-Quiero hablar de esto contigo desde hace tiempo, papá... -Él dejó su teléfono a un costado y me prestó atención-. Bueno, como sabrás... Quiero estudiar diseño de modas en Nueva York y trabajar de eso. Sé que lo hablamos hace ya dos años, pero realmente lo quiero. Entiendo que desees que siga el rubro de las finanzas contigo en la empresa, pero deseo seguir mis sueños verdaderos y no defraudarte.
Mi padre volvió la mirada a la lujosa cafetería.
-Supongo que ya no puedo decirte que no al respecto, Atenea. Sé que lo quieres, aunque también quiero que trabajes con nosotros en la compañía de tu abuelo. Pero no puedo negarte seguir tus sueños... Aunque sabes que a tu madre no le gustará saber que te vas a Nueva York sola...
-¡Para nada, papá! Me iré con Maia.
Él me miró sorprendido.
-¿Con Maia? ¿Tu sirvienta personal? -le dije sí con la cabeza bastante emocionada-. Pero no entiendo que planeas hacer con ella, hija. ¿Su madre lo sabe? ¿Tiene el dinero suficiente para estudiar moda?
-No, ella quiere estudiar Arte. Papá, ella es excelente. Es una gran artista, pensé en decirte si puedes ayudarle...
Mi padre no pareció contento.
-Hija, sabes que le doy un sueldo a su madre y a ella por hacer los quehaceres de la casa. Pero no creo que sea posible mantenerla a ella también solamente por tu petición. Si trabajaras para empresa podrías mantenerla tú misma. Además, a tu madre no le va gustar encontrar en el historial de pagos que estamos pagando la universidad de Maia.
Algo me dio bronca por dentro.
Mi padre escuchaba mis sueños de capricho, pero no mis sueños de verdad.
-Al diablo con Rebeca -dije furiosa, ya harta de que siempre tuviera miedo de ella-. Son mis sueños, papá, mis malditos sueños. Maia es mi mejor amiga de la infancia y mi mejor amiga del alma. Mi padre sorprendido me miró, parece que ambos compartíamos el mismo sentimiento por ella-. Se trata de mí.
En ese momento llegó Gaspar con Armin.
-Lo siento por el retraso, hubo un problema con Fiorella y su compañía por la perdida de unos papeles muy importantes... -Gaspar se sentó frente nuestro y Armin se quedó de pie-. Siéntate a mi lado, muchacho. No te quedes allí parado.
-Y bien... ¿qué es lo que sabes hacer además de conducir un coche? -preguntó mi padre, él se había alejado apenas un poco de mí y estaba muy concentrado en Armin-. Esperaría que supieras hacer algo más que solo conducir, ya que el chofer no es para mí.
Me giré a verle sorprendida cuando lo dijo.
-Cedric, pensé que habíamos hablado sobre el asunto y de que necesitas un chofer nuevo, para ti y Rebeca, ¿qué son estos cambios de planes? -preguntó Gaspar de una manera confundida y algo egocéntrica.
Mi padre posó la mirada en Armin e ignoró las palabras del viejo Gaspar.
-Bueno... He estudiado defensa personal, también puedo ser guardaespaldas. Y además de conducir también soy bueno en las finanzas, y con los documentos. He dejado mis estudios a la mitad cuando nos vinimos de Alemania hace cuatro años.
Gaspar le dirigió la mirada y asintió tomando un sorbo de café que recientemente le habían servido. Armin apenas había tocado la taza, bajó la mirada y sin querer volcó un poco de su café sobre su traje. Mi padre de inmediato se levantó y le ofreció un pañuelo de su bolsillo para que pudiese limpiarse.
Me quedé sin hacer nada al igual que Gaspar.
-Perfecto, esas son buenas noticias. ¿Te ha entrenado tu padre? -cuestionó mi padre nuevamente. Armin estaba nervioso, le temblaban las manos.
-Mi padre murió hace ya diez años, señor Brown.
-Lo siento mucho, muchacho, créeme que no era mi intención...
-Su padre estaba metido en una mafia muy peligrosa alemana, seguidores de Hitler y el ministerio nazi. Así que, tenemos la suerte de que nuestro Armin no siga esos ejemplos. Y además de eso, estuvo en prisión mucho tiempo. Que lío.
Mi padre lo miró para que se callase.
-El pasado de tu padre no importa ahora, Armin. Lo importante es que has decidido ser diferente a él. Sé que el gobierno alemán ha perseguido a los seguidores de ese asesino durante muchos años. Pero, me alegra saber qué piensas distinto...
