–Bueno nuestro conocido no puede llamarse romántico, más bien inusual –comienza Marta. -Sabes cuanto amo al café y siempre corro a una cafetería antes de trabajo para llevármelo, entonces corriendo hacia el salón choque con un hombre y le eche café caliente. Afortunadamente no resultó herido, pero se sentí incomoda y me ofrecí a comprarle los pantalones dañados. El como un caballero se negó y ese fue el final de nuestro primer encuentro.
–¿El primero? -preguntó con entusiasmo. -Es decir que ya se volvieron a ver.
–¡Qué otra cosa¡ resulta que es mi nuevo instructor de manejo. -Marta declara de repente.
–Así es definitivamente tu destino -digo riendo.
–¡Y como nos reímos cuando nos volvimos a encontrar! Pensé que tenia miedo después del incidente del café. Pero cuando terminamos el cuso, Serhiy tomó mi número de teléfono y pronto me invito a salir, comparte un estado de ánimo muy elevado.
–¡Eso es genial Marta! Me alegro que no estés sola ahora. Hoy es un día de terror cafetero -digo riendo a carcajadas.
Preparamos la mesa. Marta corta la fruta y yo pongo sushi en un plato. Durante la cena, hablo de mi terrible día y la vergüenza de mi oficina. Marta se echa a reír. Parece que mi historia suena más divertida desde el exterior. Y recuerdo a Benjamín y su beso.
-Anna, hiciste todo bien -mi amiga me apoya. –Es mejor que sepa que no todas se colgarán en su cuello.
Entonces Sergey llama a Marta y ella sale a toda prisa de mi departamento.
Lentamente recojo la mesa y escondo el vino que nunca abrimos.
Tome el teléfono, era exactamente las nueve de la noche en el reloj. De repente, mi mano comienza a temblar y aparece un muero desconocido en la pantalla.
-Hola, si –respondo dudosa.
-Hola Anna, este soy Vlad -dice en un tono tranquilo.
Se me corta el aliento cuando escucho su voz. ¿De donde saco mi número? Jiménez tal vez debe haberle informado.
–¿Cómo está tu pierna? -pregunta ante mi silencio.
–Gracias por preguntar, todo esta normal -respondo con voz ronca y mi mano todavía esta temblando.
-Entonces nos vemos mañana en la oficina –Vlad termina la conversación.
-Hasta pronto -digo presionando el botón.
¿Qué fue eso? ¿Otro gesto de cortesía o sincera preocupación? Su llamada fue tan corta que no tuve tiempo de darme cuenta como terminó.
Ese hombre sabe como sorprender...