Minnie engulló la comida sin preocuparse por lucir femenina porque antes de lidiar con este pequeño revoltoso, primero necesitaba llenar su estómago. Por su parte, Bruce solo sonrió y la observó comer, sin intención evidente de detenerla, pero aunque ella no se dio cuenta, él daba golpecitos rítmicos con el dedo índice en la rodilla, como si estuviese contando algo.
"¡Mierda!". Minnie estaba comiendo gustosa cuando su estómago rugió de repente. Parecía como si tuviese un globo inflado en su estómago que la hacía sentir llena de gases, pero antes de que pudiera comprender lo que estaba pasando, un pedo enorme se le escapó y el olor se extendió hasta el rincón más remoto del lugar.
"Mi estómago...". Minnie dejó la pata de pollo que estaba mordiendo y se encorvó de dolor mientras abrazaba su vientre. A estas alturas, incluso un idiota entendería lo que estaba pasando. Levantó la cabeza y miró al niño con incredulidad. "¡Le pusiste laxantes a la comida!".
"¿Acaso te dije que comieras?", Bruce le respondió mientras sonreía complacido. Luego, frunció los labios y dijo en un tono más sombrío: "¡GG Bond, Ultraman, deténganla!".
"¡Mierda! ¡Tu broma es demasiado pesada!". No era de extrañar que la hubiese dejado comer si al final resultó que le había tendido una trampa. De todos modos, ¡tenía que ir al baño lo antes posible!
"¡Maldición! ¿Por qué están todas cerradas?". Minnie corrió frenéticamente de una puerta a otra en busca de un baño, pero todas estaban cerradas con llave. Tenía ganas de llorar, sin embargo no era el momento adecuado. ¿Era posible que tuviese que cagarse en sus pantalones?
"¿A dónde vas?", preguntó Bruce, que la seguía con tranquilidad y la observaba con una diabólica sonrisa burlona en su rostro mientras ella corría de un lado a otro abrazando su estómago.
Minnie estaba enojada, pero no tenía tiempo para lidiar con él ahora porque la naturaleza la estaba llamando. Sin embargo, ¡definitivamente le daría una lección a este malcriado después de que resolviera su problema!
Con ese pensamiento en mente, continuó tratando de encontrar un baño hasta que llegó a la puerta que estaba al final del pasillo. Su situación actual era urgente por lo que no se preocupó por echarle un vistazo antes de intentar abrirla. Para su sorpresa y deleite, esta no estaba con llave así que ni bien se abrió, entró corriendo y cerró la puerta de un portazo a sus espaldas.
"Señor Bruce, ¡ella entró en la habitación prohibida!". Los sirvientes solo observaron cómo Minnie irrumpió en la habitación al final del pasillo, pero por alguna razón, parecían no tener el valor de seguirla.
"¡Hum! Tiene suerte, ¡pero esperemos a ver qué pasa ahora!". Bruce miró a la puerta cerrada. "¡Cuando papá regrese, seguro le dará una lección!".
Ese cuarto era la antigua habitación de su madre e incluso él tenía prohibido entrar. Una vez, hubo una mujer que no conocía las reglas y entró en ella, así que la echaron de la casa al día siguiente. ¡Quizás esta mujer tendría el mismo destino!
Cuando Minnie salió de la habitación, pensó que estaba delirando. Creía que Bruce dejaría a esos mastines tibetanos esperándola afuera para que la emboscaran cuando saliera, pero no se los veía por ningún lado. Por su parte, el niño estaba sentado en el sofá, jugando absorto con los bloques de construcción. ¿Podría ser que, al final, tuviera algo de conciencia?
Por otra parte, Bruce ya no tenía ganas de tratar con ella. Desde su punto de vista, era como si Minnie ya no existiese porque después de todo, ella había irrumpido con imprudencia en la habitación de su madre y su suerte ya estaba echada, así que ¿para qué molestarse?
"¡Se ve genial!", Minnie dijo y se sentó con las piernas cruzadas frente a él, quien estaba usando los bloques para construir un patio con muchos cocoteros y tres figuritas de juguete.
"¿Qué es esto?", le preguntó mientras tomaba una de las pequeñas figuras.
"¡Detente! ¡Suelta a mi mami!".
"¿Este personaje es tu mami?". Minnie miró con curiosidad el pequeño muñeco de pelo corto mientras se preguntaba por qué su hijo diabólico lo usaba para representarla cuando no se parecía en nada a ella.
"¡Es muy fea!", ella exclamó al tiempo que sacudía la cabeza con disgusto, pero
antes de que pudiera devolverlo a su posición original, Bruce se lo arrebató de la mano. La ira ardía en sus ojos.
"¡Tú eres la fea! ¡Toda tu familia es fea! ¡Mi mami es la mujer más hermosa del mundo!".
Minnie se quedó sin habla. '¿Toda mi familia es fea? Mi pequeño, ¿sabes que te acabas de insultar a ti mismo?'.
