-Hija... dime que aceptaste casarte con el conde - expuso su madre. Jayne la miró antes de responder, y vio en sus ojos la súplica.
-Sí, acepto casarme con el conde de Warwick- respondió Jayne haciendo que su madre sonriera, rápidamente la abrazó fuerte, como si hubiese querido hacerlo desde hace mucho.
-Es una buena decisión, hija, ya verás, el conde prometió que si aceptabas ser su esposa te trataría como a una reina, lo único que tienes que hacer es complacerlo y darle un hijo.
Al pensar en que tenía que entregarse al conde le dio náuseas, no soportaría entregarse a un hombre que no amaba. Pero de eso dependería su futuro.
-Vamos, tenemos que decirle a tu padre. Y creo que hoy mismo conocerás a tu futuro esposo.
-¿Por qué hoy? - preguntó Jayne dubitativa.
-Tu padre lo invitó a cenar esta noche.
-¡Vaya! Al parecer mi padre sabía que podría aceptar - dijo Jayne caminando junto a su madre.
-Según él, dice conocer mejor a su hija que a sus hijos varones.
-Si él lo dice... - fue lo único que dijo Jayne, su padre era muy autosuficiente, pensaba sabérselas todas y odiaba que fuera así.
-Caleb... - entraron en el despacho de su padre, quien tenía algunos documentos en sus manos -... Jayne ha aceptado casarse con Lord Straton.
Caleb sonrió sin mostrar los dientes, se levantó de su lugar y alcanzó a su esposa e hija.
-Felicidades. Hija, al menos has sabido escoger bien tu respuesta - dijo Caleb y Jayne lo miró mal -, sabes que tengo razón.
-Caleb, por favor, ya hemos hablado de esto, y lo importante ahora es que Jayne aceptó casarse - indicó Juliet.
-De seguro tu madre ya te habrá dicho que hoy tu futuro prometido vendrá a cenar - Jayne asintió -. Bien, desde hoy dormirás aquí, en tu casa.
-Pero Leo quedará solo, y sabes que no le gusta estar solo papá - expresó Jayne.
-Si Leonardo no quiere estar solo que busque una esposa, ya es hora de que siente cabeza y se case de una vez - respondió su padre -. Y como ya dije, a partir de hoy dormirás aquí hasta el día de tu boda.
-No voy a escapar, papá.
-Lo sé, eres inteligente y sé que has meditado mucho tu futuro al lado del conde, eres mi hija, Jayne, y quieras o no, te guste o no, soy tu padre y te conozco.
Jayne respiró hondo y asintió.
-Vale, pero sabes que esto no le gustara nada a Leo - dijo Jayne.
Después de la conversación, su madre y ella salieron del despacho de Caleb y bajaron a la sala del té, Leo había llegado también y sabía que tenía que hablar con él.
Y como había supuesto, no lo tomó muy bien.
-No sabes lo que haces, Jayne, lo mejor es pensarlo bien.
-Ya lo he pensado, Leo, y es lo mejor - dijo ella tratando de razonar.
-¿Lo mejor para quién? ¿Para papá? ¿Para el conde? ¿Qué hay de ti, Jayne? Sabes que si Logan estuviera aquí, no lo permitiría.
-Ya, pero no está, y aunque así fuera, es mi vida, ya lo pensé bien, es una buena oportunidad, además, no sabes si el conde es como realmente dicen los rumores - dijo Jayne acercándose a su hermano-. Leo, sabes que quiero una familia, tener hijos, y además, sabes que nadie se casaría conmigo después de haber sido de otro, el conde es más que generoso al aceptarme así.
-Solo trato de protegerte, eres mi hermanita Jayne, la que siempre nos pedía que jugáramos con ella, a la enseñamos a trepar un árbol cuando la institutriz se despistaba y nos perdía de vista, aún te veo así, como mi hermanita pequeña.
-Y lo soy, soy tu hermanita, pero un poco más grande y con deseos de tener su propia familia - dijo Jayne sonriendo tiernamente -. Y hablando de familia, ¿cuándo piensas casarte, eh?
-¿Y cuándo es la boda? - preguntó Leo evadiendo la pregunta de su hermana.
-No me cambies el tema, no entiendo por qué los hombres huyen tanto del matrimonio.
-Si fueras hombre lo entenderías querida hermana - respondió Leo sonriendo pícaramente haciendo que Jayne pusiera los ojos en blanco.
La noche había caído, Jayne estaba lista para bajar y conocer en persona al conde, aunque recuerda que cuando era más joven y estaba en su amorío con Christian, lo había visto unas cuantas veces hablando con su padre, pero nunca le había prestado atención.
-Milady - Eda llamó su atención -, su madre la espera.
-Ahora bajo - respondió.
Volvió a suspirar tomando valor, tenía que ser fuerte, ya la decisión estaba tomada, se casaría con el conde y formaría una familia.
Al llegar a la sala donde sus padres la esperaban junto al conde, sintió que el aire le faltaba, ahí estaba su futuro esposo y ella no sabía cómo actuar.
Si Liviana estuviera ahí, se burlaría de ella.
-Buenas noches - saludó, su corazón latió más rápido cuando notó que el conde pretendía acercarse a ella, pero se mantuvo firme y sin moverse.
Cuando el conde llegó a ella, le sonrió pícaramente, se fijó en sus ojos, eran de un color avellana muy profundo y tenían un brillo seductor que encantaban, sus facciones eran maduras, pero atrayentes, era alto y al parecer mantenía su forma atlética, no dudó en pensar que cuando más joven debió romper miles de corazones. El conde tomó su mano y depositó un suave beso en ella.
-Me da gusto volverla a ver, milady.
-Yo... - carraspeó al ver que su voz sonó distorsionada por los nervios -... lo mismo digo.
-Estábamos hablando de su compromiso - dijo Juliet haciendo que el conde se situara a un lado de Jayne -, Lord Straton dijo que quería casarse lo más pronto posible.
-Si está de acuerdo por supuesto - dijo el conde dirigiéndose a Jayne.
Jayne miró a su padre y luego al conde, quien la miraba intensamente.
-Bien - respondió y todos sonrieron menos ella y su hermano.
-Ya todo está pactado, a partir de hoy están comprometidos, más adelante hablaremos de la boda - dijo Caleb -. Avancemos hacia el comedor.
Todos salieron de la sala y cuando Jayne se disponía a hacer lo mismo unas manos la detuvieron, al mirar vio que era el conde y frunció ligeramente el ceño.
-¿Pasa algo, milord? - preguntó.
-Si vas a ser mi esposa, quiero que me llames por mi nombre, Jacob.
-Pero...
-Y también quiero darte esto - sacó un anillo de su bolsillo y tomó la mano de Jayne y se lo colocó, era un hermoso anillo, pero no sentía nada más que miedo. El conde, por muy guapo que fuese, no despertaba nada en ella.
-Gracias - dijo sonriendo débilmente.
-Vamos - el conde tomó su mano y salieron de la sala uniéndose con los demás.
La cena trascurrió normal, hablando de la boda y de todo lo que se necesitaría, Jayne no decía ni opinaba en nada, aunque era por voluntad propia que se casaba, no quería hacerlo, no si no lo quería.