Me sentí un poco mal por Armin. Se notaba que Gaspar solamente quería atención.
-Gracias por eso, señor Brown, sí me permite me gustaría dar un paseo con usted para que pueda ver mi empeño en conducir.
-Oh, sí claro. Por cierto, no lo he mencionado antes. El servicio no es para mí, es para mi hija Atenea. -Me quedé congelada cuando dijo mi nombre, Armin me miró algo preocupado por ello-. Olvida lo de los bocadillos, todos cometemos errores. Quisiera que fueras su chofer y guardaespaldas personal.
Gaspar se río por lo bajo.
-Bueno, es una niña grande, ya sabe cuidarse sola. -Mi padre lo interrumpió en ese momento haciendo ruido con su taza-. Pero bien, me demuestras que tu familia es muy poderosa, Cedric. Y le puedes pagar un chofer a tu princesa.
-Así es, puedo. Sí tú no puedes Gaspar... ese no es mi problema -dijo mi padre antes de levantarse y pedirle a Armin que nos acompañara al coche. Iríamos a casa y conduciría Armin.
El muchacho medía un poco más que yo. Era castaño casi rubio, tenía los pómulos muy marcados de su rostro, y sus ojos eran tan grises como aquel día nublado a punto de llover. Llevaba un bronceado bastante notorio, había estado de vacaciones en España con su hermana para visitar a sus tíos.
A través del traje se notaba un hombre bastante entrenado, aunque era un flacucho alemán que a simple vista parecía desnutrido. Nos subimos al coche e inmediato condujo con bastante tranquilidad por la avenida.
Con mi padre hablaban sobre su madre y hermana. Él les contaba que su hermana estudiaba Finanzas en la universidad de Vancouver. Su madre era enfermera de pasantía en el hospital público. No tenía muy buen salario, y además de eso padecía de diabetes, lo cual conseguir sus medicamentos valían mucho dinero.
Él trabajaba de esto, pero el trabajo en Vancouver no era muy bueno. El salario era depende de la experiencia y él solo había trabajado tan solo cinco años. Cuatro años con Gaspar eran suficientes para su reputación, pero no alcanzaba tanto. También mencionó que Gaspar era muy abusivo con él.
Cuando llegamos a la casa, me bajé de inmediato pero mi padre me detuvo. Armin se acomodó su traje desordenado y le entregó las llaves a mi padre, quien se las devolvió de nuevo más una llave de la casa de huéspedes.
-Puedes vivir aquí si quieres, Armin. Me gusta tu desempeño al concentrarte en el camino, conduces muy bien. Respetas las señales y los semáforos, esto con el anterior chofer no pasaba. Así que, puedes traer tus cosas y vivir aquí hasta que te vayas a Nueva York con mi hija. Ella vivirá allí con su amiga, e irá a la universidad, así que desearía contratarte para eso.
-¿Qué? -dije sorprendida, Armin sonrió apenas un poco.
-De acuerdo, señor Brown -respondió-. Aunque prefiero venir a dormir los días que no logre volver a casa o sea muy tarde. Vivo en el bajo de Vancouver con mi hermana y mi madre, y mi hermana está casi siempre sola por los turnos de mi madre. Le agradezco la generosidad, pero acepto su oferta solamente como le mencioné.
Volvió a entregarles las llaves y mi padre le sonrió muy satisfecho.
-Está bien, Armin, no hay problema. Puedes quedarte cuando desees.
En ese momento mi madre salió y miró a Armin con desprecio.
-Querida, él es Armin... -Rebeca por respeto no tuvo otra opción que presentarse con él con su saludo de manos-. El nuevo chofer de nuestra hija. Ella se irá a Nueva York pronto, así que él la cuidará.
Mi madre, sorprendida, tragó saliva y sonrió falsamente.
-¡Wow! Me parece excelente todo esto, Cedric, siempre piensas en lo mejor para tu hija y sus planes fuera de la empresa... -Armin se sintió incomodo al igual que yo, el falso ambiente de la sonrisa de Rebeca provocaba todo eso.
-Así es, querida. Ahora Armin volverá a Vancouver y comenzará el martes. Lo dejaremos descansar mientras que realicemos con contratos y condiciones.
Rebeca se entró a la casa con su cara de disgusto. Yo hice lo mismo cuando Armin se despidió de mi padre al pedirse un taxi que lo llevaría de regreso. No quiso que uno de sus choferes lo llevara a su casa.
