-No te dejes provocar amigo - aconsejó Christian, pero de cierto modo, le divertía la situación.
En cambio, Marcus le lanzaba cuchillos con la mirada a Clinton.
-¿Cómo están los niños? - preguntó Christian, tratando de desviar la tensión de Marcus, y lo consiguió, rápidamente este sonrió.
-Tienes que verlos, están más grandes y cada día vuelven más loca a Liviana, por lo menos ahora nos dejan dormir - respondió Marcus con orgullo.
-Me alegro de que por fin seas feliz. ¿Y no han pensado en encontrar una nodriza?
-No, Liviana no quiere, dice que por ahora solo desea disfrutar de ellos, que la ayuda de la Sra. Park y mi madre, es suficiente.
-¿Y Jayne, no la ayuda? - Marcus y Anthony lo miraron divertidos - ¿Qué?
-Si quieres saber de Jayne, solo tienes que preguntar directamente.
-No... solo... tenía curiosidad - dijo Christian en defensa.
Anthony y Marcus rieron, Christian los aguantó hasta que decidieron dejar de reír. En ese instante llegó lord Leonardo. Los tres lo miraron con el ceño fruncido por el humor que traía.
-¿Qué te pasa, William? - preguntó Christian, con Leo se llevaba mucho mejor que con Logan, este era más resentido que Leo por lo que había pasado cinco años atrás.
Leo tomó una copa de Whisky completa sin parar, estaba cabreado, y necesitaba relajarse.
-Mi hermana, eso pasa - respondió al fin.
Christian se tensó cuando lo escuchó.
-¿Qué pasa con Jayne? - preguntó Marcus.
-Se va a casar - Anthony casi se ahogó con un trago de Whisky cuando escuchó la palabra «casar».
-¿Qué? - preguntaron Marcus Y Christian al unísono.
-¿Cómo que se va a casar, con quién? - preguntó Anthony una vez estuvo recuperado de su casi ahogo.
-Con el conde de Warwick.
Christian se levantó como una ráfaga de viento de su asiento, su respiración era acelerada mientras ponía sus manos en puño, Anthony y Marcus se miraron, mientras que Leo lo miraba con el ceño fruncido por su reacción.
-No puedes permitirlo, William - indicó Christian agarrando a Leo por el cuello de su traje.
-¿Y a ti qué te pasa? - Leo se liberó dándole un fuerte empujón a Christian -. Eso no debería de interesarte.
-¿No sabes quién es el conde, William? ¿Por qué Jayne quiere hacer semejante estupidez? - Christian estaba que se alaba los pelos.
-Sé perfectamente quién es el conde, Evans, pero mi hermana es terca y quiere casarse, sabes mejor que nadie, que su sueño es tener una familia propia, algo que le negaste hace años, ¿recuerdas?
Christian gruñó sabiendo que Leo tenía razón.
-Y ahora que lo pienso, te vas a casar con la hija del conde, lo que quiere decir...
-Sé lo que quiere decir, Anthony - siseo Christian seriamente, estaba rojo de la ira.
-¿Por eso decidió irse de nuestra residencia? - preguntó Marcus.
-No, fue porque yo le pedí que me acompañara en mi residencia, estaba solo ahora que Logan está en España.
-Eso fue lo que le dijo a Liviana.
-Mis padres fueron quienes la convencieron, y ahora la tienen con ellos para que no se arrepienta - explicó Leo.
-¿Jayne está en la residencia con tus padres? - Leo asintió - ¡Wow! Pensé que nunca más volvería allí - comentó Anthony.
Todos miraron a Christian cuando volvió a levantarse de su lugar, parecía estar ido, fuera de sí.
-¿A dónde vas, Christian?
-Tengo algo que hacer - concretó y sin esperar más salió del club. Subió a su carruaje, que lo llevó directo a la residencia Devonshire, desde fuera se podía ver que ya todos dormían, era de esperar, ya era muy tarde. Pero sin detenerse avanzó.
Jayne no podía dormir, esa noche el conde le había dado el anillo de compromiso, lo que significaba que no había vuelta atrás, pronto sería la esposa del conde. Pero, ¿por qué no se sentía feliz?
La respuesta era clara, pero era mejor no pensar en eso.