"Hablas como si la hubieses conocido...", Minnie murmuró para sí misma y apoyó la barbilla en su mano. Desafortunadamente, Bruce escuchó sus palabras y en consecuencia, su expresión se oscureció y todo su rostro se bañó de furia. "¡Mi mamá es la mujer más hermosa del mundo! Debe estar muy ocupada, por eso no puede venir a verme, pero no me abandonó...".
Los ojos del pequeño diablo arrogante y controlador se pusieron rojos de repente y Minnie se horrorizó. De verdad, nunca pensó que su comentario casual haría estallar a su hijo de ese modo, por lo que se sintió sorprendida y preocupada a la vez, pero al mismo tiempo, no pudo evitar preguntarse quién era "mami" para Bruce.
"Está bien, Bruce. Estoy aquí. Volví. Siempre te he amado y siempre lo haré...". Minnie lo abrazó y le acarició la espalda con amor, sin embargo, antes de que pudiera continuar expresándole su amor, Bruce, que ya se había recuperado de su conmoción, la apartó y huyó de sus brazos.
"¡Oye! ¿Cómo te atreves a fingir ser mi mami y aprovecharte de mí? ¡Me aseguraré de que te arrepientas de haberlo hecho!". Dio la casualidad de que, justo cuando terminó de decir eso, la puerta se abrió y Michael entró en la sala, así que Bruce saltó a los brazos de su padre con una mirada astuta y una sonrisa diabólica dirigida a Minnie.
"Papi, esta mujer dijo que mi mami era fea y que me había abandonado. ¡Incluso irrumpió en la habitación prohibida!", exclamó en un falso tono agraviado.
'¡Uno dos tres!'.
¡La acusó de tres "delitos" que no cometió!
La expresión de Michael se ensombreció y la ira comenzó a gestarse detrás de sus ojos calmos. Se veía tan aterrador que Minnie no pudo evitar retroceder cuando se acercó a ella. "¡Es mentira! ¡Nunca he dicho nada de eso!".
"¿Pero entraste en la habitación prohibida?", Michael preguntó con frialdad.
¿Una habitación prohibida? ¿Por qué no estaba al tanto de la existencia de una habitación así en la casa? ¿De verdad había un lugar al que no podía ir? Minnie se apresuró a agitar la mano, pero cuando estaba a punto de explicar, notó que Michael estaba mirando fijamente la puerta al final del pasillo y su corazón se hundió en un instante.
"¡Oye! ¡Cálmate! ¡Déjame explicarte!", exclamó con voz apagada Minnie, quien, de repente, había sido inmovilizada contra la pared. "La habitación sigue igual que antes. No toqué nada. ¡Puedes comprobarlo tú mismo!".
Desde su posición, Michael podía ver el hermoso color carmesí en sus orejas. Sus pequeños lóbulos eran delgados y tan suaves como el jade.
La miró con más intensidad. "Entonces es cierto que entraste en el lugar prohibido, ¿verdad?".
Minnie gimió para sus adentros ya que no esperaba que su antigua habitación, por alguna razón desconocida, se hubiera convertido en un área prohibida de la casa.
Sin saber qué hacer, tomó la mano de Michael entre las suyas y lo miró suplicante.
"Michael...".
Este era su truco favorito y siempre le funcionaba.
Al ver su expresión, un destello de nostalgia pareció reflejarse en sus ojos, pero aun así la apartó con disgusto.
Ese movimiento repentino tomó a Minnie desprevenida y provocó que se golpeara la cabeza contra la pared. Hizo una mueca de dolor y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, pero en seguida extendió la mano, tratando de volver a tomar la de él. "Michael, ¿por qué estás...?".
Él la miró con frialdad, la sujetó de la muñeca con una mano y le apretó la barbilla con la otra.
Después, rozó los labios de ella con su pulgar de manera brusca.
"Deja de actuar porque no funcionará. No eres digna".
Los ojos de Minnie se agrandaron. No sabía qué diablos quiso decir y tampoco entendía por qué él reaccionó así de repente.
La expresión de agravio en su rostro hizo que Michael pensara que estaba imitando a esa mujer de nuevo y eso lo enfureció por completo, pero estaba tan enojado que se echó a reír. "Tu nombre es Jessica Lin, ¿verdad? ¿Trabajas como enfermera en el Hospital Central?".
"Sí", Minnie asintió.
"¡Mentirosa!", Michael exclamó y le arrojó algunas fotos a la cara. "Por favor, ten más cuidado la próxima vez que intentes mentirme. Te hiciste varias cirugías plásticas para tener un par de ojos similares a los de la mujer que amo y pasaste un largo proceso para imitar su porte, pero solo haces el ridículo. Ahora, sé honesta: ¿Quién te envió?".
"¿Cirugías plásticas? No me hice ninguna. Esta es mi cara natural. Compruébalo tú mismo...". Minnie se pellizcó la mejilla, se apretó la nariz e incluso presionó los ojos con fuerza para demostrar que decía la verdad.
Michael la miró con frialdad, completamente indiferente.
Ella notó el sarcasmo y la incredulidad en sus ojos, por lo que dejó caer las manos y bajó la cabeza, abatida. ¿Qué más podía hacer para que él la creyera?
