En las Redes del CEO.
img img En las Redes del CEO. img Capítulo 5 Presentaciones
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Capítulo 6 Sobria img
Capítulo 7 Conociéndonos. img
Capítulo 8 Cartas sobre la mesa. img
Capítulo 9 Fin de Semanas img
Capítulo 10 Invitadas. img
Capítulo 11 El Poder del Alcohol img
Capítulo 12 ¿Caballero o Aprovechado img
Capítulo 13 ¿Vas o Te quedas img
Capítulo 14 Cenicienta img
Capítulo 15 La Fiesta. img
Capítulo 16 Si tú supieras. img
Capítulo 17 Desaires, desaires. img
Capítulo 18 Cada cosa en su lugar. img
Capítulo 19 Déjame Explicarte. img
Capítulo 20 ¿Y la firmeza img
Capítulo 21 Puesto Nuevo img
Capítulo 22 El Trato img
Capítulo 23 La Cita img
Capítulo 24 Encantadora img
Capítulo 25 Velada Especial. img
Capítulo 26 Latidos img
Capítulo 27 Entrega Total. img
Capítulo 28 Día de paseo. img
Capítulo 29 Creando Recuerdos img
Capítulo 30 De vuelta a la realidad. img
Capítulo 31 Cenizas. img
Capítulo 32 El llamado del pasado. img
Capítulo 33 Intrigada. img
Capítulo 34 Te doy una mano. img
Capítulo 35 Formalicemos. img
Capítulo 36 Nuevas Caras. img
Capítulo 37 Impaciente. img
Capítulo 38 No lo contengo más. img
Capítulo 39 Escapando. img
Capítulo 40 Es que te amo. img
Capítulo 41 Ya no estás sola. img
Capítulo 42 Un último regalo. img
Capítulo 43 Nueva Mamá. img
Capítulo 44 Yo te cuido. img
Capítulo 45 Reajustes. img
Capítulo 46 No te fíes. img
Capítulo 47 Déjame Resarcir. img
Capítulo 48 Quiero Hacerte un Regalo. img
Capítulo 49 La Cena img
Capítulo 50 Las cosas como son. img
Capítulo 51 Cortando lazos. img
Capítulo 52 Fracasaste, Fergus. img
Capítulo 53 Desconectada. img
Capítulo 54 Lejos es mejor. img
Capítulo 55 Tiempo de reparar. img
Capítulo 56 Las paces. img
Capítulo 57 Reconciliaos. img
Capítulo 58 Amigos siempre amigos. img
Capítulo 59 Rumores. img
Capítulo 60 Te lo dije img
Capítulo 61 Guerra declarada img
Capítulo 62 Prohibido Olvidar img
Capítulo 63 Decidida. img
Capítulo 64 Cuando toca, toca. img
Capítulo 65 Reajustes img
Capítulo 66 Despedida img
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Capítulo 5 Presentaciones

Un silencio incómodo se sienta de golpe durante unos segundos en toda la oficina ante la noticia del señor Navarro, (el padre debo aclarar, porque ahora con su hijo, ambos llevan el mismo título), seguido de un estallido de preguntas, reproches y reclamos.

Los integrantes de la junta son ocho hombres; la mayoría ya pasados de los cincuenta años, que han trabajado durante muchos años de la mano del señor Felipe, por el bien de la compañía. El resto lo componen cuatro mujeres un poco innovadoras, dos de ellas heredaron el puesto de sus padres y las otras dos, de sus esposos.

Yo, que todavía no me he recuperado de la tremenda noticia de que mi nuevo jefe es también mi nuevo vecino, a quien me le he insinuado durante un arranque de alcohol la noche anterior, aún no me he recuperado de la estupefacción, por ende, no me atrevo a decir ni media palabra. Siento que la cara se me torna roja de la vergüenza cuando hacemos contacto visual, pero no me queda de otra que bajar la mirada y tragar en seco.

Pero si solo a ti se te ocurre hacerte la aventada con un completo desconocido. Una voz en mi cabeza me reprende, aunque ya es muy tarde para cualquier represalia. El daño está hecho y él no parece haberlo olvidado, porque me sonríe de manera muy enigmática mientras aguarda de pie, con los brazos cruzados frente a su pecho, junto a su padre. Quiero que la tierra me trague. ¿Cómo puede estar pasándome esto a mí? Con lo difícil que se me ha hecho llegar hasta este lugar, ahora, dada esa primera impresión, dudo mucho que el hijo de mi jefe, con quien trabajaré en conjunto, quiera tomarme en serio. Con lo machista que es esta sociedad...

Mi jefe se encarga de poner las cosas a raya, porque, a pesar de ser un hombre de edad y muy risueño, es muy recto y respetado. N o le gusta el desorden y de todos modos, es él el propietario de todo esto, y su voluntad se cumple gústele a quien le guste. Los demás no son más que socios menores, de quienes fácilmente puede prescindir si así lo desea, así que las quejas son infundadas, porque su voz es la ley.

-Felipe, ¿cómo puedes lanzar una noticia como esa sin previo aviso y esperar que nos quedemos tranquilos?

El primero en hablar es el señor Luis Méndez, un señor contemporáneo al señor Felipe. Es un gran amigo suyo y me sorprende que no le haya notificado antes de esto, pero cada quien tiene sus razones.