Así que decidió recostarse en su antigua cama, la había extrañado un poco, al igual que su habitación, la cual había encontrado tal y como la había dejado, era como si no hubieran pasado cinco años desde aquel hecho.
Su habitación estaba en penumbras, solo la iluminaba el fuego de la chimenea y la luz de la luna.
De pronto sintió un ruido que provenía del balcón de su habitación, se asustó, nunca se había dado el caso, la residencia era segura por ese aspecto, pero decidió levantarse a verificar, puede que solo sea el viento, además, no tenía sueño y sería bueno tomar un poco de aire. Abrió los ventanales cuidadosamente, y salió mirando a su alrededor, pero no encontró nada sospechoso. Sin más respiró hondo y se recostó en los barrotes mirando la luna.
¿Estaría haciendo lo correcto al casarse con el conde?
Jacob Straton. Conde de Warwick.
Jayne Straton. Condesa de Warwick.
Realmente no se veía siendo la condesa, y mucho menos siendo la esposa de Jacob. Pero ya estaba decidido.
Tenía que hablar con Liviana, tal vez ella podría aconsejarla. Y eso haría, a primera hora le haría la visita a su amiga, además tenía ganas de ver a los niños.
Estaba tan metida en sus pensamientos que solo sintió cuando una mano grande le tapó la boca y era pegada a un cuerpo, era un hombre, podía sentirlo. Rápidamente, se tensó, ¿alguien quería hacerle daño? ¿Y si abusaban de ella?
-Tranquila... - escuchó el susurro cerca de su oído, pero esa voz hizo que su cuerpo se estremeciera y se tensara aún más, todo al mismo tiempo.
Cuando estuvo libre se giró y lo encaró.
-Christian, ¿Qué haces aquí?
-¿Acaso estás loca? ¿Por qué quieres casarte con el conde de Warwick? - fue lo primero que dijo Christian y Jayne sintió como su corazón empezaba a desbocarse.
-Ese es mi problema, si quiero casarme, lo haré.
-No me opongo a eso, pero estaría más tranquilo si fuera con uno que te mereciera - dijo él acercándose a Jayne, ella no tuvo valor de moverse, solo sintió el delicado toque de él en su mejilla -, pero para serte sincero, no encuentro un solo hombre apto para ser digno de ti.
Susurró, esa confección dejó a Jayne confundida.
-¿Por qué haces esto? No deberías estar aquí, estoy comprometida, pronto seré una mujer casada, podré tener una familia, sabes que quiero...
-Lo sé, yo quería ser... - rápidamente, calló cuando se dio cuenta hacia donde se dirigían sus palabras -. No te cases, por favor.
Su nariz rozaba delicadamente la piel del rostro de Jayne, mientras, ella estaba extasiada por su toque, hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando, y empujó a Christian lejos de ella, lejos de sus pensamientos.
-¡NO! - se cubrió la boca cuando escuchó que su voz salió más alta de lo normal, temía despertar a sus padres y que se creara un escándalo aún mayor -. No puedes venir y decirme que cancele mi boda, tú también te casarás, Christian, ¿por qué no quieres que sea feliz?
-Lo que más quiero es que seas feliz, Jayne, pero con el conde no lo serás, con ningún hombre serás feliz...
-¿Te crees tan inolvidable que quieres probar si te sigo amando?
-Me sigues amando, y lo sabes - afirmó Christian.
-Ya no, eso fueron cosas del pasado.
-Lo dudo, fuiste mía Jayne, eres mía, y lo seguirás siendo.
-Mira que eres sínico - dijo ella tratando de que sus palabras no la afectaran.
-Solo soy realista.
-Márchate.
-Podre irme ahora, pero volveré - la tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo - no permitiré que te cases con otro hombre.
-Estás loco.
-Ya verás, resolveré unos asuntos antes, pero solo te diré que lo que pasó hace cinco años, tuvo una razón, Jayne, y eso te hubiera hecho aún más daño.
-Dime, cuál fue esa razón, dime que pasó para que me rechazaras tan cruelmente.
-No, ya no tiene caso que lo sepas, solo te pido que esperes, y no te cases. Por favor.
-Pero...
-Por favor. Dame solo unos días - pidió él.
-¿Para qué? - murmuró Jayne mirándolo a los ojos.
-Para estar juntos, otra vez.