Fue al baño a lavarme los ríos negros de rímel y lágrimas cuando escuché el timbre. ¿A quien carajos se le ocurría a tocar? Lavándome rápidamente la cara de llorada, fui a la puerta, cerré el pestillo y no podía creer lo que veía. Vlad estaba parado frente a mí. Con jeans azules y una camisa polo ligera que abrazaba su tonificado torso. Finalmente pude ver los abdominales marcado en su estómago, brazos musculosos con venas anchas. No parecía que estuviera en la oficina, pero era condenadamente sexi. Olvidando que estaba llorando por el hace unos minutos, me puse de pie y miré su seductor cuerpo. Su presencia me dejó sin aliento y mi pulso se acelero bruscamente, agitando sangre caliente en mis venas. Sus ojos no eran tan fríos y severos como antes, si no tan oscuros y tan profundo y su cabello estaba ligeramente despeinado. Y parece que sólo tuvo que mirarme, parecía confundido cuando me vio y especialmente mi rostro, que estaba hinchado por las lágrimas. Pero no envío formulario.
-Hola –dijo en un tono más suave de lo que esperaba. -Accidentalmente tomaste un contrato importante contigo. Me gustaría que me lo devolvieras. -dice con calma y vuelve a mi un sentido de la realidad.
Todo esta claro..... se apoyo aquí detrás de una hija de papel.
Sin contestar nada entró corriendo a la habitación y trato de encontrar la bolsa, mientras el por su parte entra. Vlad mirara fijamente a su alrededor, frotándose las cerdas pensativamente. Eventualmente encuentro lo que necesito y ofrezco la misma carpeta. El lo acepta y inesperadamente agarra mi mano.
-Anna quería hablar -dice bruscamente. Retiro mi mano, pero el no tiene prisa de apartar la mirada y continúa con confianza. -Por la mañana, no comporte del todo correctamente y no tenía derecho de despedirte. Te pido disculpas por ofenderte y si quieres por supuesto puedes volver a tus funciones.
Fue inesperado. Por un momento, perdí el don de la palabra, pero después de sopesar todos lo pro y los contra, decidí continuar la conversación.
–Vlad... –dude por que no sabía cómo dirigirme a él.
–Por mu apellido, pero eso durante las horas de trabajo -agregó Vlad, sonriendo -Y ahora puedes decirme simplemente Vlad.
-Ok ¿Dónde está la garantía de que esta mañana tu estado de ánimo no cambiará y no querrás volver a despedirme? -le pregunte con cierta dureza.
Parece que solo lo divirtió mucho mi pregunta. Las comisiduras de sus labios se curvaron y sonrió.
-Créame si ase bien su trabajo, se quedará por mucho tiempo -me aseguro y un brillo misterioso brillo en sus ojos.
-Entonces l, estoy de acuerdo -se quejó finalmente
-Eso es genial mañana nos vemos en la oficina. Adiós.
-Nos vemos.
Vlad se dirige a la vuelta y se dirige a la salida. Lo sigo, cierro la puerta, giró la llave y respiro aliviada.
Aun así, hay algo humano en el. Me quedo de pie de espalda contra la puerta durante varios minutos, tratando de dirigir el día. Aparece una sonrisa en mi rostro y la compresión de que este hombre puede arruinar el estado de ánimo en un segundo y levantar lo a la misma velocidad.
Este día no deja de sorprenderme pues al cabo de un rato el timbre vuelve a sonar. No entiendo quien más fue llevado allí en ese momento. Me quejo con tristeza, pero lo sigo hasta el pasillo, abro rápidamente la puerta y veo a Benjamín.
¿Y que necesita de mi?
Benjamín es el hijo de un amigo de papá y el nuevo teniente a alcalde, Román Blazers. El padre quiere criar tanto con el que intento varias veces reunirnos con Benjamín. Los invito como familia a visitar, para si cumpleaños y para año nuevo. Incluso nos besamos con el. Para ser honesta aparate de las nauseas y el disgusto, ese beso no me provocó ningún otro sentimiento. Al parecer desde entonces no nos hemos cruzados.
Bejan, es guapo, 2 años mayor, rubio ojos verdes y además inteligente, sabe muchos idiomas y trabaja como traductor en el ayuntamiento. Aparentemente, el padre lo había instalado junto a él. El sueño de cualquier chica, pero no el mió. Por qué desde hace tiempo estoy sinceramente enamorada de un hombre inalcanzable, al que hace unos minutos podría haber tocado con la mano.
