de los demás sabe que Obed me anda tirando los perros. ¡Por favor mantén este secreto!

-¡Seré tu confidente!

Nos acostamos para dormir. Yo me sentía muy cansado.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022