Todas las miradas se giraron hacia nosotros. Podía sentir el calor subiendo a mis mejillas por la vergüenza. Aarón respiró fuerte y se me acercó con cautela. Sabía que estaba enojada con él por su comportamiento. Me regresó la maleta y me pidió con señas que lo esperara mientras se dirigía al baño. Me senté cerca y miré como las miradas se esparcían hacia otro lado. Fuimos el boom del momento. Aarón demoró más de media hora en salir, por lo que me estaba preocupando. Le escribí un mensaje, esperando que me pudiera responder, pero no lo hizo.
Cuando salió, estaba más calmado y sus ojos regresaron a azules. Los que tanto me gustaba. Pero me seguía preguntando ¿acaso vi mal?
-¿Te sientes mejor? -pregunté preocupada.
-Sí, lo siento, sé que me precipité...
-Pues, gracias a ti, nos volvimos famosos por unos segundos.
-¿Te lastimé?
-¿Qué? No. Te controlaste bien.
-Tenemos que decirle al director...
-¿Tenemos? -lo miré desconcertada-. Creo que puedo decidir por mí misma si dejo que me afecte o no.
-¿Por qué eres tan obstinada?
-Porque me puedo defender sola.
-¿Es el mismo dibujo de la carta qu em contaste esa vez?
-Sí.
-¿Aún la tienes?
-Entonces hay que mostrarle al director los dos mensajes.
-No.
-¿Qué?
-No le voy a mostrar, prefiero hablar con él.
-¿Con Andrew?, ¿has perdido la cabeza?
-No del todo, pero es lo justo.
-Él es agresivo, no aceptará hablar contigo.
-Bueno, tú también has sido agresivo últimamente.
-Lo siento, tienes razón. ¿Puedo estar cuando lo hagas?
-Tengo que hacerlo sola.
Él me miró con compasión. Sabía que estaba loca, pero aún así no me siguió molestando con eso. Lo obligué a entrar a una tienda de ropa femenina, aunque me hacía mala cara, lo disfrutaba.
-¿Te lo vas a comprar? -me preguntó al verme observando un vestido coral.
-No, no creo. No es mi color después de todo.
-Estoy seguro de que te queda súper bien.
-¿Quieres que me lo pruebe?
-Me encantaría vértelo puesto.
-Haces que me sonroje -tapé mi rostro con las manos.
-¿Qué te parece si te lo pruebas y si digo que te ves hermosa te lo compro?
-¿Ahora? ¿hablas en serio?
-Sí.
-Acepto.
Le pedí ayuda con el vestido a la señorita e ingresé al vestíbulo. Coloqué mi maleta sobre el pequeño asiento y me comencé a desvestir para colocarme el vestido. Abrí la cortina y le pedí a la misma dama que me ayudara con unos tacos que combinara. Esperé unos cinco minutos y ella me trajo los más hermosos. Me miré por última vez en el espejo y con nerviosismo salí. Aarón me seguía esperando en el mismo lugar.
-Te ves... -me miró nuevamente de cabeza a pies-, hermosa.
-¿En serio lo dices?
-Sí -se acercó y tomó mis mejillas con sus cálidas manos-. ¿si quieres que te lo compre?
-Por favor -le puse ojos de gatito para convencerlo.
-No uses esa expresión conmigo, pequeña.
Se rio y me dio un beso en la cabeza. Le sonreí y regresé al vestíbulo. Me saqué el vestido y me volví a colocar el uniforme. Salí con la ropa en la mano y lo entregué al mostrador. Aarón sacó su billetera y el monto que costaba.
-¿Le pediste a tus padres? ¿no?
-No a ellos, sino a mi padrino.
-El señor Rodrigo.
-Sí.
-Él me cae muy bien.
-Siempre nos solapa en todo, por eso le pedí ayuda.
-¿Él cree que tú y yo?...
-No -mintió.
-¿Qué le diré a mis padres?
-Dile que es mi regalo de cumpleaños.
-Pero faltan dos meses.
-Dile que es un adelanto.
Lo miré de manera acusatoria, pero a la final acepté, era buena idea y mis padres aceptan todo de parte de él. Creo que nos quieren ver juntos algún día. Mi teléfono sonó y me trajo de nuevo a la realidad. Acepté la llamada y coordiné con mi mamá el punto de recogida. Mientras esperábamos, permanecí abrazada a él.