Me enamoré de él irrevocablemente
img img Me enamoré de él irrevocablemente img Capítulo 10 Policentro
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Capítulo 11 Abuela img
Capítulo 12 Cambios img
Capítulo 13 Correo img
Capítulo 14 Pelea img
Capítulo 15 Invitación img
Capítulo 16 Fiesta img
Capítulo 17 Defensa img
Capítulo 18 Salinas img
Capítulo 19 Sospechas img
Capítulo 20 A solas img
Capítulo 21 Merienda img
Capítulo 22 Suero img
Capítulo 23 Día siguiente img
Capítulo 24 Primer contacto img
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Capítulo 10 Policentro

No recuerdo en qué momento me quedé dormida mientras lo abrazaba; pero ahí estaba, inconsciente y bajo su protección. Mi celular sonó. Aarón cogió mi celular al ver que no me levantaba y respondió en mi lugar.

-Hola -respondió Aarón.

-Hola, Aarón, ¿está Isabel contigo?

--Sí, se quedó dormida.

-No la levantes, tus padres la llevarán a tu casa, porque no podemos ir a verla en este momento. Tuvimos que salir de emergencia y nos demoraremos.

-Le diré apenas se levante.

-Gracias, Aarón.

Cerraron la llamada y Aarón esperó hasta que me levantara. Al hacerlo, sobó mi cabeza con delicadeza.

-Lo siento, no me di cuenta en que momento me quedé dormida -me asusté y cogí rápidamente mi celular. No tenía llamada de mamá.

-Hablé con tu mamá, vendrás a mi casa hasta que te puedan recoger.

-¿Pasó algo?

-No estoy seguro, solo me dijeron que tuvieron que salir por una emergencia y que demorarían, de todas formas, mis padres están enterados.

-¿Y ellos te han llamado?

-No, pero ya mismo lo han de hacer.

-¿No estaré molestando?

-Para nada, Isabel. Siempre nos gusta tenerte en nuestra casa.

-¿Podemos dar una última vuelta?

-Claro.

Nos levantamos del puesto y recorrimos la última vuelta. Poco a poco se comenzó a llenar el lugar y no pudimos entrar a otras tiendas. Solo a una, la de compañía de celulares, que le encantaba a Aarón.

-¿Quieres comprarte un nuevo teléfono?

-No, solo estoy mirando, aunque no es mala idea. En las vacaciones le podría pedir.

-¿Crees que te lo den?

-Creo que sí, el mío a veces hace intermitencia cuando estoy hablando, es muy molesto -mintió. Él sabía que había oído los murmullos de sus padres hablar.

-Era eso -dije en voz baja.

-¿Dijiste algo?

-No, no. ¿Qué modelo estás pensando?

-Quizás un Sony, aún no lo sé la verdad.

-Yo me compraría uno de esa marca si pudiera.

-¿También tienes problemas con el que tienes ahora?

-No, hasta ahora no, solo que ya sabes, como mujer nos gusta tener cosas nuevas.

Se rio y me dio un abrazo de lado. Me daba risa cuando lo hacía, pero era su forma de evitar cuando él creía que hablaba de temas de mujeres. Salimos de la tienda y su mamá lo llamó, se alejó un rato para poder conversar con ella. Supongo que necesitaba privacidad. Regresó a los cinco minutos y me indicó para esperar a sus padres en el paso de peatones dentro del centro comercial.

-¿Puedes guardar el vestido y que mis padres no lo vean? -me pidió con cierto nerviosismo.

-¿Pasa algo?

-Bueno, ellos no saben que mi padrino me dio la plata.

-Siempre puedo decir que me lo compraron mis padres.

-No creo que funcionaría.

Lo miré con mala cara y acepté. Sabía que lo había dicho por mi situación económica actual y como sus padres son unidos a los míos, tarde o temprano, descubrirían que ellos no me lo compraron. Él solo hizo un gesto con la cabeza y entramos al carro. A diferencia de los míos, sus padres son más callados. Creo que por eso también habla mucho conmigo.

Llegamos a la casa de Aarón; una casa extravagantemente grande y lujosa, si los demás compañeros supieron de ella, de seguro cambiarían sus percepciones sobre nosotros; pero a él no le gustaba la idea, sabía que con eso solo conseguiría amigos hipócritas e interesados, por mi parte no lo veía así. Sus padres me dejaron entrar al cuarto de él, para poder hacer la tarea juntos.