Benjamín sonríe sinceramente y me entrega un hermoso ramos de rosas rojas.
-¡Anna feliz cumpleaños! –dice, sonriendo ampliamente.
-Gracias estoy satisfecha. No tenía planeado celebrar para ser honesta, estaba completamente fuera de mi cabeza, lo admito con torpeza.
Como puede recordar mi cumpleaños, tan pronto como hoy me despidieron, pisotearon y luego, como no pasó nada, me contrataron de nuevo.
Demasiados eventos para un día.
-Tengo todo conmigo -Benjamín me entrega una bolsa de champán y frutas.
-Hmmm, ya es tarde, estoy cansada -Empiezo a buscar excusas para no estar a solas con el.
-Sabes que no me iré de aquí hasta que cada uno no bebamos una copa de champán. Anna, son tus vacaciones de todos modos, me convence.
-Está bien, solo un ratito, por que mañana tengo que trabajar –Tomo el paquete y lo invito a la cocina.
Lavo la fruta y pongo todo en un plato grande. Benjamín me ayuda, saca los vasos y desabrocha la botella. Un coche con algodón sale disparado hacia el techo y Benjamín llena nuestras copas de Champán.
-Oh, por ti -pronuncia en un breve brindis y me mira fijamente con una mirada de ojos verdes.
Finjo no darme cuenta y trago rápidamente el Champán.
Entonces Benjamín dice que pronto se irá de viajes de negocios a Francia durante dos semanas. Finjo estar interesada, le pregunto donde exactamente irá, que hará. Necesito apoyar de alguna manera la conversación.
Luego me aburro y parece que Benjamín nota mi indiferencia, frunce el ceño. Se levanta de la silla.
-Gracias por la velada, probablemente me vaya -dice como si esperará que le pidiera que se quede.
–Si ya es tarde -estoy de acuerdo con el.
No estaba muy contenta con su compañía. Estaba constantemente inmensa en mi misma, pensando en el día de hoy. Mi cuerpo estaba junto a él, pero mis pensamientos estaban dando vueltas, como en otra galaxia. Solo su mano fuerte, que me atrajo bruscamente hacia el, me devolvió a la tierra.
-Anna, me gustas mucho -dice y acerca sus labios a los míos, tomándolos apenas audiblemente. Todo está pasando tan rápido que no tengo tiempo para reaccionar, estoy perdida en la sorpresa. Después de un ligero toque, me alejó de él y retrocedo unos pasos.
Confundido por mi gesto, me mira sorprendido, como si supiera algo más.
Inmediatamente vuelvo a mis sentidos, coloco un mechón de cabello atrás de mi oreja y desvió mis ojos no me gusta y no le voy a dar falsas esperanzas.
-Benjamín, eres bueno, un amigo –agregó. –Pero tu y yo ya somos demasiados diferentes...y .....
-Entiendo a lo que te refieres –no me deja terminar, emboza una leve sonrisa y agrega. -Los amigos son amigos, siempre puedes contar conmigo -se despide y se vuelve bruscamente a la puerta.
Ahora me siento como el último animal. Después de todo, esperaba más que una cena y lo arruine todo.
–Gracias por las flores -lo sigo y cierro rápidamente la puerta.
Estoy nuevamente de pie en los escalones de la empresa Investcapital. Tan recientemente como ayer, estaba segura que nunca volvería aquí y el destino decidió lo contrario. Bueno, como el destino lo tendría, Vlad, resulta que decidió devolverme.
Me siento confundida, pero trato de no mostrarlo.
Hoy la oficina está sorprendentemente tranquila, aunque el jefe este en su lugar.
La secretaria trajo un americano doble con leche, que lleno mi oficina de un agradable aroma. Un día que comenzó con café definitivamente iba a ser genial. Pero la palabra aquí es "tenia" porque no sucedió como lo esperaba. Por que yo de una manera extraña, logré derramar una taza de café directamente sobre mis pantalones. En ese momento mi día comenzó con una gran mancha marrón sobre mi traje beige claro.
Bueno ¿Por qué me paso a mi? Justo antes de una importante reunión con socios. ¡ Dios que horror! Si aparezco de esta forma frente al jefe y esas personas, el contrato puede ser olvidado. Es mejor no salir de la oficina en lo absoluto.
