En las Redes del CEO.
img img En las Redes del CEO. img Capítulo 1 Primer Encuentro.
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Capítulo 6 Sobria img
Capítulo 7 Conociéndonos. img
Capítulo 8 Cartas sobre la mesa. img
Capítulo 9 Fin de Semanas img
Capítulo 10 Invitadas. img
Capítulo 11 El Poder del Alcohol img
Capítulo 12 ¿Caballero o Aprovechado img
Capítulo 13 ¿Vas o Te quedas img
Capítulo 14 Cenicienta img
Capítulo 15 La Fiesta. img
Capítulo 16 Si tú supieras. img
Capítulo 17 Desaires, desaires. img
Capítulo 18 Cada cosa en su lugar. img
Capítulo 19 Déjame Explicarte. img
Capítulo 20 ¿Y la firmeza img
Capítulo 21 Puesto Nuevo img
Capítulo 22 El Trato img
Capítulo 23 La Cita img
Capítulo 24 Encantadora img
Capítulo 25 Velada Especial. img
Capítulo 26 Latidos img
Capítulo 27 Entrega Total. img
Capítulo 28 Día de paseo. img
Capítulo 29 Creando Recuerdos img
Capítulo 30 De vuelta a la realidad. img
Capítulo 31 Cenizas. img
Capítulo 32 El llamado del pasado. img
Capítulo 33 Intrigada. img
Capítulo 34 Te doy una mano. img
Capítulo 35 Formalicemos. img
Capítulo 36 Nuevas Caras. img
Capítulo 37 Impaciente. img
Capítulo 38 No lo contengo más. img
Capítulo 39 Escapando. img
Capítulo 40 Es que te amo. img
Capítulo 41 Ya no estás sola. img
Capítulo 42 Un último regalo. img
Capítulo 43 Nueva Mamá. img
Capítulo 44 Yo te cuido. img
Capítulo 45 Reajustes. img
Capítulo 46 No te fíes. img
Capítulo 47 Déjame Resarcir. img
Capítulo 48 Quiero Hacerte un Regalo. img
Capítulo 49 La Cena img
Capítulo 50 Las cosas como son. img
Capítulo 51 Cortando lazos. img
Capítulo 52 Fracasaste, Fergus. img
Capítulo 53 Desconectada. img
Capítulo 54 Lejos es mejor. img
Capítulo 55 Tiempo de reparar. img
Capítulo 56 Las paces. img
Capítulo 57 Reconciliaos. img
Capítulo 58 Amigos siempre amigos. img
Capítulo 59 Rumores. img
Capítulo 60 Te lo dije img
Capítulo 61 Guerra declarada img
Capítulo 62 Prohibido Olvidar img
Capítulo 63 Decidida. img
Capítulo 64 Cuando toca, toca. img
Capítulo 65 Reajustes img
Capítulo 66 Despedida img
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En las Redes del CEO.

Alfonso Ippa
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Capítulo 1 Primer Encuentro.

El reloj de mi ordenador marca las seis en punto, guardo el documento que estaba redactando y me preparo para irme. Estoy trabajando en un informe sobre una de las propiedades de la cadena que ha tenido más ventas este año, pero es algo que no puedo terminar en una hora, y en verdad quiero ir a casa, así que decido dejarlo para mañana, de todos modos, el señor Navarro, mi jefe, ya se fue a las cinco y me dijo que podía irme yo también, pero quise avanzar un poco en la última hora del día.

Ahora que el lugar está desierto, creo que lo mejor es que me vaya yo también. Sonrío viendo a mi alrededor porque, a partir de mañana, mi estatus en esta empresa va a cambiar. No es quiera ser superior a los demás, para nada, para mí todos son importantes, sin embargo, hay muchas cosas que me limitan en el puesto de asistente y, obviamente, un aumento de salario no estaría nada mal, porque todavía estoy arrastrando algunos préstamos estudiantiles y los pocos ingresos que tengo, me dan para cubrir lo básico.

Suspiro, emocionada por el día de mañana y me levanto de mi silla, tras apagar el monitor de mi ordenador. Tomo el ascensor hasta el lobby, para tomar el autobús a mi casa.

¡Hey! ¿Ya saliste?

Le escribo a mi amiga Karina un mensaje por WhatsApp a ver qué me dice. Ella trabaja como secretaria para uno de los contadores de la empresa, pero siempre nos mantenemos en contacto, pese a ser de departamentos diferentes.

Sí, muñeca. Tuve que salir temprano porque Raúl está enfermo, tiene resfriado y he tenido que buscarlo antes en la guardería.

Le mando una carita triste, porque su pequeño hijo de cinco años es un amor. Usa gafas y es la copia de ella: con rasgos asiáticos, ya que son descendentes de unos coreanos que se mudaron a España hace unas décadas.

Lo siento mucho, querida. Espero que se recupere pronto, prometo llevarle a comer un helado cuando mejore.

Ella me responde con una carita de un corazón y yo sonrío, mientras espero que el ascensor suba los doce pisos hasta donde estoy yo. Como de costumbre, a esta hora va un poco cargado, recogiendo a la mayoría de los empleados que han terminado su jornada laboral. Cuando finalmente llega al primer piso, salgo a toda prisa en busca de un autobús que me lleve a casa, porque, mi situación económica no me ha permitido comprarme un auto.

