La hija del General
img img La hija del General img Capítulo 2 TENIENTE CORONEL
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Capítulo 6 ¡AL FIN LLEGASTE QUERIDA HERMANA! img
Capítulo 7 Mentiras img
Capítulo 8 Guardia baja img
Capítulo 9 VERTERRIANOS img
Capítulo 10 ALAN W. VETERANO RICHMOND img
Capítulo 11 SORPRESA img
Capítulo 12 ESTRATEGIA img
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Capítulo 2 TENIENTE CORONEL

Los días continuaron transcurriendo en Artegas, una pequeña localidad en el estado monárquico de Genar, situado a orillas del atlántico sur. A pesar de sus dimensiones, Artegas había sido un lugar muy codiciado por sus recursos naturales, principalmente por la monarquía Verterriana, de la cual fue foco de invasión durante años.

Asimismo se rumoreaba que el Rey, Casimiro Segundo, había tenido una relación prohibida con la realeza Verterriana, razón por la que se sospechaba que el monarca cedió tierras mediante un tratado de paz, para ocultar la existencia de un hijo bastardo...Genar estaba condenado, y los días inevitablemente contados.

Los días de armonía para los ciudadanos Arteganos acabaron desde entonces.

Por disposición del Rey, la población fue dividida en dos clases sociales diferentes. Los soldados Garratenienses con ascendencia Verterriana, subordinaban las diferentes localidades del estado, entre ellos los Arteganos, que no podían rehusarse ya que ello estaba penado con la muerte.

Una nación divida, dejaba entrever que solo los ciudadanos Garratenienses podían acumular bienes o dinero por derecho reclamando las mejores tierras. Trabajar para un Garrateniense o casarse con uno de ellos, era la única manera de asegurarle a las mujeres Arteganas un lugar en la clase media acomodada, o en el mejor de los casos, un lugar en la alta sociedad.

Rachel soñaba con convertirse en una de ellas, como su hermana Amber, que desde el momento que contrajo matrimonio con un Sargento Artegano, su vida estaba estrechamente vinculada al entretenimiento y el disfrute al aire libre. Rachel no quería ser menos que ella, estaba feliz que su futuro esposo tuviera un rango mayor que el de su cuñado.

El tan esperado día llego, las tres mujeres de la casa se dividieron los quehaceres temprano en la alborada. Don Benito, el abuelo de las muchachas, se retiró con un paso tranquilo y lento hasta el puerto, para recibir personalmente a su yerno.

En horas del mediodía, Tessa acomodaba los últimos preparativos sobre la mesa, cuando acabo con eso, recordó un detalle importante. Su padre amaba el aroma a jazmín al ingresar a la casa, su difunta madre solía darle la bienvenida colocando un ramo en cada ocasión que el regresaba. Impulsada por complacerlo salió al patio trasero y corto delicadamente un pequeño ramo, de regreso se situó a un lado de la puerta y junto al aparador remplazo las viejas flores del florero por las nuevas.

Fue cerca de otro trecho, que el sonido del timbre corrompió el silencio dentro de la propiedad. Todas se mostraron emocionadas, principalmente Rachel que se asomó a la ventana. Expectante, no perdió de vista el carruaje lujoso que se estaciono en el acceso principal y soltó una carcajada cuando oyó a los vecinos cuchichear:

"Regreso el General". Rachel agitada por la presencia solemne del Teniente se dio la vuelta y avanzo hasta el centro de la sala acomodándose el fleco nerviosamente.

-Abuela... -susurro deteniendo a Antonieta a medio camino. -¿Cómo luzco? ¿Me veo bien? -Indago con un gesto de inquietud.

-Te ves hermosamente malvada - embromo Tessa palmándole el hombro de forma optimista. Puede que ella no estuviera de acuerdo con el pensamiento de su hermana, pero no significaba que le deseara una vida miserable. Rachel soltó un suspiro de alivio y le dedico una amplia sonrisa por intentar calmarla.

Antonieta armonizo los dichos de su nieta con una mueca y sin perder tiempo retomo el paso a la entrada principal. Las jóvenes aguardaron el ingreso de los hombres expectantes en la sala, el corazón de Tessa exploto de júbilo cuando identifico la voz de su padre saludar a su abuela.

En un abrir y cerrar de ojos, Tessa se encontró observando dos pares de zapatos; nuevos, lustrados y costosos. Alzo la vista paulatinamente, los ojos profundos y bondadosos de George se posaron en los suyos con una sonrisa abierta. Su rostro se ilumino a la misma vez que se dejó rodear en sus cálidos brazos, dio gracias a dios por tenerlo de vuelta.

-Bienvenido papa... -susurro con un hilo de voz, se limito a llorar.

-Que gusto verte cariño, has crecido tanto -dijo George tomándola de la mano y haciéndola girar sobre su mismo eje, como cuando era pequeña. -luces hermosa.

-Gracias papa. -expreso con una sonrisa, que desafortunadamente se perdió en cuestión de segundos. Tan pronto como se apartó de George, noto que a su lado había un hombre buenmozo, esbelto, de cabello castaño y ojos color avellana con un uniforme diferente al de su padre.

Rachel estaba encantada, el sujeto que se presentaba caballerosamente "era un Garrateniense", y Tessa sin ninguna duda lo desaprobaba.

-Tess...por favor -le advirtió Don Benito con un gesto de ojos que cambie la cara. El anciano, reconoció de inmediato la mala actitud de su nieta. Tessa obedeció tensando la mandíbula, no podía controlar los malos pensamientos que fluían en su cabeza ¿Cómo era posible que esta clase de hombre tenga el privilegio de desposar a una integrante de su familia? ¿Acaso su padre había perdido la cabeza? Con mucha dificultad se mantuvo en silencio, observando como Rachel coquetamente se presentaba. Tessa no tenía intenciones de darle la bienvenida, pero era consciente que negarse a ello le causaría muchos problemas.

Resignada respiro hondo cuando el joven hombre se dio la vuelta, sonrió forzadamente pero sus ojos fríos no podían ocultar la humillación que sentía.

-Mucho gusto, Tessa Martínez. - expreso forzando la voz, dando por culminado su gesto de buenos modales, sin embargo, el imperceptible toque de pulgar que Don Benito le dio en la espalda la obligo a inclinar levemente la cabeza, tomar los dos extremos de su vestido y flexionar las rodillas en modo de reverencia.

-Buenos días, señorita -expresó el hombre recogiendo una de sus manos tomándola desprevenida-Teniente coronel, Donato Amadeo Beltrán. Mucho gusto. - expuso mirándola a los ojos con un beso suave y delicado en el dorso de su mano.

...

            
            

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