De repente, el teléfono de Minnie sonó y su sonido le puso fin al silencio que, sin saberlo, había descendido sobre ellos.
Ese ruido también logró desviar la atención de Minnie. Era una llamada de voz entrante, y ella ya sabía sin siquiera mirar el identificador que la persona que llamaba debía ser Sam Yu. Después de todo, ¿quién más la llamaría en ese momento excepto él? Se movió con rapidez, tratando de rechazar la llamada, sin embargo, Michael fue aún más rápido y la inmovilizó contra la pared de nuevo para luego quitarle el teléfono.
Minnie no era rival para él, que la sujetaba contra la pared con tanta fuerza que casi no la dejaba respirar.
"Michael, ¿eres un maldito salvaje?".
Michael resopló. "Por lo que veo, no sirve tratar contigo de manera civilizada".
Cuando vio que iba a contestar la llamada, Minnie se abalanzó sobre él con todas sus fuerzas para intentar de recuperar su teléfono y por instinto, Michael la atrapó, así que su agarre se aflojó por un instante.
Cuando él recuperó el control y retiró la mano de su cintura, el celular ya estaba en la mano de ella de nuevo.
Entonces, la volvió a sujetar con fuerza y la atrajo hacia sí. Su voz era helada. "Dame el teléfono".
Por supuesto, Minnie no haría lo que le ordenó sino que, en su lugar, rechazó la llamada y estrelló el teléfono contra el suelo con desesperación.
Mientras lo observaba rebotar varias veces en piso por la fuerza que utilizó, una sensación de alivio se extendió en todo su interior. Luego, volvió a mirar a Michael con la barbilla en alto. Todo en ella, desde su mirada hasta su postura, apestaba a satisfacción.
Michael la miró con frialdad, la apartó con suavidad y fue a levantar el aparato del suelo.
De repente, una sonrisa floreció en su rostro. El teléfono era un Nokia clásico, casi imposible de romper, por lo que esa golpiza no le haría ni un rasguño. Presionó con calma el botón de encendido y en unos segundos, la pantalla se iluminó.
Minnie se sorprendió, sin embargo, reaccionó con rapidez e intentó recuperar su celular, pero por desgracia, Michael tenía buenos reflejos y la sujetó de las manos presionándola contra la pared una vez más para luego darle unos suaves golpecitos en la mejilla con el pequeño aparato.
"Jessica Lin, nunca uses un Nokia si existe la más mínima posibilidad de que tengas que destruir tu teléfono en caso de emergencia porque solo será un intento estúpido".
En ese momento, se escuchó el clásico sonido de inicio del teléfono. Michael estaba a punto de tocar el icono de llamada, pero la pantalla de repente se apagó.
Entonces, Minnie se echó a reír y cuando finalmente se cansó, lo miró con las cejas arqueadas.
"Michael, ¡de verdad eres increíble! Estás muy acostumbrado a regañar a todo el mundo, pero déjame decirte algo, piensa antes de hablar".
Minnie estaba harta de su actitud condescendiente, así que no pudo evitar burlarse cuando vio que lo que él decía era una tontería.
Sin decir nada, Michael sujetó las muñecas de Minnie por encima de su cabeza. Como era de esperar, las chispas parecieron salir volando de sus ojos y comenzó a respirar con dificultad a causa de la ira mientras que el enojo se dibujaba en toda su expresión.
De repente, su mirada vagó por todo el cuerpo de ella. Minnie forcejeó e intentó darle un rodillazo en sus partes íntimas, pero antes de que pudiera hacerlo, él deslizó sus piernas entre las de ella y presionó hacia adelante para interponerla entre la pared y su cuerpo y, de esta manera, impedir que se moviese.
Sus extremidades estaban completamente inmóviles y no tenía idea de lo que él planeaba hacer, así que suavizó su voz y rogó, "Michael, suéltame. ¿Por favor?".
Michael la miró, sacó la tarjeta SIM con una mano y tiró el teléfono por la ventana.
Luego llamó a su guardia personal que estaba afuera y le arrojó la pequeña tarjeta.
"Revisa los registros y no dejes pasar ningún detalle".
De inmediato, el guardaespaldas se retiró a cumplir la orden.
Minnie, que todavía estaba clavada contra la pared, solo podía mirar impotente. "¡Michael, suéltame!".
Él se inclinó y le susurró al oído: "Jessica, ¿no entiendes lo que acabo de decir? ¡Te dije que no la imitaras!".
Minnie resopló de rabia. "Michael, ¿te has vuelto loco? ¿Acaso siempre piensas que todas las mujeres que conoces se parecen a ella? Si la amas tanto, ¿por qué no te mueres junto con ella?".
Ni bien terminó de hablar, Michael la apretó del cuello. Un sentimiento de rabia casi homicida se gestaba en sus ojos y le dijo con desprecio: "¿Quién te dijo que está muerta? Si no la dejo morir, no morirá".
Minnie luchó por respirar mientras lo maldecía por su arrogancia en su mente interna. Quería contradecirlo, pero aparte de los sonidos ahogados y la tos, nada más salió de su boca y las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.