Diario de un guía blanco
img img Diario de un guía blanco img Capítulo 2 Ingresando al colegio militar
2
Capítulo 6 Las puertas de la segunda vida img
Capítulo 7 Mi primer protegido img
Capítulo 8 Uniendo lazos img
Capítulo 9 De regreso al cielo img
Capítulo 10 Enemigos img
Capítulo 11 Como en el Ajedrez, aprende a mover tus puedas para ganar img
Capítulo 12 Un cordero perdido img
Capítulo 13 Enfrentando al enemigo img
Capítulo 14 Abuelos img
Capítulo 15 De regreso al juego img
Capítulo 16 No lo hagas Leah img
Capítulo 17 Un amigo para Leah img
Capítulo 18 Cena con los nonos img
Capítulo 19 Kung fu img
Capítulo 20 Quién esté libre de pecado que arroje la primera piedra img
Capítulo 21 ¡ Hola hermano! img
Capítulo 22 Giró inesperado img
Capítulo 23 ¡No dejaré que pasé img
Capítulo 24 CONSECUENCIAS img
Capítulo 25 DEGRADACIÓN img
Capítulo 26 Mélodi img
Capítulo 27 Hermanas separadas img
Capítulo 28 Realidad img
Capítulo 29 ¡HOLA¡ ME LLAMO LEO img
Capítulo 30 Guardaespaldas img
Capítulo 31 Un enemigo en casa img
Capítulo 32 Como un sueño img
Capítulo 33 Manifiesto img
Capítulo 34 Reencuentro img
Capítulo 35 Historia de amor img
Capítulo 36 Cielo en guerra img
Capítulo 37 Aetos el arcángel guerrero img
Capítulo 38 El final de una historia y el comienzo img
img
  /  1
img

Capítulo 2 Ingresando al colegio militar

Al cumplir los 18 años ingresé al colegio militar, estudie medicina y nos enteraron para dar primeros auxilios, hay conocí a John que se convirtió en mi mejor amigo, John era un romántico empedernido cuando de mujeres se trataba en algunos de mis días de descanso John siempre me invitaba a discotecas para conocer a chicas, pero por más chicas que me presentará mi amigo en ninguna me fijé, pues estaba más concentrado en mis estudios, era joven y sabía que tenía una vida por delante, quería tener algo que ofrecer a mi futura novia y madre de mis hijos, quería que mi madre, la abuela Annette y el

abuelo Andréu (que después de un mes de vivir con ellos me pidieron que los llamara así) se sintiera cada vez más orgullosos de mi recuerdo aquel día en el que des dije que entraría al ejército, los ojos del abuelo Andreu se abrieron como platos, no cabía de la emoción, después de ese día los entrenamientos que realizaba con la guía de el para poder pasar la prueba físicas, recuerdo que cuando aprobé con la mayor calificación fue el primero en corre por toda la sala gritando: ese es mi muchacho, ese es mi nieto.

-Llamando a Leo a tierra, Leo, ¿Estás hay?- John movía su mano frente a mi cara pero en ese momento solo recordaba esos grandiosos con el abuelo Andreu, como lo extrañaba.

- lo siento, estaba recordando el día en que me aceptaron en el ejército

- te estaba diciendo que si de verdad te gustan las mujeres

- por supuesto que sí ¿ Por qué lo dices?

- por qué te he presentado ciento de chicas y con ninguna te has animado a salir de la soltería, ¿Acaso quieres ser el soltero más cotizado del colegio militar?

- jajaja, por supuesto que quiero tener novia, pero antes de eso quiero tener un casa, tener algo de dinero ahorrado para que no le falte nada cuando quiera ser mi esposa.

- te entiendo, pero como pretendes tener esposa si ni novia has tenido

- John ¿Por qué te enamoraste de Alina? – Alina era mesera de un restaurante cerca del colegio militar, desde que John la vio por primera vez, le gustó ese carisma y alegría que radiaba aquella joven, pero tardó casi un mes para que John se animará a hablarle, así es amigos el romántico empedernido de mi amigo John por primera vez una mujer lo puso nervioso.

- me enamoró su sonrisa llena de luz, esa manera de mirar el mundo con optimismo pero sobre todo la manera en la que me hace sentir especial cuando estoy con ella.

