Los días en el rancho le permitían tener paz por primera vez en mucho tiempo. Tom se mantenía cerca de su madre casi todo el tiempo. Aunque tenían muchos trabajadores que realizaban el mantenimiento del rancho Abi amaba ayudar, el trabajo físico le hacía sentir viva por primera vez.
Tras una mañana especialmente agotadora en compañía de Joe uno de los peones del rancho, regresó a su casa. Su madre estaba charlando con Tom, él se veía molesto y su madre bastante sonrojada.
Al verla llegar, dejaron de conversar, pero era obvio que la situación era tensa.
-Voy a ir a conseguir alimento para las gatas.
-Estas cansada Abi. Le decía a tu madre que trabajas como uno de los peones cuándo sabemos que es innecesario.
-Tom, agradezco tu preocupación, pero el trabajo físico me hace sentir viva.
-Mírate, estás llena de cardenales.
-Pero me gusta, Joe ha sido muy amable dejándome ayudarle a tensar uno de los alambres.
- ¿Tensar alambres? Maldita sea... ¿acaso se ha vuelto loco?
-Tom, algunas veces agradezco tu preocupación, pero otras veces actúas como mi padre. Nunca tuve uno ¿sabes? Y no me ha hecho falta.
-Pues necesitas una figura paterna, alguien que meta sensatez en esa cabeza dura que tienes. Estás haciendo cosas que son peligrosas.
- ¿Acaso te ofreces de voluntario? No necesito una figura paterna. El mío está ahí fuera, dando gracias a Dios que no se hizo cargo de mí. Mi padre no me quiso y yo no necesito uno. Vine a acompañar a mi madre, pero nada más, del hombre que la preñó y abandonó...no necesito nada.
Tom se puso pálido y antes de que dijera algo más, la madre de Abi se puso de pie, luego la sujetó de las manos. La mirada de seriedad en aquellos ojos tan cansados la hicieron frenar un poco su mal humor.
-Hija, no hables de tu padre de esa forma. Ya te dije una vez que él ignoraba tu nacimiento.
-Lo entiendo, pero Tom intenta protegerme mucho y no me gusta. En fin, me marcho, nos vemos más tarde.
Mientras conducía a la ciudad intentó relajarse. Alex era un amigo increíble, sabía que él estaba interesado en ella. Pero, aunque se esforzaba no podía verlo de esa forma. Ya cuando estaba de camino se dio cuenta que su ropa estaba hecha un desastre, en su rostro había cardenales y algunos cortes. Ahora que estaba lejos del rancho comprendió la incomodidad de Tom, ella era toda una calamidad. Sin embargo, se mantenía firme en rechazar ese estúpido sentimiento paternalista.
Casualmente Alex estaba en la veterinaria cuando ella llegó, la ayudó a escoger el mejor alimento, tazones y camitas para las gatas. No comentó nada sobre su apariencia, quizás porque estaban en la veterinaria, pero Abi sabía que al salir la interrogaría.
-Ya hasta nombre les he puesto, Savannah y Georgia.
- ¿Y cómo se portan?
-Han estado despiertas toda la noche, arañaron un par de cortinas. Pero son adorables.
-Gracias por llevártelas.
-No hay problema, de todas formas, hubiese sido un error llevarme solo una, al menos así se acompañan.
-Abi, acompáñame a tomar un café a casa.
-No creo que pueda...
-Vamos ya, quiero que hablemos un momento.