Después de un tiempo se me ocurre una idea brillante. Sacó rápidamente mi teléfono y busco una tienda de ropa. Con movimientos bruscos, hojeo las páginas con artículos de marca, elijo los mejores pantalones negros y ordeno la entrega por mensajería directamente a mi oficina. Me aseguran que el pedido estará en 20 minutos y respiró aliviada. Es necesario tener tiempo.
Mi pierna esta ardiendo y ahora solo recuerdo que debo haberme quemado. El café estaba muy caliente.
Me bajo hasta las rodillas esos asquerosos pantalones sucios y veo una pequeña quemadura en mi muslo. Eso es todo lo que me falta.
La secretaria debe tener un botiquín de primeros auxilio. Le pido a Veleta que busque un ungüento para quemaduras, pero tarada mucho en venir y empiezo a sentir pánico. Ya han pasado 20 minutos y el mensajero todavía no está allí, parece que todo está en mi contra.
Finalmente Veleta entra en mi oficina con un pequeño tubo en sus manos y noto sus ojos cuadrases cunado cuando me ve sin pantalones.
-Anna ¿Estás bien? ¿Quizás un médico? -pregunta preocupada, notando una gran macha roja en mi pierna.
-No es necesario, la negociación comenzará en cualquier momento y el mensajero con mis pantalones nuevos todavía no ha llegado -digo desesperada.
-Si quieres bajo y cuando llegue te aviso enseguida –ofrece la secretaria.
–Eso seria genial, gracias.
Tan pronto como sale Veleta, aplico ungüento en la herida, pero solo empeora el dolor.
Se escuchan fuertes pasos desde el pasillo ¿Ha llegado el mensajero? Me pregunto con esperanza. Inmediatamente me siento en una silla para que me vea hasta la cintura y espero con nerviosismo.
La puerta de la oficina se abre y de repente entra Vlad. Serio demasiado guapo. Claramente no está satisfecho con algo.
Mi cuerpo tiembla convulsivamente y mi ritmo cardíaco comienza a dispararse.
Solo faltaba el aquí.
-Anna ¿Necesitas una invitación especial? Si es así, aquí estoy, vamos, nos están esperando en la oficina para negociar.
Se ve muy severo y solo mirarlo hacen que las hormigas corran por mi cuerpo. Parece que estoy en la silla creciendo incapaz de moverme.
–A señor Vlad ..... –empiezo con voz temblorosa. -Cinco minutos más y te alcanzare.
-¿Estás bromeando? Te levantas rápidamente, tomas la carpeta y nos vamos -dijo Vlad en tono de mando, pero yo no me moví.
¡Demonio! Nunca me había sonrojado tanto como hoy. Caminó rápidamente hacia mi mesa y me sobresalto por la sorpresa. Estaba con las piernas cruzadas con una blusa blanca y mis bragas de encaje.
Fue como si me hubieran echado encima un balde de porquerías. ¡Qué vergüenza!
Parece que no esperaba verme de una manera tan franca y había un millón de preguntas en sí rostro.
Bueno el ahora estaba esperando una explicación a mi actitud, y estoy tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar porque soy tan torpe.
-Señor Vlad, en este caso ...-No se por donde empezar y baje los ojos. -Accidentalmente derrame café en mis pantalones y ahora no puedo salir de mi oficina.
Su mirada de repente cae sobre mis pierna, que está aún más roja por el ungüento desconocido.
-El mensajero con pantalones nuevos estará aquí en unos minutos –le aseguro y vuelvo los ojos a un lado, pongo mi mano sobre la herida y hago una mueca de dolor. Estoy ardiendo de vergüenza. Esto debe suceder.
–Muéstrame tu pierna –dice Vlad con severidad y lentamente retiro mi mano de la mancha roja gigante. –¿Qué es una quemadura? –pregunta preocupado.
-Probablemente –me encojo de hombros.
–Necesitas ver urgentemente a un médico, es mejor no bromear von algo así –dice Vlad con seriedad.
–¿Qué pasa con la negociación?
–Se las arreglaran si ti, llamare a un taxi.
–Te seguiré el camino -aseguró. –Pero solo después de vestirme.
Afortunadamente Veleta llega al mismo momento y trae mi pequeño pedido. Deja el paquete sobre la mesa, nos mira con desconfianza y se dirige a la puerta.
Me pregunto que pensó cuando vio a una chica semidesnuda con si jefe.
–No trabajes hoy –dice Vlad y luego agrega. -Te espero mañana que te mejores.