Mi padre entró y cerró la puerta a sus espaldas. Maia salió por el pasillo y se quedó plasmada cuando le sonreí dándole señal que todo había salido bien. Y por su mirada, claramente salía del cuarto de lavado con Cameron.
Estos locos jamás iban a detenerse.
-¿Me explicas esto, Cedric? ¿Nueva York? ¿Un chofer para que Atenea se aproveche de nuevo? No parece buena idea que planees a mis espaldas, querido.
-Bueno, Rebeca. Creo que es hora de que comiences a escuchar a tu hija y sus sueños. Siempre tengo que preguntarte a ti sobre todo, y creo que esta vez debemos apoyarla para que cumpla sus sueños como se debe. Tiene veinte años, pronto cumplirá los veintiunos. ¿No es buena idea de que la dejemos volar y haga lo que quiera?
Mi madre no estaba contenta por ello.
-¿Y qué piensas hacer? ¿Vivir de nosotros para que te emborraches y nos hagas tener un mal artículo sobre nuestra empresa y apellido? -Me eché a reír cuando dijo eso.
-No, mamá, no soy tú en los años noventa cuando salías con tus fotógrafos para tener algún álbum gratuito y presentarlos en Vogue. -Mi padre agachó la mirada porque sabía que era cierto aquello-. Pero sí soy como tú cuando quiero seguir la industria de la moda y estudiar por ello. Nueva York es mi sueño.
-Sabes muy bien que Nueva York nos dejó mal sabor luego de Lucian y su esposa, sabes que allí está lleno de gente perversa. Pero bueno, creo que seguirás codeándote con quienes tengas oportunidad de tomarte una botella de vino y emborracharte para que luego el nuevo chofer deba arrastrarte aquí.
No le presté más atención y fui con Maia al cuarto de lavado, Rebeca ya no iba a seguirme por detrás. Lo había dejado de hacer cuando se dio cuenta que éramos iguales, pero en distintos polos. Mi padre no hizo otra cosa que regresar a su oficina y encerrarse.
Maia me miró sorprendida cuando aún seguía Cameron allí y sin camiseta.
-¿Y qué te dijo? -en ese momento sonreí como una alocada.
-¡Nos iremos a Nueva York!
Saltamos de alegría y nos abrazamos fuertemente. Maia besó a Cameron a traición y en ese momento él se sonrojó demasiado. No me esperaba eso de ella, que luego al separarse de él me abrazó a mí como felicitándome.
-¿Y ahora qué? -preguntó algo confundida.
-Mi padre tiene que hablar contigo... -en ese momento mi padre la llamó por su nombre, Cameron le besó la mejilla y ella acomodó su ropa por el pasillo cuando salió disparada algo feliz y saltando como una niña. Vi a Cameron sonreír atontado-. Deberías pedirle, ya ha pasado demasiado tiempo desde que se besan a escondidas.
Cameron se echó hacía atrás mientras se colocaba la camiseta de nuevo.
-Sí, lo haré. No ahora, pero lo haré. No sé cuándo.
-Mmm... ¿Irás a Nueva York a verla? -pregunté algo juguetona-. Mira, tendremos un lindo departamento rentado. Y seremos felices juntas, y podrás casarte con ella como deseas, o si quieres follar con esa los dejaré solos. Ahora que tengo guardaespaldas...
Cameron aplaudió contento.
-El tío Cedric al fin cedió contigo... -dijo entre risas, le golpeé el brazo de broma-. No lo sé, Atenea. Volveré a Australia para unos negocios y cierre de tratos para la compañía. No sé por cuanto tiempo me iré tampoco. Quizás un año o dos.
En ese momento Maia volvió con un sobre lleno de dinero.
-Bueno, tu padre me ha pagado por adelantado. Me ha ido que cuide de ti y que te ocupes de comprar los boletos, viajaremos este viernes a Nueva York para elegir el departamento, él nos acompañará con el nuevo chofer.
Cameron salió de la habitación rápido sin despedirse.
Maia quedó desconcertada.
-Creo que debe volver a la compañía... -mentí a su favor-. ¿Qué le dirás a tu madre sobre el viaje? ¿Ya lo sabe acaso? -Maia negó con la cabeza.
-Más tarde se lo dirá a mi madre, pero estoy feliz de que estemos a un paso de poder lograr lo que queremos desde hace tiempo.
Maia me abrazó nuevamente y no pude evitar ponerme triste por ella con Cameron.
Su amor era como el mío con Dixon: Inaceptable al mundo.