-La tarea de hoy está fácil, ¿tú que crees?

-Súper fácil.

-No seas creído -reí-. ¿Ya terminaste?, ¿verdad?

-Sí.

-Mi pregunta está demás, no sé cómo lo haces.

-¿No crees que soy un súper dotado? -infló el pecho para aumentar su egocentrismo.

-Sí, seguro -respondí con sarcasmo. Se desanimó.

-No tienes que ser sarcástica.

-Sabes que lo decía de broma, me encanta que seas súper dotado -cogí sus manos inconscientemente-. Sin ti, no sé dónde estaría.

-Sufriendo -bromeó.

-Más que probable.

Su semblante cambió rápidamente. Creo que cuando le dije que me encanta, se emocionó más de lo que debía. Guardé mis cuadernos en la maleta y ambos nos sentamos en los asientos inflables. En el Policentro no pudimos ver una película porque el centro comercial no contaba con alguno, por lo que me dejó escoger cuál veríamos de su colección.

Cuando terminó la película, el celular de Aarón sonó. Era mi mamá.

-Sí, está conmigo -me pasó el celular.

-¿Mamá?

-Vamos para allá, Isabel. Llamé a tu celular, pero supuse que se había descargado -revisé y tenía razón.

-Sí, no me di cuenta, lo siento.

-No te preocupes, estaremos en media hora.

-Está bien.

Le devolví el celular a Aarón y le comenté lo que me había dicho. Me miró con una sonrisa pícara que solo yo entendía cuales eran sus verdaderas intenciones debajo de ella.

-Ahora que recuerdo, no te he besado en todo el día.

-Solo un pico -dije sonrojada y con las mejillas bien calientes.

-Me conformaré con eso.

Acortó nuestra distancia y se acercó para darme un beso rápido. Al final, creo que lo hizo a propósito, porque sabía que eso me dejaría con ganas de besarlo más. Solo repetí una vez más nuestro pico y nos dirigimos a la sala para esperar a mis padres.

-¿Qué otros cambios vio en él? -preguntó Daniel.

-Si miento ¿qué pasará?

-El detector de mentiras es el que está conectado a su mano derecha y el de la izquierda le transmitirá electricidad en el caso que no diga la verdad.

-Lo que está haciendo es un delito.

-No, solo son métodos no convencionales que nos llevará al mismo resultado -me miró con desprecio y continuó-. No perderemos más el tiempo, responda la pregunta.

-¿La puede repetir?

-¿Qué cambios vio?

-Cambios erráticos en el comportamiento, pero estoy segura de que solo fue por la adolescencia.

-¿Podría describirlos?

-Cuando tuvo la confrontación en el colegio, fuimos llamados por el director; él estaba tranquilo, pero cuando salimos, estaba realmente furioso, y no quería que me acercara.

-Prosiga, por favor -dijo Daniel al anotar en su libreta.

-Luego no nos hablamos hasta que nos fuimos a nuestras casas respectivas, la verdad es que me sentía mal, y él luego llegó a mi casa con una tarrina de helado, quería hacer las paces.

-¿Intentó sobrepasarse con usted?

-Sí, pero no se lo permití; además, éramos adolescentes, nos dejábamos llevar por el momento o las hormonas.

-¿Qué ocurrió en el Policentro?

-Descubrió la carta que me había mandado Andrew con el mismo dibujo, pero otro mensaje...

-Decía "No me olvidaré lo que pasó" -me interrumpió mientras leía la misma carta.

-Sí, y obviamente él se lo tomó muy mal.

-¿Qué pasó después?

-Perdió otra vez el control y estoy más que segura de que sus ojos cambiaron.

-¿A qué color?

-Dorados, y aunque creía que podía ser por efecto de la luz, la verdad es que estaba muy equivocada. Sus ojos ni siquiera eran cafés, eran azules.

-¿Primera vez que ocurría?

-Sí, para ese momento sí.

-¿De qué color era el vestido que le compró?

-Verde.

Una electricidad recorrió por todas mis venas haciendo que gritara desde lo más profundo de mi alma. Mis gritos no fueron los únicos, otros se escucharon desde el fondo del pasillo.

-Debe decirnos la verdad.

-Le estoy diciendo que es verde.

Esta vez no pude resistirlo. ¿Quién aguantaría dos descargas eléctricas en menos de un minuto? Perdí la conciencia

-Tendremos que esperar -dijo Daniel.

                         

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