- exactamente eso busco, las chicas que me has presentado son lindas, pero hasta ahorita no he encontrado esa mujer que me haga sentir así de especial como te sientes tu cuando estás con Alina

Después 6 años en los que culminaron mis estudios, nos dieron 5 días de vacaciones ya que al regresar alcanzaríamos a un grupo del ejército al campo de combate, esos días John aprovecho para casarse y pasar sus 4 días de luna de miel, yo fui el padrino de John, ese día me sentí tan feliz por mi amigo, después de pasar esos cinco días en casa de los abuelos con mi madre, llegó el momento de partir rumbo al campo de combate.

Cuando llegamos al lugar el entusiasmo que llevamos se volvió preocupación, había muchos soldado heridos, me enviaron con el primer comando de soldados, mientras John se quedó auxiliando a los soldados heridos que venían en camino.

Cuando llegue al campo de guerra, el paisaje era aterrador balas, bombas, soldados caídos, heridos, sin una pierna, sin un brazo, lo más aterrador que te podrías imaginar, en ese momento lo único que quería era regresar a casa, regresar a casa y acurrucarme en los brazos de mi madre como cuando era un plebe, justo en el que el pánico se apoderaba de mi, me llegó a mi mente aquellas palabras del abuelo Andreu "no me dieron esas medallas por no temerle a nada, al decir verdad, moría de miedo en cada una de las batallas en las que estuve, muchas veces quería dar media vuelta y regresar a casa, pero algo dentro de mi me decía que no era bueno dejar a mis compañeros combatir solos, pues ellos también tenían el mismo miedo que yo" la voz de mi abuelo sonó en mi cabeza "un hombre valiente no es el que no tiene miedo, si no aquel que conquista ese miedo y entonces puedes hacer cualquier cosa", en ese momento tome el miedo que me llenaba y lo convertí en fuerza, corrí hacia el primer soldado que vi herido, descubrí que era verdad lo que mi abuelo me decía "mis compañeros también tenian miedo", era verdad, el cabo Gustavo gritaba y temblaba de miedo al ver qué había perdido una pierna tras no poderse ocultarse de la detonación de una bomba, trate de tranquilizarlo y procedí a realizar mi labor, lo puse en una camilla y lo arrastre hasta llegar al carro que llevaba a los soldados al MASH ( campaña médica) qué habían creado nuestros comandantes.

La segunda persona a la que me acerque fue al cabo Conan, el solo tenía una bala en el brazo, la cual pude sacarle aplicándole un poco de morfina para que no doliera el brazo al momento de sacar la bala y así seguí todo el día curando heridos, llegó la noche y me tocó hacer guardia con Cowart un soldado de color que había ingresado al colegio militar para poder pagar las medicinas de su madre que estaba enferma de cáncer, aquella noche contamos historias de vida, pero siempre atento ante el peligro de ser atacados por el otro bando.

-Leo, dicen que el presidente del país va a firmar un acuerdo de paz con Corea para terminar está guerra.

-esperemos sea pronto no sé cuántos heridos podré ayudar antes de que terminen matándome a mi también

- no digas eso, tu eres el motivo por el cual yo sigo luchando, al menos se que si me hieren estarás serca para ayudarme.- lo dijo con una sonrisa forzada, nadie quería morir en combate y mucho menos salir herido de gravedad.

-siempre estaré cerca para ayudarte Cowart, ahora trata de descansar, yo vigilante el primer tuno después ser tu turno.

A la mañana siguiente, volvía a la rutina de ayudar heridos, nuestro batallón ahora iba ganando terreno, al parecer eso agradó mucho al presidente del país ya que estaba haciendo largas para firmar ese acuerdo.

Paso un mes entre balas, bombas, enfrentamiento, muertos del otro bando y heridos, ese día jamás podría olvidarlo, fue el 25 de junio, buscaba entre los muertos algún herido, alguien con vida cuando me tope frente a frente con el general Hankuk del otro bando, apuntaba su escopeta a mi cabeza, creí que moriría, en ese momento sonó una trompeta que anunciaba el tratado de paz entre ambos países, dando por finalizada la Guerra, aquel momento agradecí al cielo poder seguir con vida, poder volver a casa.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022