Me detengo en la parada de autobuses y tras cinco minutos pasa uno, pero va lleno.

-Joder - mascullo por lo bajo.

No me queda de otra que esperar y en eso, un recordatorio en mi teléfono lo hace sonar: Recuerda pasar por el súper, no hay nada de comer en casa.

Genial. Hoy que pensaba celebrar un poco y salir a tomar unas copas, tengo que hacer la compra. No me queda de otra, porque es eso o pasar hambre, y eso sí que no. Espero impaciente otro autobús, la segunda vez con más suerte que la primera y me subo, en dirección a una tienda que queda a dos cuadras de mi casa.

Aprovecho el camino para pensar en mi futuro, ya que en mi pasado no hay nada más que oscuridad y dolor. A mis veinticuatro años creo que he logrado mucho y con el ascenso de mañana, pues estaré un escalón más cerca de mi objetivo. Sin embargo, no puedo negar que me gustaría conocer a alguien con quien compartir mi vida.

Al pensar en mis padres, recuerdo con amor que tenían una relación muy bonita. Mi papá solía traerle flores a mi madre en cualquier día común y corriente. Tenían citas a menudo y eran prácticamente novios eternos. Se conocieron en la universidad y se casaron muy jóvenes, aunque eso no les impidió ser felices. En retrospectiva me pregunto si algún día seré capaz de tener una relación similar, porque salgo poco y ya estoy entrando en edad. Ni siquiera he tenido un novio formal, solo amoríos de adolescencia y nada más.

Bajo del autobús aferrada a mi bolso cuando llego a mi destino. Está oscuro afuera, pero hace bastante calor en esta noche de verano, así que cuando entro a la tienda, el aire acondicionado me refresca, mitigando el calor del camino. Saco la lista que he hecho en mi teléfono. Necesito las cosas de higiene personal, algunos comestibles, frutas, y comida para mi gato Pancho, una bola de pelos que me encontré sacando la basura hace unos meses.

Cuando todo lo de la lista está cubierto, voy a uno de los refrigeradores para tomar un bote de helado y aprovecho para tomar una botella de vino, ya que por lo visto será mi única celebración. Tomo también un plato de pasta a la carbonara que tienen listos en el área de comidas preparadas y me dirijo a la caja, lista para irme a casa.

El trayecto hasta mi departamento lo hago a pie, porque solo son unas cuadras, sin embargo, con dos bolsas llenas de cosas y unos tacones punta fina, no es tan sencillo ni tan cerca, pero lo logro con mucho esfuerzo y llego a casa un tanto acalorada. Lo primero que hago es recoger mi pelo en un moño desordenado. Desempaco las cosas y las pongo en su lugar, para luego servirle el plato a Pancho, quien me recibe con un ronroneo suave.

Una vez todo está en su lugar, voy al baño donde me tomo mi tiempo en la tina con agua fría para refrescarme y al salir, me pongo una bata de seda corta que era de mi mamá. De todos modos, no voy a salir a ningún lado. Enciendo la tele y busco algo en Netflix para entretenerme y me siento, finalmente, con mi cena y el vino a disfrutar.

Devoro la cena con gusto, riendo a carcajadas con la película de comedia que he escogido, de pronto, el sonido de la puerta me sobresalta. Son casi las diez de la noche y no espero a nadie, sin embargo, voy a ver de quién se trata. Por la mirilla de la puerta veo que es un chico desconocido. Es alto, joven, con pelo oscuro y ojos muy azules.

¿Y este quién será? Pienso indecisa en abrirle o no. La curiosidad puede más y eso, más la media botella de vino que me he tomado, me alientan a abrirle.

-Hola - saludo de manera coqueta, algo ajeno a mí, pero asumo que debe ser el alcohol.

-Hola - una voz varonil y grave llena el espacio. Va vestido con unos jeans viejos y una camiseta de futbol algo grande. - Soy el nuevo vecino del apartamento dos cero dos. He venido a pedirte tu contraseña de wifi porque necesito conectarme y el instalador no vendrá hasta mañana. ¿Sería eso mucha molestia?

Se nota que está apurado, pero yo le sonrío con desparpajo.

-Para nada, guapo, yo a ti te doy lo que me pidas.

Tomo su teléfono y marco la contraseña de mi red, dejándolo totalmente sorprendido.

-Vaya, gracias, no sabía que tendría una vecina tan servicial.

-Estoy a tu orden, para lo que necesites. ¿No te gustaría pasar?

Le guiño un ojo y veo que su mirada recorre mi cuerpo de arriba abajo con sensualidad. Me sonríe con picardía y me da las gracias otra vez, negando con la cabeza.

-Gracias de verdad, pasa buenas noches.

-Hey, ven aquí, le ordeno.

Me obedece y se me acerca. Me inclino de puntillas y le doy un beso en la mejilla, casi en la comisura de la boca. Lo veo ruborizarse y se marcha con elegancia y yo me lo como con los ojos, para luego cerrar la puerta. ¿Qué te ha pasado, Olivia? Me pregunto a mí misma. No puedo creer que me haya comportado así, pero estoy segura de que el vecino y yo, nos volveremos a ver.

            
            

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