Te Entregué Mi Vida
img img Te Entregué Mi Vida img Capítulo 5 Quiero que seas mi novio
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Capítulo 16 ¿Por qué se dirigía a ella de esa manera tan despreocupada img
Capítulo 17 Dura de roer img
Capítulo 18 Una espectadora img
Capítulo 19 ¿Se enamoraron de la misma chica img
Capítulo 20 Se acabó img
Capítulo 21 Escarmiento público img
Capítulo 22 Mi cliente es la señorita Mandy img
Capítulo 23 La habilidad de Robert img
Capítulo 24 Él la habría perseguido img
Capítulo 25 Días de mala suerte img
Capítulo 26 Demasiado educada img
Capítulo 27 El autoritario Robert img
Capítulo 28 El gato y el ratón img
Capítulo 29 La vacilación de Robert img
Capítulo 30 La nueva novia img
Capítulo 31 Personas raras img
Capítulo 32 Vamos a beber img
Capítulo 33 Lo hicimos img
Capítulo 34 Huir img
Capítulo 35 Felicitaciones img
Capítulo 36 Tengo pruebas img
Capítulo 37 Atrapada con las manos en la masa img
Capítulo 38 Orgulloso de su chica img
Capítulo 39 La primera cita img
Capítulo 40 Conociendo a Lucas img
Capítulo 41 La mujer luchadora img
Capítulo 42 La experta img
Capítulo 43 Revelación impactante img
Capítulo 44 Un novio rico img
Capítulo 45 Fuera de mi alcance img
Capítulo 46 ¿Te peleaste con él img
Capítulo 47 La insistencia de Emma img
Capítulo 48 Otra revelación img
Capítulo 49 La verdad img
Capítulo 50 Escape imposible img
Capítulo 51 La anciana entrometida img
Capítulo 52 Una pésima cocinera img
Capítulo 53 Cásate conmigo img
Capítulo 54 Acuerdo prenupcial img
Capítulo 55 Otra cita a ciegas img
Capítulo 56 Visitar a la familia Su img
Capítulo 57 Licencias de matrimonio img
Capítulo 58 Un hombre rico img
Capítulo 59 La soltera img
Capítulo 60 ¡Sólo quiere engañarte! img
Capítulo 61 Soy afortunado de tenerte img
Capítulo 62 El comentario burlón img
Capítulo 63 Reunión familiar img
Capítulo 64 Tan rápido img
Capítulo 65 Mandy estaba furiosa img
Capítulo 66 Compartiendo la misma habitación img
Capítulo 67 Lo daré todo img
Capítulo 68 La suegra img
Capítulo 69 La discusión img
Capítulo 70 Una reunión incómoda img
Capítulo 71 La llegada de Robert img
Capítulo 72 ¿Me amarás por siempre img
Capítulo 73 La sexualidad de Robert img
Capítulo 74 La esposa legal img
Capítulo 75 La charla img
Capítulo 76 La vida amorosa de Jean img
Capítulo 77 No lo dejaré ir img
Capítulo 78 Era ella img
Capítulo 79 El jerez intrigante img
Capítulo 80 Vengarse img
Capítulo 81 : crueldad img
Capítulo 82 Truco img
Capítulo 83 La pelea img
Capítulo 84 Bruja img
Capítulo 85 Ser bueno actuando img
Capítulo 86 Hospitalización img
Capítulo 87 ¿Qué estás haciendo aquí img
Capítulo 88 La dama de honor img
Capítulo 89 Secuestro img
Capítulo 90 Mátala img
Capítulo 91 Problemas de pago img
Capítulo 92 Mátala para mantener la boca cerrada img
Capítulo 93 Su salvador img
Capítulo 94 El rescate definitivo img
Capítulo 95 La mente maestra img
Capítulo 96 Disculpa img
Capítulo 97 El castigo de Emma img
Capítulo 98 Caminos para elegir img
Capítulo 99 Tu elección a tomar img
Capítulo 100 Ira innecesaria img
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Capítulo 5 Quiero que seas mi novio

"¿Quién es ese hombre? He estado aquí varias veces, pero nunca lo había visto antes. Es muy guapo". Robert estaba de pie al lado de la mesa junto a la de ellas y Jean lo miró con ojos hambrientos.