-Lo sé, Luis, lamento haberlo hecho de esta manera, pero no quería que nadie se enterara por voces de camino - su mirada se dirige a mí y me sonríe con picardía, porque a mí sí me lo dijo antes que al resto. -Además, tampoco es que me voy y dejo mi lugar desocupado, como sabréis, mi hijo Andrés está altamente calificado por el puesto y estoy seguro que él y Olivia, quien pasará a ser co-corporativa, podrán llevar la compañía a un nuevo nivel.

Termina su discurso colocándole la mano en el hombro a su hijo con una sonrisa de orgullo y los ojos de todos los presentes nos estudian a ellos y a mí. Nadie se atreve a decir nada, excepto la señora Bertha, quien pasó a ser parte de la junta cuando su esposo falleció el año pasado por un infarto, en una junta como esta, a propósito. Ella es la que menos tiempo tiene como dirigente, sin embargo, es una señora muy experimentada, acostumbrada a dirigir los negocios de su familia durante más de cuarenta años.

-Bueno, Felipe - dice suspirando - te felicito por tomar una decisión tan difícil como esa. Si mi buen José, que Dios lo tenga en su gloria - levanta las manos arrugadas a la altura de su cabello corto y canoso - se hubiese atrevido a retirarse a tiempo, quizás estaría aquí todavía conmigo.

Se nota que la tristeza invade sus ojos, porque eran una pareja de la tercera edad que se amaban evidentemente. Luego de que él falleciera, ella se unió a la compañía para mantener el legado de su esposo y mantenerse ocupada.

-Gracias, Bertha, tus palabras significan mucho para mí.

-Además - ella añade sonriendo - es tiempo de que la compañía experimente ideas más innovadoras y qué mejor que un par de jóvenes como estos dos, llenos de vida y en sus mejores años, para hacerlo.

Aunque se refiere a nosotros dos, se queda viendo al hijo del señor Navarro alzando las cejas de manera coqueta. Yo no me contengo y dejo escapar una risita por lo bajo. ¡Vaya con la señora Bertha! Podrá ser viuda, pero no ciega.

-¡Exactamente! Yo ya soy un viejo cansado, que hice y di lo mejor que pude durante toda mi vida. Ahora es mi momento de descansar y pasar mi puesto a alguien con más brío. Así que, con ustedes, señoras y señores, les presento al nuevo director de Offshore Enterprises, mi hijo, Andrés Navarro.

Todos aplauden, dándole la bienvenida al nuevo director corporativo, quien sonríe con dulzura, mirándolos a todos.

-Buenos días, señoras y señores, - su voz es tal cual la recuerdo: grave y varonil - para mí significa mucho la oportunidad que mi padre ha depositado en mis manos y sé que es un gran desafío poder llenar sus zapatos, pero estoy seguro de que, con la ayuda de todos ustedes, podremos seguir triunfando en el mercado de la hostelería.

Yo me fijo en lo apuesto que es. Trae puesto un traje gris oscuro, con una camisa blanca impoluta y una corbata azul claro a juego con sus ojos. Hasta los gemelos de sus muñecas son de excelente calidad, lo que le da un aspecto muy poderoso y seductor. Se nota que todo lo que usa es a la medida, por lo que le sienta como un guante y deja ver un atlético cuerpo debajo de su vestimenta formal. Su pelo negro azabache, peinado hacia atrás, invita a tocarlo.

Por lo visto, anoche lo que me motivó a coquetearle fue la gran cantidad de vino que ingerí, aunque la verdad es que el hombre parece sacado de revista y eso también me llevó a atreverme a hacer cosas que nunca creí que haría. Sin embargo, estoy segura de que no he sido ni la primera ni la última en elogiarlo de la manera en que lo hice, pero claro, no todas van a trabajar con él, como lo haré yo y eso, para mi muy mala suerte, pone en riesgo mi tan añorado puesto.

Su mirada vuelve a cruzarse con la mía y hay un brillo especial en sus ojos, un mensaje claro se lee en ellos, y es que no dejará pasar por alto nuestro encuentro de la noche anterior.

-Del mismo modo, como les decía, la señorita Olivia Báez va a ser ascendida, y como bien lo saben ustedes, su carrera y trayectoria ha sido implacable, así que, a partir de hoy, pasará a ser parte de la junta.

-Clap, clap, clap - los aplausos vuelven a escucharse en la junta y el señor Navarro me hace una seña para que me ponga de pie y diga unas palabras.

Quisiera no tener que hacerlo, pero no hay manera en que logre escapar de esto.

-Gracias, señor Navarro - lo miro a los ojos ignorando a su hijo de plano - para mí es un verdadero honor la oportunidad que se me ha dado y solo puedo prometerles que daré lo mejor de mí, como lo he hecho hasta ahora.

Les sonrío a todos y las protestas iniciales se sustituyen por sonrisas de aprobación. Me quedo de pie, esperando que mi jefe dé por terminada la reunión o que decida qué más vamos a hacer.

-Bien, en ese caso, pueden volver a sus funciones, ya el nuevo CEO y la co-corporativa les han de convocar para otra junta en la que yo no estaré.

Todos se levantan, en dirección a la barra del desayuno con café y bollos, yo intento correr hacia mi cubículo, para no tener que enfrentarme todavía a mi vecino/jefe/co-corporativo. Cuando mi mano está ya en el pomo de la puerta, escucho al señor Felipe que me llama.

-¡Olivia! ¿Dónde crees que vas? Ven, que tengo que presentarte como se debe.

Siento que el dolor de cabeza crece con fuerza mientras me devuelvo apurada, para encarar a mi nuevo jefe, sintiendo la vergüenza más grande de toda mi vida.

                         

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