"Oh, ya lo conocí", respondió Mandy en voz baja.

"¿Qué? ¿En serio? ¿Cuándo? ¿Cómo pasó? Mandy, ¿por qué no me habías mencionado esto antes?", lanzó la otra sus preguntas en seguidilla, casi gritándole.

"¡Shh!". La interrogada se llevó un dedo a los labios y abrió los ojos de par en par, solo que ya era demasiado tarde. Ella había estado tratando de pasar desapercibida para evitar al sujeto del que prácticamente había abusado. Sin embargo, las exclamaciones de su amiga ya habían llamado la atención de este.

Él ladeó la cabeza hacia las chicas, y en el momento en que sus ojos oscuros se encontraron con los de ella, una sensación desconocida resonó en el pecho de esta y erizó su piel.

"Aquí tiene, señor Robert", irrumpió justo a tiempo un mesero que le llevaba una computadora portátil, rescatando así a Mandy de esa mirada fría y aguda.

Aceptando el aparato y dejándolo sobre la mesa, el hombre luego hizo clic en el ícono de las cámaras de vigilancia, con lo cual se abrió un collage de múltiples pantallas. Habiéndose centrado en una en particular, la seleccionó antes de entregársela a la cliente. "Tenga, compruébelo usted misma. Discutiremos el asunto de la compensación cuando haya terminado de ver la grabación".

Las personas que se arremolinaban por todos lados tenían curiosidad por lo que acababa de suceder, de modo que se acercaron un poco más hasta que quedaron apretujados alrededor de la pequeña mesa para ver el video.

Una vez que este llegó a su fin, todos miraron a la arrogante mujer con incredulidad y conmoción en sus rostros, pues estaba claro como el agua lo que había hecho. De repente ella misma había inclinado la botella mientras el mesero estaba sirviéndole la bebida. De no haber sido por los rápidos reflejos del empleado, todo el contenido se habría vaciado en la mesa, o peor aún, se habría estrellado contra el suelo. De hecho fue una suerte que a su ropa le hubieran caído tan solo unas gotas.

"¡Qué maldita mentirosa!".

"¿Verdad? ¿Cómo pudo inculpar al pobre chico por algo que fue del todo culpa suya?".

"Y pensar que él fue lo suficientemente amable como para no revelar lo que había sucedido en realidad para no dejarla mal".

"Ahora por lo general es la parte culpable la que presenta la demanda".

La multitud estaba llena de reprimendas y comentarios desdeñosos hacia la mujer, haciéndola sentir incómoda.

Sin más demora, ella agarró su bolso, se cubrió la cara con una mano y huyó de la escena con obvio pánico y cualquier rastro de su anterior arrogancia desvanecido.

"Bueno, eso es genial, ¿no? Es bastante experto en resolver situaciones. Aunque eso pudo haber estallado en un problema importante, se las arregló para que todo se solucionara en solo unos minutos. ¡Además es muy guapo!". En ese punto Jean ya estaba convencida de que se había enamorado de Robert, puesto que era atractivo, inteligente y muy capaz. Él era exactamente su tipo.

"¡Buen trabajo, chico guapo! Ven a nuestra mesa a comer algo. Yo invito".

"Sí, y acéptame un trago".

Por lo visto, Jean no estaba sola en su opinión, así que las más atrevidas se apresuraron a lanzar sus ofertas junto a guiños y sonrisas hacia el hombre. Todas asumían que debía ser alguien de alta posición en el establecimiento y querían aprovechar la oportunidad para hablar con él. No obstante, lo que no sabían era que él era el mismísimo presidente de Xu Group, y de saberlo, sus esfuerzos por conquistarlo de seguro se intensificarían.

Antes de que alguien pudiera gritar otra invitación, Mandy se levantó de su asiento y corrió hacia él, lo tomó del brazo y lo acercó a su pecho para enseguida dirigirse a los demás presentes. "Lo siento por todas, pero me temo que no está soltero y no podrá atender sus solicitudes".

"Oh, qué pena. De todos modos no importa. Si te cansas de ella, ¡puedes llamarme! Toma, aquí tienes mi tarjeta de presentación". La mayoría de las mujeres había presumido comprensiblemente que ella y Robert tenían algo, y sacudiendo la cabeza, habían continuado con sus propios asuntos. A pesar de todo, las más persistentes no lo dejarían ir así como así, por lo que tan pronto como una de ellas le ofreció su tarjeta, otras siguieron su ejemplo ipso facto.

"Oh, por favor", murmuró Mandy en voz muy baja. "Si él se cansara de esta farsa, buscaría a otro hombre y ya. Ninguna de ustedes tiene ninguna posibilidad, sinvergüenzas". Si bien ella pensó que había hablado lo suficientemente bajo, el sujeto a su lado había escuchado sus palabras con bastante claridad.

"¿Otro hombre?", repitió él ladeando la cabeza hacia ella con su habitual indiferencia, aunque sus ojos mostraban cierta sorpresa. Al notar su brazo acurrucado contra el cálido cuerpo de la chica, una leve sonrisa apareció en sus labios.

"Ven y siéntate aquí", dijo ella aclarándose la garganta. Sus sentidos se habían agudizado en el instante en que escuchó su voz profunda, sin mencionar que su piel se había erizado de nuevo y sintió un inexplicable impulso de soltarle el brazo. La verdad era que no estaba segura de que le gustara su tono de voz, pero enseguida le vino a la mente otra cosa, y era la idea de tener que ir a citas a ciegas de forma regular. ¡Muy bien! Entonces decidió que iba a hacer que ese tipo fingiera ser su novio y llevarlo ante su tía.

Robert tenía tal curiosidad por saber qué estaba haciendo esa chica que dejó que lo llevara a su mesa.

Mandy se dejó caer al lado de Jean con los nervios apoderándose de ella y se aclaró la garganta de nuevo.

"Bueno, la cosa es que me gustaría pedirte un favor...". Luego hizo una pausa, tratando de reunir el valor que le quedaba en el cuerpo para decir su plan en voz alta, y por suerte el mesero eligió ese preciso momento para acercarse con una taza en su bandeja.

"Su café, señor", anunció sonriente al tiempo que dejaba la bebida frente al hombre.

Si Mandy había pensado que la breve interrupción la animaría en su esfuerzo, ahora descubriría lo equivocada que estaba, ya que la poca valentía que había tenido se acababa de esfumar, y su boca se abrió y se cerró como si hubiera decidido no decir nada en el último minuto.

Por su parte, Robert no sintió la necesidad de apurarla, de manera que agarró su taza y tomó un sorbo. Cada uno de sus movimientos irradiaba tanta elegancia y nobleza que cualquiera que estuviera cerca terminaría observándolo.

"Solo dile lo que necesitas", intervino Jean, "No parecen cosas tuyas estar dudando". Normalmente ella no era así de osada y sabía muy bien que nada de eso era asunto suyo, pero no pudo evitarlo porque estaba demasiado ansiosa por escuchar lo que su amiga quería de ese encantador sujeto.

El detalle fue que sus palabras no ayudaron en lo absoluto y solo tuvieron el efecto contrario, pues Mandy se encontró ahogada por los nervios, su mente se había quedado en blanco y solo el concepto principal de su objetivo permaneció en su cerebro. Como resultado, ella simplemente lo soltó sin más. "Quiero que seas mi novio".

¡Clin!

Boquiabierta, Jean miró a su amiga y dejó caer sus cubiertos. Dios, ¿cuándo se había vuelto tan atrevida esa chica? ¿Debería una mujer decente pedirle a un hombre que sea suyo tan directamente en público?

El sujeto en cuestión se detuvo por un segundo sosteniendo su taza de café en el aire, y si bien su reacción no había sido tan dramática como la de la otra mujer, su rostro pareció cambiar por completo. "¿Mmm?", fue todo lo que logró emitir en un tono tranquilo aunque autoritario.

            
            

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